ALFA ALEH:
Estaba furioso por tener que retroceder ante el alfa Kieran Theron una vez más. Pero no podía enfrentarlo ahora, cuando tras muchos años intentando lograr la paz entre nuestras manadas, finalmente lo había logrado inesperadamente.
—Papá, yo encontré a la abogada Elena primero. ¿Por qué dejaste que Kieran se quedara con ellas tres? —gruñó mi hijo mayor, Vorn.
—No seas estúpido. Serás mi sucesor y tienes que aprender cuándo retirarte ante un alfa superior —gruñí, molesto. No me gustaba la situación. Esas tres humanas eran realmente hermosas y útiles. —Esto es una retirada estratégica. Era evidente que Elena estaba interesada en ti
CLARIS: Kieran tomó mi cintura y, sin dificultad, me hizo subirme a su cintura. Caminó sin dejar de besarme de regreso al cuarto. Con sensualidad, me colocó en la cama sin dejar de recorrerme con sus manos, pero algo me llamó la atención. Lo había hecho la noche anterior y ahora también. Lo hacía con los ojos cerrados, ¿por qué no quería verme o… a quién estaba imaginando?La sensación de su piel y el fervor de su contacto físico eran intensos y embriagadores. Sin embargo, esa simple observación sembraba una duda silenciosa en mi mente. Éramos dos desconocidos, unidos por el azar y atraídos por la intensidad del momento, pero incluso en ese contexto había enigmas que me hacían cuestionar lo que realmente estaba sucediendo.Tal vez todo se trataba de un juego de atracción pura y desenfrenad
KIERAN:Miraba a Claris sentada a mi lado en el asiento del copiloto. Desde la noche anterior, decidí que conduciría yo mismo; era una necesidad primitiva de control. No podía confiar esta tarea a nadie más. Conduje en silencio por la ruta que serpenteaba hacia la reserva dentro de la ciudad. Era mi territorio, una extensa área de bosque virgen que había adquirido mucho antes de que la urbe se expandiera tanto.El complejo consistía en varias casas estratégicamente distribuidas, con mi residencia principal dominando el centro. Sabía que no era la mejor decisión instalar a las tres hermanas dentro de mi territorio, pero había logrado establecer una zona neutral donde los humanos podían habitar sin perturbar a la manada.Al detener el auto, Claris despertó, parpadeando con confusión mientras observaba el entorno desconocido. —¿Dónde estamos
SARAH:No sabía qué pasaba en los últimos tiempos con el alfa Kieran; me había ido sacando de su vida poco a poco, sin que yo supiera el motivo. Gael asegura que no le ha dicho que somos parejas destinadas. Entonces, no entiendo qué sucede. El beta Fenris asegura que no sabe nada, solo que el alfa le prohibió que lo ayudara en los asuntos de la manada. Ha sucedido algo que debo averiguar. He trabajado demasiado para convertirme en su Luna y, ahora, cuando creía que casi lo lograba, me ha sacado de su vida.—¿Averiguaste algo? ¿Viste con quién salió hoy? —pregunté a uno de los espías que había puesto a seguir a Kieran.—Sí, el alfa salió con una abogada, iba solo. Fenris y Rafe también salieron por su parte con otras —dijo en un susurro—. Ellos regresaron con sus compañeras y las ubicaron en las residencias en las
CLARIS:Reía en brazos de Kieran, quien había resultado ser una compañía inigualable. No quedaba de él nada del hombre que entró en la sala de conferencias y que parecía odiar a todos en la primera ocasión en que lo vi. En su lugar, tenía ante mí a un hombre capaz de adivinar cada uno de mis deseos más íntimos y de complacerme. Eso me llevaba a querer desearlo más y más, despertando en mí los instintos más primitivos y haciéndome sentir amada. Éramos dos desconocidos que parecían haber vivido toda una vida conectados por algo que iba más allá de nuestro entendimiento. A través de su mirada, podía ver que le había impresionado y que, en verdad, le gustaba como mujer; lo único que me molestaba era su actitud posesiva. El tiempo transcurrió como un suspiro mientras nos perdíamos en nuestra burbuja, alejados de las preocupaciones del mundo exterior. Kieran, con su mirada intensa y cautivadora, parecía entender cada uno de mis pensamientos incluso antes de que pudiera ar
KIERAN: Podía escuchar cómo el corazón de Claris latía con fuerza, emulando el tamborileo de un presagio que aún no lograba descifrar. Exploraba con la mirada cada sombra que la luz de la luna proyectaba sobre el suelo. Mis movimientos, calculados, mantenían la gracia sobrenatural de mi lobo, Kian, que escudriñaba con sus ojos la naturaleza que nos rodeaba. De pronto la vimos: era Sarah, escondida entre los lirios fuera de la ventana, y gruñí de manera amenazante. Sentimos a Claris saltar asustada al escuchar el alboroto de la loba al escapar, al ser descubierta por mí. Ella se había acercado y había visto cómo la sombra de un lobo se perdía entre los lirios del jardín. —¿Qué fue eso? —preguntó, abrazándome con fuerza—. ¿Los lobos que mencionaste llegan hasta aquí?
ALFA KIERAN THERON:El olor me golpeó como una descarga eléctrica, enviando escalofríos por mi columna vertebral. Mi piel se erizó al reconocerlo: era mi propia esencia, pero más dulce, más intensa, entrelazada con algo más que no podía identificar. Imposible. Esto solo ocurría cuando... ¡No! Después de cientos de años esperando, ¿por qué ahora? Mis músculos se tensaron por instinto y, antes de poder procesarlo conscientemente, ya estaba corriendo. El aroma me guió más allá de los límites de la manada, hacia una vieja casa de piedra y madera en las afueras del pueblo. El edificio, rodeado de pinos centenarios, había sido ocupado recientemente por tres humanas. Podía oler sus esencias entremezcladas con el aroma a pintura fresca y cajas de cartón. Mi lobo Atka se agitaba en mi interior, desesperado por irrumpir en la casa, pero tres siglos de control me mantuvieron anclado al suelo. No podía simplemente entrar y asustar a los humanos. ¿Cómo era posible que mi esencia estuviera allí?
CLARIS: Las náuseas me asaltaron de nuevo mientras organizaba los documentos en mi escritorio. Era la tercera vez en la mañana y ya no podía disimular. Corrí hacia el baño, sintiendo la penetrante mirada de mi jefe siguiendo cada uno de mis movimientos. Al pasar junto a él, pude ver cómo arrugaba su nariz con ese gesto de disgusto que tanto lo caracterizaba.Después de tres meses trabajando en este pueblo perdido, conocía bien esa expresión. El señor Kieran Thorne, un hombre huraño de rutinas y cualquier alteración lo perturbaba visiblemente.—Necesito salir temprano hoy —anuncié cuando regresé, limpiándome discretamente el sudor de mi frente—. Tengo una cita médica. Él apenas levantó la vista de sus papeles, pero pude notar cómo sus hombros se tensaban. Después de un silencio que pareció eterno, asintió secamente. Caminé presurosa mirando mi reloj con miedo de demorarme demasiado. Mientras esperaba, suspiré pensando en que no era tiempo para enfermarme ahora. Mi madre y mi pobre h
KIERAN THORNE:Observé cómo mi asistente tomaba sus cosas y se alejaba rumbo a su vieja camioneta. La contemplé desde mi ventana, admirando su extraordinaria belleza y el aura de vitalidad que emanaba. Mi lobo Atka gruñía en mi interior, todavía sin querer aceptar que esa humana hubiera rechazado nuestro ofrecimiento de llevarla a su casa. Soy el Alfa, nadie me rechaza jamás. Pero había algo en ella que me inquietaba. Mientras su destartalado vehículo se alejaba, hice una nota mental: debía proporcionarle un auto mejor y más seguro.El sonido de la puerta interrumpió mis pensamientos. Me giré después de dar una última mirada a la camioneta que desaparecía en la distancia.—Mi Alfa, tu primo Gael está afuera, bastante alterado —informó Fenris, mi Beta, con expresión preocupada—. Me pidió estar presente en lo que describe como una reunión de la más alta importancia y confidencialidad. ¿Tienes idea de qué se trata?—Hazlo pasar y cierra la puerta —respondí, dejándome caer en el sillón tr