Disculpas

*

Andrés y muchos de los que me conocen dirían que soy una completa, mojigato, ¿tienen razón? ¡Claro que lo tienen!

Justo ahora estoy camino a casa de Alex. ¡Dios mío, ayúdame! Mis piernas no dejan de temblar y mi corazón ni se diga de la magnitud en la que está latiendo, intento disimularlo porque me avergüenza, ya que se supone que tendría un poco de confianza con Alex.

No es que seamos novios, menos comprometidos, peroooo… Si vamos a tener frecuentemente el sabroso significa que debo de dejar a un lado el nerviosismo. ¡No soy una quinceañera!

En este instante me estoy aferrando a la ventana del auto, ja, con la supuesta visión de buscar algo en el camino. Ja, ja, ja, es ridículo. Alex va manejando, él lleva su mirada fija al frente.

¿Qué pasará por su cabeza?

¿Será que se está arrepintiendo?

—Hubiese deseado quedarme más en tu habitación, pero mi hermano es demasiado insistente.

Y el silencio se ha esfumado. ¡Me ha descubierto! Maldición.

Tengo que contestarle, no puedo quedarme c
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