LORIEN
Era un Vehemoth de la Noche, enfurecido, dando vueltas mientras rugía. Una bestia del Bosque Oscuro, un sitio prohibido dentro del reino, infectado por brujas y seres tenebrosos. Su cuerpo robusto de cuatro metros de altura, casi siete de largo, pelaje negro tupido, un intimidante cráneo con cuernos. La larga cola puntiaguda se agitaba a su espalda como un cuchillo en el aire y abanicaba las poderosas alas huesudas y agujereadas. —¡Agarren las sogas y a mi señal tiren con fuerza! —nos ordenaron. Miré la soga atada al enorme travesaño de madera y hierro, que hacía de pestillo para la puerta descomunal. La envolví en mis manos y, a la señal, comenzamos a halar con todas nuestras fuerzas. Era pesado, demasiado pesado, y el mecanismo apenas se movía. —¡Tiren más fuerte, maldit4 sea! ¡CHAS, CHAS, CHAS! El látigo llovía, los resoplidos de esfuerzo, los pies arrastrándose para afianzarse, levantando polvo, rechinando los dientes, dejándonos el pellejo de las manos sobre la soga teñida de carmín. —¡Trae aquí más hombres, estos no van a poder con la puerta, es demasiado pesada! —¡No hay tiempo, ya están esperando la aparición del Vehemoth! —¡¿Qué carajos quieres entonces, que me meta a sacarlo de los cuernos?! Las discusiones entre ellos seguían, el público afuera acababa de gritar con euforia. —¡Ya aniquilaron a los Aulladores, joder, joder, el Alfa nos va a asesinar! —¡Tengo una idea! Tomemos esas lanzas, ven, ven, ¡corre! —a uno de ellos se le ocurrió la idea más desastrosa de todas—. ¡Ustedes sigan tirando! Y claro, si no teníamos opciones… Rodearon la jaula, no podía ver sus acciones, pero de un momento a otro, el rugido enfurecido dentro de los barrotes nos hizo estremecer. ¡BAM! ¡BAM! La puerta se sacudió con un impacto increíble. Observé en pánico al gigantesco Vehemoth Nocturno arremeter contra las rejas. «¡¡¡GRRROOOAAARRRHHH!!!» Rugió de nuevo, sumido en la ira. Detrás de él descubrí varas de hierro encendidas al rojo vivo que lo pinchaban y lo obligaban a salir… ¡pero la puerta seguía cerrada! No importó cuánto nos obligó el látigo, no fuimos capaces de liberarlo. Y como el Vehemoth no pudo salir por el sitio correcto, buscó el escape por los barrotes más débiles. Esos… eran donde estábamos los esclavos. Todo sucedió demasiado rápido. El grito de alarido se escuchó antes de que pudiera correr. La sangre caliente salpicó el suelo cuando la pezuña de la bestia arremetió contra los hombres frente a mí. El Vehemoth estaba suelto y nosotros seríamos su comida. Corrí, como una demente. Todos lo hicimos. El caos reinó y solo pude encontrar un escape de esas mazmorras: un pasillo que me llevó hacia la arena de pelea. Algo así como saltar de la sartén, directo a las brasas. Mi pierna ya estaba anestesiada del dolor, mis pulmones ardían, la claridad me golpeó de repente, nublando mi visión por un segundo. Miré hacia arriba, el aire abanicando mi rostro sucio. Estaba en medio del foso. En las alturas, las gradas llenas de refinados nobles, viendo las peleas de las bestias contra los guerreros de la manada. —¡¿Qué sucedió?! —¡Son esclavos fugitivos! —¡No, no, algo viene, una bestia viene detrás de ellos! —¡El Vehemoth! Los alaridos se escucharon de todos sitios. Algunos asombrados… otros, con una excitante emoción por el macabro espectáculo. Yo observé a mi alrededor, buscando un hueco donde esconderme, una salida. Entonces, mis ojos erráticos se elevaron hasta un palco en las alturas. Allí estaban el Alfa y su Luna, los principales miembros de esta manada… y él. Supe que era el príncipe lycan en cuanto reparé en su presencia. Sentado en el asiento del centro, imponente y serio, su expresión era indiferente y fría. Parecía aburrido. Vestido de negro como un guerrero, su cabello largo, en tonos plateados y azulados. Por un segundo, creí que también me observaba. Que esos ojos índigo se posaban en mí con curiosidad. Puras ilusiones. ¿Por qué un lycan de la realeza me notaría? A mí… a la pobre esclava que solo esperaba morir de un momento a otro. El Vehemoth irrumpió en la arena, claro que sí, y todos los guerreros se abalanzaron a contenerlo. Pero estaba furioso. Se levantó sobre sus poderosas patas traseras, rugiendo al cielo, esparciendo polvo por todos lados. Cada vez que bajaba la cabeza y abría las fauces, cosechaba una vida. Yo solo buscaba escapar. Corrí hacia un lado de la arena, donde descubrí una pequeña puerta. Estaba tan cerca... tan cerca... pero antes de llegar, escuché un ruido amenazante a mi espalda. El siseo y arrastre de algo acercándose. Me giré y vi de frente la cabeza ensangrentada de una horripilante serpiente blanca. Todos creían que el monstruo anterior había sido eliminado, pero no Aguardaba para atacar a su próxima víctima. Y yo, en mi afán por escapar, caí en su trampa. Vi con terror los afilados colmillos goteando veneno púrpura mientras saltaba con la boca abierta. De un solo bocado, podría tragarme entera. Pasé del miedo paralizante… a la aceptación. Estaba tan cansada, tan harta de luchar por sobrevivir. Este era el final del camino. El fin de mi angustia. Caí de rodillas y cerré los ojos, lista para enfrentar mi destino. Pero entonces… Un rugido estremeció los cielos. Me tapé los oídos, sumida en pánico. Una sombra cubrió por completo mi cuerpo. Pero la muerte nunca llegó. El olor intenso a sangre fresca se hizo más espeso en el aire. Mis párpados temblorosos al fin se abrieron al... azul. Intenso azul esponjoso frente a mis pupilas. Parado en sus cuatro poderosas patas, un lobo de pelaje azulado que brillaba bajo el sol, rugía feroz, peleando encarnizadamente con algo frente a él.LORIENEl pesado cuerpo de la bestia cayó inerte sobre el suelo, y vi rodar la cabeza de la Serpiente Aulladora.Ahora sí que estaba más que muerta, pero aun así me arrastré hacia atrás para alejarme, gateando sobre mi trasero. El tiempo pareció detenerse cuando ese lobo se giró a mirarme fijamente, tan intenso y despiadado.Sus pupilas rojas se estrecharon. Paso a paso, se acercaba. El líquido carmesí aún goteaba de sus fauces mortales.Cerré los ojos, temblando, cuando su enorme cabeza se inclinó sobre la mía."No me asesines, por favor… no me asesines…" le supliqué en mi mente.El botón oscuro de su nariz se hundió en el hueco de mi cuello, justo donde mi arteria latía frenética, a punto de reventar.Lo sentí aspirando, resopló con molestia, obligándome a exponer más mi cuello. Mi debilidad. Y lo hice… giré la cabeza a un lado, mientras su pelaje me hacía cosquillas en la piel.Mis oídos solo captaban sus profundas respiraciones. La algarabía a nuestro alrededor se había desvaneci
LORIENLa chica me lanzó una mirada despectiva de arriba abajo. Me arrepentí de inmediato.—Eres tonta. ¿Cómo se te ocurre que el príncipe se bañaría en este cuchitril? ¡Vamos!Los mozos salieron tras ella, riéndose de mi ignorancia. Ya estaba más que acostumbrada al desprecio. Miré la tina de madera frunciendo el ceño. El vapor ascendía en volutas tentadoras, impregnando el aire con un aroma delicioso a sales de baño."¿Esto es para mí?"Cerré la puerta, aún incrédula. Con temor a equivocarme. Incluso habían puesto un jabón de tocador.Me desvestí, dejando caer sobre las baldosas mi vestido destrozado y retiré la cinta roja de satín enredada en mi pecho.Jamás me deshacía de ella. Era un regalo de mi madre.Siseé de dolor al tocar la herida en mi muslo. La envolví con un trozo de tela limpio para no lastimarme por las altas temperaturas.Con el corazón aún lleno de dudas, pasé una pierna sobre el borde de la tina y me sumergí en la deliciosa agua.—Mmmm… —gemí de placer. Mis poros s
LORIENMis gemidos se fundieron con sus gruñidos excitados. El aroma de su colonia se concentraba más intenso en el aire.Su musculoso cuerpo comenzó a empujarme por la habitación hasta pegar mi espalda a la pared y cubrirme con su dominación.No paraba de darse un festín con mis pechos, los sonidos eróticos vibrando en su garganta me hacían enrojecer.Experimentaba tantas nuevas sensaciones… Mis temores se mezclaban con un morboso deseo de que no se detuviera.Su abultada erección se meneaba contra mi cadera. Se había desatado los primeros botones del pantalón, mostrando una indecente porción de la pelvis tatuada.Su mano volvió a hundirse entre mis piernas. Mis muslos se abrieron un poco, recordando las sensaciones de sus caricias.—Aaahh… —gemí contra su cabello, apretando mis manos en puños sobre la pared cuando un dedo curioso penetró la pequeña hendidura.Entraba con fluidez, adentro y afuera. La palma callosa de su mano estimulaba ese botón que me tenía moviendo la pelvis hacia
LORIENNo importaba cuán rápido o poderoso fuera. Ellos… por salvarme… recibieron el impacto directo de esas llamas que devoraban todo a su paso.Solo pude correr, con las lágrimas rodando por mis mejillas, en medio del caos y el terror de este incendio tan extraño.¿Quiénes nos invadían? ¿Dónde estaban los guerreros enemigos?A través de la cortina de humo, solo veía a los propios miembros de esta manada consumiéndose por el fuego.Del cielo llovía el ataque infernal.Buscaba desesperada un refugio. Pensé en el bosque, así que tracé una vía. Las personas, en su afán de salvarse, te pasaban por encima si era necesario.Una escuálida Omega como yo casi pereció muchas veces y lo peor fue que, cuando llegué con sacrificio a los lindes del bosque, tampoco vi una salida.Los árboles ardían como antorchas. Estábamos atrapados en un círculo de la muerte.—¡Aahahh! —grité cuando un lobo pasó por mi lado, arrojándome brutalmente al suelo sobre unos cadáveres.Aún el humo salía de ellos. Me hor
LORIEN—Hija, Soren me dijo que le salvaste la vida. Esta vieja loba… te está muy agradecida —tomó mis manos entre las suyas rugosas.—Mi nombre es Hilda, ¿cómo te llamas?Sus ojos oscuros, idénticos a los del niño, me observaron con gentileza. Se veía demacrada. Su vida se apagaba a cada segundo.— Me llamo Lorien… Yo… hice lo que cualquiera haría. Él también me salvó.Miré al cachorro, dándole una pequeña sonrisa para animarlo.—Debemos mantenernos fuertes. La Diosa tendrá misericordia de nosotros —ella agregó esas palabras de aliento. Yo no estaba muy segura.Me senté, apoyando la espalda contra la fría pared y abrazando mis piernas, mientras escuchaba la algarabía de la celda.Los esclavos, al comprender que sus amos posiblemente murieron, enloquecieron. Intentaban romper los grilletes a la fuerza con algunos pedruscos.La Sra. Hilda no tenía ninguno, quizás porque no representaba un peligro.—¿Eres esclava de nacimiento?—su pregunta me tomó un poco desprevenida.—Sí. Mi madre era
LORIENHilda me gritó y nos abalanzamos sobre la pequeña barca que transportaba suministros de un lado al otro del río.El hecho de que Soren le hiciera recados a los guerreros, había servido para conocer de su existencia.Corté la soga con la daga, justo a tiempo para ser arrastrados por el empuje de las aguas.—¡Los remos, ayúdenme con los remos! —les grité con la adrenalina corriendo por mis venas.Ellos remando de un lado y yo del otro, nos internamos en la niebla que se elevaba sobre la fría superficie, ocultándonos de los hombres que habían llegado a la orilla vociferando maldiciones.Ya era muy tarde, nosotros fuimos más rápidos.Siguiendo las corrientes vigorosas, continuamos el camino, recorriendo las montañas, hasta la manada de Hilda.*****La situación de la anciana empeoraba conforme pasaban las horas. Temblaba, acurrucada sobre la madera. Soren intentaba darle algo de embutido que encontramos en una caja.Ni siquiera tenía fuerza para tragar, la carrera en el bosque le h
LORIEN—Sí, señora, muchas gracias por recibirme en su manada —la saludé con respeto, apretando mis manos sudadas.Aún luchaba contra el impulso de inclinarme frente a los demás, de no hablar más de lo necesario y mirar sus zapatos.—¿Por qué abandonaste a tu hijo? ¿Dónde está tu espíritu de loba? —su tono era despectivo.—Yo… encontré a mi verdadero mate y no quería al cachorro de mi difunta pareja, así que se lo dejé a mi madre…—Eso solo explica que eres una pésima madre, pero ¿dónde está tu loba interior?Se acercó y me olfateó con una mueca de disgusto. El sudor frío me rodaba por la espalda.—Tuve un accidente cerca del Bosque Oscuro, fui mordida por un insecto Guo…En cuanto dije eso, dio un paso atrás con cara asqueada.—¿No tendrás ninguna plaga de esas raras, no? ¡Si es así, te vas de mi manada!—Luna, ella no tiene nada de eso, ya la examiné —Maggi intervino a mi favor, relajando el ambiente.—Mi loba fue herida gravemente por ayudarme a combatir el veneno y está recuperánd
LORIEN—Vaya, veo que tiene gustos peculiares —el comerciante notó de inmediato mi interés por el príncipe.—Él… ¿de dónde lo sacó? —me atreví a preguntar.Mi mente iba a toda marcha; mi cerebro no podía procesar lo que veía.—Ah no, señora, esto no funciona así. Solo puedo decirle que, a pesar de su aspecto, es fuerte como una mula y aguanta bien los golpes… ¡Oye, no me robes la clientela! —gritó de repente hacia otro chico que intentaba alejar a una mujer interesada en comprar.—¡Piénsalo, preciosa! ¡Te hago precio si lo quieres! —me ofreció antes de alejarse.Me acerqué a la jaula, el corazón latiéndome desbocado. Él había vuelto a bajar la cabeza. Su aura no se sentía tan afilada y peligrosa, pero seguía siendo imponente.—¿Su maj…? —Miré a mi alrededor. Solo Soren estaba cerca. Aun así, no me atreví a pronunciar su título; nadie parecía reconocerlo—. ¿Señor?Me aferré a los barrotes y le susurré, haciéndole preguntas sin revelar demasiado. Entonces, levantó el rostro de golpe y d