LORIEN
Mis gemidos se fundieron con sus gruñidos excitados. El aroma de su colonia se concentraba más intenso en el aire. Su musculoso cuerpo comenzó a empujarme por la habitación hasta pegar mi espalda a la pared y cubrirme con su dominación. No paraba de darse un festín con mis pechos, los sonidos eróticos vibrando en su garganta me hacían enrojecer. Experimentaba tantas nuevas sensaciones… Mis temores se mezclaban con un morboso deseo de que no se detuviera. Su abultada erección se meneaba contra mi cadera. Se había desatado los primeros botones del pantalón, mostrando una indecente porción de la pelvis tatuada.Su mano volvió a hundirse entre mis piernas. Mis muslos se abrieron un poco, recordando las sensaciones de sus caricias.
—Aaahh… —gemí contra su cabello, apretando mis manos en puños sobre la pared cuando un dedo curioso penetró la pequeña hendidura. Entraba con fluidez, adentro y afuera. La palma callosa de su mano estimulaba ese botón que me tenía moviendo la pelvis hacia adelante. ¿Qué me sucede? No… no, debo detenerlo. No sé… no sé lo que quiero… Algo se escapa de mis entrañas, algo caliente. —Detén…gase… me siento extra…ña… —agarré su gruesa muñeca, intentando que parase las penetraciones cada vez más vigorosas de su dedo. —No —gruñó autoritario, agarrando mi pelo y obligándome a mirarlo mientras seguía masturbándome. —Córrete para tu amo. Muéstrame tu rostro de éxtasis… Lorien —jadeó contra mi boca, pegándome a la pared, sus labios entreabiertos respirando agitados sobre los míos, su espalda encorvada, gruñendo como una bestia. Me perdí en la tormenta de sus pupilas salvajes… mmm se sentía tan rico… Mi vagina convulsionó en espasmos de placer que se derramaron en su mano. Grité, cerrando los ojos, sintiendo fluidos viscosos rodar por mis muslos. Todo fue tan intenso, tan nuevo y excitante. ¿Así era estar con un macho… Con él? Sabía de sobra cuántas esclavas matarían por servirlo. ¿Por qué me había escogido a mí? Mis párpados se abrieron. La vergüenza de lo que acababa de hacer regresó a mi cerebro lleno de curiosas tentaciones. Él seguía observándome de cerca, relamiéndose los afilados caninos que asomaban por sus crueles labios. —Ya entiendo por qué le gustas a Ulric —fueron sus palabras roncas mientras se alejaba, dejándome agitada, recostada a la pared para no caer y subiendo las manos en un tonto intento de taparme. Su mirada lobuna vagó una vez más por mi desnudez, subiendo “ese” dedo mojado y olfateándolo profundamente, antes de chuparlo con un gruñido complacido. No sabía qué manía tenía con olerme… ni siquiera poseía feromonas de celo. Descubrí que la cinta roja había quedado en su poder. —Eso… —intenté dar un paso adelante para pedírsela con premura. No quería desecharla; era de mi madre. —Tranquila, te la devolveré en la noche. Y prepárate… no seremos de nuevo tan benevolentes —me advirtió dominante.¿Seremos? ¿Él y ese gigantesco lobo azul? Me estremecí con algunas ideas raras que pasaron por mi cabeza.
Lo vi colocándose la cinta en el cabello, haciéndose un recogido con ella.
—Descansa bien, traerán luego comida —fueron sus últimas palabras antes de salir como un vendaval de la habitación. No pude evitar fijarme en la silueta firme de su miembro despierto. Tragué con miedo… Eso… ¿eso tan enorme iba a entrar en mi pequeño sexo? Rumiando todo tipo de tonterías en mi cabeza, al final me acosté bajo la cobija y sí que me quedé dormida. ***** No sé cuánto tiempo descansé, solo que un golpe estridente me hizo incorporarme asustada. Puse los pies descalzos sobre la alfombrilla.La habitación se encontraba poco iluminada, aun así descubrí que habían dejado sobre el asiento un vestido sencillo, incluso botines.
Me calcé y vestí con premura. Los ruidos afuera se hacían alarmantes. Algo sucedía y no parecía bueno. Salí con prisas llena de malas sensaciones en mi alma. Abrí la puerta, y el vapor me dio en el rostro, obligándome a cerrar los ojos. El humo espeso en el ambiente me hizo toser. Avancé por la antesala, sumida en el ambiente cargado. Las puertas al jardín se encontraban abiertas de par en par, dejando pasar una estela de cenizas. —¿Su… su majestad? —balbuceé, mirando hacia su habitación. También parecía vacía. Todas las estancias estaban desoladas. Me atreví a caminar hacia el jardín interior y lo que vi sobre el césped hizo que me llevara las manos a la boca con asombro. La sangre pintaba de carmín las flores y las baldosas donde reposaban los cadáveres del Alfa y de esos guerreros que nos tenían prisioneros en el granero. Una espada manchada yacía arrojada al lado. Las cabezas separadas de los cuerpos. Enseguida pensé que el príncipe había descubierto sus malos manejos con los esclavos y los había castigado. ¿Pero por qué no retiraron los cuerpos? ¿Dónde estaban todos? ¡BOOOM! Un ruido estremecedor hizo temblar las paredes. El humo negro se elevaba por encima de los tejadillos. Los rugidos desesperados se escuchaban cerca. Mi mente recordó el momento en que atacaron la manada "Laguna de Oro" Estábamos bajo un asedio. Antes de poder reaccionar para escapar, una sombra pasó por encima de mi posición. Subí los ojos en pánico para ver “algo” que sobrevolaba, escondido en las nubes y el manto de la noche. ¿Qué clase de criatura era tan gigantesca? ¿Acaso alucinaba? Pero entonces, el cielo se abrió sobre mi cabeza y una enorme bola de fuego descendió desde las alturas. Me congelé, lo admito. Mis pupilas estaban muy abiertas, solo viendo esa enorme llamarada que se acercaba más y más, irradiando un calor insoportable. Me ardía la piel del rostro. El terror me paralizó. “¡¡HUYE!!” Un rugido atravesó mi nebulosa, al mismo tiempo que algo impactó con fuerza contra mi cuerpo, lanzándome por los aires varios metros más allá. ¡BAM! Mi espalda chocó contra la pared de piedra, sacándome el aire de golpe. —¡NOOOO! —grité, incorporándome, impresionada, al ver al indomable lycan de tres metros, rugiéndole al peligro. Una cinta roja ondeaba enredada en su pelaje azul. Por un segundo, nuestros ojos se cruzaron en la lejanía. “¡¡CORRE, LORIEN!!” Fue lo último que me rugió en la mente el príncipe Damon antes de que el meteoro de fuego impactara sobre él.LORIENNo importaba cuán rápido o poderoso fuera. Ellos… por salvarme… recibieron el impacto directo de esas llamas que devoraban todo a su paso.Solo pude correr, con las lágrimas rodando por mis mejillas, en medio del caos y el terror de este incendio tan extraño.¿Quiénes nos invadían? ¿Dónde estaban los guerreros enemigos?A través de la cortina de humo, solo veía a los propios miembros de esta manada consumiéndose por el fuego.Del cielo llovía el ataque infernal.Buscaba desesperada un refugio. Pensé en el bosque, así que tracé una vía. Las personas, en su afán de salvarse, te pasaban por encima si era necesario.Una escuálida Omega como yo casi pereció muchas veces y lo peor fue que, cuando llegué con sacrificio a los lindes del bosque, tampoco vi una salida.Los árboles ardían como antorchas. Estábamos atrapados en un círculo de la muerte.—¡Aahahh! —grité cuando un lobo pasó por mi lado, arrojándome brutalmente al suelo sobre unos cadáveres.Aún el humo salía de ellos. Me hor
LORIEN—Hija, Soren me dijo que le salvaste la vida. Esta vieja loba… te está muy agradecida —tomó mis manos entre las suyas rugosas.—Mi nombre es Hilda, ¿cómo te llamas?Sus ojos oscuros, idénticos a los del niño, me observaron con gentileza. Se veía demacrada. Su vida se apagaba a cada segundo.— Me llamo Lorien… Yo… hice lo que cualquiera haría. Él también me salvó.Miré al cachorro, dándole una pequeña sonrisa para animarlo.—Debemos mantenernos fuertes. La Diosa tendrá misericordia de nosotros —ella agregó esas palabras de aliento. Yo no estaba muy segura.Me senté, apoyando la espalda contra la fría pared y abrazando mis piernas, mientras escuchaba la algarabía de la celda.Los esclavos, al comprender que sus amos posiblemente murieron, enloquecieron. Intentaban romper los grilletes a la fuerza con algunos pedruscos.La Sra. Hilda no tenía ninguno, quizás porque no representaba un peligro.—¿Eres esclava de nacimiento?—su pregunta me tomó un poco desprevenida.—Sí. Mi madre era
LORIENHilda me gritó y nos abalanzamos sobre la pequeña barca que transportaba suministros de un lado al otro del río.El hecho de que Soren le hiciera recados a los guerreros, había servido para conocer de su existencia.Corté la soga con la daga, justo a tiempo para ser arrastrados por el empuje de las aguas.—¡Los remos, ayúdenme con los remos! —les grité con la adrenalina corriendo por mis venas.Ellos remando de un lado y yo del otro, nos internamos en la niebla que se elevaba sobre la fría superficie, ocultándonos de los hombres que habían llegado a la orilla vociferando maldiciones.Ya era muy tarde, nosotros fuimos más rápidos.Siguiendo las corrientes vigorosas, continuamos el camino, recorriendo las montañas, hasta la manada de Hilda.*****La situación de la anciana empeoraba conforme pasaban las horas. Temblaba, acurrucada sobre la madera. Soren intentaba darle algo de embutido que encontramos en una caja.Ni siquiera tenía fuerza para tragar, la carrera en el bosque le h
LORIEN—Sí, señora, muchas gracias por recibirme en su manada —la saludé con respeto, apretando mis manos sudadas.Aún luchaba contra el impulso de inclinarme frente a los demás, de no hablar más de lo necesario y mirar sus zapatos.—¿Por qué abandonaste a tu hijo? ¿Dónde está tu espíritu de loba? —su tono era despectivo.—Yo… encontré a mi verdadero mate y no quería al cachorro de mi difunta pareja, así que se lo dejé a mi madre…—Eso solo explica que eres una pésima madre, pero ¿dónde está tu loba interior?Se acercó y me olfateó con una mueca de disgusto. El sudor frío me rodaba por la espalda.—Tuve un accidente cerca del Bosque Oscuro, fui mordida por un insecto Guo…En cuanto dije eso, dio un paso atrás con cara asqueada.—¿No tendrás ninguna plaga de esas raras, no? ¡Si es así, te vas de mi manada!—Luna, ella no tiene nada de eso, ya la examiné —Maggi intervino a mi favor, relajando el ambiente.—Mi loba fue herida gravemente por ayudarme a combatir el veneno y está recuperánd
LORIEN—Vaya, veo que tiene gustos peculiares —el comerciante notó de inmediato mi interés por el príncipe.—Él… ¿de dónde lo sacó? —me atreví a preguntar.Mi mente iba a toda marcha; mi cerebro no podía procesar lo que veía.—Ah no, señora, esto no funciona así. Solo puedo decirle que, a pesar de su aspecto, es fuerte como una mula y aguanta bien los golpes… ¡Oye, no me robes la clientela! —gritó de repente hacia otro chico que intentaba alejar a una mujer interesada en comprar.—¡Piénsalo, preciosa! ¡Te hago precio si lo quieres! —me ofreció antes de alejarse.Me acerqué a la jaula, el corazón latiéndome desbocado. Él había vuelto a bajar la cabeza. Su aura no se sentía tan afilada y peligrosa, pero seguía siendo imponente.—¿Su maj…? —Miré a mi alrededor. Solo Soren estaba cerca. Aun así, no me atreví a pronunciar su título; nadie parecía reconocerlo—. ¿Señor?Me aferré a los barrotes y le susurré, haciéndole preguntas sin revelar demasiado. Entonces, levantó el rostro de golpe y d
EL PRÍNCIPE LYCANApreté los dientes, aguantando el dolor lacerante del collar. Al poseer intenciones asesinas contra mi dueña, me estaba suprimiendo sin piedad.Las gotas de sudor corrían por mi sien, pero las garras de mis manos iban acercándose implacables a ella, hasta que me detuve en el aire, dudando.Se alejó y cerró la puerta a su espalda, sin enterarse de lo cerca que estuvo de morir.Volví a arrojarme sobre la cama, tragándome el gruñido de dolor. Parecía que me habían desollado toda la piel.Lo peor era el vacío en mi mente y ese profundo agujero en mi pecho que no sabía cómo llenar.¿Quién soy? ¿A dónde pertenezco? ¿Qué me sucedió realmente?Esa hembra parece conocerme, y solo por eso le daré una oportunidad de vivir… por ahora.No tengo recuerdos de nada, pero sí algo bien claro: no nací para ser el esclavo de nadie.***** LORIENAl cerrar la puerta, un escalofrío recorrió mi columna vertebral. ¿De dónde salió esa corriente helada?Girándome para observar la puerta con a
LORIENDe un momento a otro, la posada se revolucionó. Algo sucedía en el piso de arriba y el pánico atenazó mi alma, pensando que podía tratarse de Soren.Corrí hacia las escaleras sin pensármelo dos veces, acompañada por más curiosos.—¡Se escaparon los animales, cuidado! —alguien gritó, y me pegué a la pared del pasillo, protegiéndome la cabeza cuando algunos bichos con alas pasaron chillando, sobrevolando escaleras abajo y armando un desastre.El pasillo estaba lleno de personas que salían huyendo de sus cuartos. Ellos iban en una dirección y yo en la contraria, luchando por llegar hasta Soren.Al pasar frente a la habitación contigua a la nuestra, vi marcas de garras y sangre en los tablones del piso, también plumas esparcidas por doquier.Mis ojos se desviaron hacia el interior y encontré algunas jaulas abiertas y el cadáver de un hombre en el suelo, devorado por alguna bestia.—¡Soren! — grité en pánico. ¡Por todos los cielos! La puerta estaba astillada, casi salida de las bisa
LORIENAfortunadamente, el paso del posadero fue hacia atrás.No era lo mismo una Omega sola que una acompañada por un guerrero capaz de asesinar a esa furia salvaje.—Bien, pero lo quiero fuera de mi posada ahora mismo —me dijo hoscamente, dándome la espalda para marcharse.Me preguntaba si no nos iban a escupir la comida. Era increíble su cambio de actitud.La gente se fue despejando, excepto el boticario, que seguramente subió impulsado por el escándalo.—Aquí tienes el ungüento —me dijo, pasándome un frasco. Su mirada no dejaba de posarse en el cuerpo del animal.—Gracias, ya le pago…—¿Tienes pensado dónde venderla? —me interrumpió cuando fui a sacar las monedas de mi bolsillo—. Porque supongo que la quieres para eso, ¿no?—Bueno, sí… creo que en el mercado negro…—Yo estoy interesado. Se sacan muchos buenos medicamentos de ella y es difícil de hallar. Te doy 25 monedas de oro y el ungüento gratis.Me quedé asombrada ante su propuesta.Mi mente, llena de dinero, hizo los cálculos