*¡Terror!Mi vida se ha convertido en una fantasía escoltada de mucho terror. Ayer dormí en casa de Alex, no es su habitación y todo porque mi hermana me pidió dormir con ella. “Pijamada de hermanas”.Y justo cuando salió el sol, el novio de mi hermana se ofreció a llevarme a la empresa, ya que Alex había salido muy de mañana, “negocios”, eso fue lo que ambos me dijeron. No sé, pero todo sonó a puras explicaciones, esas mismas de las que yo no les pedí.Era obvio lo incómoda que me sentía. Dejé que mi hermana siguiera con las explicaciones, no tenía de otra. Ellos me llevaron al trabajo y ahora me encuentro mordiendo el borrador del lápiz y con la mirada hacia la puerta de la oficina de Alex, quiero gritar.¿Por qué no me ha llamado? ¿Debería de entrar con alguna excusa?Sé que está dentro porque la señora Rocío me lo dijo y a pesar de que tengo mucho trabajo acumulado, no quiero hacer nada más que levantarme de esta silla y armarme de valor para entrar a esa oficina. Me pica la len
+¡Aburrida!Llevo horas y horas esperando que mi hermana escoja el bendito vestido, no es que me esté quejando, solo que una parte de mí desea estar en la empresa esperando aquel hombre para que me diga de una vez por todas que no soy la chica que esperaba tener.Las imágenes de lo que habíamos hecho ayer no dejan de torturarme. —¿Pensando en él? —me sobresalto al ver a mi hermana a unos centímetros de mi rostro—, cuéntame.No… Esto es lo que no quería, ahora seré la burla de mi hermana. ¡Ahora que le diré!Intento ocultarlo, pero al parecer mi desesperación es demasiado que se nota de primera a primera.Solo ha pasado un día, y siento que es el fin de la felicidad que creí tener.—No —le reprendí con una suave risita—, pero ahora que me lo recuerdas me ha puesto reflexionar muchas cosas—me mordí el labio inferior, para ocultar mi sonrisa. Ella es mi hermana y los sentimientos que tengo ahora no lo puedo ocultar.—Lo sabía y ahora necesito que me cuentes todo —me sentencia con su d
—¡Dios mío! Te lo dije, tenemos que correr —la señora está a punto de desmayarse—, te dije que él es un demonio.Mi corazón está a punto de salirse, mis pies se ha congelado y mi mirada no se aparta de la de él. ¿Quién es este tipo?Luego de unos minutos los gritos de mi hermana me hacen entrar en razón. Mi hermana está aterrorizada y todo por culpa de este imbécil.Esto no me parece gracioso.¡Maldito, dark!—¡Vamos a morir! —grita la señora.Me desespero e inmediatamente obligo a mis pies a correr, voy hacia mi hermana y así con ese enorme vestido le digo que es tiempo de desaparecer.Ella no reacciona, su mirada se ha congelado, su rostro pálido es señal de ayuda.Agarro de su mano y a como puedo la jalo al mismo tiempo gritándole que corra, que ese idiota es un maldito frustrado que solo quiere arruinar nuestra paz mental. Toda esa vestimenta de demonio solo es para aterrarnos.Atravesando la salida del vestíbulo siento una mano en mi camisa, volteo a ver y me tranquilizo, ya que
La señora es una loca maniática, al principio nos hizo creer que un hombre nos quería muerta y ahora… ¡Sé quiere ir! Sí, es evidente que la señora está enfadada, no estoy en contra de que todas las señoras deseen un trabajo honorable, no obstante, esta señora debería estar en un manicomio y no trabajando. ¿Dónde está su familia?Me tranquilizo por mi hermana, agarro valor donde lo tenía escondido y voy hacia la señora. Le pregunto si tiene algún celular escondido, ya que las dos lo dejamos en la tienda.La señora campantemente nos dice que tiene uno en el buche y que si lo quiero usar debo pagarle, ya que es una mujer de pocos recursos.¿Qué?No puede ser, esta mujer sí que tiene pelotas en vez de ovarios. Hace un momento creo que hice el comentario de los celulares, ¿por qué no se ofreció a darnos el suyo?Debido a la sensación de nerviosismo, no tengo conocimiento de sí la señora expresó su opinión.Maldición, como detesto este tipo de personas; ella es una egoísta, primero piensa
Alex… Alex… Alex…¿Qué? ¿Por qué no puedo respirar?No… No… No… Puedo… Respirar.Mis oídos pitan, mi corazón está a punto de salirse, mis manos tiemblan, mi tráquea parece haberse cerrado por completo y lucho por llevar el aire a mis pulmones, pero… Dios, qué es lo que tengo.Estoy viendo a Alex e intento pedirle ayuda, pero no puedo.La mirada se me nubla por las lágrimas que me invaden.¡Ayuda!Mis extremidades pesan, mis brazos se han entumecido y el frío recorre cada centímetro de mi cuerpo.Instantáneamente, me desplomo, mis parpados amenazan con cerrarse por completo, mi cuerpo apenas responde a las exigencias de mi cabeza.¡Voy a morir!Porque siento que mi cuerpo se está yendo… El dolor en mi pecho es insoportable, la sensación de pesadez es cada vez más intensa.El miedo se hace presente, de la nada mi cuerpo se paralizó, el miedo se ha apoderado, como si todo lo que pasé me lo estuviese cobrando en este momento.¡Yo….!A lo lejos escucho la voz de Alex y de mi hermana, ambos
~—¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¿Dónde estoy?No, no, esto debe ser una pesadilla, nada puede ser real.Frente de mí veo la silueta de un hombre, no puedo apreciar quién es porque nos rodea una oscuridad.¿Será que estoy muerta?—Aparentemente, tu lobo.¿Mi lobo?—Ja, ja, debes estar loco, ya, no estoy para este tipo de bromas, los lobos no existen.Si escucho a una persona significa que no es un sueño, y que por tormenta, mantenimiento o daños la luz electricidad de la casa se ha esfumado, dejándonos a oscuras.—No, realmente soy tu lobo, tu protector y el caballero oscuro —insiste, su voz grave provoca que mi cuerpo entero se erice.Una ola de fatiga me atraviesa y se instala como un peso de cinco kilos en mi pecho. Cierro los ojos lentamente, luchando contra eso. No quiero desmayarme. Quiero que me hable, que responda a todas mis preguntas y que me mire con esos ojos verdes, oscuros.Necesito que me diga quién es la persona que está detrás de todo esto.—No te vayas, tienes que darme
Me quedo helada al verlo allí, de rodillas frente a mí, con los ojos llenos de una culpa que no había visto antes. Mi corazón late tan rápido que siento que va a salirse de mi pecho, y la confusión se apodera de mí. ¿Por qué está haciendo esto?—Alex… —susurro, mi voz apenas audible mientras trato de procesar lo que está pasando. Nunca lo había visto tan vulnerable. Él siempre ha sido la imagen de la fuerza y la seguridad, y ahora, verlo así, me desarma por completo—. ¿Qué estás haciendo?—No debí jugar con tus sentimientos, no debí dejar que las cosas llegaran tan lejos sin explicarte todo desde el principio —su voz suena rota, como si cada palabra le costara un enorme esfuerzo—. No mereces esto, Amelia. No mereces todo el dolor que te he causado.Mis ojos se llenan de lágrimas. Parte de mí quiere gritarle, exigirle que me explique de una vez por todas qué es lo que está pasando.—Alex, por favor, levántate. No entiendo nada de lo que estás diciendo —mi voz tiembla, y noto que mis ma
Mi cuerpo sigue temblando mientras me dejo caer al suelo. Las lágrimas que habían estado contenidas comienzan a fluir con mayor intensidad, arrastrando consigo cada pedazo de mi confusión y desesperación. Estoy en una especie de torbellino emocional, donde la realidad y el miedo se entrelazan en una danza frenética. Cada vez que cierro los ojos, la imagen del lobo regresa a mi mente, y me resulta casi imposible entender cómo es que la realidad se ha vuelto tan surrealista.El lobo—Alex—se mantiene a una distancia prudente, sus ojos, ahora de un color más humano, miran hacia mí con una mezcla de arrepentimiento y preocupación. Su rostro está pálido y sudoroso, como si la transformación le hubiera costado mucho más que solo un cambio físico. A medida que sus músculos se relajan y su piel se ajusta a su forma humana, la angustia en sus ojos se hace más evidente. Me doy cuenta de que, aunque su apariencia ha cambiado, la expresión de dolor y remordimiento sigue siendo la misma.El aire en