7.

La siguiente vez que desperté fue diferente.

Esta vez, alrededor no había basura ni olores fuertes.

Me rodeaba una tibia sábana y estaba acostada sobre un colchón mullido.

Me sentí extrañamente en paz y, aunque había despertado, no quise abrir los ojos siquiera.

Quería quedarme ahí, en medio de esa paz que me brindaba la oscuridad y la inconsciencia.

Tal vez haber muerto en realidad era lo mejor que pudo haberme pasado, porque en el momento en el que abriera los ojos sabía que tendría que regresar a esa dura realidad.

La realidad en la que supuestamente era una asesina, una desfalcadora. Me meterían en la cárcel por el resto de mi vida. ¿Qué sería de mi hijo? Probablemente mi suegra intentaría que lo abortara otra vez.

No podía regresar. Tenía que escapar, tenía que esconderme.

Cuando abrí los ojos, me encontré en un hospital.

La luz blanca de la lámpara me mostró una habitación grande y ordenada.

Cuando intenté moverme, una fuerte mano estaba afianzada a la mía.

Por un mom
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