Subí los escalones de dos en dos deseando llegar a mi cuarto para decirle a Nora que su amorcito se venía, y que claro, Jax también. El amplio pasillo de la segunda planta estaba en total silencio, salvo por unos pasos que resonaban en el parqué de una chica que salió del baño. Me miró, y yo a ella casi retándola a decirme algo, no dudaría en asustarla un poco si me jodía.
—No pretendo que me ames, Andra, pero tu hermana me cae bien de verdad —dijo, y usó el mismo tono de voz que usaba Samay cuando se ponía nerviosa.
Me encogí de hombros, y pasé por su lado hasta llegar a la última puerta del amplio pasillo. Justo delante de la habitación de invitados estaba la mía, era la única puerta diferente a cualquier otra en la casa, me había encargado de hacerme notar en esa casa, y reclamaba como únicamente mía mi habitación, ni siquiera dejaba que las personas que trabajaban en casa entraran para limpiarla. Era mi rincón de soledad y el sitio en el podía ahogarme en paz en mis propios pensamientos. Eso o el desván que había acoplado con instrumentos y que estaba insonorizado. Eran mis sitios. De nadie más.
Nora estaba ya dentro del pequeño cuarto en el que tenía la ropa y los zapatos, estaba con uno de mis bikinis negros y buscando algo que ponerse por encima.
— ¿Crees que si me pongo un vestido playero daré mucho el cantazo en el autocine? —me preguntó.
Examiné mis vestidos playeros, todos colgados de perchas en un armario lleno únicamente de vestidos. No lo creía, sabía que daría demasiado el cante.
—Yo que tú me pondría un vestido negro que te tape al bikini, y de paso que sea jodidamente sexy para Trent babee —me giré, y cogí un bañador blanco con escote en la espalda y un simple pantalón corto —. No me des las gracias por haber conseguido que ellos se vengan.
Vi a través de un espejo como me miraba con la boca ligeramente abierta. Se me hizo raro que no gritara, pero su entusiasmo por bajar era notable. Aunque el mío también. Era mi noche para descubrir algo más de Jax Jones.
Nora y yo nos conocíamos desde los tres años, así que no me importó desnudarme frente a ella y ponerme el bañador y el pantalón junto a ella. ¿Había algo más íntimo que nuestra amistad? Porque yo no lo creía. Después de habernos visto los culos nuestra amistad ya era para siempre.
—Si en algún momento de la noche no me ves, es porque estaré con Trent recibiendo mi orgasmo. Joder, tía, ¿te imaginas lo que tiene que ser que un chico cómo él te quiera? —se enfundó en unas sandalias con algo de plataforma, y yo me conformé con unas Vans. La escuchaba divagar mientras me ataba los cordones, y me divertía —. ¿Que en lugar de hacer que se la chupes mientras estáis en la cama te diga que te quiere?
—Me parece que el tinte te afecta. Es Trent, no Mike el de clase de filosofía.
Arrugó la nariz levantándose del banco de tela que tenía en el vestidor, y cuando salimos de él y se tiró a la cama suspirando, continuó hablando.
—Mike es un friki y un romántico empedernido y obsesionado con quitarse la virginidad; Trent es...
—No sabes como es Trent porque no lo conoces, Nora —cogí un pequeño bolso que tenía colgado tras la puerta, y me golpeé mentalmente por haberme dejado el paquete de tabaco en el bolsillo del otro pantalón, en el suelo —. Primero espera a que lo conozcas, y si ves que sí, que te gusta y tal... —me encogí de hombros volviendo a entrar en el vestidor —yo te apoyaré y estaré para ti pase lo que pase —me agaché hasta coger el pantalón que me había quitado, y cuando conseguí mi tabaco, volví a la habitación. Nora ya me esperaba con una pequeña mochila a las espaldas y retocándose el pintalabios casi morado —. Pero no te le insinues mucho parecerás más p**a de lo que ya eres.
Se soltó el pelo rosa dejándolo por los hombros, y agitó la cabeza para peinarse un poco.
—No te lo he dicho, pero te quiero —me miró, y ya estando listas con nuestras carteras con dinero y todo, empezamos a dejar atrás mi habitación. Mientras la cerraba con llave, continuó: —. Ahora llama tú a Bryce que me toca hablar con esos dos bad boys.
Puse los ojos en blanco guardándome la llave en el bolso, pero no puse pegas. Era discutir con Jax o hablar con mi mejor amigo, estaba clara la opción.
—No le acoses mucho, se asustara —bromeé, sacando mi móvil y buscando la cara de mi mejor amigo entre las fotos de mis contactos.
Por raro que pareciera, Bryce no era un ricachón, pero ni a Nora ni a mí nos gustaba la gente con dinero, y muchos pensaban que nos juntábamos con nuestros amigos por hacer obras "caritativas". Ni de coña era así. Nosotras no decidimos nacer en esas familias de ricos, y a pesar de todos los lujos que nuestros padres nos daban, yo nunca aceptaba las mierdas de mis padres. ¿No querían una hija perfecta? Pues ya tenían a Samay. Yo quería vivir y ser libre, ganarme mi dinero y trabajar de algo normal: camarera, niñera, o hasta una bailarina en un bar de carretera me valía. No esperaba llevar la comuna de hoteles de mis padres o heredar su legado, esperaba más escaparme de casa y vivir sin lujos.
— ¿Os venís a mi casa no, fea? —fue lo que escuché que me decía Bryce mientras bajaba detrás de Nora las escaleras.
— ¿Cuando no vamos a hacerte compañía, imbécil? Pero antes esperamos verte en el autocine.
Samay ya sí que no estaba en el sofá, pero sí la vi subida en la mesa de billar con las piernas cruzadas mientras su "amiga" hablaba con ella animadamente. Las dos tenían libros en las manos, y entre la voz de Bryce por un oído y la presentación de Nora a Trent en especial, casi no escuchaba de que hablaban.
—Bien, pues, ¡vámonos ya! —Nora me ignoró tras guiñarme un ojo, y se centró más en Trent.
—Ya estoy en Paramount, Andra, daos prisa que ya os tengo los sitios para el coche. ¡Estamos todos aquí! —exclamó, con el grito del resto de nuestros amigos de fondo.
—Ya vamos —me fijé en lo apartado que caminaba Jax, y en cómo dejó que saliera de casa antes que él —. Te cuelgo, nos vemos en media hora, imbécil, y hazle el favor y cómprale a tu mejor amiga una coca cola fría.
Cuando me guardé el teléfono en el bolso, me coloqué el pelo sobre la espalda. Suficiente tenía ya con estar sintiéndome un pollo en el asador.
—Sin duda estás muy metida en mi mundo bebiendo cocacola —me pareció que estaba muy cerca, y mi boca no dudó en demostrarlo.
—Si te acercas más te beso, aunque no tendrías de qué quejarte.
Eso hasta a mí me sorprendió, pero lo dije, y le sonreí tras ello mientras andábamos por el jardín delantero del chalet. Nora sabía lo que solía salir de mi boca, así que si me escuchó no le dió importancia.
—Yo me voy con Trent —anunció Nora.
—Tío, llévala, Paramount no está tan lejos —le animó Trent a Jax.
Miré directamente al tatuado que tenía a un lado, y sonreí cruzándome de brazos y dejando que mi amiga y Trent se fueran yendo. Los ojos oscuros de Jax se fijaron en mí, sabiendo que o me llevaba o... o me llevaba.
—Si haces eso se te suben las tetas —dijo, y pasó por mi lado montandose en la preciosa moto que había frente a la acera —. ¿Subes o te dejo, rubia?
Mis piernas ya estaban apretando sus costados cuando me quise dar cuenta, y mis brazos se acoplaron alrededor de su cintura mientras disfrutaba tocando sus músculos bajo la fina camiseta que llevaba.
- - -
Había un rumor que decía que Jax era un chico frío y callado, pfff, no lo negaba, desde que habíamos llegado y nos habíamos instalado junto al resto del grupo, ni siquiera había hablado. Lo veía por el retrovisor de la camioneta de Bryce, estaba sentado sobre su moto, fumando y mirando la pantalla mientras debía estar escuchando la película por los altavoces. Sin duda que Trent y él eran polos casi opuestos, su amigo por lo menos estaba riéndose junto a Nora en la parte trasera de la camioneta.
Nos habíamos puesto en las últimas filas para que los que había sentados en la parte trasera de la camioneta, se pudieran poner de pie y así ver mejor la película, pero me sentía en parte mal por ver como Jax se automarginaba. Bueno, también tenían culpa mis amigos por haberse acojonado nada más verlo.
—Ahora vengo.
Bajé de la camioneta, y creo que nadie se dio cuenta por lo pendientes que estaban a la película. Mis pasos resonaban sobre la grava, apresurados y sin descanso hasta que estuve a unos pasos de Jax. Había gente que lo había reconocido nada más entrar al recinto, y algunas chicas del instituto parecían querer saltarle encima.
—Niñata, lárgate con tu novio y deja de tocarme la polla —gruñó, su cigarrillo se consumió un poco más con una calada —. ¿Acaso estás sorda?
Agité la cabeza. Podía ser todo lo malo que quisiera, pero que no me jodiera. Yo no era una de sus putas a las que podía tratar como b****a por haber dejado que se la metiera.
—Cállate, ¿quieres? —me apoyé en la valla de madera que separaba el Diner's del recinto para vehículos —No te creas tan importante, en el coche hace mucho calor y no eres el único que puede disfrutar de la calle.
Me miró de reojo soltando el humo de nuevo, y volvió a mirar la pantalla ignorándome por completo. El silencio me gustaba en esos momentos, solo el sonido de la película y algunas risas.
— ¡Andra!
El corazón me saltó en el pecho, y salté lejos de la vaya chocando con el cuerpo duro y tenso de Jax. Temblé, y a pesar del calor fué como si una ráfaga de frío me estremeciera por completo. Miré sus manos tatuadas alrededor de mi cintura, y apreté los labios disfrutando del contraste de sus dedos sobre mi bañador blanco.
Me fijé en el chico que había al otro lado de la valla, levemente recordaba su pelo rojo y las pecas de sus mejillas.
— ¿Isaac? —recé por que ese fuera su nombre, si no vaya vergüenza.
—Sí, ¿te acuerdas de mi?
Directamente negué con la cabeza, y el peso de mis hombros desapareció cuando dejé de notar el cuerpo de Jax cerca del mío. De reojo vi como volvía a su moto, y sabía que no había mucho más que hacer allí.
—Lo siento —le dije a aquel chico —, tengo que irme.
Podía sentir las luces de las pocas farolas que había a metros de nosotros, iluminándome la cara. Había tirado por ahí mis zapatillas, en alguna parte de la suave y fresca arena de la playa. La música retumbaba en mis oídos, debía admitir que el altavoz que Bryce se compró hacía apenas una semana en unos puestos de segunda mano, era bastante potente.— ¡Ven aquí! —los rizos castaños de Paola se movían de un lado a otro según Cameron la hacía girar.Había perdido a Nora hacía minutos, pero su argumento de que estaba "haciendo mezclas de alcohol" me daba que era erróneo, básicamente no puede decirme eso e irse en dirección contraria a las neveras portátiles llenas de alcohol.—Estás muy sola, ¿no?Sujeté con fuerza mi vaso con vodka, y me giré,
Repasaba con mi rotulador negro los dibujos infantiles que había pintado a lo largo del curso sobre mi mesa. No tenía ningún tipo de interés en lo que la señorita Wood pudiera contarnos sobre números o ecuaciones. Nora, a mi lado no paraba de apuntar cosas en su cuaderno, claro que a ella sí le gustaban las matemáticas, yo llevaba años cateándolas y dudaba que aquel año fuera diferente.—Quieres, aunque sea, disimular que haces algo productivo, tía —para un momento en que la profesora se calló para atender una duda, Nora miró mi mesa vacía —. Joder, ni siquiera has sacado el estuche, vaga de mierda.—Esta profesora me tiene manía, odio este instituto y más aún esta asignatura.Realmente lo odiaba, y tenía motivos: 1) el uniforme era feo, horroroso, espantoso y doloroso a la vista; 2) los co
El coche quedó en silencio unos segundos, no había música de fondo, e intentaba expulsar el humo lo más silenciosamente posible para no romper el silencio —y eso que se escuchaban los coches pasando junto a nosotros —. El Santa Mónica Boulevard era un lugar muy transitado, pasaba por la ruta estatal de toda California, y yo seguía sin saber a dónde tenía pensado llevarme por ese lugar.—Has escuchado mierdas de mí —joder, claro que sí; había escuchado de todo, ¡hasta que era un asesino! —, ¿por qué cojones sigues siendo tan gilipollas como para querer desmentir eso?Agité la cabeza. Él no lo entendía. De mí también se hablaba mierda, hasta en mi instituto de pijos se inventaban cosas sobre mí; que si era una zorra, que si iba a sitios ilegales, que si me drogaba... muchos de aquellos rumores
La casa Beta era reconocida por ser la segundona, la casa llena de chicos que no habían podido entrar en la casa Alfa. Poco a poco había dejado de ser una casa de segundones a pasar a ser una fraternidad de fiestas y alcohol —era la mejor en dar fiestas —. Estaba totalmente llena, había gente en la entrada de la casa que ya se tambaleaba, muchos de ellos vestían de amarillo azul —los colores de la UCLA —, con las caras pintadas, o chicos sin camiseta con la cara de un oso dibujada en sus tripas. Mason Lee, llevaba escrito en todo el torso la letra L en color amarillo, y se había pintado alrededor de color azul; parecía ir ya bastante bebido, porque cuando pasé por su lado y sus ojos algo rasgados se pegaron en mí para después rodearme con su gordo brazo, olía bastante a vodka y a marihuana.— ¡Mi pija favorita! —gritó.Empujé —
Lo tenía tan cerca que sentía mi cordura resbalando por los dedos, estaba perdiendo la noción y la sensatez. Quería saltarme encima —aunque ya estaba casi encima de él —y comérmelo, y no solo a besos. Su colonia ahora era más fuerte y embriagante, antes se mezclaba con el alcohol y el humo, pero ahora —a pesar del olor a marihuana —, estaba tan cerca de él que esperaba que mi pelo quedara con su olor.— ¿Me vas a rajar la moto? —sus dedos hormigueaban por mi mano al otro lado de su cadera, y tiró de esta pegándome jodidamente a él —Ten cojones a tocar mi moto...— ¿Y qué, Jax? —subí la cabeza, y apoyé una de mis manos en su duro pecho. Había pensado en sentarme sobre su regazo, pero pasaba, se me vería el tanga y no quería eso —Si no sabes amenazas para mujeres, cierr
El domingo por la mañana no salí ni un momento de la cama, llamé un par de veces a Nora —sin éxito —, y ya que no hablaba con mi mejor amiga y nadie me contestaba, me quedé tirada en la cama. Imaginaba las malas palabras que me dirían mis padres si me veían bajar después de haberme visto salir del coche de Jax con el vestido que mi padre odiaba. Si hubiera visto a Samay... si la hubiera visto, porque se había ido a dormir a casa del estúpido de su novio y a eso de las once de la mañana habían llegado.Mi móvil sonó a las doce en punto con un número desconocido, y lo cogí escuchando de fondo las voces de mi hermana y Adán en el pasillo.— ¿Y tu hermana Andra? —preguntaba Adán. Gilipollas, no tiene más hermanas —Hay que darle los buenos días.—Sabes que no la g
Sus labios dejaron los míos lentamente, y cuando abrí los ojos él seguía allí, con sus cálidas manos en mis mejillas y su nariz rozando la mía. Parecía que el sol lo recortaba, y tenía una de esas pequeñas sonrisas que me gustaban tanto.— ¿Quieres hacer algo que te distraiga? —me preguntó suavemente.Me limité a asentir retirando mis manos de sus hombros y dejándolas caer a los lados de mi cuerpo. Realmente no sabía qué hacer, pero estar con él ya me distraía de los conflictos que tenía en mi casa.—Podríamos ir a comer o no sé, hacer algo.Apretó los labios en una sonrisa, y sus dedos pasaron por mis brazos en una caricia que me puso la piel de gallina. No había casi personas en la calle, a casi treinta grados por las calles de Hollywood a las tres de la tarde... no me extra&nt
A la mañana siguiente no desperté con Jax Jones al lado, mucho menos abrazándome, estaba sola en la cama y en la habitación. Eran pasadas las diez de la mañana, y el móvil vibraba constantemente sobre la mesilla sacando la cara de Paola en una foto.—Hola —contesté con voz ronca al descolgar.— ¡Buenos días por la mañana! —exclamó —. Había pensado que podríamos ir esta tarde a por los vestidos. Abby y Nora van a ir con Jordan por que bueno... ya sabes...Sí, ya sabía que Abby y Jordan se morían el uno por el otro, y Nora intentaba juntarlos porque decía que su hermano acabaría con sida si seguía follando con tantas zorras.—Tengo yo vestidos en mi casa —dije, sacando l