CLARIS:
Me desperté al sentir cómo Kieran me soltaba bruscamente. Tenía la piel ardiendo y el fantasma de su tacto aún grabado en cada centímetro de mi cuerpo. El recuerdo de su peso sobre mí, de su aroma a pino y tierra mojada, me provocó una oleada de calor que me avergonzó. ¿Qué demonios? Creí... ¿cómo había podido perder el control así? Estaba confundida; toda mi vida había luchado por no convertirme en un objeto de placer de los hombres. Precisamente llegué a este lugar por ello. Y ahora no solo soy su incubadora, sino que al parecer soy eso mismo. ¿Cómo pude ser tan estúpida? Y, sin embargo... —Vístete —había dicho al regresar del baño—, hoy tenemos mucho trabajo, no podemos llegar tarde, tienes que alimentarte muy bien, ya sabes..., por mis cachorros.KIERAN: Había traído conmigo a Chandra Selene con la intención de devolverla a su manada. Mi beta tenía razón: con ella junto a mí, las cosas se complicaban. Fue una suerte que Fenris se llevara a Claris para poder analizar todo con Vikra, el hermano menor de ella, quien había venido en sustitución de su hermano mayor, Vorn. —Buenos días, Alfa Kieran —me saludó con una amplia sonrisa, para luego abrazar efusivamente a su hermana. —¿Y a ti qué te pasa? —preguntó Chandra. —Acabo de encontrar a mi pareja destinada —anunció Vikra. —¿Tu pareja destinada está en mi manada? ¿Quién es? —pregunté de inmediato. —No sé su nombre, pero es esa preciosidad de ojos verdes que acaba de salir con su beta de aquí —señ
CLARIS:El auto devoraba kilómetros del camino mojado. El olor a tierra húmeda se colaba por las ventanillas entreabiertas, mezclándose con el aroma a miedo que emanaba de nuestros cuerpos. La lluvia, que había comenzado como una suave llovizna, ahora golpeaba con fuerza el parabrisas, creando un telón de agua que dificultaba la visión.Mis nudillos estaban blancos de la fuerza con la que aferraba el volante. En el asiento del copiloto, la anciana permanecía serena, como si nuestra huida desesperada fuera un simple paseo. Había algo en su rostro surcado de arrugas que me resultaba extrañamente familiar.—Gira a la izquierda en el próximo cruce, pequeña —me indicó, señalando una entrada que me alejaba del destino al que quería ir, la gran ciudad. Como si leyera mis pensamientos, me explicó—: Ellos esperarán que tomes la autopista.
KIERAN:El aullido de uno de mis exploradores me sacó de mis pensamientos. Había captado un rastro, pero algo no estaba bien. El olor era diferente, mezclado con hierbas antiguas. Mi pelaje se erizó; conocía esa esencia.—¡Mi Alfa! —la voz de Rafe sonó urgente a través del radio—. Hemos detectado el rastro cerca del río viejo, pero hay algo más... hay otro olor, uno que no habíamos sentido antes. Creo que hay una loba antigua ayudándoles o protegiéndolas.¿Una loba antigua? Mis garras salieron por instinto. ¿Por qué ellas? Las ancianas del bosque, esas lobas antiguas que se decían guardianas de secretos ancestrales, nunca tomaban partido por nadie.—Rafe, divide a los rastreadores —ordené mientras le indicaba a mi beta Fenris que dirigiera el auto hacia el camino del río—. Quiero la mitad si
CLARIS:Miré a la anciana por un instante y juré que pude ver cómo trataba de ocultar el dorado y algo más en sus ojos. No sabía cómo lo hacía, pero estaba segura de que ella era una loba y que no buscaba ayudarnos a escapar, sino todo lo contrario. La voz en mi cabeza me ordenó: —¡Ahora! No dudé; no sabía si era mi inconsciente, mis cachorros, que eran tan poderosos como su padre, o tal vez era el propio Atka quien me hablaba. Giré justo a tiempo para enfilar hacia la carretera que me llevaba de nuevo a la ciudad. —¿Qué haces, niña? —chilló la anciana y trató de agarrar el timón. Pero no la dejé y se detuvo. Mi instinto me decía que no era una amiga. La voz en mi cabeza seguía advirtiéndome: —Tenemos que deshacernos de la loba. —¿Quién es usted realmente? —exigí sin apartar la vista del camino—. ¿Por qué apareció justo cuando Clara escapó? Un gruñido gutural emergió de la garganta de la anciana, un sonido demasiado animal para provenir de una humana. Lanzó el frasco que
CLARIS:La figura que emergió de entre los árboles era imponente, pero no era quien yo esperaba. El hermano de Chandra Selene, el lobo de la manada del norte que había insinuado que yo era su pareja destinada, se materializó ante nosotras con una presencia que hacía que el aire se volviera más denso. Sus ojos, de un ámbar profundo, se clavaron en mí con una intensidad que me hizo estremecer.—Claris, ¿los conoces? —susurró mamá, preocupada, mientras su mano buscaba la mía.—Tenemos que escapar de ellos, mamá —murmuré, sintiendo cómo el miedo trepaba por mi espina dorsal al reconocerlo.—No, Claris, ellos ni nadie deben saber qué somos —respondió ella con firmeza, apretando mi mano cuando intenté tocar el anillo—. Clara y tú corren un gran peligro, compórtate como humana.El her
KIERAN:Un aullido atravesó la noche como un relámpago; mi lobo respondió instintivamente, antes incluso de que mi mente humana pudiera procesarlo. Era una llamada desgarradora, cargada de miedo y algo más... algo familiar que sacudió mi alma. Sin pensarlo, mis patas ya se movían, corriendo a toda velocidad hacia su origen, con mi beta y varios guerreros siguiéndome de cerca.—¿Atka, reconoces ese aullido? —consulté a mi lobo interior, sintiendo su agitación.—No estoy seguro, Kieran, pero... —la duda en su voz me paralizó por un instante—. ¡Corramos, solo corramos!—¡Atka, no me ocultes nada! —mi corazón latía desbocado, negándome a aceptar lo que ya sospechaba. No podía estar pasando, no ahora que Claris llevaba a mis cachorros.El instinto nos guió hasta la carretera del n
CLARIS: Con mi audición superdesarrollada de loba Lúmina, había escuchado los planes de Vikra para esconderme, convencido de que yo era su pareja destinada. También oí cómo decía que Kieran había tomado a Chandra Selene como su loba de placer. Los celos, la furia y la decepción me atormentaban, pero estaba segura de que había sido el humano; Atka, su lobo, parecía más sincero. A pesar de mis sentimientos encontrados, sabía que debíamos huir y regresar al único lugar donde podrían protegernos a mi familia y a mí. Aunque me doliera admitirlo, los cachorros que llevaba en mi vientre eran de Kieran, y eso nos garantizaba cierta seguridad. —Mamá, tenemos que regresar con mi jefe —susurré en su oído, temerosa de que algún lobo enemigo nos escuchara—. Debes saber que ese pueblo tiene la manada más poderosa de todas. El Alfa Kieran nos protegerá. —Claris, hija, tenemos que huir de ese lugar —respondió mi madre con preocupación—. Esa anciana y el Alfa Renier llevan años persiguiéndonos. No
KIERAN:Todavía no podía creer que la familia de Claris fuera la de las especiales Lobas Lunares. Corríamos con todas nuestras fuerzas, alejándome de ellas aunque deseaba quedarme y averiguar todo. Eran lobas que aparecían una vez cada mil años, y había tres. ¡Tres en mi manada!—Atka, ¿pudiste averiguar algo? —le pregunté a mi lobo sin dejar de correr.—Claris es una Loba Lunar Mística, como lo era nuestra madre —respondió—. Su hermana Clara es una Loba Lunar Empática, por eso estaba tan enferma como humana. Y su madre es una Loba Lunar Guardiana, aunque de esto último no estoy completamente seguro.—¿Quieres decir que la enviaron a cuidar de ellas, no es su madre? —pregunté, pero me interrumpió Rafe, avisándome de que estábamos en el perímetro de nuestra manada y que, del otro lado, se encontraba Vikra, cuyos lobos intentaban entrar. Me acerqué despacio, caminando hacia su encuentro, con todos mis guerreros detrás, listos para acabar con ellos si fuera necesario.—¿Qué sucede en su