CLARISLo veo sentarse en la cama. Con movimientos ágiles y llenos de energía, no parece un monstruo, sino un humano. Uno muy apuesto y que no me desagrada. Se queda allí, expectante. Finalmente, rompo el silencio. —Deseo ir al baño y comer. Tengo mucha hambre —hablo, sin poder evitar admirarlo. Hay algo en su magnetismo físico que me descoloca. Internamente, pienso: Si este hombre es realmente mi esposo y no me está engañando, entonces sí que me saqué la lotería. Él parece aliviado por mi respuesta, como si estuviera esperando cualquier palabra que le confirmara que estoy bien. Antes de que pueda hacer cualquier movimiento, se pone de pie y, sin advertencia, me toma en sus brazos con una facilidad que me deja sin palabras. Su fuerza es evidente, pero también lo es la delicadeza con la que me carga. Apenas soy consciente de sus largas zancadas cu
CLARIS:Lo único que tengo claro es que, en este momento, todo lo que parece importar es salir de este baño, encontrar algo qué comer y seguir intentando desenredar el caos de emociones y misterios que me envuelven.Por fin salgo de la ducha, dejando que el aire fresco choque contra mi piel cálida. Me visto con un hermoso vestido que Kieran escogió para mí, sencillo pero delicado, acompañado de unas sandalias que me hacen sentir cómoda y extrañamente femenina. Dejo mi cabello húmedo caer en ondas naturales sobre mis hombros. Mientras me observo brevemente en el pequeño espejo, mi reflejo parece el de una persona desconocida… o una versión de mí misma que no puedo recordar.Con un suspiro, abro la puerta. Kieran está allí, esperándome. Con una expresión de preocupación, pero no dice nada. Sólo se queda all
CLARIS:Kieran me observa fijamente, con sinceridad en la mirada, como si anhelara que por fin confiara completamente en él. —Estamos en casa —responde con sencillez—. No en la que conoces. Tuvimos… tuvimos una batalla bastante fea en la manada y vinimos a escondernos en la gran ciudad humana. Pero sé que te va a gustar. La casa está rodeada de un gran jardín y, como siempre, las flores y la vegetación te encantarán. Mientras él explica, mi mirada se desliza hacia Clara y mamá, quien ahora sé que se llama Elena. Trato de encontrar en ellas algún destello que me devuelva un recuerdo, algo que me haga sentir que pertenezco aquí, pero mi memoria sigue siendo un vacío insondable. Clara suspira con fuerza, impaciente, y cruza los brazos, como si estuviera conteniendo un torrente de palabras que quiere soltar de golpe. Su energ
CLARIS:Era aterrador ver tantos lobos en el mismo lugar todos con sus miradas fijas en mí. Kieran me apretó más sobre su pecho ante el temblor que me recorrió.—No tienes porque temer, mi Luna. Son nuestra manada— y me miró profundamente, como queriendo decir algo más—. Y ellos saben que eres nuestra Luna, nunca te harán daño, todo lo contrario. Mis manos se tensaron ligeramente sobre su pecho, pero él no dijo nada más. Solo me llevó hasta uno de los bancos y, con sumo cuidado, me sentó como si fuera lo más frágil del mundo.—Puedes descansar aquí —susurró, con esa suavidad que parecía reservar solo para mí.—Claris… Lo miré al escucharlo decir ese nombre que decían me pertenecía, siempre decía mi Luna. Me pareció que dudaba de algo. K
KIERAN:Me quedé observándola en silencio. Mi Luna. Mi todo. Había tanto miedo en su mirada, pero también una chispa de fuerza latente que solo necesitaba una oportunidad para brillar. Entendía su confusión. Su memoria en blanco le robaba no solo su historia, sino también el arraigo que podría haberla consolado en este tumulto emocional.Con un suspiro pesado, tomé el control, sintiendo cómo mi cuerpo retornaba lentamente a la forma humana. Mi lobo, Atka, se retiró a un segundo plano, pero sin romper la conexión latente que nos mantenía en constante estado de alerta. Me senté a su lado, deseando calmar todos los miedos que se reflejaban en su rostro mientras ella buscaba respuestas.Claris parecía tan vulnerable, tan perdida en el caos de su mente vacía. La rodeé con un abrazo suave. No sabía si era lo correcto, pero u
KIERAN:Aquel aullido primigenio retumbó de nuevo en la distancia. El eco se filtraba a través del aire, como si quisiera recorrer cada rincón hasta alcanzarnos. Sabíamos lo que significaba: estaba llamando a su compañera. Miré a mi Luna, casi escondida en mi pecho. Rafe y Fenris seguían observándola también. Ya le habíamos quitado el chip que los humanos le habían implantado. Pero…, si hubiera sido obra de Vikra, ¿habría hecho algo más? ¿Habría recurrido a alguna curandera para colocarle algún hechizo o marca que le permitiera rastrearla?Fenris carraspeó ligeramente, atrayendo mi atención. Podía ver en su mirada que estaba mordiendo las palabras, controlando su instinto de hablar antes de tiempo. Finalmente, fue su preocupación la que rompió el silencio.—¿Es posible que haya
EL ALFA VIKRA: Había tenido suerte después de que mi hermano mayor me atacó. Aunque soy fuerte, él, al ser el primogénito, había heredado, con la muerte de nuestro padre, toda su fortaleza y los aliados más leales de la manada. Me hizo mucho daño, eso era innegable. Aun así, logré escapar. Por fortuna, los dos omegas que prácticamente me criaron —Silvi y Siriu—, una constante silenciosa y fiel en mi vida, me salvaron justo a tiempo. Querían llevarme con las Lobas Antiguas. Esas mujeres son un enigma. Curanderas, brujas, tal vez ambas cosas a la vez; nadie sabe con exactitud qué son. Algunos dicen que ni siquiera son completamente humanas. Pero no tuve que adentrarme en sus misterios. Mi cuerpo se curó antes de que siquiera pudieran hacer algo significativo. Lo sentí, aún en mi estado casi inconsciente: una mano, cáli
CONTINUACIÓN:Silvi endureció sus labios, apretándolos para no decir más, aunque podía ver que había mil pensamientos contenidos tras su ceño fruncido. —Mi Claris no es como los demás —continué, más controlado, pero no menos contundente—. Ella me pertenece. Y la encontraremos. Mi determinación se filtró entre las palabras, llenándolas con un hilo de rabia, desesperación y algo más, algo que me negaba a reconocer: el miedo de perderla. Sin dudar más, me dirigí rápidamente hacia la salida de mi refugio. Sabía que, de alguna manera, había encontrado su camino hacia el exterior. Vorn había revisado cada rincón del lugar y, al no hallar rastro de ella, solo quedaba una opción: el acantilado. Claris debió encontrar la salida secreta y escapar por ahí. &mdas