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Donde todo comenzo
Donde todo comenzo
Por: Strella
Capítulo 1: Dónde todo comenzó.

Eli, amiga de Cristen, intentó despertarla pues tenían cosas por hacer ese día. Con su entrevista de trabajo programada, Eli estaba ansiosa por salir de la rutina y cambiar su situación económica. Sin embargo, Cristen se encontraba en un sueño profundo y se negaba a levantarse de la cama.

Observando a su amiga cubierta de pies a cabeza, Eli no pudo evitar sentir envidia y deseó estar en su lugar, disfrutando de la comodidad de su cama. Cristen lucía hermosa con su cabello oscuro hasta la cintura, mientras que Eli se veía a sí misma como el patito feo en comparación, con su estatura y peso que no consideraba ideales.

—Bueno, pero me llevaré tu auto —dijo Cristen resignada, sabiendo que ella también necesitaba ir a su entrevista.

Cristen asintió y tomó las llaves de la mesita de noche. Eli decidió no perder más tiempo y salió de la habitación, determinada a buscar un empleo.

Temprano como era su costumbre, Eli se levantó con la esperanza de encontrar un buen trabajo que le permitiera cubrir sus gastos. Sin embargo, parecía que el destino siempre estaba en su contra. Aun así, ese día se sentía especialmente optimista. Se repetía una y otra vez que iba a ser un buen día y que lograría su objetivo.

La desesperación se había apoderado de ella tras meses de búsqueda infructuosa.

Cada lugar al que iba, los nuevos jefes parecían ofrecerle trabajo a cambio de favores sexuales. Eli se negaba rotundamente a aceptar esas propuestas. Aunque desesperada, no estaba dispuesta a llegar a ese nivel.

Cristen era su mejor amiga y también estaba en busca de estabilidad laboral.

Aunque tenía una personalidad más excéntrica, ambas compartían la misma meta.

Vivían juntas, pero Eli era la más dedicada a encontrar trabajo y estudiaba los fines de semana.

No tenía problemas con los horarios ni compromisos amorosos; su vida giraba en torno a la búsqueda de empleo y la supervivencia diaria.

★Mientras tanto, al otro lado de la ciudad.

Santiago, un hombre de carácter frío y malhumorado, solicita a su chofer Adrián que le abra el auto.

Aquel día despertó con el pie izquierdo y su mal humor era palpable. No soportaba la familiaridad de su chofer y ya estaba considerando contratar a alguien nuevo.

—Buenos días, señor. ¿Cómo estuvo su fin de semana? ¿A dónde lo llevo hoy? ¿Se presentará temprano en la oficina? —preguntó el chofer mientras trataba de entablar conversación.

Santiago lo ignoró de inmediato, no entendía cómo Adrián pretendía tener una relación más allá de la laboral. Para Santiago, las conversaciones triviales eran una pérdida de tiempo.

—Increíblemente aburrido. La mujer con la que pasé la noche no supo satisfacerme. Fue decepcionante. Tuve que regresar en Uber —respondió Santiago, sin saber realmente por qué le compartía esa información.

—Llévame a la oficina —indicó mientras planificaba su día en su mente.

Necesitaba una nueva asistente personal y eso era lo único que lo motivaba en ese momento.

También tenía una amante llamada Mill, pero sentía que ya no tenía la misma pasión que al principio. Planeaba reemplazarla por alguien más joven y atractiva.

Para Santiago, las mujeres eran solo un objeto de deseo, dispuestas a satisfacer sus necesidades a cambio de dinero y otros lujos.

No estaba dispuesto a abrir su corazón nuevamente, consideraba que todas las mujeres eran traicioneras.

Mientras Santiago se perdía en sus pensamientos, esperaba encontrar a esa mujer con un cuerpo impresionante que pudiera satisfacer sus necesidades.

Para él, lo más importante era que fuera joven, con atributos físicos destacables y dispuesta a todo.

No le importaba ofrecerle lujos materiales, pero se negaba a dar amor.

Para Santiago, las traiciones de las mujeres eran algo inevitable después de enamorarse.

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