37. ESCAPE

CLARIS:

Me desperté al sentir cómo Kieran me soltaba bruscamente. Tenía la piel ardiendo y el fantasma de su tacto aún grabado en cada centímetro de mi cuerpo. El recuerdo de su peso sobre mí, de su aroma a pino y tierra mojada, me provocó una oleada de calor que me avergonzó. ¿Qué demonios? Creí... ¿cómo había podido perder el control así?  

Estaba confundida; toda mi vida había luchado por no convertirme en un objeto de placer de los hombres. Precisamente llegué a este lugar por ello. Y ahora no solo soy su incubadora, sino que al parecer soy eso mismo. ¿Cómo pude ser tan estúpida? Y, sin embargo...  

—Vístete —había dicho al regresar del baño—, hoy tenemos mucho trabajo, no podemos llegar tarde, tienes que alimentarte muy bien, ya sabes..., por mis cachorros.  

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