LORIENGiré la cabeza a un lado. Las llamas danzaron en mis ojos. Estaba acostada en el fondo de una pequeña cueva.Gregory asaba un animal, dándole vueltas en la pica de madera, y Soren le arrojaba ramitas a la fogata.Mi mano subió lentamente a mi garganta; me estremecí al tocar la cicatriz.Recordaba ese momento de profunda desesperación, pero luego… nada.Mis dedos se desviaron a mis labios. Un regusto metálico quedaba en mi boca, me sentía llena de energía.¿El príncipe lycan me habrá salvado con su preciada sangre?Mis ojos regresaron a él. Llevaba el torso desnudo, con los sexis músculos brillando de sudor.Maldit4 sea, que hasta lleno de cicatrices y en su peor momento, se veía re bueno el muy condenado.¡Espera!… ¿Ese es mi vestido secándose sobre una piedra?Bajé la cabeza de golpe para verme solo cubierta por la camisa hecha harapos de Don Príncipe.¡Iba casi desnuda!—¡LORIEN!El grito de Soren llamó mi atención.Se levantó corriendo hacia mi posición.Los ojos de Gregory
LORIEN Desde que tengo memoria, nunca he sido la dueña de mi voluntad. A nadie le importa lo que me gusta o detesto, si deseo hacer algo o no. Sentada en una esquina oscura de este asfixiante y asqueroso granero, herida y hambrienta, intento sobrevivir como el resto de los condenados. Mi nombre es Lorien, a secas. Los esclavos no tenemos derecho a nada más. Vivía en la manada "Lago de Oro" y servía como Omega a una anciana loba hasta que el saqueo tocó nuestras puertas. Fuimos conquistados brutalmente por una manada más poderosa, "Lobos Rojos", y aquí estaba... Solo había cambiado de amos. —¡¿No rogaste porque perdonáramos la vida de tu mugrosa abuela?! —los rugidos enojados resonaron en la entrada del ruinoso granero. —¡Ve y haz bien tu trabajo o sus viejos huesos serán los primeros en ser comida de bestias! Un guerrero le gritaba a un niño harapiento, que asentía con la cabeza baja antes de correr a examinar a los esclavos. Nos tenían apresados, sujetos y encaden
LORIEN Era un Vehemoth de la Noche, enfurecido, dando vueltas mientras rugía. Una bestia del Bosque Oscuro, un sitio prohibido dentro del reino, infectado por brujas y seres tenebrosos. Su cuerpo robusto de cuatro metros de altura, casi siete de largo, pelaje negro tupido, un intimidante cráneo con cuernos. La larga cola puntiaguda se agitaba a su espalda como un cuchillo en el aire y abanicaba las poderosas alas huesudas y agujereadas. —¡Agarren las sogas y a mi señal tiren con fuerza! —nos ordenaron. Miré la soga atada al enorme travesaño de madera y hierro, que hacía de pestillo para la puerta descomunal. La envolví en mis manos y, a la señal, comenzamos a halar con todas nuestras fuerzas. Era pesado, demasiado pesado, y el mecanismo apenas se movía. —¡Tiren más fuerte, maldit4 sea! ¡CHAS, CHAS, CHAS! El látigo llovía, los resoplidos de esfuerzo, los pies arrastrándose para afianzarse, levantando polvo, rechinando los dientes, dejándonos el pellejo de las mano
LORIENEl pesado cuerpo de la bestia cayó inerte sobre el suelo, y vi rodar la cabeza de la Serpiente Aulladora.Ahora sí que estaba más que muerta, pero aun así me arrastré hacia atrás para alejarme, gateando sobre mi trasero. El tiempo pareció detenerse cuando ese lobo se giró a mirarme fijamente, tan intenso y despiadado.Sus pupilas rojas se estrecharon. Paso a paso, se acercaba. El líquido carmesí aún goteaba de sus fauces mortales.Cerré los ojos, temblando, cuando su enorme cabeza se inclinó sobre la mía."No me asesines, por favor… no me asesines…" le supliqué en mi mente.El botón oscuro de su nariz se hundió en el hueco de mi cuello, justo donde mi arteria latía frenética, a punto de reventar.Lo sentí aspirando, resopló con molestia, obligándome a exponer más mi cuello. Mi debilidad. Y lo hice… giré la cabeza a un lado, mientras su pelaje me hacía cosquillas en la piel.Mis oídos solo captaban sus profundas respiraciones. La algarabía a nuestro alrededor se había desvaneci
LORIENLa chica me lanzó una mirada despectiva de arriba abajo. Me arrepentí de inmediato.—Eres tonta. ¿Cómo se te ocurre que el príncipe se bañaría en este cuchitril? ¡Vamos!Los mozos salieron tras ella, riéndose de mi ignorancia. Ya estaba más que acostumbrada al desprecio. Miré la tina de madera frunciendo el ceño. El vapor ascendía en volutas tentadoras, impregnando el aire con un aroma delicioso a sales de baño."¿Esto es para mí?"Cerré la puerta, aún incrédula. Con temor a equivocarme. Incluso habían puesto un jabón de tocador.Me desvestí, dejando caer sobre las baldosas mi vestido destrozado y retiré la cinta roja de satín enredada en mi pecho.Jamás me deshacía de ella. Era un regalo de mi madre.Siseé de dolor al tocar la herida en mi muslo. La envolví con un trozo de tela limpio para no lastimarme por las altas temperaturas.Con el corazón aún lleno de dudas, pasé una pierna sobre el borde de la tina y me sumergí en la deliciosa agua.—Mmmm… —gemí de placer. Mis poros s
LORIENMis gemidos se fundieron con sus gruñidos excitados. El aroma de su colonia se concentraba más intenso en el aire.Su musculoso cuerpo comenzó a empujarme por la habitación hasta pegar mi espalda a la pared y cubrirme con su dominación.No paraba de darse un festín con mis pechos, los sonidos eróticos vibrando en su garganta me hacían enrojecer.Experimentaba tantas nuevas sensaciones… Mis temores se mezclaban con un morboso deseo de que no se detuviera.Su abultada erección se meneaba contra mi cadera. Se había desatado los primeros botones del pantalón, mostrando una indecente porción de la pelvis tatuada.Su mano volvió a hundirse entre mis piernas. Mis muslos se abrieron un poco, recordando las sensaciones de sus caricias.—Aaahh… —gemí contra su cabello, apretando mis manos en puños sobre la pared cuando un dedo curioso penetró la pequeña hendidura.Entraba con fluidez, adentro y afuera. La palma callosa de su mano estimulaba ese botón que me tenía moviendo la pelvis hacia
LORIENNo importaba cuán rápido o poderoso fuera. Ellos… por salvarme… recibieron el impacto directo de esas llamas que devoraban todo a su paso.Solo pude correr, con las lágrimas rodando por mis mejillas, en medio del caos y el terror de este incendio tan extraño.¿Quiénes nos invadían? ¿Dónde estaban los guerreros enemigos?A través de la cortina de humo, solo veía a los propios miembros de esta manada consumiéndose por el fuego.Del cielo llovía el ataque infernal.Buscaba desesperada un refugio. Pensé en el bosque, así que tracé una vía. Las personas, en su afán de salvarse, te pasaban por encima si era necesario.Una escuálida Omega como yo casi pereció muchas veces y lo peor fue que, cuando llegué con sacrificio a los lindes del bosque, tampoco vi una salida.Los árboles ardían como antorchas. Estábamos atrapados en un círculo de la muerte.—¡Aahahh! —grité cuando un lobo pasó por mi lado, arrojándome brutalmente al suelo sobre unos cadáveres.Aún el humo salía de ellos. Me hor
LORIEN—Hija, Soren me dijo que le salvaste la vida. Esta vieja loba… te está muy agradecida —tomó mis manos entre las suyas rugosas.—Mi nombre es Hilda, ¿cómo te llamas?Sus ojos oscuros, idénticos a los del niño, me observaron con gentileza. Se veía demacrada. Su vida se apagaba a cada segundo.— Me llamo Lorien… Yo… hice lo que cualquiera haría. Él también me salvó.Miré al cachorro, dándole una pequeña sonrisa para animarlo.—Debemos mantenernos fuertes. La Diosa tendrá misericordia de nosotros —ella agregó esas palabras de aliento. Yo no estaba muy segura.Me senté, apoyando la espalda contra la fría pared y abrazando mis piernas, mientras escuchaba la algarabía de la celda.Los esclavos, al comprender que sus amos posiblemente murieron, enloquecieron. Intentaban romper los grilletes a la fuerza con algunos pedruscos.La Sra. Hilda no tenía ninguno, quizás porque no representaba un peligro.—¿Eres esclava de nacimiento?—su pregunta me tomó un poco desprevenida.—Sí. Mi madre era