LORIENMi expresión debería ser un poema, incluso juraría que vi el destello de burla en el fondo de sus ojos.Sin dar mayor explicación, se quitó de golpe las viejas botas, pateando el pantalón y girándose luego para entrar en la tina.Su grueso miembro fue sustituido por las duras nalgas, así, inclinadas en mi cara, sin pudor ninguno.Bajé la cabeza, estirando mi falda para disimular mi vergüenza, preguntándome qué rayos seguía haciendo aquí.Cuando di un paso para marcharme, volvió a retenerme.—Quítame la restricción del collar —prácticamente me ordenó, su enorme cuerpo embutido en la pequeña tina, con las piernas flexionadas.Dudé por un segundo. Con el collar podía controlar un poco su violencia si intentaba atacarnos, pero mantenerlo como esclavo no me ayudaría a ganarme su confianza.Además, nunca podría tener un esclavo, odiaba la esclavitud.Sentándome en el borde de madera, me incliné hacia su cuello, recordando las instrucciones que me dio el comerciante.Me abrí una herid
LORIEN“No, no, no, ¡no podía perder a mi gallo de la suerte!”Espabilé de golpe, cerciorándome de que Soren estaba bien y dormía en su camita.Me envolví en la manta, asomándome a la ventana que daba a las montañas. El amanecer casi se cernía sobre nosotros y algunos gallos se escuchaban a lo lejos.Oí algo arrastrarse en la sala y salí corriendo descalza, el corazón latiéndome de prisa, pensando en que debí vigilarlo mejor.La próxima vez sería yo quien lo abrazara como pulpo en la cama.Pero vi una sombra voluminosa pegada a la puerta de entrada y di un suspiro de alivio.—Gre…—Sshh —me interrumpió, poniéndose un dedo en la boca y dándome una mirada ceñuda a través de la estancia con precaria iluminación.Me acerqué lentamente, sin hacer ruido, parecía estar espiando algo fuera de la puerta.Me hizo espacio y también me dispuse a curiosear. En el pasillo se escuchaban murmullos y pasos que iban y venían.Era todo muy confuso, pero en medio de los sonidos amortiguados, escuché muy
LORIENEl día fue avanzando y nosotros rodando por el camino.Pensé en que era una lástima que no pude aprovechar para comprar cosas necesarias en la casa.Sin embargo, al descender en la zona cerca de la manada, se me ocurrió una idea.—Si te soy sincera, en la casa no hay ni un pan mohoso para comer —comencé a hablarle mientras avanzábamos por la arboleda—. ¿Crees que puedas cazar algún animal salvaje?Le propuse. Aunque era por la tarde, si lograba atrapar algo, al menos llegaríamos con la barriga llena.—Sí puedo, pero primero debo buscar un arma. Cachorro, busca una rama gruesa —le ordenó a Soren como si fuese un perrito, y lo más simpático es que fue a rebuscar por los alrededores.Casi podía ver la colita moviéndose detrás de sus pantaloncillos.Hacer un arma llevaría tiempo, no era prudente cazar de noche y menos con las manos vacías.De repente, recordé la daga que llevaba y no había tenido tiempo de vender.—¿Esto te serviría? —le dije, sacándome el arma de entre los vuelos
LORIENHe sobrevivido tantos años como esclava porque nunca me rindo. No importa la situación, lucho con garras y dientes hasta el final, y eso mismo hice ahora.Me arrastré sobre los fríos guijarros, mis ojos fijos en el agua que lamía la orilla. Necesitaba llegar hasta el río, solo tenía eso en mis pensamientos.La humedad empapaba mi vestido, las lágrimas bajaban por mis mejillas, pero, retorciéndome, avanzaba sobre las rugosas piedras… solo un poco más, un poco más para estar a salvo…—¡Aaahh! —grité de dolor cuando unas garras se clavaron en mi espalda y todo el peso de la pata del lobo cayó sobre mí.Sentí su gruñido lleno de peligro a solo milímetros de mi cuello, su saliva goteando en mi oreja.Sabía que jugaba conmigo, infundiéndome el terror en los huesos, y una ira comenzó a cubrir mis miedos.—¡MÁTAME DE UNA VEZ, MALNACIDO! —rugí, cansada de su juego sádico, luchando por girarme, las manos atadas a mi espalda.En cuanto el peso cedió sobre mi cuerpo, me giré para enfrentar
LORIENEl príncipe esquivaba sus mordiscos y sus ataques al cuello.Se agachaba y explotaba con una fuerza descomunal. La hoja de la hermosa daga pasó bajo el vientre de un lobo que saltó sobre su cabeza.Los intestinos cayeron, salpicando la orilla del río, junto con un aullido que helaba la sangre.Se abalanzó sobre el lomo de otro y lo degolló en un solo movimiento.Quedaba el último y al ver que no era rival para el experto guerrero, hizo por escapar.Dar la espalda fue un error fatal.Gregory lanzó la daga en la distancia, que se clavó certera en la nuca del lobo que subía por la colina.Su cuerpo se precipitó con un golpe sordo en la orilla.—¡Estoy aquí! —le grité intentando llamar su atención.Hice por avanzar hacia Gregory, alejarme del enemigo.Pensé que escaparía con miedo, pero no me perdonó, ni siquiera porque ya había recuperado las monedas.—¡NOOO, LORIEN! — el rugido de Gregory se escuchó desde la orilla.Lo vi abalanzarse a las aguas del río, mirando a mi espalda.Mi
DAMON/GREGORYMi corazón me decía que no era la loba que conocía.No me podía mover mientras ella me observaba de una manera abrumadora, subiendo por mi pecho, entre mis brazos, flotando como una ninfa en el agua.Sus dos manos acariciaron mi rostro dañado, pero no mostró asco ni incomodidad mientras se inclinaba poco a poco.No la detuve, no podía, me olvidé hasta de mover mis pies para mantenernos a flote.El tiempo pareció congelarse dentro de esas aguas cuando su lengua lamió seductora los contornos mi boca y sus gruesos labios se fundieron con los míos.Se movían posesivos sobre mi boca cerrada, sus caninos crecieron peligrosos, mordisqueando y chupándome, enloqueciéndome.—Ssshhh —siseé de placer cuando se cerraron sobre mi labio inferior, sacándome sangre, haciéndome abrirme a su invasión.Creí que el agua entraría y terminaríamos ahogados, pero solo su lengua se coló con sed, con deseo arrasador, calentando mi sangre, excitándome a pesar de toda la rareza.Movido por mis insti
LORIENGiré la cabeza a un lado. Las llamas danzaron en mis ojos. Estaba acostada en el fondo de una pequeña cueva.Gregory asaba un animal, dándole vueltas en la pica de madera, y Soren le arrojaba ramitas a la fogata.Mi mano subió lentamente a mi garganta; me estremecí al tocar la cicatriz.Recordaba ese momento de profunda desesperación, pero luego… nada.Mis dedos se desviaron a mis labios. Un regusto metálico quedaba en mi boca, me sentía llena de energía.¿El príncipe lycan me habrá salvado con su preciada sangre?Mis ojos regresaron a él. Llevaba el torso desnudo, con los sexis músculos brillando de sudor.Maldit4 sea, que hasta lleno de cicatrices y en su peor momento, se veía re bueno el muy condenado.¡Espera!… ¿Ese es mi vestido secándose sobre una piedra?Bajé la cabeza de golpe para verme solo cubierta por la camisa hecha harapos de Don Príncipe.¡Iba casi desnuda!—¡LORIEN!El grito de Soren llamó mi atención.Se levantó corriendo hacia mi posición.Los ojos de Gregory
LORIEN Desde que tengo memoria, nunca he sido la dueña de mi voluntad. A nadie le importa lo que me gusta o detesto, si deseo hacer algo o no. Sentada en una esquina oscura de este asfixiante y asqueroso granero, herida y hambrienta, intento sobrevivir como el resto de los condenados. Mi nombre es Lorien, a secas. Los esclavos no tenemos derecho a nada más. Vivía en la manada "Lago de Oro" y servía como Omega a una anciana loba hasta que el saqueo tocó nuestras puertas. Fuimos conquistados brutalmente por una manada más poderosa, "Lobos Rojos", y aquí estaba... Solo había cambiado de amos. —¡¿No rogaste porque perdonáramos la vida de tu mugrosa abuela?! —los rugidos enojados resonaron en la entrada del ruinoso granero. —¡Ve y haz bien tu trabajo o sus viejos huesos serán los primeros en ser comida de bestias! Un guerrero le gritaba a un niño harapiento, que asentía con la cabeza baja antes de correr a examinar a los esclavos. Nos tenían apresados, sujetos y encaden