No recibí respuesta a mi llamado; Claris tenía a la loba dormida y no podía responder para darme la seguridad de que estaba bien, resguardada en el lugar donde la había dejado. La furia se desató en mi interior: como Alfa, la responsabilidad pesaba sobre mis hombros. No solo debía proteger a mi Luna, sino a toda la manada. El dolor por la ausencia de Claris alimentó cada uno de mis movimientos mientras me lanzaba contra los enemigos. Mis garras encontraron las gargantas de Renier y su Luna, cercenándolas con precisión letal. La sangre brotó en un arco carmesí mientras caían sin vida. Avancé como una tormenta de muerte, eliminando a cada traidor que osaba interponerse en mi camino hasta alcanzar a Elena, la Guardiana Lunar, quien luchaba en perfecta sincronía con Rafe.—¿Es cierto? —rugí mientras despachaba a otro enemigo—. ¿Atraparon a mi Luna? —No lo sé —respondió Elena, esquivando un ataque—. Salió de la guarida por un dolor repentino y la seguí, pero me vi envuelta en esta batal
KIERAN:Podía percibir cómo seguían llegando más lobos para rodearnos, pero sabía que ella no me quería muerto, aunque a mi Luna sí. Observé a mis guerreros apostados a mi alrededor, dispuestos a dar la vida por mí. Sin embargo, yo no era un Alfa de Alfas solo de nombre; la fuerza y agilidad de mi lobo Atka, combinada con mi astucia, era sobrenatural. Era el último de un linaje que nos hacía superiores y ellos lo sabían; podía ver el miedo en sus ojos.—Estás rodeado, Kieran. Ríndete y juro que no dejaré que le pase nada a tu humana —volvió a hablar Chandra, como si no pudiera detectar la mentira en su voz—. Tienes mi palabra, dejaré que sea tu juguete preferido mientras me proclamas tu Luna.—Ella no la tiene —escuché a Atka en mi cabeza—. Pero su hermano sí. ¿Qué hacemos,
CLARIS:Miré a Vikra y, por un momento, sentí culpa; solo era un joven lobo confundido por mi olor de Loba Mística, o quizás había algo más. Lo seguí, preguntándome si tendría dos parejas destinadas, como en aquellas historias antiguas que había leído. —Deja de buscar respuestas en esas historias —resonó la voz de mi loba en mi mente—. Nuestra única pareja es Kieran Theron. Concéntrate, estoy percibiendo la presencia de un poderoso alfa acercándose. —¿Lúmina, estás bien? ¿Puedes ayudarme a escapar? —pregunté esperanzada—. Recuerda que en dos semanas todos podrán escuchar a los cachorros en mi vientre. —Pídele a Vikra que te deje cambiar de ropa y, cuando te quite el collar que impide que Kieran nos escuche, le dejaré un mensaje —me pidió de inmediato. —Clara, nuestra hermana, puede sentirnos a pesar de todo. Le indicaremos nuestra ubicación, sin importar dónde nos oculten. Debemos advertirle a Kieran sobre la gran trampa. Mientras conversaba con mi loba, Vikra me conducía, cub
CLARIS:Escondida dentro del automóvil, observaba cómo los lobos del fallecido Alfa Aleph se enfrentaban entre ellos y contra otros grupos. La batalla era brutal, con aullidos y gruñidos desgarrando la noche. De pronto, divisé a uno de los lobos leales a Vikra moviéndose sigilosamente hacia el vehículo donde me encontraba. —Vienen hacia aquí —advirtió Lúmina con urgencia—. Muévete al asiento trasero, ¡ahora! Obedecí sin dudar, deslizándome entre los asientos. El primer lobo hizo señales a otro que emergió de las sombras cargando el cuerpo malherido de Vikra. Lo colocó con cuidado a mi lado y pude ver las heridas que cubrían su torso. La sangre manchaba su pelaje, pero aún respiraba. El automóvil arrancó despacio, avanzando con las luces apagadas. No las necesitaban; los ojos de lo
CLARIS: El crujido de ramas secas me alertó. Varias figuras emergieron de la niebla; a simple vista parecían ancianas humanas inofensivas, pero sus ojos iluminados contaban otra historia. —No te muevas, Claris —me advirtió Lúmina—. Estas son peores que las Moiras. —¿Quiénes son? —Me abracé al árbol, deseando fundirme con su tronco. —Son el motivo por el que la Diosa Luna nos hace nacer humanas y nos esconde entre ellos hasta los veinticinco años, cuando me vuelvo poderosa y no pueden robar mi poder —explicó en mi mente. —Tenemos que evitar que nos descubran o nunca más volveremos a ver a Clara y a mamá. Harán que las atraigamos con llamadas de auxilio para robarles a ellas también el poder. Mantente pegada al árbol; veré qué puedo hacer. —Las Moiras dijeron que la sintieron aquí —dijo una que arrastraba el cabello tras ella con un enorme bastón—. Tenemos que encontrarla; solo nos quedan dos años para lograr nuestro objetivo
KIERAN:No sabía cómo interpretar aquello que me dijeron las lobas que se ocultaban de todos y a las que sabía que no les agradaba. Pero mi urgencia era llegar donde estaba mi manada, siendo asediada por los enemigos. Miré a mi Beta, que compartía mi mismo pensamiento. Nos convertimos en nuestras bestias y corrimos con todas nuestras fuerzas. Al llegar, vimos cómo una gran cantidad de cuerpos, tanto de enemigos como de lobos de mi manada, yacían en el suelo. Sin embargo, un extraño silencio reinaba alrededor; ni siquiera las hojas de los árboles se movían. Con sigilo comenzamos a inspeccionar los alrededores, seguros de que los enemigos estaban ocultos a la espera de mi regreso o de que aquellos que estaban escondidos delataran su posición. —Rafe —llamé a mi Gamma en la mente—. ¿Qué sucedió aquí? ¿Están bien? —Mi Alfa, no vayas a delatar nuestro refugio; son muchos y están ocultos. No los enfrentes hasta que estemos juntos, hay algo raro con l
KIERAN: Después de haber asegurado a toda la manada en la ciudad y haber colocado vigilantes en puntos estratégicos para detectar cualquier rastro de los enemigos, sentí un pequeño respiro de alivio. La gran ciudad, ese laberinto de acero y concreto, se había convertido en nuestro refugio a lo largo de los años. Aquí, entre las multitudes humanas, el don de ocultarnos sin aroma nos hacía indetectables para los lobos y otros seres sobrenaturales. Era una lección valiosa que aprendí de mi madre, una Loba Lunar Mística. Ella me había enseñado a caminar entre los humanos, a crear una fachada sólida y a usar el anonimato a mi favor. Para el mundo humano, soy un empresario de éxito, un hombre con una fortuna que me ha permitido moverme con facilidad entre los círculos más exclusivos. Pero para mí, estas calles no so
KIERAN:Giré la cabeza rápidamente, intentando encontrar aquello que Claris estaba viendo, pero no alcancé a distinguir más que una sombra desvaneciéndose en la penumbra. Antes de que pudiera reaccionar, escuché a Fenris decir en mi mente con urgencia: —Nos encontraron, Kieran. Debes sacarla de aquí ahora. Mis ojos se fijaron en Claris, quien apretaba la tela de la sábana con manos temblorosas. Me miraba sin saber qué hacer o pensar, visiblemente asustada. Mi corazón se encogió al verla así. Fue entonces cuando lo noté: alrededor de su cuello descansaba un collar extraño, cuidadosamente diseñado. Supe al instante lo que era: un artefacto que bloqueaba no solo su aroma, sino todo vínculo conmigo. Incluso si no recuperaba la memoria, tendría la capacidad instintiva de confiar en mí por nuestro lazo de almas. Ese collar se lo estaba arrebatando. —Claris, confía en mí —susurré cerca de su oído, tratando de calmar la tormenta en sus ojos. Me incliné hacia ella como si fuera a abraz