ANDRA
No estaba nerviosa, solo me sudaban las manos, el corazón me latía a mil por hora, sentía naúseas... ¡Joder, me casaba por fin!
Diez años, diez años habían tenido que pasar para que Jax y yo nos encontrásemos en aquella iglesia pequeña. A penas llegábamos a las veinte personas, toda la prensa y periodistas de revistas estaban perdidos por ahí. Desde que me había hecho oficialmente conocida como diseñadora de moda —hacía tres años—, mi foto salía en periódicos, en la televisión... y ¡hasta me invitaron a una alfombra roja! a la cual fui con un Jax en traje y sin mi hijo, al cual tuve que dejar en manos de Nora y Trent aunque no quería.
Llevaba puesto aquel vestido que una vez diseñé, no era blanco, era
Decidí pasarme la tarde en la soledad de mi habitación antes que soportar a los "amigos" de mi hermana en el salón. Sus hipócritas sonrisas me daban ganas de vomitar, y el brillo en sus ojos cuando mi hermana les decía de invitarles a algún sitio era penoso. Que tuviéramos dinero no quería decir que fuéramos gilipollas... o bueno, mi hermana podía serlo un poco; se dejaba manipular y enredar por las zorras que tenía como amigas y acababa siempre envuelta en algún lío, por no decir que su "novio" me había metido mano varias veces, ¿acaso no tenía suficiente madurez a sus veintiún años que tenía que acosar a la hermanita de diecisiete años de su novia? No lo sabía, pero aquello siempre me hacía discutir con Samay.—Andra —la suave voz de mi hermana se cuela a través de la puerta, y no me muevo de la ca
—No, gracias, solo... solo busco una mierda que no aparece —acabé mascullando — ¿Tú necesitas algo?Mi mono de tabaco me estaba poniendo nerviosa. Solo uno, un jodido cigarro entre mis labios y sería feliz. No me consideraba una fumadora pasiva, pero sí fumaba de vez en cuando y en casos de estar en fiestas, era una fumadora social.—Una cerveza.Ya no iba a encontrar mi tabaco, así que me acerqué a la nevera y cogí el primer botellín de cerveza que vi. La nevera estaba llena de comida, pero pocas veces comía en casa, solía ser más de ir a Jerry's con mis amigos y disfrutar de una comida divertida.Me giré hacia el chico, y apreté los labios en una sonrisa ladeada mirándole. Si quería conseguir algo más de él que solo cuatro palabras, debía saber su nombre.— &ique
Las calles del vecindario estaban casi desiertas salvo por algún que otro niño en bici, y no era para menos, con todo el calor de California no me extrañaba que las playas estuvieran llenas en pleno junio.—Eh tú —Nora tiró de mi camiseta, y se pegó a mi costado mirando al frente —. Si ese pivón quiere una noche loca, que sea la mejor la que se lo lleve.Oh sí, tenía que ser la mejor si quería a Jax Jones en mi cama y haciéndome disfrutar. Él podía ser todo aquello que los rumores decían, y esa frase que tanto le gustaba de: las mujeres solo sirven para follar; yo se la aplicaba a él en cualquier sentido, podría esforzarse más que ninguno en demostrar que era bueno en sus mierdas, pero la actitud que me había demostrado se lleva todos sus esfuerzos por delante dejándole en... eso, solo un buen físico y una p
Subí los escalones de dos en dos deseando llegar a mi cuarto para decirle a Nora que su amorcito se venía, y que claro, Jax también. El amplio pasillo de la segunda planta estaba en total silencio, salvo por unos pasos que resonaban en el parqué de una chica que salió del baño. Me miró, y yo a ella casi retándola a decirme algo, no dudaría en asustarla un poco si me jodía.—No pretendo que me ames, Andra, pero tu hermana me cae bien de verdad —dijo, y usó el mismo tono de voz que usaba Samay cuando se ponía nerviosa.Me encogí de hombros, y pasé por su lado hasta llegar a la última puerta del amplio pasillo. Justo delante de la habitación de invitados estaba la mía, era la única puerta diferente a cualquier otra en la casa, me había encargado de hacerme notar en esa casa, y reclamaba como únicamente mí
Podía sentir las luces de las pocas farolas que había a metros de nosotros, iluminándome la cara. Había tirado por ahí mis zapatillas, en alguna parte de la suave y fresca arena de la playa. La música retumbaba en mis oídos, debía admitir que el altavoz que Bryce se compró hacía apenas una semana en unos puestos de segunda mano, era bastante potente.— ¡Ven aquí! —los rizos castaños de Paola se movían de un lado a otro según Cameron la hacía girar.Había perdido a Nora hacía minutos, pero su argumento de que estaba "haciendo mezclas de alcohol" me daba que era erróneo, básicamente no puede decirme eso e irse en dirección contraria a las neveras portátiles llenas de alcohol.—Estás muy sola, ¿no?Sujeté con fuerza mi vaso con vodka, y me giré,
Repasaba con mi rotulador negro los dibujos infantiles que había pintado a lo largo del curso sobre mi mesa. No tenía ningún tipo de interés en lo que la señorita Wood pudiera contarnos sobre números o ecuaciones. Nora, a mi lado no paraba de apuntar cosas en su cuaderno, claro que a ella sí le gustaban las matemáticas, yo llevaba años cateándolas y dudaba que aquel año fuera diferente.—Quieres, aunque sea, disimular que haces algo productivo, tía —para un momento en que la profesora se calló para atender una duda, Nora miró mi mesa vacía —. Joder, ni siquiera has sacado el estuche, vaga de mierda.—Esta profesora me tiene manía, odio este instituto y más aún esta asignatura.Realmente lo odiaba, y tenía motivos: 1) el uniforme era feo, horroroso, espantoso y doloroso a la vista; 2) los co
El coche quedó en silencio unos segundos, no había música de fondo, e intentaba expulsar el humo lo más silenciosamente posible para no romper el silencio —y eso que se escuchaban los coches pasando junto a nosotros —. El Santa Mónica Boulevard era un lugar muy transitado, pasaba por la ruta estatal de toda California, y yo seguía sin saber a dónde tenía pensado llevarme por ese lugar.—Has escuchado mierdas de mí —joder, claro que sí; había escuchado de todo, ¡hasta que era un asesino! —, ¿por qué cojones sigues siendo tan gilipollas como para querer desmentir eso?Agité la cabeza. Él no lo entendía. De mí también se hablaba mierda, hasta en mi instituto de pijos se inventaban cosas sobre mí; que si era una zorra, que si iba a sitios ilegales, que si me drogaba... muchos de aquellos rumores
La casa Beta era reconocida por ser la segundona, la casa llena de chicos que no habían podido entrar en la casa Alfa. Poco a poco había dejado de ser una casa de segundones a pasar a ser una fraternidad de fiestas y alcohol —era la mejor en dar fiestas —. Estaba totalmente llena, había gente en la entrada de la casa que ya se tambaleaba, muchos de ellos vestían de amarillo azul —los colores de la UCLA —, con las caras pintadas, o chicos sin camiseta con la cara de un oso dibujada en sus tripas. Mason Lee, llevaba escrito en todo el torso la letra L en color amarillo, y se había pintado alrededor de color azul; parecía ir ya bastante bebido, porque cuando pasé por su lado y sus ojos algo rasgados se pegaron en mí para después rodearme con su gordo brazo, olía bastante a vodka y a marihuana.— ¡Mi pija favorita! —gritó.Empujé —