Epílogo

Estaba loco, jodida y maravillosamente loco. ¡¿Casarnos?! Ni siquiera lo podíamos hacer en Nueva York, allí yo era menor de edad todavía, debíamos viajar a otro estado, como Las Vegas, o de vuelta a California. 

—Tu quieres esperar a ser más mayores, Jax —afirmé; me removí sobre él queriendo bajar, pero él me siguió agarrando con toda la firmeza del mundo —. Eres tan jodidamente contradictorio... 

Negó, y su pelo —ya algo más largo y rizado —se movió de lado a lado. Me bajó, y en cuanto mis pies tocaron el suelo me separé de él para cerrar la puerta corredera de la terraza; estábamos hablando de algo serio e intímo, y solo quería que nos preocupara a Jax y a mí. Corrí la cortina blanca para taparnos, y vi antes a Nora y a Trent hablando con mi hermana en medio como si vier

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