Cuando me desperté, apenas reconocía el cuerpo de Jax bajo la oscuridad de la noche. El contraste frío de los piercings de sus pezones me daban escalofríos sobre la piel caliente de mi cuerpo aprisionado por el suyo. El reloj digital en la mesilla marcaba las cuatro de la madrugada del once de agosto. Mi cumpleaños. Jax se removió, y quitó su cabeza de mis tetas para aferrarme con sus brazos sobre su cuerpo; ya no me sorprendía, era así todas las noches, cambiábamos de posición una y otra vez mientras dormíamos, cada día despertábamos de formas diferentes uno sobre el otro.
- - -
Me desperté poco a poco, viendo como los rayos de sol eran camuflados levemente por la cortina de la ventana. Estaba sola en la cama, y la camiseta de Jax que llevaba puesta se me había subido hasta dejar casi a la vista mis tetas sin sujetador.
No escuchaba nada, e imag
Estaba loco, jodida y maravillosamente loco. ¡¿Casarnos?! Ni siquiera lo podíamos hacer en Nueva York, allí yo era menor de edad todavía, debíamos viajar a otro estado, como Las Vegas, o de vuelta a California.—Tu quieres esperar a ser más mayores, Jax —afirmé; me removí sobre él queriendo bajar, pero él me siguió agarrando con toda la firmeza del mundo —. Eres tan jodidamente contradictorio...Negó, y su pelo —ya algo más largo y rizado —se movió de lado a lado. Me bajó, y en cuanto mis pies tocaron el suelo me separé de él para cerrar la puerta corredera de la terraza; estábamos hablando de algo serio e intímo, y solo quería que nos preocupara a Jax y a mí. Corrí la cortina blanca para taparnos, y vi antes a Nora y a Trent hablando con mi hermana en medio como si vier
ANDRAYa me estabaacostumbrando y era rutina, pero no una rutina de las aburridas, era una rutina preciosa y de la que no podía cansarme.Llegué al ático, dejé mi mochila con los apuntes al lado de la puerta, y el bloc que usaba para mis diseños sobre una pequeña mesa dónde teníamos guardadas las llaves y algunas facturas. La casa estaba helada —literalmente —, el invierno había llegado con fuerza y persistía en no querer subir la temperatura a por lo menos unos cinco grados. No me deshice de mi bufanda ni de mis guantes hasta que encendí la calefacción y empecé a sentir el calor hogareño que me brindaba mi casa. Siempre lo dejaba todo desparramado, y cuando Jax llegaba de la empresa me
ANDRA—Pues enhorabuena, famosilla, vas a conseguir que ha Jax le de un infartoApreté el puente de mi nariz y me tiré sobre la cama de espaldas.¡Genial, Andra, lo has hecho genial!me animé. Nora me miraba con una mueca en los labios, y se tiró encima mía abrazándome, pero enseguida se movió y me pidió perdón.—Mierda, Nora—me tapé la cara con las dos manos y suspiré—. Después de esto me va a sacar los ovarios.—Venga tía, no te preocupes, ya habíais hablado de esto ¿no? Según mis cálculos y al ritmo que ibais, esto os debería de haber pasado cuando tenías diecinueve años.Solté una risilla. Si bien Jax y yo ya habíamos hablado de un futuro con hijos, no estaba segura de s
ANDRANo me acostumbraba a soportarun peso de más como si cargara una mochila llena de piedras, pero mi dolor de espalda valía la pena cada vez que me miraba al espejo y veía mi abultado vientre. Llevaba seis meses de embarazo, y aunque todavía le faltaba crecer, nuestro hijo tenía todas las de salir igual de grande que Jax. Entre que yo era muy delgada y pequeña, y que Jax era como un armario de músculos, temía que mi hijo me rompiera al nacer.—Andra.Miré hacia la puerta del baño; Jax llevaba un buen rato allí metido arreglándose; nuestras familias y amigos querían celebrar Halloween, y aunque a mí me mataban los pies y la espalda si andaba mucho, yo también quería celebrar esa fecha tal y cómo llevábamos haciendo a
ANDRANo estabanerviosa, solo me sudaban las manos, el corazón me latía a mil por hora, sentía naúseas... ¡Joder, me casaba por fin!Diez años, diez años habían tenido que pasar para que Jax y yo nos encontrásemos en aquella iglesia pequeña. A penas llegábamos a las veinte personas, toda la prensa y periodistas de revistas estaban perdidos por ahí. Desde que me había hecho oficialmente conocida como diseñadora de moda—hacía tres años—, mi foto salía en periódicos, en la televisión... y ¡hasta me invitaron a una alfombra roja! a la cual fui con un Jax en traje y sin mi hijo, al cual tuve que dejar en manos de Nora y Trent aunque no quería.Llevaba puesto aquel vestido que una vez diseñé, no era blanco, era
Decidí pasarme la tarde en la soledad de mi habitación antes que soportar a los "amigos" de mi hermana en el salón. Sus hipócritas sonrisas me daban ganas de vomitar, y el brillo en sus ojos cuando mi hermana les decía de invitarles a algún sitio era penoso. Que tuviéramos dinero no quería decir que fuéramos gilipollas... o bueno, mi hermana podía serlo un poco; se dejaba manipular y enredar por las zorras que tenía como amigas y acababa siempre envuelta en algún lío, por no decir que su "novio" me había metido mano varias veces, ¿acaso no tenía suficiente madurez a sus veintiún años que tenía que acosar a la hermanita de diecisiete años de su novia? No lo sabía, pero aquello siempre me hacía discutir con Samay.—Andra —la suave voz de mi hermana se cuela a través de la puerta, y no me muevo de la ca
—No, gracias, solo... solo busco una mierda que no aparece —acabé mascullando — ¿Tú necesitas algo?Mi mono de tabaco me estaba poniendo nerviosa. Solo uno, un jodido cigarro entre mis labios y sería feliz. No me consideraba una fumadora pasiva, pero sí fumaba de vez en cuando y en casos de estar en fiestas, era una fumadora social.—Una cerveza.Ya no iba a encontrar mi tabaco, así que me acerqué a la nevera y cogí el primer botellín de cerveza que vi. La nevera estaba llena de comida, pero pocas veces comía en casa, solía ser más de ir a Jerry's con mis amigos y disfrutar de una comida divertida.Me giré hacia el chico, y apreté los labios en una sonrisa ladeada mirándole. Si quería conseguir algo más de él que solo cuatro palabras, debía saber su nombre.— &ique
Las calles del vecindario estaban casi desiertas salvo por algún que otro niño en bici, y no era para menos, con todo el calor de California no me extrañaba que las playas estuvieran llenas en pleno junio.—Eh tú —Nora tiró de mi camiseta, y se pegó a mi costado mirando al frente —. Si ese pivón quiere una noche loca, que sea la mejor la que se lo lleve.Oh sí, tenía que ser la mejor si quería a Jax Jones en mi cama y haciéndome disfrutar. Él podía ser todo aquello que los rumores decían, y esa frase que tanto le gustaba de: las mujeres solo sirven para follar; yo se la aplicaba a él en cualquier sentido, podría esforzarse más que ninguno en demostrar que era bueno en sus mierdas, pero la actitud que me había demostrado se lleva todos sus esfuerzos por delante dejándole en... eso, solo un buen físico y una p