—Señor, Reyes —mi hombre solo le da una inclinación de cabeza a modo de saludó.
Carlos nos espera con la puerta de atrás del auto, abierta. Lo saludo al acercarnos. Una vez listos nos ponemos en marcha.
—¿Estás segura de querer ponerte la inyección?. —Will se remueve algo incómodo.
—Si, amor. Es que suelo olvidar mucho las pastillas, y aunque me las tomo al día siguiente no es lo mismo.
—Entiendo.
Conversamos el resto del caminos de cosas del trabajo o de la boda.
—Llegamos. —nos anuncia Carlos. Will baja y me ayuda a salir.
Entramos a la clínica y subimos en el ascensor al piso tres, al abrirse las puerta caminamos hasta la recepcionista de la doctora Kate.
—Buenos días. —saludo a la chica de recepción—: tengo cita con la doctora Kate —la recepcionista me mira un segundo.
—¿Su nombre?.
—Caroline Gómez. —busca mi nombre en una agenda.
—Tiene dos personas por delante, tomé asiento, yo la llamaré.
—Gracias. —jalo
Carol.Viejo cerdo asqueroso, despedirme solo porque me negué a acostarme con él. Pero que se han creído los hombres hoy en día, ¿Que pueden venir y disponer de uno cómo ellos quieran, sólo por el simple hecho de que saben que necesitamos un empleo?.Bueno, tampoco es que fuera el mejor de los empleos, trabajar en un Bar de mesera no era la gran cosa. Me gradué en Bienes y raíces, ¿Y como fue que termine de mesera? Que bien. Seguí caminando calle abajo por ST. JAMES'S PARK, dejando que mis pensamientos me distrajeran de todo los problemas a los que tenía que enfrentarme ahora... Hice una rápida parada en una cafetería Para comprar un capuchino y unas donas. Las comería en casa mientras pensaba que hacer. Cuando iba saliendo del lugar, mi móvil comenzó a sonar, lo saco de mi bolso y miro la pantalla: Genial, quería que ella dejara ya ese tema, no era lo correcto.Viendo el nombre de ella contesto. —Hola, Susan. —digo reiniciando mi camino.—¿Acaso interrumpo algo?.—No, descuida,
Trato de soltarme pero pierdo el equilibrio y él me vuelve a sujetar.Alzó la vista dispuesta a decirle que puede soltarme, cuando unos increíbles ojos grises me observan con un ceño fruncido. Me caigo de culo mentalmente. No digo ni hago nada. Parece molesto. ¿Pero de que va este?—Puedes soltarme.—¿Estas segura? Porque no tengo ningún problema en sostenerte. —Su voz, tan profunda y suave una combinación perfecta que solo él podía hacer. Miro con la boca abierta a William Reyes, el hombre más sexy que jamás haya visto, vistiendo un traje de tres piezas negro. Con su cabello castaño claro peinado perfectamente, con su cara limpia sin rastro de barba.Quería decirle que no, que no estaba lista para que me soltara, no aún. Con él pegado a mí, mis piernas parecían gelatinas. Pero era consciente del lugar donde estábamos y como los curiosos que pasaban a nuestro lado nos veían.—Si, estoy bien. —Me remuevo en sus brazos, él suspira y de mala gana me suelta.Giro mi cabeza y observo co
Después de llegar a mi pequeño departamento, que era más bien como un estudio de arte, me cambié de ropa colocándome algo más cómodo. No pasó mucho tiempo antes de que Susan llegara.—¡Humm!, Están deliciosas. —Si, tienes razón. Necesitaba algo dulce para endulzar mi día. Por cierto, hoy me crucé con tu padre. —Susan dejo de masticar, sus ceja perfectamente depiladas, se alzan con sorpresa.—Larga historia. Fue pura casualidad... —hice un aspavientos con la mano para quitarle importancia—. Me pidió que te dijera que lo llamaras. —Ella me observa un momento más antes de seguir comiéndose su dona de chocolate.—Juro que voy a terminar engordando, como siga así. —Me río. La chica tenía un cuerpo increíble y nunca engordaba.—¡Seguro!. —Susan era hermosa; Rubia natural, con un cuerpo de infarto, bellos ojos azules, iguales a los de su madre. O eso había visto yo en las fotografías que ella me había mostrado, aunque se parecía más a su padre.—¿Entonces que fue lo que sucedió?. —Susan me
Susan camina hacia la cocina, busca su cartera encima de la encimera y saca su celular.—¡Espera!, ¡¿Que haces?!.—Aguarda un momento. —me hace una seña con la mano, antes de verla salir de la sala de estar y dirijirse a la puerta principal, en la parte baja de la casa; oigo la puerta abrirse pero nunca se cierra.Ella siempre a sido una buena amiga, hermana y compañera. Todo el tiempo tratando de solucionar todo. La dejo en lo suyo mientras me dispongo a recoger el desorden que tengo en la sala. Pensar que pronto tendría que dejar mi lugar, me causaba nostalgia. Era un simple y cómodo departamento; solo contaba con un dormitorio, baño individual, sala y cocina junta. Y un pequeño taller en la parte de abajo, al lado de la puerta principal. Realmente extrañaría este lugar.Una vez organizado todo dejo las copas y los platos en el fregadero y me dispongo a lavarlos.—¡Listo!.Doy un salto del susto, no la oí entrar.—¿Qué cosa?. —pregunto con cautela al ver esa sonrisa lobuna en su pre
—Rayos, que ruido tan horrible y fastidioso. —a largo la mano y apago mi odioso despertador—. Juro que compraré uno mejor. —murmuro. ¿Pero a quién diablos le gusta despertar a las seis de la mañana?, yo no. Odio madrugar. Arrastro mi pesado cuerpo al borde de la cama y me levanto. Hoy comenzaría mi nuevo empleo como secretaria del dueño de la empresa, aunque era jueves pero estaba bien, cualquier día es bueno para comenzar un nuevo trabajo.Lo primero que hago es dirigirme a la cocina a preparar mi café, así que prendo la cafetera coloco el café y dejo que se haga mientras voy al baño: lavó mis dientes, regulo la calefacción en la ducha, me hago un moño alto en la cabeza, me quito la ropa y entro. El sonido de la cafetera me indica que el café esta listo, así que salgo; enrollo mi cuerpo en una tualla y voy por mi dosis de cafeína diaria, se que hoy la necesitaré más que nunca.Reviso mi closet por algo que ponerme; me decido por un vestido poliéster blanco con negro, elegante Hasta
Will estaciona el auto frente al edificio; abro la puerta apresurada por salir de aquel espacio, tan pequeño para los dos. En mi mente solo deseaba poder subir a horcajadas sobre él y quitarle ese ceño fruncido que yo había puesto ahí.—Espera. —su mano agarra la mía justo cuando mi pies toca la acera. Cómo una corriente eléctrica estalla donde nuestras manos están unidas recorriendo todo mi brazo hasta mi espalda, ambos miramos nuestras manos y por su mirada se que también lo a sentido. No me muevo—. Disculpa por a verte gritado, no fue mi intención —Dios, yo fui la culpable de todo y él se disculpa.—No hay nada que disculpar, Will. Fue mi culpa. Así que soy yo la que debe disculparse. Lo siento mucho. —sin más, salgo del auto completamente temblando. Nunca me habían gustado los maduritos, no antes de Will. Él llego para hacer que me retractara de ese hecho. Subo los escalones de la entrada y saludo a los guardias de seguridad, uno de ellos se acerca a mí en seguida.—Buenos días.
Puedo ver como, literalmente, los engranajes de su cabeza comienzan a trabajar de prisa, su expresión seria me dice que hay algo que no le gusta. Se acerca más a mí, demasiado cerca a decir verdad. Su Respiración roza mi mejilla para poder mirarlo tengo que levantar la vista. —¿Qué fue lo que pasó en tu anterior trabajo? —Confundida por lo que acaba de decir, tardo un poco en procesar la información. «Susan no le mencionó nada, ¿Por qué?» —No quiero hablar de eso. —¿No ? —Pregunta asombrado. —No. —Me pierdo en esas profundidades grises completamente ajena a todo lo que nos rodea. —¿Interrumpo algo?. —la voz de Susan me saca de mi ensimismamiento, y es justo en ese momento que me doy cuenta de lo cerca que estabamos, tan cerca que estaba apunto de besar a Will. «Mierda, necesitaba salir ya de aquí». Me alejo de Will, giro para ver a Susan con una tonta sonrisa en la cara, ¿Que rayos me perdí? No era lo que esperaba ver. —Yo... Yo ya me iba. —miro ha Will para encontrarlo o
—No sé que es lo que quería, y luego llego aquí y tu estas así... —señala mi ropa.«Rayos me había olvidado de lo que llevo puesto». Trato rápidamente de alejarme pero Will me lo impide. Toma mi cintura con sus manos apretandome fuerte para sostenerme en el sitio.—Will, esto está mal. Tú no deberías estar aquí...—Pero estoy... —Me interrumpe–. Carol. Y no pienso irme.—Oh, si. Claro, que te iras.—Oh, no. No lo creo. —y sin más, pega sus labios a los míos y es ahí donde me percato que ha estado bebiendo. Todo ésto es producto del alcohol, tengo que detenerlo, se que mañana se arrepentirá. Pero no puedo y no quiero, mis ganas de probar sus suaves y delgados labios me superan...Abro mi boca dandole la bienvenida a explorar la mía. Mi lengua sale a su encuentro con la de él; que se une a una dulce batalla de reconocimiento y exploración. Sus labios encajan a la perfección con los míos, era obvio que mis fantasías no le hacian justicia a lo bien que realmente besa. Un beso suave pero d