Un fantasma a bordo.

Dormía plácidamente, en aquella cama suave como una nube, cuando el silbido del crucero la sacó del mundo de los sueños, Grace abrió los ojos asustada y en un primer momento fue incapaz de reconocer en dónde se encontraba, hasta que los recuerdos de la noche anterior la golpearon con fuerza.

"Demonios, no puede ser"

No había dormido en su camarote, el sonido indicaba que habían atracado, pronto comenzarían a bajar del crucero, los invitados y su padre estaría furioso si no la veía con el resto de los pasajeros. Saltó fuera de la cama para vestirse, pero en cuanto sus pies tocaron el suelo, una punzada de dolor le atravesó, su intimidad palpitaba a causa del dolor y la incomodidad, pero no tenía tiempo para pensar, debía darse prisa, así que se vistió y se pasó las manos por el cabello, intentando estar lo más presentable posible, o al menos dar un poco de decencia a su imágen.

Estaba por salir de aquel lujoso camarote, cuando se giró y se encontró con que su amante desconocido dormía plácidamente sobre la enorme cama. A la luz del día, se percató de que no era un jovencito, ni un hombre un poco mayor que ella, era obvio que se veía incluso mayor que la noche anterior, al observar su rostro en descanso, su cabello con cienes plateadas, la barba con hebras grises, debía admitir que si, era mucho mayor, pero tenía esa belleza de hombre maduro y eso era sumamente atractivo, además destilaba seguridad y poder, además le había dado una primera gran noche de placer, sin duda una noche memorable que guardaría eternamente en sus recuerdos.

Su primera noche con el había sido maravillosa.

La primera y la última, se dijo mientras abandonaba el camarote, no tenía tiempo a pensar más nada y como si su mala suerte no fuese poca se encontró justamente con Candace, quién la recorrió de pies a cabeza y le dio una mirada reprobatoria.

—¿Dónde demonios estuvistes, Grace?, nuestros padres te han buscado toda la noche. ¿Dónde y con quién estuviste tonteando?, porque resulta obvio que ni siquiera dormiste en tu camarote— volvió a mirar su ropa y aspecto desaliñado, el mismo vestido de la noche anterior, el mismo vestido manchado de vino— Mira, hasta tienes el mismo estúpido vestido, por Dios Grace, ¿Que tienes en la cabeza?, ¿quieres arruinarnos?, ¿Es que acaso quieres acabar con nuestro prestigio y reputación?, ¿Quieres que padre y madre mueran por tu culpa?, ¡Eres una inconsciente!, ¿recuerdas nuestra regla familiar, cierto?

—Lo sé, Candace — admitió nerviosa.— claro que la recuerdo.

—Si ocasionas algún escándalo que perjudique la reputación y el buen nombre de nuestra familia, padre te echará de la casa sin contemplación, ni piedad, ¡Los McCartney, no crían perras!, ¿Lo oyes?

Grace estaba furiosa, su hermana la odiaba, si, lo sabía, porque siempre se mostraba dulce y cariñosa cuando estaban los demás, pero cuando solo estaban ellas, se encargaba de mostrar su verdadera cara, era venenosa, humillativa, arrogante y soberbia. Grace, sabía que Candace a diferencia de su apariencia pulcra y perfecta, buena y bondadosa con los demás, con su hermana menor siempre era despiadada, la ofendia y ridiculizaba sin razón, solo por la satisfacción de hacerla sentir mal.

—¡Quizás sea a ti a quien terminen echando de casa!—exclamó furiosa y dándose media vuelta corrió a su camarote, Debía estar lista pronto...

Cuando descendieron del crucero, su padre la miró fijamente.

—¿Dónde estabas?, ¿Te estuvimos buscando anoche y no logramos dar contigo?

—Derramé vino sobre mi vestido —respondió mirando a Candace y a Ian, quién sonreía burlonamente— por eso me retire al camarote antes de que finalizará el evento, pero luego salí a tomar un poco de aire.

—Pero está mañana no estabas en tu camarote— dijo Candace con malicia logrando mortificarla— despertaste muy temprano, hermanita. La próxima debes tener más cuidado cuando ingiertas vino, en estos lugares solo sirven el mejor y no puedes desperdiciarlo, además tú vestido de anoche era color marfil, en consecuencia, un desastre, un vestido tan costoso perdido.

—Si, tendré más cuidado— respondió mirando a su hermana los ojos.

—Bien, andando— dijo Oliver McCartney al trío de mujeres y su futuro yerno. Lo miró orgulloso, estaba muy feliz de que su hija tuviese un maravilloso partido para casarse, y no podía esperar menos de su perfecta Candace, era su orgullo, quién dirigiría sus empresas cuando él no estuviese... cuando miraba a Candace, se sentía orgulloso de ella. Y si, también de Grace aunque nunca lo admitiera.

Izan, se movió en la cama despertando de su larga noche de licor y sexo... extendió su mano, buscando a su acompañante, pero se descubrió solo, la jovencita había huido de él.

Ivy... ese era su nombre, y aunque no tenía su apellido, debía dar con ella, un pequeño remordimiento se apoderó de él, al recordar que la noche anterior había sido la primera noche para ella, la pequeña mancha de sangre en su sábana, así lo confirmaba.

—Ivy, Ivy... ¿Quién eres realmente, Ivy?

Había tomado mucho, y embriagarse nunca era una buena opción, pero la noche anterior lo necesitaba, y ella había estado allí para él...

Después de tomar una ducha, comer algo y salir, se dió cuenta de que la mayoría de los pasajeros habían desembarcado, la buscó en todos los presentes pero no logró hallarla, así que fué hacia el personal del crucero, en busca de más información de la mujer, pero le aseguraban que no hubo una Ivy a bordo.

—Eso no puede ser, conocí a una mujer llamada Ivy, deben dar con ella—exigió al personal.

—Lo lamento señor, ninguna Ivy viajo con nosotros.

Izan estaba frustrado y esa frustración pasó rápidamente a enojo, al descubrir que solo habían tres posibilidades;

Una; que la hubiese soñado ó imaginado, lo cual descartaba con las pruebas que tenía de su presencia.

Dos; que la mujer fuese un fantasma, pero él no creía en fantasmas.

Y tres, y la que menos le gustaba; la mujer lo había engañado, ella se había burlado de él.
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