EL AMIGO MAFIOSO DE MI PADRE ME ENAMORÓ
EL AMIGO MAFIOSO DE MI PADRE ME ENAMORÓ
Por: J.C.Castro
Un viaje que cambia destinos.

—Preferiría quedarme en casa— se quejó Grace— me aburré enormemente estar en un crucero, ya hemos ido a muchos— su hermana mayor la miró con desprecio, mientras que las miradas que llegaron por parte de sus padres no fueron muy alentadoras.

Amelia, su madre, la miró reprobatoriamente, como si negarse fuese un pecado, mientras que la mirada de su padre era aún más severa.

—Haz silencio, Grace— le ordenó el padre— no te he consultado nada, es una orden. Iremos al crucero porque somos invitados especiales, así que ve a hacer tu equipaje ahora mismo, porque mañana salimos a primera hora— Grace quiso rodar los ojos frente a su frustración, pero supo que sería aun mas cuestionada por aquel gesto, asi que decidió evitarlo.

—Y procura comportarte— le advirtió su hermana mayor, Candace— en el crucero habrá lo mejor de lo mejor, de la alta sociedad, esfuérzate en no ridiculizarnos. Ian, estará con nosotros así que por una vez en la vida, no lo arruines. Ian Sullivan, el despreciable prometido de su hermana.

Grace miró fijamente a su hermana, Candace era extremadamente pretenciosa, y llevaban una relación no muy cordial. En ocasiones pensaba que su hermana la despreciaba, en otras solo reconocía que Candace había sido criada con la mayor de las exigencias, al ser la primogénita de la familia McCartney, Candace estaba obligada a ser perfecta, siempre le exigían al mil por ciento, en cualquier evento en sociedad, su hermana siempre tenía las miradas sobre ella, había crecido con una educación sumamente estricta; La educación perfecta, el prometido perfecto, el vestido perfecto, el peinado perfecto, los modales perfectos.

Mientras que para Grace, la vida había sido menos estresante, aunque si bien era cierto que ella no era tan presionada como su hermana, también debía estar a la altura de su poderosa familia y hacer todo cuánto pudiese por mantener en alto el honor y respeto de la misma.

Puesto en pocas palabras, Candace era la imagen de la familia como futura heredera, visible ante la vista de todos, mientras que Grace gozaba de un poco más de flexibilidad, lo cual había generado una constante riña de la hermana mayor en contra de Grace.

Así pues, siguiendo órdenes de su padre, la mañana siguiente se embarcaron en la travesía de aquel crucero, era muy lujoso y elegante, pero nada que pudiese sorprenderla mucho, estaba acostumbrada a moverse en esas clases de eventos. Su camarote era lujoso y muy bonito, aunque no tan amplio como el de su hermana ó el de sus padres, aún así era muy bonito.

La siguiente semana transcurrió en medio de fiestas, bailes, cenas, las mejores familias estaban presentes, tal y como lo había advertido su hermana, por lo cual aprovechandose de su poca popularidad o exigencia social, Grace se dedicó a comportarse y pasarla bien.

Estaba recargada de las barandas, observando el amplio mar azul, cuando escuchó la odiosa voz de su hermana.

—No estarás pensando en saltar. ¿O sí?— Candace, elevó una bien cuidada ceja.

—Solo si saltas conmigo, hermanita— respondió Grace con burla. —¿Dónde está tu sombra?— su hermana la miró mal—disculpa, tu prometido.

—Pequeña estúpida — le respondió Candace— Ian Sullivan, es el prometido que todas quisieran, es guapo, joven, alto de buena familia, heredero de una enorme fortuna y yo seré su esposa, en cambio tú — la miró con burla— no tienes nada, Grace, ni un prometido ideal, ni siquiera una herencia familiar, porque todo el imperio McCartney pasará a mis manos. Eres una pobre segundona sin ninguna importancia, mi sombra no es Ian, sino tú, niña tonta — se burló.— pensándolo bien, deberías saltar, nos harías un favor— y enderezando su espalda en una postura perfecta, se alejó con la cabeza en alto, dejándola rabiando.

Grace suspiró de mala manera, no entendía la frustración de su hermana, tal y como lo había dicho ella tenía todo y Grace no tenía nada.

Al menos hasta ahora.

Aquella noche, tras la cena y el baile, los invitados estaban dispersos por el amplio salón, inmersos en alegres conversaciones mientras bebían sus bebidas favoritas. Grace por su parte, tan invisible como siempre, pidió una copa de un elegante vino tinto, y se dispuso a divagar un poco, parecía que era invisible para todos, excepto para el personal del servicio y así es la cruel alta sociedad, dónde debes ser alguien importante, con buena familia, apellido prestigioso y dueño, o heredero en su defecto, de una gran fortuna, esos requisitos eran indispensables para ser "visible" socialmente.

Estaba en un rincón disfrutando de su copa, cuando su hermana mayor llegó hasta ella.

—Grace, ¿No crees que un vino tan caro no puede ser desperdiciado de esa manera?

—¿De qué hablas, Candace?

—De ti, ¿Qué haces bebiendo buen vino?, ¡No lo mereces, lo desperdicias!

—¿Qué rayos te pasa, Candace?, ¡Déjame en paz!— le respondió enojada, pero dispuesta a desquitarse de la humillación, elevó la copa para arrojar el contenido en el precioso vestido color azul cielo de su hermana, sin siquiera imaginar que estaba por suceder lo peor. En ese momento apareció Ian, quién interviniendo de manera oportuna, la tomó del brazo, en un rápido movimiento, el contenido que tendría que haber terminado en el vestido de Candance, cayó sobre su delicado vestido color marfil, Grace abrió la boca gimiendo de sorpresa, sus ojos fueron directamente a Ian, quién la observó con una burlona sonrisa.

—¡Eres un patán!

—¿Por evitar que arruinaras el vestido de mi bella prometida?.

—Comportate Grace, que no tienes cinco años— se burló su hermana— son las consecuencias de tus actos, ahora retirate. No te atrevas a dar un espectáculo que ponga en tela de juicio la reputación de nuestra familia.

—Ustedes son tal para cual, ¡Detestables!— los observó con la rabia brillando en sus hermosos ojos verdes, luego se giró para marcharse en dirección a su camarote, no solo para cambiarse, sino para meterse a la cama, ya tenía suficiente de aquel estúpido crucero y de su estúpida hermana que no perdía oportunidad para ridiculizarla frente a otros.

Llena de rabia y humillación, comenzó el descenso de las escaleras, en busca del piso correspondiente a su camarote, pero un evento cambiaría su vida, para mal o para bien, cegada por la rabia, no vio por dónde caminaba y terminó chocando de bruses con un hombre mayor.

Un hombre destinado a ser verdugo y salvador, perdición y redención para Grace Mccartney
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