LORIEN
—Hija, Soren me dijo que le salvaste la vida. Esta vieja loba… te está muy agradecida —tomó mis manos entre las suyas rugosas. —Mi nombre es Hilda, ¿cómo te llamas? Sus ojos oscuros, idénticos a los del niño, me observaron con gentileza. Se veía demacrada. Su vida se apagaba a cada segundo. — Me llamo Lorien… Yo… hice lo que cualquiera haría. Él también me salvó. Miré al cachorro, dándole una pequeña sonrisa para animarlo. —Debemos mantenernos fuertes. La Diosa tendrá misericordia de nosotros —ella agregó esas palabras de aliento. Yo no estaba muy segura. Me senté, apoyando la espalda contra la fría pared y abrazando mis piernas, mientras escuchaba la algarabía de la celda. Los esclavos, al comprender que sus amos posiblemente murieron, enloquecieron. Intentaban romper los grilletes a la fuerza con algunos pedruscos. La Sra. Hilda no tenía ninguno, quizás porque no representaba un peligro. —¿Eres esclava de nacimiento?—su pregunta me tomó un poco desprevenida. —Sí. Mi madre era esclava cuando me dio a luz. —Entonces… no tienes a dónde regresar cuando escapes de aquí —negué con la cabeza baja. No lo había pensado. Por primera vez en mi vida, podía ser libre de la esclavitud… o quizás no… Si ninguna manada me aceptaba, seguiría siendo una pícara, y me podían capturar nuevamente. —Está decidido. Vendrás con nosotros. —¿Qué?—Levanté la mirada confundida. Sus ojos sabios me observaban con determinación. —Salimos de nuestra manada en las montañas. Me arriesgué al recibir noticias del paradero de mi hija, la madre de Soren… pero fuimos capturados por carroñeros. Procesé sus palabras. No entendía del todo… ¿Me estaba pidiendo que usurpara el lugar de su hija? —Eso mismo que imaginas —susurró, asintiendo. —Debemos llegar a las montañas de Folk. Nadie conoce a mi hija ahí. Yo… la dejé con mi hermana cuando encontré a un nuevo compañero y me fui a su manada. Evitó mi mirada ante esa revelación. La culpa se reflejaba en su expresión. Parece que la relación con su hija no fue muy buena. —Pero… si ella regresa… —No va a regresar conmigo… — Me interrumpió con el ceño fruncido —Un día dejaron un bebé en mi puerta. Y ella desapareció cuando falleció mi hermana. Miré a Soren de soslayo. Su madre lo había abandonado, como le habían hecho a ella. Entonces Hilda se inclinó hacia mí, olfateando. — No hueles a nada… solo a humo. ¿No tienes loba interior? —No. Nunca apareció — susurré con vergüenza. Era un cúmulo de desgracias. —Será más fácil así. Nos inventaremos una historia. Está decidido. Serás mi nueva hija… y la madre de Soren. Esta señora era muy astuta. No dudaba de sus buenas intenciones, pero resultaba claro que su prioridad era dejar al cachorro con alguien. —Te ofrezco una nueva vida. Un nuevo comienzo —me sostuvo las manos con fuerza — Solo te pido una cosa a cambio: cuida de mi pequeño Soren. Su abrazo me tomó por sorpresa. Sus dedos temblaban sobre mi espalda. Sabía que estaba muriendo y ese cachorro quedaría solo en el mundo. Él me observaba con sus ojitos enrojecidos. Estaría desamparado. Como yo. Dos almas sin nadie que velara por nosotros. Miles de dudas pasaron por mi mente, pero al final mis brazos se cerraron en torno a ella. —Lo cuidaré como si fuera mío. Lo prometo. Hilda dio un profundo suspiro. Sabía que acababa de aceptar una responsabilidad enorme. Ni siquiera estaba segura de cómo cuidar de mí misma. —Gracias, hija… Que la Diosa te bendiga por siempre —con un último apretón se alejó, tomándose unos segundos para recomponerse. De un momento a otro, su expresión volvió a tornarse afilada e inteligente. —Ahora, es tiempo de hacer planes para escapar - murmuró, haciéndonos señas y nos arrimamos a ella. En la estancia, los demás esclavos se organizaban en pequeños grupos. Todos tramaban algo. Nosotros también. Nuestro objetivo era huir antes de que llegaran a capturarnos y eso haríamos. ***** —¡Está lloviendo! —fue el primer alarido de alegría que dio el hombre al abrir la trampilla. Habíamos permanecido durante horas sumergidos en el subterráneo. Afuera, ya era de día y la bendita lluvia aplacó el incendio. Salimos con dificultad, ayudando a la débil anciana. La sentamos en una roca húmeda y dejé que las gotas me empaparan el rostro, sonriendo por primera vez en mucho tiempo. El granero estaba en ruinas y sabía que la manada también. Pensé un segundo en el príncipe lycan y una punzada de culpa y agradecimiento inundó mi alma. “Hija, ya es hora, vámonos ahora que esas ratas están saqueando” la voz de Hilda se vertió en mi mente. Estuvimos pendientes de los esclavos. Casi todos se quedaron dentro del subterráneo y los demás se dispersaron. Hilda me contó que allá abajo había comida, pero lo más importante, se rumoreaba que las riquezas del Alfa. Mientras ellos saqueaban el oro, nosotros nos escabullimos por el bosque, a través de los troncos quemados, de la hierba marchita y la fina lluvia mojándonos sin cesar. El aire aún se sentía cargado. La anciana respiraba con dificultad y tuvimos que hacer algunas pausas antes de llegar al río. —¡Ya estamos cerca, abuela! —Soren le gritó con alegría, pero por estar entretenido no vio un obstáculo frente a sus pies. —¡Soren, cuidado! —Hilda exclamó al verlo caer de bruces. La solté y me acerqué a ayudarlo. Había tropezado con dos cuerpos escondidos bajo un tronco carbonizado. —Por todos los cielos… ven, ven, Soren —Hilda lo llamó enseguida. Esta pareja sin duda buscaba la misma salida que nosotros, pero nunca llegaron. —Vámonos… —¡Espera! —los detuve, agachándome con prisas. Algo resplandecía en la ropa de la mujer. Era un broche de oro, se veía lujoso, así que lo recogí para guardarlo en un bolsillo interior. Me sentía fatal, pero no contábamos con nada y dudo que Hilda tuviese una fortuna esperando en su casa. —Revisa al macho, debe poseer algo también —incluso me aconsejó. Así que, con habilidad, “saqueé a los pobres muertos”. Rescaté una hermosa daga y algunas monedas de oro, más el broche. Escapamos con prisas hasta llegar al pequeño muelle y con un botín en mano. —¡Ahí está la barca, rápido Lorien, suelta la amarra! ¡Escucho pasos cercanos, vienen unos hombres!LORIENHilda me gritó y nos abalanzamos sobre la pequeña barca que transportaba suministros de un lado al otro del río.El hecho de que Soren le hiciera recados a los guerreros, había servido para conocer de su existencia.Corté la soga con la daga, justo a tiempo para ser arrastrados por el empuje de las aguas.—¡Los remos, ayúdenme con los remos! —les grité con la adrenalina corriendo por mis venas.Ellos remando de un lado y yo del otro, nos internamos en la niebla que se elevaba sobre la fría superficie, ocultándonos de los hombres que habían llegado a la orilla vociferando maldiciones.Ya era muy tarde, nosotros fuimos más rápidos.Siguiendo las corrientes vigorosas, continuamos el camino, recorriendo las montañas, hasta la manada de Hilda.*****La situación de la anciana empeoraba conforme pasaban las horas. Temblaba, acurrucada sobre la madera. Soren intentaba darle algo de embutido que encontramos en una caja.Ni siquiera tenía fuerza para tragar, la carrera en el bosque le h
LORIEN—Sí, señora, muchas gracias por recibirme en su manada —la saludé con respeto, apretando mis manos sudadas.Aún luchaba contra el impulso de inclinarme frente a los demás, de no hablar más de lo necesario y mirar sus zapatos.—¿Por qué abandonaste a tu hijo? ¿Dónde está tu espíritu de loba? —su tono era despectivo.—Yo… encontré a mi verdadero mate y no quería al cachorro de mi difunta pareja, así que se lo dejé a mi madre…—Eso solo explica que eres una pésima madre, pero ¿dónde está tu loba interior?Se acercó y me olfateó con una mueca de disgusto. El sudor frío me rodaba por la espalda.—Tuve un accidente cerca del Bosque Oscuro, fui mordida por un insecto Guo…En cuanto dije eso, dio un paso atrás con cara asqueada.—¿No tendrás ninguna plaga de esas raras, no? ¡Si es así, te vas de mi manada!—Luna, ella no tiene nada de eso, ya la examiné —Maggi intervino a mi favor, relajando el ambiente.—Mi loba fue herida gravemente por ayudarme a combatir el veneno y está recuperánd
LORIEN—Vaya, veo que tiene gustos peculiares —el comerciante notó de inmediato mi interés por el príncipe.—Él… ¿de dónde lo sacó? —me atreví a preguntar.Mi mente iba a toda marcha; mi cerebro no podía procesar lo que veía.—Ah no, señora, esto no funciona así. Solo puedo decirle que, a pesar de su aspecto, es fuerte como una mula y aguanta bien los golpes… ¡Oye, no me robes la clientela! —gritó de repente hacia otro chico que intentaba alejar a una mujer interesada en comprar.—¡Piénsalo, preciosa! ¡Te hago precio si lo quieres! —me ofreció antes de alejarse.Me acerqué a la jaula, el corazón latiéndome desbocado. Él había vuelto a bajar la cabeza. Su aura no se sentía tan afilada y peligrosa, pero seguía siendo imponente.—¿Su maj…? —Miré a mi alrededor. Solo Soren estaba cerca. Aun así, no me atreví a pronunciar su título; nadie parecía reconocerlo—. ¿Señor?Me aferré a los barrotes y le susurré, haciéndole preguntas sin revelar demasiado. Entonces, levantó el rostro de golpe y d
EL PRÍNCIPE LYCANApreté los dientes, aguantando el dolor lacerante del collar. Al poseer intenciones asesinas contra mi dueña, me estaba suprimiendo sin piedad.Las gotas de sudor corrían por mi sien, pero las garras de mis manos iban acercándose implacables a ella, hasta que me detuve en el aire, dudando.Se alejó y cerró la puerta a su espalda, sin enterarse de lo cerca que estuvo de morir.Volví a arrojarme sobre la cama, tragándome el gruñido de dolor. Parecía que me habían desollado toda la piel.Lo peor era el vacío en mi mente y ese profundo agujero en mi pecho que no sabía cómo llenar.¿Quién soy? ¿A dónde pertenezco? ¿Qué me sucedió realmente?Esa hembra parece conocerme, y solo por eso le daré una oportunidad de vivir… por ahora.No tengo recuerdos de nada, pero sí algo bien claro: no nací para ser el esclavo de nadie.***** LORIENAl cerrar la puerta, un escalofrío recorrió mi columna vertebral. ¿De dónde salió esa corriente helada?Girándome para observar la puerta con a
LORIENDe un momento a otro, la posada se revolucionó. Algo sucedía en el piso de arriba y el pánico atenazó mi alma, pensando que podía tratarse de Soren.Corrí hacia las escaleras sin pensármelo dos veces, acompañada por más curiosos.—¡Se escaparon los animales, cuidado! —alguien gritó, y me pegué a la pared del pasillo, protegiéndome la cabeza cuando algunos bichos con alas pasaron chillando, sobrevolando escaleras abajo y armando un desastre.El pasillo estaba lleno de personas que salían huyendo de sus cuartos. Ellos iban en una dirección y yo en la contraria, luchando por llegar hasta Soren.Al pasar frente a la habitación contigua a la nuestra, vi marcas de garras y sangre en los tablones del piso, también plumas esparcidas por doquier.Mis ojos se desviaron hacia el interior y encontré algunas jaulas abiertas y el cadáver de un hombre en el suelo, devorado por alguna bestia.—¡Soren! — grité en pánico. ¡Por todos los cielos! La puerta estaba astillada, casi salida de las bisa
LORIENAfortunadamente, el paso del posadero fue hacia atrás.No era lo mismo una Omega sola que una acompañada por un guerrero capaz de asesinar a esa furia salvaje.—Bien, pero lo quiero fuera de mi posada ahora mismo —me dijo hoscamente, dándome la espalda para marcharse.Me preguntaba si no nos iban a escupir la comida. Era increíble su cambio de actitud.La gente se fue despejando, excepto el boticario, que seguramente subió impulsado por el escándalo.—Aquí tienes el ungüento —me dijo, pasándome un frasco. Su mirada no dejaba de posarse en el cuerpo del animal.—Gracias, ya le pago…—¿Tienes pensado dónde venderla? —me interrumpió cuando fui a sacar las monedas de mi bolsillo—. Porque supongo que la quieres para eso, ¿no?—Bueno, sí… creo que en el mercado negro…—Yo estoy interesado. Se sacan muchos buenos medicamentos de ella y es difícil de hallar. Te doy 25 monedas de oro y el ungüento gratis.Me quedé asombrada ante su propuesta.Mi mente, llena de dinero, hizo los cálculos
LORIENAl final, se la quitó él mismo.La tomó en sus manos con sumo cuidado. Me extrañé, incluso, por la delicadeza con la que la acariciaba, como si fuese valiosa para él.—Busca… busca mi nombre, está bordado en una esquina por dentro —le indiqué, tragando. El corazón golpeaba acelerado contra mi pecho.Rezaba para que no se hubiese dañado, aunque, increíblemente, la herencia de mi madre estaba en perfectas condiciones.No importaban las circunstancias, esa cinta carmín siempre volvía a mí, y esta vez trajo con ella a un príncipe amnésico.—¿Lo ves? —le señalé las letras, que se quedó mirando fijamente—. Yo te la anudé en el cabello antes de que nos separáramos en el Bosque Oscuro…—¿Qué me sucedió entonces? ¿Por qué estoy así? No te recuerdo, ni nada de mi pasado… —Por primera vez, sus palabras sonaron vulnerables.Confieso que me dio lástima, él me salvó de ese ataque. Lo compré porque me sentía responsable. Pero nada de eso podía ser revelado.—No lo sé. Fui atacada por un insec
LORIENCasi me da un patatús en el acto. Demasiadas emociones seguidas para mi pobre corazón de ex esclava.—¿Bañarnos juntos? —repetí como idiota, ganando tiempo para inventarme una excusa.Estaba comprobando eso de que una pequeña mentira seguía creciendo y creciendo hasta volverse una montaña que te aplastaba.—Si somos pareja, podemos ahorrar tiempo…—La tina es muy chica y el cachorro está presente, no creo que sea correcto. Te avisaré —le dije de carrerilla, dando la espalda y prácticamente huyendo a la habitación.No sé qué se quedó haciendo. Estaba aún malherido, supongo que se aplicó más medicina.Cuando entré en la habitación, ya Soren me esperaba.No quería que lo bañase, era un cachorro independiente, pero aproveché para tallarle la espalda y susurrarle que debía seguirme la corriente con mi historia.Lo bueno es que todo se había confabulado de manera casi perfecta. Dije en la manada que había abandonado a mi cachorro por mi mate, y ahora el príncipe podía cumplir ese rol