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Soy una reina, una dama y una m*****a perra. No necesito de ningún hombre, aunque muchos están dispuestos a pagar mucho dinero por mí.

21 de febrero de 2023

Lionetta

Estoy harta de que mi padre intente obtener poder por medio de la venta de mi cuerpo, jamás voy a consentir que me utilice para conseguir dinero. Odio sentirme humillada, odio que me vean como a una m*****a presa de intercambio solo por ser una m*****a mujer. Juro que quería poner una bala en medio de su frente cuando aseguró que yo seguía siendo virgen y que debido a eso mi precio era aún mayor.

Si no se hubiese tratado de él, mi padre, su sangre habría corrido bajo mis pies. Odio haber tenido que nacer en medio de esta m*****a vida, estoy cansada de las tradiciones, de los acuerdos, de no tener el control total de mi vida. Soy la hija de uno de los hombres más importantes de Italia, la mayoría me considera como una niña caprichosa y testaruda, pero la verdad es que soy una mujer que no está dispuesta a dejarse doblegar por nadie, ni quiera por mi padre.

Mi padre es un empresario, se dedica a la producción, importación y exportación de vinos, sin embargo, tiene tratos con algunos líderes de la mafia, su deseo es convertirse en uno de sus miembros activos para poder contar con su respaldo en cualquier situación y para eso pretende utilizarme a mí, me ha ofrecido a cuanto consigliere o Capo se le ha cruzado en frente. Pero esto se acaba en este momento, me largo de este maldito país para siempre.

Subo en mi auto decidida a desaparecer de una vez por todas, arranco a toda velocidad con dirección a mi departamento, necesito recoger todo el efectivo que tengo y hacer una maleta, si utilizo las tarjetas de crédito es obvio que me encontrara de nuevo y enviara a uno de sus bárbaros por mí. Llego en poco tiempo al edificio, subo hasta mi piso y me dispongo a hacer todo lo que he pensado rápidamente. Me detengo y hago silencio cuando escucho un ruido.

Me acerco a la mesilla de noche y abro el cajón para tomar el arma que tengo en caso de emergencia, tomo una respiración profunda antes de salir a investigar. Sin embargo, no doy ni un paso cuando siento que me toman por la espalda y me cubren la boca con un paño, el olor penetrante me asquea, forcejeo, pero empiezo a sentir que mis fuerzas fallan, mis ojos se cierran… quedo inconsciente.

Malditos.

****  ****

Siento la cabeza pesada y a punto de explotar. Estoy despierta a pesar de que los parpados me pesan, intento recordar que fue lo que sucedió… abro los ojos de golpe y me doy cuenta de que estoy en una habitación a medio iluminar, salgo de la cama y lo primero que hago es buscar una pista de donde estoy, tengo que escapar y averiguar qué es lo que está pasando, si esto es obra de las estupideces de mi padre esta vez no se lo voy a perdonar.

—Bien, no te pusiste a llorar o a suplicar por tu vida… me agrada. —Me quedo paralizada al escuchar la voz masculina.

Enfoco los ojos y miro en torno a mí, pero no veo a nadie, de pronto la luz se enciende y puedo verlo, sentado al lado de una pequeña mesa circular al otro extremo de la habitación, esa parte estaba más oscura, es por eso que no lo vi antes. Me cuadro de hombros y le hago ver que no me intimida en lo absoluto, pese a sus ojos negros que me recorren de pies a cabeza, sin necesidad de moverse, siento como su aura dominante me invade y es una lástima, porque no estoy acostumbrada a ser la presa de nadie.

—¿Eres otro de los imbéciles que contacta mi padre para venderme? —inquiero en tono rudo—, te advierto que no estoy dispuesta a ser parte del intercambio.

—No, no conozco a tu padre y por lo que dices supongo que no pertenece a ninguna de las familias mafiosas de Italia, eso es perfecto. —Se pone de pie y camina hacia donde estoy.

Mantengo la mirada altanera y la frente en alto.

—¿De verdad piensas que por no pertenecer a una organización criminal soy una pobre e indefensa mujer? —Sonrío al ver como sus ojos se oscurecen aún más—. No sabes cuan equivocado estas —añado al tiempo que me inclino y apoyo mis manos en el piso para luego alzar una de mis piernas por la espalda y golpearlo, al conseguirlo me incorporo rápidamente con un giro en el que de nuevo lo golpeo con mi otra pierna.

Cuando realizo mi tercer movimiento e intento patearlo nuevamente, esta vez en el costado de la cara, me sujeta del tobillo con fuerza y tira de mí para luego cerrar su mano libre en torno a mi cuello.

—No, no lo eres y por esa razón es que te acabas de convertir en la mujer indicada para mí. —Su aliento golpea mi cara mientras nuestros ojos se envían dagas mutuamente—. Felicidades, en un par de horas te vas a convertir en la esposa de Matteo Messina. —Mi mirada cambia al escuchar cada una de sus palabras sin poder comprender del todo a lo que se refiere.

Me suelta y de un empujón me tira sobre un sofá. Sacudo la cabeza y centro mis pensamientos para volver al aquí y al ahora.

—De nuevo te equivocas, no estoy interesada en ser la esposa de nadie y menos de un imbécil con ínfulas de ser celestial —recalco poniéndome de pie una vez más para encararlo.

Se sonríe y juro que si no fuese porque estoy a punto de explotar, esa sonrisa me derretiría.

»Puedo ofrecerte un buen polvo, pero eso es todo, aunque pensándolo bien tendría que estar muy desesperada para aceptar follar con alguien tan insignificante como tú —añado al tiempo que lo recorro con la mirada, no cabe duda de que está muy bueno, pero me tengo en una estima muy alta y sería una vergüenza para mí caer tan bajo.

—Es mejor que te vayas haciendo a la idea, porque de esta habitación saldrás solo para asistir a nuestra boda, a convertirte en mi esposa —recalca sin que su sonrisa se borre, es tan malditamente arrogante—, dejaremos el buen polvo para nuestra noche de bodas. —Se acerca como un cazador y me toma de la barbilla con una de sus manos para luego inclinar su cabeza, giro la cara por lo que sus labios se desvían a la base de mi cuello, su respiración caliente envía impulsos eléctricos por todo mi cuerpo al tiempo que la humedad de su lengua provoca que se me erice la piel —. Espero que seas igual de buena en la cama —susurra y se aparta.

—No ha nacido el primer hombre que decida sobre mí y adelante, puedes tenerme encerrada todo el tiempo que se te pegue la m*****a gana en este lugar, igual no vas a conseguir que yo acepte ser tu esposa, y del polvo, preferiría la ablación total antes de acostarme contigo.

—Vas a suplicar que te folle, te lo aseguro —bufa arrogante, enarco una ceja y sonrío con la misma arrogancia.

—Mientras más grande es el ego, más diminuta es la realidad. —Sus ojos se inyectan de furia, de nuevo cierra su mano en mi cuello y sin previo aviso me hace retroceder hasta impactar en la pared en donde pega su cuerpo al mío con rudeza y se restriega de un lado a otro dejándome sentir su prominente dureza.

Se me hace agua la boca y no voy a negar que también estoy excitada, mojada, por alguna sádica y sucia razón, quiero que me coja ahora, que me abra a la mitad y expíe mi alma con  su polla.

—Vas a llorar cuando te parta en dos, con lágrimas en los ojos vas a pedirme que te folle hasta que mueras —susurra con la voz ronca.

—Serás tú quien se humille y me suplique por el infierno que llevo por dentro. —Recurro a su misma técnica, por lo que saco la lengua y se la paso por el costado de la cara de una forma muy sugestiva logrando que se tense.

—Podemos adelantarnos —dice y me sujeta la cara con su mano libre para luego pegar su boca a la mía salvajemente.

Permito que su lengua se encuentra con la mía y se reconozcan, sin embargo, cuando siento que empieza a aflojar su agarre, levanto la pierna con fuerza y le clavo la rodilla en las bolas, obligándolo a retroceder al tiempo que ruge amenazador.

—Te dije que prefiero que me extirpen la vagina completa antes que tener que abrirte las piernas a ti, imbécil —declaro seguido de mi puño impactando en el costado de su cabeza.

Cae al piso, pero es obvio que no va a durar mucho tiempo inconsciente, es hora de escapar. Respiro y sonrío internamente, acabo de tirar al piso a un tipo mucho más grande y corpulento que yo. Es cierto que mi familia no pertenece a la mafia, hemos hecho nuestra fortuna al margen de esa realidad, sin embargo, el peligro siempre está latente y por ese motivo fue que hace varios años tomé la decisión de entrenar, de aprender a cómo defenderme de imbéciles iguales a este.

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