76. EN BUSCA DE MI LUNA

KIERAN:  

Después de haber asegurado a toda la manada en la ciudad y haber colocado vigilantes en puntos estratégicos para detectar cualquier rastro de los enemigos, sentí un pequeño respiro de alivio. La gran ciudad, ese laberinto de acero y concreto, se había convertido en nuestro refugio a lo largo de los años. Aquí, entre las multitudes humanas, el don de ocultarnos sin aroma nos hacía indetectables para los lobos y otros seres sobrenaturales.  

 Era una lección valiosa que aprendí de mi madre, una Loba Lunar Mística. Ella me había enseñado a caminar entre los humanos, a crear una fachada sólida y a usar el anonimato a mi favor. Para el mundo humano, soy un empresario de éxito, un hombre con una fortuna que me ha permitido moverme con facilidad entre los círculos más exclusivos.  

 Pero para mí, estas calles no so
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