LORIEN
La chica me lanzó una mirada despectiva de arriba abajo. Me arrepentí de inmediato. —Eres tonta. ¿Cómo se te ocurre que el príncipe se bañaría en este cuchitril? ¡Vamos! Los mozos salieron tras ella, riéndose de mi ignorancia. Ya estaba más que acostumbrada al desprecio. Miré la tina de madera frunciendo el ceño. El vapor ascendía en volutas tentadoras, impregnando el aire con un aroma delicioso a sales de baño. "¿Esto es para mí?" Cerré la puerta, aún incrédula. Con temor a equivocarme. Incluso habían puesto un jabón de tocador. Me desvestí, dejando caer sobre las baldosas mi vestido destrozado y retiré la cinta roja de satín enredada en mi pecho. Jamás me deshacía de ella. Era un regalo de mi madre. Siseé de dolor al tocar la herida en mi muslo. La envolví con un trozo de tela limpio para no lastimarme por las altas temperaturas. Con el corazón aún lleno de dudas, pasé una pierna sobre el borde de la tina y me sumergí en la deliciosa agua. —Mmmm… —gemí de placer. Mis poros suspiraron complacidos. Me hundí por completo cabeza y todo. Esto era un lujo, algo que quizás nunca volvería a experimentar, así que me lavé a fondo y sin perder tiempo. Salí casi a regañadientes, colocándome una bata blanca de algodón que habían dejado en un gancho, descalza y con el cabello mojado. Enredé la cinta carmesí de nuevo en los senos. Solo llevaba eso bajo la bata y me dispuse a buscar la ropa. No sabía cuándo su alteza me llamaría. Pero, al salir del baño, me congelé en el umbral… El príncipe Damon estaba en la habitación. —Su… su majestad… ¿necesitaba algo? Disculpe la demora, yo… no sabía… —balbuceé nerviosa. “Diosa…” Incluso pensé que la sirvienta me había engañado "¿Acaso el baño era para él?" —Ven - me llamó autoritario sentado en el sillón. Tragué en seco, sujetándome la tela de las solapas. No iba muy cubierta. Sentía su mirada intensa deslizándose sobre mi piel desnuda. Paso a paso, me acerqué, deteniéndome a menos de un metro. —Más. Acércate más - La orden oscura me hizo estremecer. Mis pies descalzos se deslizaron sobre las losas hasta quedar entre sus piernas abiertas. Clavé la vista en su pantalón de combate. No hablaba. Pero me observaba. Podía sentirlo olfatear el aire. Seguramente ya sabía que no tenía feromonas de loba. "¿Me desechará?" Lo más probable. —¿Dónde está tu loba interior? - Me tensé ante lo inevitable. —Yo… nunca la tuve. No apareció, quizás porque soy muy débil - Cerré los ojos, avergonzada. Solo era una omega defectuosa. Esperé su rechazo, sus palabras hirientes, pero en vez de eso sentí sus dedos rudos subir por mi pierna, dejando un rastro de suaves caricias. Las pestañas abanicaban nerviosas, no me atrevía a abrir los ojos, se acercaba a la herida en mi muslo y pensé que dolería su toque. Me había lavado bien la sangre y restos de suciedad, pero mi cicatrización era muy lenta. Abrió un poco la tela de la bata, me estremecí con el soplo de su respiración caliente tan cerca. —Mmm… —gemí bajo, mordiendo mi labio inferior al sentir la punta de su lengua recorrerme. —No… no tiene que… mmm… —No te muevas - descendí la mirada para encontrarme con sus ojos índigos devorándome desde abajo. Inclinado hacia adelante, su mano atrapó la cara interna de mi muslo. Sus labios sexis se abrieron… y su lengua comenzó a lamer la herida con paciencia. Mi cuerpo entero tembló ante los movimientos atrevidos de su boca. La saliva de los lobos tenía propiedades curativas, pero estaba segura de que esto no era para nada “normal”. Sobre todo cuando su mano empezó a escalar entre mis piernas y sentí el sondeo de sus dedos en mi tierno coño. Quise cerrarlas, estaba nerviosa, pero un gruñido bajo, vibrando desde su garganta, me lo impidió. Caricias impuras me recorrieron entre los pétalos, nunca un hombre me había tocado así, mis labios temblaban, tenía vergüenza porque algo mojado escapaba de mi intimidad y un cosquilleo placentero se arremolinaba en mi vientre. — Mmmm - llevé mi mano a la boca cuando el príncipe estimuló en un punto demasiado sensible y excitante.Sus besos lascivos subían por mis muslos.
— No, no su majestad… aahh… — un gemido gutural escapó de mi garganta al sentir la punta de su lengua lamer toda mi abertura.
Su nariz se hundió en los temblorosos pliegues aspirando profundamente mi aroma y más fluidos se escurrían desde mi vagina.
— Sshhh… mmm deliciosa… ¿Eres virgen? - de repente una voz ronca como una bestia vibró contra mi coño. — Ss… sí - confesé en un susurro. Sus ojos se estrecharon complacidos, se alejó un poco para tomar el cordón de la bata y dejarme por completo desnuda. El suave tejido cayó por mis hombros, rodando por mi cuerpo. Él miraba cada imperfección, cada cicatriz y magulladura. No me atrevía a ver su rostro. No sé por qué, pero no deseaba ver su cara de asco… o quizás sería lo mejor. Así no me usaría, se buscaría a otra esclava y entonces… ¿Qué sería de mí? ¿Quién sería mi nuevo amo o ama…? —No divagues —su voz grave se escuchó por encima de mi cabeza, se había puesto de pie. Sus rudas manos se movieron hacia la cinta roja, desatando el nudo y descubriendo mis pequeños senos, que cayeron rebotando. El príncipe Damon se inclinó sobre mí como un lobo al acecho. Su cabello azulado y plateado cosquilleó en mi piel, y el resoplido de su aliento abanicó la rosada aureola. Su boca pecaminosa se abrió para lamer el duro pico en círculos lentos y dar húmedas succiones llenas de seducción y lujuria.LORIENMis gemidos se fundieron con sus gruñidos excitados. El aroma de su colonia se concentraba más intenso en el aire.Su musculoso cuerpo comenzó a empujarme por la habitación hasta pegar mi espalda a la pared y cubrirme con su dominación.No paraba de darse un festín con mis pechos, los sonidos eróticos vibrando en su garganta me hacían enrojecer.Experimentaba tantas nuevas sensaciones… Mis temores se mezclaban con un morboso deseo de que no se detuviera.Su abultada erección se meneaba contra mi cadera. Se había desatado los primeros botones del pantalón, mostrando una indecente porción de la pelvis tatuada.Su mano volvió a hundirse entre mis piernas. Mis muslos se abrieron un poco, recordando las sensaciones de sus caricias.—Aaahh… —gemí contra su cabello, apretando mis manos en puños sobre la pared cuando un dedo curioso penetró la pequeña hendidura.Entraba con fluidez, adentro y afuera. La palma callosa de su mano estimulaba ese botón que me tenía moviendo la pelvis hacia
LORIENNo importaba cuán rápido o poderoso fuera. Ellos… por salvarme… recibieron el impacto directo de esas llamas que devoraban todo a su paso.Solo pude correr, con las lágrimas rodando por mis mejillas, en medio del caos y el terror de este incendio tan extraño.¿Quiénes nos invadían? ¿Dónde estaban los guerreros enemigos?A través de la cortina de humo, solo veía a los propios miembros de esta manada consumiéndose por el fuego.Del cielo llovía el ataque infernal.Buscaba desesperada un refugio. Pensé en el bosque, así que tracé una vía. Las personas, en su afán de salvarse, te pasaban por encima si era necesario.Una escuálida Omega como yo casi pereció muchas veces y lo peor fue que, cuando llegué con sacrificio a los lindes del bosque, tampoco vi una salida.Los árboles ardían como antorchas. Estábamos atrapados en un círculo de la muerte.—¡Aahahh! —grité cuando un lobo pasó por mi lado, arrojándome brutalmente al suelo sobre unos cadáveres.Aún el humo salía de ellos. Me hor
LORIEN—Hija, Soren me dijo que le salvaste la vida. Esta vieja loba… te está muy agradecida —tomó mis manos entre las suyas rugosas.—Mi nombre es Hilda, ¿cómo te llamas?Sus ojos oscuros, idénticos a los del niño, me observaron con gentileza. Se veía demacrada. Su vida se apagaba a cada segundo.— Me llamo Lorien… Yo… hice lo que cualquiera haría. Él también me salvó.Miré al cachorro, dándole una pequeña sonrisa para animarlo.—Debemos mantenernos fuertes. La Diosa tendrá misericordia de nosotros —ella agregó esas palabras de aliento. Yo no estaba muy segura.Me senté, apoyando la espalda contra la fría pared y abrazando mis piernas, mientras escuchaba la algarabía de la celda.Los esclavos, al comprender que sus amos posiblemente murieron, enloquecieron. Intentaban romper los grilletes a la fuerza con algunos pedruscos.La Sra. Hilda no tenía ninguno, quizás porque no representaba un peligro.—¿Eres esclava de nacimiento?—su pregunta me tomó un poco desprevenida.—Sí. Mi madre era
LORIENHilda me gritó y nos abalanzamos sobre la pequeña barca que transportaba suministros de un lado al otro del río.El hecho de que Soren le hiciera recados a los guerreros, había servido para conocer de su existencia.Corté la soga con la daga, justo a tiempo para ser arrastrados por el empuje de las aguas.—¡Los remos, ayúdenme con los remos! —les grité con la adrenalina corriendo por mis venas.Ellos remando de un lado y yo del otro, nos internamos en la niebla que se elevaba sobre la fría superficie, ocultándonos de los hombres que habían llegado a la orilla vociferando maldiciones.Ya era muy tarde, nosotros fuimos más rápidos.Siguiendo las corrientes vigorosas, continuamos el camino, recorriendo las montañas, hasta la manada de Hilda.*****La situación de la anciana empeoraba conforme pasaban las horas. Temblaba, acurrucada sobre la madera. Soren intentaba darle algo de embutido que encontramos en una caja.Ni siquiera tenía fuerza para tragar, la carrera en el bosque le h
LORIEN—Sí, señora, muchas gracias por recibirme en su manada —la saludé con respeto, apretando mis manos sudadas.Aún luchaba contra el impulso de inclinarme frente a los demás, de no hablar más de lo necesario y mirar sus zapatos.—¿Por qué abandonaste a tu hijo? ¿Dónde está tu espíritu de loba? —su tono era despectivo.—Yo… encontré a mi verdadero mate y no quería al cachorro de mi difunta pareja, así que se lo dejé a mi madre…—Eso solo explica que eres una pésima madre, pero ¿dónde está tu loba interior?Se acercó y me olfateó con una mueca de disgusto. El sudor frío me rodaba por la espalda.—Tuve un accidente cerca del Bosque Oscuro, fui mordida por un insecto Guo…En cuanto dije eso, dio un paso atrás con cara asqueada.—¿No tendrás ninguna plaga de esas raras, no? ¡Si es así, te vas de mi manada!—Luna, ella no tiene nada de eso, ya la examiné —Maggi intervino a mi favor, relajando el ambiente.—Mi loba fue herida gravemente por ayudarme a combatir el veneno y está recuperánd
LORIEN—Vaya, veo que tiene gustos peculiares —el comerciante notó de inmediato mi interés por el príncipe.—Él… ¿de dónde lo sacó? —me atreví a preguntar.Mi mente iba a toda marcha; mi cerebro no podía procesar lo que veía.—Ah no, señora, esto no funciona así. Solo puedo decirle que, a pesar de su aspecto, es fuerte como una mula y aguanta bien los golpes… ¡Oye, no me robes la clientela! —gritó de repente hacia otro chico que intentaba alejar a una mujer interesada en comprar.—¡Piénsalo, preciosa! ¡Te hago precio si lo quieres! —me ofreció antes de alejarse.Me acerqué a la jaula, el corazón latiéndome desbocado. Él había vuelto a bajar la cabeza. Su aura no se sentía tan afilada y peligrosa, pero seguía siendo imponente.—¿Su maj…? —Miré a mi alrededor. Solo Soren estaba cerca. Aun así, no me atreví a pronunciar su título; nadie parecía reconocerlo—. ¿Señor?Me aferré a los barrotes y le susurré, haciéndole preguntas sin revelar demasiado. Entonces, levantó el rostro de golpe y d
EL PRÍNCIPE LYCANApreté los dientes, aguantando el dolor lacerante del collar. Al poseer intenciones asesinas contra mi dueña, me estaba suprimiendo sin piedad.Las gotas de sudor corrían por mi sien, pero las garras de mis manos iban acercándose implacables a ella, hasta que me detuve en el aire, dudando.Se alejó y cerró la puerta a su espalda, sin enterarse de lo cerca que estuvo de morir.Volví a arrojarme sobre la cama, tragándome el gruñido de dolor. Parecía que me habían desollado toda la piel.Lo peor era el vacío en mi mente y ese profundo agujero en mi pecho que no sabía cómo llenar.¿Quién soy? ¿A dónde pertenezco? ¿Qué me sucedió realmente?Esa hembra parece conocerme, y solo por eso le daré una oportunidad de vivir… por ahora.No tengo recuerdos de nada, pero sí algo bien claro: no nací para ser el esclavo de nadie.***** LORIENAl cerrar la puerta, un escalofrío recorrió mi columna vertebral. ¿De dónde salió esa corriente helada?Girándome para observar la puerta con a
LORIENDe un momento a otro, la posada se revolucionó. Algo sucedía en el piso de arriba y el pánico atenazó mi alma, pensando que podía tratarse de Soren.Corrí hacia las escaleras sin pensármelo dos veces, acompañada por más curiosos.—¡Se escaparon los animales, cuidado! —alguien gritó, y me pegué a la pared del pasillo, protegiéndome la cabeza cuando algunos bichos con alas pasaron chillando, sobrevolando escaleras abajo y armando un desastre.El pasillo estaba lleno de personas que salían huyendo de sus cuartos. Ellos iban en una dirección y yo en la contraria, luchando por llegar hasta Soren.Al pasar frente a la habitación contigua a la nuestra, vi marcas de garras y sangre en los tablones del piso, también plumas esparcidas por doquier.Mis ojos se desviaron hacia el interior y encontré algunas jaulas abiertas y el cadáver de un hombre en el suelo, devorado por alguna bestia.—¡Soren! — grité en pánico. ¡Por todos los cielos! La puerta estaba astillada, casi salida de las bisa