Capitulo 43
WIll.
Hacía apenas tres horas que la deje en la cama durmiendo y ya la extraño.
Pero tengo una empresa que requiere de mi presencia, aún así decido enviarle un mensaje a Carol y continuar con nuestra charla, esa que dejé a medias en el jacuzzi.
Yo:
Buenos días, nena. Espero te hayas comido el desayuno que te dejé… Cómo bien dijiste anoche; nunca me pediste que te contará nada, solo yo puedo decidir que hacer. Y quiero continuar dónde nos quedamos. Atte: tu sueño eterno.Su respuesta llega en seguida, con una tonta sonrisa lo leo.
Carol:
Me la comí toda, estaba deliciosa, gracias. Cómo te dije anoche, me alegra saber que quieras contarme todo lo que tú quieras. Gracias por hacerme feliz, te amó. Atte: tu chica por siempre.Sonrió como el maldito hombre enamorado que soy.
Capitulo 42WILL.—Y me gustaría que siguieras trabajando conmigo muchos años más, así que no vuelvas a ocultarme lo de tu hija. Si ella te necesita debes decírmelo inmediatamente y no esperar que la cosa se complique más, ¿De acuerdo?—Lo siento. No volverá a ocurrir. —le pongo una mano en el hombro para que sepa que no pasa nada.—Vayamos a buscar a Carol, luego iremos a Brighton pero primero quiero hacer una rápida parada. —asiente y acelera.Quería que todo saliera bien con ella, aunque por primera vez en mucho tiempo me sentía nervioso de solo pensar en lo que tengo que hacer. Necesitaba conseguir alguna garantía de que no me dejaría nunca.Cuando Carlos se estaciona en el borde de la acera, ya Carol se encontraba caminando hacia nosotros. Bajo rápido para recibirla, ella se lanza a mis brazos y entierra su cara en mi cuello.—Cuanto te extrañé.—Yo más, cielo —beso su cabeza, entonces ella levanta su cara y me da su
Capitulo 45.WILLTerminamos de comer en silencio, aunque en mi mente seguía rondando esa pregunta que le hice en el auto y que moría por volver a salir de mis labios. Se que ella no quiere casarse conmigo pero yo deseo que lo haga.Le enseño todo el apartamento que ha pesar de que es de una sola planta es muy amplio y espacioso. Vamos al balcón a observar la puesta del sol que ya comenzaba a ocultarse.—Estaba comenzando mi carrera en la universidad cuando conocí a Emily, era la chica más hermosa e inteligente que había visto en el campus. Fue tan fácil acercarme a ella y hablarle. —por el rabillo del ojo veo que Carol me observa con perplejidad y curiosidad. Continúo con la mirada perdida en la playa, de esa manera me es más fácil hablar de esto—. Al poco tiempo comenzamos a salir, nada serio al principio hasta que ella se empeño un día en querer conocer a mis padres, aunque yo no querí
Capitulo 44WILL—Lo que tú quieras nunca será molestia para mí. —la cargo acunándola contra mi cuerpo—. Y si te sientes mal, peor aún, porque no nos moveremos de aquí hasta que te encuentres mejor.La llevo a la habitación y la acuesto en la enorme cama, la beso en la frente antes de dejarla ahí.—¿Adónde vas?.—Tengo que hacer una llamada y ahorita regreso. Ahora descansa.—Esta bien.Voy al balcón necesitando aire fresco. Nunca he fumado pero ahora deseo tener una caja y fumarla entera.Sacó el celular y marco el número de Carlos.—Señor.—Nos quedaremos está noche. Puedes subir y quedarte aquí con nosotros.—No se preocupe por mí, señor. Me quedaré en un hotel. ¿A qué hora quiere que los venga a buscar?.—Yo te estoy avisando, la señorita no se encuentra bien.—¿Quiere que los lleve a un hospital?.—No. Si continúa así mañana, entonces te aviso.—Muy bien. Buenas noches.Final
CAROL.Ya han pasado tres meses desde que le dije a Will que me casaría con él. Aún mirando el pequeño anillo de plata con un diamante cortado en forma de corazón en mi mano izquierda, no podía creer que fuera a casarme dentro de un mes. Casarme con el hombre que siempre había deseado tener y qué hora, dentro de poco, seria mi esposo. Ahora miraba hacia atrás y no podía recordar cuando comienzó todo, o en que momento nuestras vidas cambio por completo.Con ayuda de Susan y de Corinne, está última ahora se había venido a vivir con nosotros, estaba organizando todo a paso veloz. Mis padres vendría una semana antes de la boda. Por cierto, a mamá la noticia le impactó, no puede aceptar que me vaya a casar con alguien mucho mayor que yo y casi de su edad, fuera de eso le encantó saber que era con Will con quién me casaría. Papá tuvo una larga conversación con Will por teléfono, a mí me dio su bendición para mi unión con el hombre que amó.También le he enviado las invitaciones de la boda a
—Señor, Reyes —mi hombre solo le da una inclinación de cabeza a modo de saludó.Carlos nos espera con la puerta de atrás del auto, abierta. Lo saludo al acercarnos. Una vez listos nos ponemos en marcha.—¿Estás segura de querer ponerte la inyección?. —Will se remueve algo incómodo.—Si, amor. Es que suelo olvidar mucho las pastillas, y aunque me las tomo al día siguiente no es lo mismo.—Entiendo.Conversamos el resto del caminos de cosas del trabajo o de la boda.—Llegamos. —nos anuncia Carlos. Will baja y me ayuda a salir.Entramos a la clínica y subimos en el ascensor al piso tres, al abrirse las puerta caminamos hasta la recepcionista de la doctora Kate.—Buenos días. —saludo a la chica de recepción—: tengo cita con la doctora Kate —la recepcionista me mira un segundo.—¿Su nombre?.—Caroline Gómez. —busca mi nombre en una agenda.—Tiene dos personas por delante, tomé asiento, yo la llamaré.—Gracias. —jalo
Carol.Viejo cerdo asqueroso, despedirme solo porque me negué a acostarme con él. Pero que se han creído los hombres hoy en día, ¿Que pueden venir y disponer de uno cómo ellos quieran, sólo por el simple hecho de que saben que necesitamos un empleo?.Bueno, tampoco es que fuera el mejor de los empleos, trabajar en un Bar de mesera no era la gran cosa. Me gradué en Bienes y raíces, ¿Y como fue que termine de mesera? Que bien. Seguí caminando calle abajo por ST. JAMES'S PARK, dejando que mis pensamientos me distrajeran de todo los problemas a los que tenía que enfrentarme ahora... Hice una rápida parada en una cafetería Para comprar un capuchino y unas donas. Las comería en casa mientras pensaba que hacer. Cuando iba saliendo del lugar, mi móvil comenzó a sonar, lo saco de mi bolso y miro la pantalla: Genial, quería que ella dejara ya ese tema, no era lo correcto.Viendo el nombre de ella contesto. —Hola, Susan. —digo reiniciando mi camino.—¿Acaso interrumpo algo?.—No, descuida,
Trato de soltarme pero pierdo el equilibrio y él me vuelve a sujetar.Alzó la vista dispuesta a decirle que puede soltarme, cuando unos increíbles ojos grises me observan con un ceño fruncido. Me caigo de culo mentalmente. No digo ni hago nada. Parece molesto. ¿Pero de que va este?—Puedes soltarme.—¿Estas segura? Porque no tengo ningún problema en sostenerte. —Su voz, tan profunda y suave una combinación perfecta que solo él podía hacer. Miro con la boca abierta a William Reyes, el hombre más sexy que jamás haya visto, vistiendo un traje de tres piezas negro. Con su cabello castaño claro peinado perfectamente, con su cara limpia sin rastro de barba.Quería decirle que no, que no estaba lista para que me soltara, no aún. Con él pegado a mí, mis piernas parecían gelatinas. Pero era consciente del lugar donde estábamos y como los curiosos que pasaban a nuestro lado nos veían.—Si, estoy bien. —Me remuevo en sus brazos, él suspira y de mala gana me suelta.Giro mi cabeza y observo co
Después de llegar a mi pequeño departamento, que era más bien como un estudio de arte, me cambié de ropa colocándome algo más cómodo. No pasó mucho tiempo antes de que Susan llegara.—¡Humm!, Están deliciosas. —Si, tienes razón. Necesitaba algo dulce para endulzar mi día. Por cierto, hoy me crucé con tu padre. —Susan dejo de masticar, sus ceja perfectamente depiladas, se alzan con sorpresa.—Larga historia. Fue pura casualidad... —hice un aspavientos con la mano para quitarle importancia—. Me pidió que te dijera que lo llamaras. —Ella me observa un momento más antes de seguir comiéndose su dona de chocolate.—Juro que voy a terminar engordando, como siga así. —Me río. La chica tenía un cuerpo increíble y nunca engordaba.—¡Seguro!. —Susan era hermosa; Rubia natural, con un cuerpo de infarto, bellos ojos azules, iguales a los de su madre. O eso había visto yo en las fotografías que ella me había mostrado, aunque se parecía más a su padre.—¿Entonces que fue lo que sucedió?. —Susan me