Me odia

+Amelia+

Aaaaah… Aaaah… Aaaah…

Quiero gritar a todo pulmón, sí, que todo el mundo sepa de una vez que el energúmeno del dueño de esta empresa es un infeliz.

Ya fuera de la oficina de ese cretino, el aire regresó a mis pulmones lentamente.

Bajo mi mirada hacia mi camisa, ¡estoy hecha un desastre! ¿Podré sobrevivir? No traje una camisa de repuesto, ni modo, tendré que ir al tocador y lavar la camisa. ¿Se me verán los pechos?

—Ssshhh… Shhh… Shhh… Niña, pero niña, ¿dónde te encuentras? ¿Por qué no me prestas atención? —sacudo mi cabeza, volviendo a mi realidad, ya que la señora Rocío está muriendo por saber que me ha dicho el jefe.

Me acerqué a ella, no quiero que sus nervios provoquen que se descompense, ya que eso sería culparme a mí misma por… ¡No, no soy culpable de nada! Resoplé y me acerqué lo suficiente para decirle que el jefe me ha aceptado los documentos y que no hay ningún problema.

Su rostro cambió radicalmente, y de la tristeza se fue a la felicidad extrema de lo que me alivió porque no quería escuchar el chillido de mujer desesperada por perder su trabajo.

¿En serio tiene tantos hijos y nietos? ¿Por qué tiene que mantener a los nietos? Oye, no se supone que sus hijos están los suficientes grandes para trabajar. Bueno, eso no me importa, lo que debería de hacer es preguntarle como hace para que el dinero que recibe quincenal le ajuste.

—Amelia, lo siento si las interrumpo, pero quiero saber, ¿cómo te fue con el guapo?

Ah, Andrés es el compañero de trabajo más nice y a la vez chismoso.

—Bien, lo malo de todo esto es que tendré que ir al tocador y lavar el desastre que ocasionó la señora Rocío, sí, no estoy calumniando ni nada por el estilo, solo que cada persona que me ve, sus ojos van directo a mi escote. ¿Creen que eso es correcto?

—Ah, ahora podré comer en paz, los espero en el almuerzo —lleva su mano hacia su cabello, arreglándolo como de costumbre.

Andrés es un hombre grande, robusto, atractivo y simpático, el punto clave es que no puedo enamorarme de él porque es casado, sí, es casado y más ni menos con la recepcionista; esa chica es la modelo de la empresa, la más envidiada y por su físico es entendible.

Yo soy una chica soltera, sin compromiso y sin querer tener nada con nadie, siento que no me encuentro en la etapa de enamorarme y de desviar mi propósito en la vida. ¡Ayudar a mi hermana!

No es que sea una anticuada o de que me base a una telenovela de cliché, na-ah, soy una chica original y a través de todo lo que he vivido, he aprendido que uno puede hacer muchas cosas estando sola. ¡Puedo vivir sin el adorno de un hombre! ¡Suficiente con el jefe que tengo!

—No, no te vayas, por favor, quédate en mi puesto, necesito ir al tocador… Me urge quitarme la mancha de mi camisa —transformo mi voz a una dulce y chillona—, por favor, te prometo que no demoraré o… No, la señora Rocío me puede cubrir, ya que ella fue la causante de todo el desastre…

—¿Amelia? —me quedo estática al escuchar esa voz… Esa voz conocida.

¡El novio de mi hermana!

—Amelia, hay una persona detrás de ti —Andrés apunta con su dedo índice a la persona que está detrás de mí.

—¿Cómo has estado Amelia?

Reacciono de inmediato, doy media vuelta y con una sonrisa hipócrita lo saludo. No me acercó a él como de costumbre; saludarlo con un beso en la mejilla. No quiero porque podría arruinar su camisa fina, sé que él no es tan prepotente como su hermano.

—¿Qué te trae por aquí?

Dios mío, qué idiota, cómo le pude hacer esa pregunta, es obvio que ha venido para ver a su hermano.

—Amelia, he venido a verte y a la vez a ver a mi hermano, ¿cómo te trata mi hermano?

¿En serio?

No creo que le gustará escuchar, que detesto a su hermano, que pienso que es un patético y que me encantaría pisotearlo como una cucaracha hasta exterminarlo. Sí… Parezco toda una psicópata, pero es que es cierto, le haría un favor a esta ciudad y al mundo entero.

—Bieeeeeennnn… —la ironía se hace presente—, gracias por la oportunidad, poco a poco voy acoplándome a las cosas que me tocan hacer.

¡Ayudante de la secretaria de presidencia!

Puff, todo suena tan absurdo, sin embargo, no puedo quejarme de ello, ya que el salario que me ha tocado es igual que el de la señora Rocío, y eso que soy la ayudante de ella.

Ni modo, me toca aguantarme uno que otro café sobre mi camisa.

—Amelia, ¿qué te ocurrió? —me señala mi camisa.

¡La mancha de café! ¡¡¡DOÑA, ROCÍO!!!

—Nada, no te preocupes, esto no es nada, solo un adorno fashion —le resto importancia a mi mal humor, es obvio que su hermano me pone estérica, hasta lográ que mi pequeña dulzura y optimismo desapareciera.

—Cómo que nada, te estabas quejando por la mancha mugrienta de tu camisa, deja de ser menti…

—¡Andrés! —lo reprendo, alzando la voz, para luego arrepentirme de ello, ya que me acabo de dar cuenta de que el hermano de mi hermana está presenciando todo el show—. Oh, disculpa, nada de lo que dice el señor Andrés es cierto, lo que tengo en mi camisa es un accidente sin importancia.

—¿Mi hermano tiene algo que ver con ese accidente? —pregunta al mismo tiempo de señalar la mancha de mi camisa—, ese…

—¡No! Por favor, eh, medio gusto de verte y ahora iba al tocador, en serio, tu herm… No, quiero decir que el presidente no tienen nada que ver.

¡Sí, es obvio que ese cretino tienen que ver con todo lo que me sucede! Él me odia a muerte.

—Amelia, ¿me podrías acompañar almorzar? ¿Podemos hablar?

—Te parece si vamos después del trabajo, es que no creo poder en este momento.

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