KIERAN:
Después de haber asegurado a toda la manada en la ciudad y haber colocado vigilantes en puntos estratégicos para detectar cualquier rastro de los enemigos, sentí un pequeño respiro de alivio. La gran ciudad, ese laberinto de acero y concreto, se había convertido en nuestro refugio a lo largo de los años. Aquí, entre las multitudes humanas, el don de ocultarnos sin aroma nos hacía indetectables para los lobos y otros seres sobrenaturales.
Era una lección valiosa que aprendí de mi madre, una Loba Lunar Mística. Ella me había enseñado a caminar entre los humanos, a crear una fachada sólida y a usar el anonimato a mi favor. Para el mundo humano, soy un empresario de éxito, un hombre con una fortuna que me ha permitido moverme con facilidad entre los círculos más exclusivos. Pero para mí, estas calles no soKIERAN:Giré la cabeza rápidamente, intentando encontrar aquello que Claris estaba viendo, pero no alcancé a distinguir más que una sombra desvaneciéndose en la penumbra. Antes de que pudiera reaccionar, escuché a Fenris decir en mi mente con urgencia: —Nos encontraron, Kieran. Debes sacarla de aquí ahora. Mis ojos se fijaron en Claris, quien apretaba la tela de la sábana con manos temblorosas. Me miraba sin saber qué hacer o pensar, visiblemente asustada. Mi corazón se encogió al verla así. Fue entonces cuando lo noté: alrededor de su cuello descansaba un collar extraño, cuidadosamente diseñado. Supe al instante lo que era: un artefacto que bloqueaba no solo su aroma, sino todo vínculo conmigo. Incluso si no recuperaba la memoria, tendría la capacidad instintiva de confiar en mí por nuestro lazo de almas. Ese collar se lo estaba arrebatando. —Claris, confía en mí —susurré cerca de su oído, tratando de calmar la tormenta en sus ojos. Me incliné hacia ella como si fuera a abraz
KIERAN: Fenris extendió una mano calmada y, con precisión, tomó el dispositivo entre sus dedos. Giró la cabeza rápidamente hacia uno de nuestros hombres y le entregó la cápsula. —Busca a un humano cualquiera y colócale el rastreador. Así los desviaremos. No deben seguir nuestro rastro —ordenó con firmeza. El hombre asintió sin pronunciar palabra y desapareció entre las sombras de la noche. Mientras tanto, el automóvil arrancó nuevamente, con Fenris en su lugar, y siguiendo la ruta meticulosamente planeada, nos adentramos en un laberinto de calles y callejones. Cada giro nos alejaba más y más de cualquier posibilidad de seguimiento. Finalmente, llegamos a la entrada discreta de un refugio que solo yo y mis más cercanos conocíamos. Esta casa oculta, enterrada en el corazón de la ciudad, había
KIERAN:La revelación brillaba entre ellos mientras permanecían mirándose con amor y una conexión que no necesitaba palabras. Sin embargo, no todo terminó allí. Vi a Elena seguir el mismo camino que su hija: permitió que su loba emergiera. Justo entonces, mi Gamma, Rafe, apareció en la entrada. Su reacción al verla me lo confirmó: ellos también estaban destinados. Tres Lobas Lunares dentro de la jerarquía de mi manada. Tres vínculos destinados que no podían ser coincidencia. Las escrituras siempre habían advertido sobre un período de crisis, un momento que marcaría un cambio radical para nuestra especie. Ahora todo tenía sentido: ese momento había llegado. Sentí a Claris apretarse más contra mi pecho, buscando refugio en mi energía y calor. La rodeé con delicadeza con am
CLARIS: Me parecía estar atrapada en una especie de nebulosa, un espacio donde únicamente existían las sensaciones. No tenía memoria alguna de mi vida; mi mente era un lienzo en blanco, un manto limpio y sin huella. Desde que desperté, han desfilado doctores entrando y saliendo, conversando entre ellos, rara vez dirigiéndose a mí directamente, como si yo no fuera más que un objeto en estudio. Luego vino aquella mujer… La que llegó con la cabeza vendada y aseguró haberme encontrado en la reserva Nox Venators. Ni siquiera eso logró resonar en mi mente; sus palabras fueron casi como un eco vacío. Todo estaba tan confuso, tan distante. Pero lo que realmente me alteraba era esa sensación de estar constantemente vigilada. Era como si había alguien o algo, siempre observándome, aunque no pudiera verlo. Y estaba la voz… esa voz en mi cabeza que, entre murmullos, me decía que no me preocupara, que todo estaría bien. Hubo otro incidente: el collar. Llevaba un collar en el cuello, algo
CLARISLo veo sentarse en la cama. Con movimientos ágiles y llenos de energía, no parece un monstruo, sino un humano. Uno muy apuesto y que no me desagrada. Se queda allí, expectante. Finalmente, rompo el silencio. —Deseo ir al baño y comer. Tengo mucha hambre —hablo, sin poder evitar admirarlo. Hay algo en su magnetismo físico que me descoloca. Internamente, pienso: Si este hombre es realmente mi esposo y no me está engañando, entonces sí que me saqué la lotería. Él parece aliviado por mi respuesta, como si estuviera esperando cualquier palabra que le confirmara que estoy bien. Antes de que pueda hacer cualquier movimiento, se pone de pie y, sin advertencia, me toma en sus brazos con una facilidad que me deja sin palabras. Su fuerza es evidente, pero también lo es la delicadeza con la que me carga. Apenas soy consciente de sus largas zancadas cu
CLARIS:Lo único que tengo claro es que, en este momento, todo lo que parece importar es salir de este baño, encontrar algo qué comer y seguir intentando desenredar el caos de emociones y misterios que me envuelven.Por fin salgo de la ducha, dejando que el aire fresco choque contra mi piel cálida. Me visto con un hermoso vestido que Kieran escogió para mí, sencillo pero delicado, acompañado de unas sandalias que me hacen sentir cómoda y extrañamente femenina. Dejo mi cabello húmedo caer en ondas naturales sobre mis hombros. Mientras me observo brevemente en el pequeño espejo, mi reflejo parece el de una persona desconocida… o una versión de mí misma que no puedo recordar.Con un suspiro, abro la puerta. Kieran está allí, esperándome. Con una expresión de preocupación, pero no dice nada. Sólo se queda all
CLARIS:Kieran me observa fijamente, con sinceridad en la mirada, como si anhelara que por fin confiara completamente en él. —Estamos en casa —responde con sencillez—. No en la que conoces. Tuvimos… tuvimos una batalla bastante fea en la manada y vinimos a escondernos en la gran ciudad humana. Pero sé que te va a gustar. La casa está rodeada de un gran jardín y, como siempre, las flores y la vegetación te encantarán. Mientras él explica, mi mirada se desliza hacia Clara y mamá, quien ahora sé que se llama Elena. Trato de encontrar en ellas algún destello que me devuelva un recuerdo, algo que me haga sentir que pertenezco aquí, pero mi memoria sigue siendo un vacío insondable. Clara suspira con fuerza, impaciente, y cruza los brazos, como si estuviera conteniendo un torrente de palabras que quiere soltar de golpe. Su energ
CLARIS:Era aterrador ver tantos lobos en el mismo lugar todos con sus miradas fijas en mí. Kieran me apretó más sobre su pecho ante el temblor que me recorrió.—No tienes porque temer, mi Luna. Son nuestra manada— y me miró profundamente, como queriendo decir algo más—. Y ellos saben que eres nuestra Luna, nunca te harán daño, todo lo contrario. Mis manos se tensaron ligeramente sobre su pecho, pero él no dijo nada más. Solo me llevó hasta uno de los bancos y, con sumo cuidado, me sentó como si fuera lo más frágil del mundo.—Puedes descansar aquí —susurró, con esa suavidad que parecía reservar solo para mí.—Claris… Lo miré al escucharlo decir ese nombre que decían me pertenecía, siempre decía mi Luna. Me pareció que dudaba de algo. K