CLARIS:Escondida dentro del automóvil, observaba cómo los lobos del fallecido Alfa Aleph se enfrentaban entre ellos y contra otros grupos. La batalla era brutal, con aullidos y gruñidos desgarrando la noche. De pronto, divisé a uno de los lobos leales a Vikra moviéndose sigilosamente hacia el vehículo donde me encontraba. —Vienen hacia aquí —advirtió Lúmina con urgencia—. Muévete al asiento trasero, ¡ahora! Obedecí sin dudar, deslizándome entre los asientos. El primer lobo hizo señales a otro que emergió de las sombras cargando el cuerpo malherido de Vikra. Lo colocó con cuidado a mi lado y pude ver las heridas que cubrían su torso. La sangre manchaba su pelaje, pero aún respiraba. El automóvil arrancó despacio, avanzando con las luces apagadas. No las necesitaban; los ojos de lo
CLARIS: El crujido de ramas secas me alertó. Varias figuras emergieron de la niebla; a simple vista parecían ancianas humanas inofensivas, pero sus ojos iluminados contaban otra historia. —No te muevas, Claris —me advirtió Lúmina—. Estas son peores que las Moiras. —¿Quiénes son? —Me abracé al árbol, deseando fundirme con su tronco. —Son el motivo por el que la Diosa Luna nos hace nacer humanas y nos esconde entre ellos hasta los veinticinco años, cuando me vuelvo poderosa y no pueden robar mi poder —explicó en mi mente. —Tenemos que evitar que nos descubran o nunca más volveremos a ver a Clara y a mamá. Harán que las atraigamos con llamadas de auxilio para robarles a ellas también el poder. Mantente pegada al árbol; veré qué puedo hacer. —Las Moiras dijeron que la sintieron aquí —dijo una que arrastraba el cabello tras ella con un enorme bastón—. Tenemos que encontrarla; solo nos quedan dos años para lograr nuestro objetivo
KIERAN:No sabía cómo interpretar aquello que me dijeron las lobas que se ocultaban de todos y a las que sabía que no les agradaba. Pero mi urgencia era llegar donde estaba mi manada, siendo asediada por los enemigos. Miré a mi Beta, que compartía mi mismo pensamiento. Nos convertimos en nuestras bestias y corrimos con todas nuestras fuerzas. Al llegar, vimos cómo una gran cantidad de cuerpos, tanto de enemigos como de lobos de mi manada, yacían en el suelo. Sin embargo, un extraño silencio reinaba alrededor; ni siquiera las hojas de los árboles se movían. Con sigilo comenzamos a inspeccionar los alrededores, seguros de que los enemigos estaban ocultos a la espera de mi regreso o de que aquellos que estaban escondidos delataran su posición. —Rafe —llamé a mi Gamma en la mente—. ¿Qué sucedió aquí? ¿Están bien? —Mi Alfa, no vayas a delatar nuestro refugio; son muchos y están ocultos. No los enfrentes hasta que estemos juntos, hay algo raro con l
KIERAN: Después de haber asegurado a toda la manada en la ciudad y haber colocado vigilantes en puntos estratégicos para detectar cualquier rastro de los enemigos, sentí un pequeño respiro de alivio. La gran ciudad, ese laberinto de acero y concreto, se había convertido en nuestro refugio a lo largo de los años. Aquí, entre las multitudes humanas, el don de ocultarnos sin aroma nos hacía indetectables para los lobos y otros seres sobrenaturales. Era una lección valiosa que aprendí de mi madre, una Loba Lunar Mística. Ella me había enseñado a caminar entre los humanos, a crear una fachada sólida y a usar el anonimato a mi favor. Para el mundo humano, soy un empresario de éxito, un hombre con una fortuna que me ha permitido moverme con facilidad entre los círculos más exclusivos. Pero para mí, estas calles no so
KIERAN:Giré la cabeza rápidamente, intentando encontrar aquello que Claris estaba viendo, pero no alcancé a distinguir más que una sombra desvaneciéndose en la penumbra. Antes de que pudiera reaccionar, escuché a Fenris decir en mi mente con urgencia: —Nos encontraron, Kieran. Debes sacarla de aquí ahora. Mis ojos se fijaron en Claris, quien apretaba la tela de la sábana con manos temblorosas. Me miraba sin saber qué hacer o pensar, visiblemente asustada. Mi corazón se encogió al verla así. Fue entonces cuando lo noté: alrededor de su cuello descansaba un collar extraño, cuidadosamente diseñado. Supe al instante lo que era: un artefacto que bloqueaba no solo su aroma, sino todo vínculo conmigo. Incluso si no recuperaba la memoria, tendría la capacidad instintiva de confiar en mí por nuestro lazo de almas. Ese collar se lo estaba arrebatando. —Claris, confía en mí —susurré cerca de su oído, tratando de calmar la tormenta en sus ojos. Me incliné hacia ella como si fuera a abraz
KIERAN: Fenris extendió una mano calmada y, con precisión, tomó el dispositivo entre sus dedos. Giró la cabeza rápidamente hacia uno de nuestros hombres y le entregó la cápsula. —Busca a un humano cualquiera y colócale el rastreador. Así los desviaremos. No deben seguir nuestro rastro —ordenó con firmeza. El hombre asintió sin pronunciar palabra y desapareció entre las sombras de la noche. Mientras tanto, el automóvil arrancó nuevamente, con Fenris en su lugar, y siguiendo la ruta meticulosamente planeada, nos adentramos en un laberinto de calles y callejones. Cada giro nos alejaba más y más de cualquier posibilidad de seguimiento. Finalmente, llegamos a la entrada discreta de un refugio que solo yo y mis más cercanos conocíamos. Esta casa oculta, enterrada en el corazón de la ciudad, había
KIERAN:La revelación brillaba entre ellos mientras permanecían mirándose con amor y una conexión que no necesitaba palabras. Sin embargo, no todo terminó allí. Vi a Elena seguir el mismo camino que su hija: permitió que su loba emergiera. Justo entonces, mi Gamma, Rafe, apareció en la entrada. Su reacción al verla me lo confirmó: ellos también estaban destinados. Tres Lobas Lunares dentro de la jerarquía de mi manada. Tres vínculos destinados que no podían ser coincidencia. Las escrituras siempre habían advertido sobre un período de crisis, un momento que marcaría un cambio radical para nuestra especie. Ahora todo tenía sentido: ese momento había llegado. Sentí a Claris apretarse más contra mi pecho, buscando refugio en mi energía y calor. La rodeé con delicadeza con am
CLARIS: Me parecía estar atrapada en una especie de nebulosa, un espacio donde únicamente existían las sensaciones. No tenía memoria alguna de mi vida; mi mente era un lienzo en blanco, un manto limpio y sin huella. Desde que desperté, han desfilado doctores entrando y saliendo, conversando entre ellos, rara vez dirigiéndose a mí directamente, como si yo no fuera más que un objeto en estudio. Luego vino aquella mujer… La que llegó con la cabeza vendada y aseguró haberme encontrado en la reserva Nox Venators. Ni siquiera eso logró resonar en mi mente; sus palabras fueron casi como un eco vacío. Todo estaba tan confuso, tan distante. Pero lo que realmente me alteraba era esa sensación de estar constantemente vigilada. Era como si había alguien o algo, siempre observándome, aunque no pudiera verlo. Y estaba la voz… esa voz en mi cabeza que, entre murmullos, me decía que no me preocupara, que todo estaría bien. Hubo otro incidente: el collar. Llevaba un collar en el cuello, algo