Desde hoy la oscuridad es mi aliada; el infierno, mi hogar y tu mirada, mi desgracia. Juro que convertiré tu vida en un maldito deseo de querer morir.
Lionetta
De algún modo masoquista, su presencia me estremece, no solo es el miedo que me causa, hay algo más que me niego a reconocer. Por primera vez me permito detallar su rostro mientras ambos nos retamos con la mirada, tiene una cicatriz que le divide la ceja izquierda en dos, y llega hasta dos dedos por debajo del ojo, es delgada y blanquecina. Acentúa su rasgo peligroso, es un constante recordatorio de su poder en un mundo donde la muerte siempre permanece cerca. Y ahora yo estoy en su camino.
Giro la cabeza cuando el juez se aclara la garganta llamando la atención de ambos. Un hombre igual de peligroso, pero menos temible, es común ver a hombres de posiciones elevadas pertenecer a organizaciones criminales como esta, claro que su posición subordinada es secreta y sirven de espías para el Capo.
—Señorita Lionetta Petrucci… —Hace una pausa y mira a mi captor con ojos preocupados—. Capo, se ha dado cuenta de que la dama no…
—Continúa. —Su tono frío hiela las palabras del hombre.
En las pocas horas que llevo conociéndolo no lo he visto alzar la voz ni alterarse y no sé si eso sea un aviso mayor de lo que me espera, sin embargo, no pienso solo bajar la cabeza, nunca lo he hecho y aunque no esté segura de sí me conviene o no, no empezaré a hacerlo ahora.
—¿Qué es lo que quería decir? —pregunto mirando al juez directo a los ojos, su mirada se desvía hacia el Capo y con el rabillo del ojo veo como este asiente con la mirada.
—Usted no es miembro de ninguna de las familias de la mafia, no conoce nuestras costumbres ni normas, por lo general no es conveniente que un individúo ignorante, con todo respeto, de todo esto, ingrese de forma directa sin pasar antes por un entrenamiento previo y la ceremonia —explica con claridad.
—¿Y eso significa? —cuestiono intrigada por la ceremonia que menciona.
—Que yo te enseñaré lo que necesites aprender. Prosiga. —El juez asiente y se apresura.
La voz del hombre a mi lado parece ser la única ley que la mafia conoce.
—Señorita Lionetta Petrucci, acepta como esposo al señor Matteo Messina. —Miro con deseos de haber tenido el valor de quitarle la vida a quien ahora es dueño de mi destino.
—Sí. —Trago saliva al ver la sonrisa que se forma en sus labios.
—Señor Matteo…
—Si —responde antes de que el juez termine de formular la pregunta.
—Los declaro oficialmente unidos en matrimonio —declara el juez luego de que cada uno ha dejado su firma plasmada en un grueso libro.
Su segundo y una de las mujeres que me ayudó a preparar sirvieron de testigos. Tenía entendido que las bodas de los mafiosos eran ridículamente ostentosas, sin embargo, esta fue corriente y mucho más ordinaria que una boda convencional.
—Felicidades, Matteo. —Su segundo le estrecha la mano y luego asiente con la cabeza en mi dirección.
El juez toma los documentos y el libro y se retira en silencio asegurándole de que pronto recibirá el acta de matrimonio.
—Que todos lo sepan, desde este momento todo el que se atreva a mirarla dos veces, decir algo indebido sobre ella, tocarla o este en desacuerdo tendrá que entregarme su cabeza —pronuncia el Capo sin ningún tipo de emoción.
—Ya todos están enterados, al menos los hombres que se encuentran aquí, pero me encargue de enviar un mensaje a los Don y a los Caporegime de cada familia para que se encarguen de esparcir la noticia, pero… —La mirada de Matteo detiene sus palabras—. Pero tomarán a mal que el líder de la organización haya ocultado su boda.
—¿Crees que me importa lo que esos imbéciles piensen, Lorenzo? La única reacción que espero disfrutar es la de mi padre, es hora de que al fin deje de joderme y desaparezca por completo. —Trago saliva.
—Como digas, ¿y ahora qué?
—Iremos a América, ¿tienes todo listo?
—No pienso ir a América con ustedes —declaro interviniendo por primera vez. —Matteo ríe y voltea a verme.
—Ya tú no tienes poder sobre ti, querida. —Se me seca la boca cuando se acerca lenta y peligrosamente, sus ojos brillan con intensidad—. Tú iras a donde yo diga, harás lo que te diga y pensarás como a mí se me dé la gana. —Su voz fría me calienta la piel, es imposible que me sienta atraída a un demonio como él.
En alguna parte hace mucho tiempo, escuché hablar sobre el semental de Sicilia, se referían a él, a su crueldad, a lo despiadado de su alma oscura.
—Ya te lo dije, podrás hacer lo que se te dé la gana conmigo, pero jamás tendrás mi voluntad —afirmo sosteniéndole la mirada.
Su segundo retrocede y sale de la estancia sin hacer ruido, es impresionante como le obedecen sin que él tenga que pronunciar ninguna orden. No importa cuando miedo me cause su presencia imponente y despiadada, no voy a retroceder ni un solo paso y aunque me cueste la vida me mantendré firme.
»Puedes matarme ahora mismo, no le tengo miedo a la muerte siempre que me mantenga alejada de ti. —Acabo con el poco espacio que nos separa, puedo sentir su respiración caliente, golpear mi cara.
No había dimensionado antes su altura, pero al tenerlo así, tan cerca me obliga a inclinar la cabeza hacia atrás para poder ver el ébano en sus ojos. Sonríe de medio lado al tiempo que siento como sus dedos se deslizan sobre mi mejilla.
—Antes eras mi prometida y no podía hacerlo, ahora eres mi moglie y antes de hacerte daño, primero tendría que arrancarme mi propia vida. —Mis ojos se fijan en el movimiento hipnotizante de sus labios—. No importa cuánto hagas, ahora estás unida a mí y es para siempre, está en tus manos hacer de este matrimonio algo difícil o el mejor de todos. —Coloca sus manos en mi cintura y me oprime contra su cuerpo, obligándome a colocar las palmas de mis manos sobre su pecho—. Si eliges la segunda opción, te aseguro que tendrás el mundo a tus pies, porque me tendrás a mí y yo soy su único dueño. —Su arrogancia no tiene límites, pero me gusta, morbosamente lo hace.
—Para mí tú sigues siendo nadie... o mejor dicho, solo eres un matón mediocre que usa el miedo para someter a todos a su alrededor, pero conmigo te falló, no te tengo miedo y no pienso bajar la cabeza delante de alguien completamente inferior a mí —declaro rotunda y esbozo una sonrisa que acentúa mis palabras.
Me oprime con más fuerza antes de colocar una de sus manos detrás de mi cabeza y sujetarla con fuerza, al tiempo que inclina la suya y pega su boca a la mía con rudeza. Tira de mi pelo obligándome a abrir la boca cuando jadeo debido al dolor que me produce, lo que aprovecha para meterme su sucia lengua.
Intento con todas mis fuerzas alejarlo de mí, lo empujo, pero el muy maldito parece tener unas tenazas por brazos. Trato de mover la cabeza a los lados para evitar que continúe besándome, sin embargo, su agarre en mi cabello me limita el movimiento.
Golpeo su pecho, lo empujo, gimoteo, pero todo es inútil hasta que decido seguirle la corriente y aceptar que sus labios saboreen los míos, le permito entrar en confianza mientras recurro a toda mi cordura para no dejarme arrastrar por su forma sucia y salvaje de poseer mi boca. De pronto un sabor metálico se impregna en nuestros paladares, él detiene sus movimientos, pero no se separa.
Siento su sonrisa sobre mis labios al tiempo que su sangre mancha su piel y la mía.
—Soy inmune al dolor moglie —confiesa y de nuevo me besa, pero esta vez solo dura un par de segundos.
Me suelta y se aparta sin dejar de mirarme. La sangre le brota desde el labio, pero a él eso parece no afectarle en lo más mínimo, no obstante, yo me limpio como una demente, no solo la cara, sino la lengua, queriendo eliminar el sabor ocre de su sangre y de su boca.
—¡Eres un maldito salvaje! —grito.
Tengo el corazón acelerado y la piel me hormiguea. Y si soy sincera, mi vagina palpita como una demente necesitada de sexo. Pero no pienso darle el gusto de follarme, antes prefiero morir en celibato.
Hace mucho tiempo deje de ser virgen, me harte que mi padre ofreciera mi virtud a cuando mafioso se le cruzaba en el camino. No me importaba no tener un recuerdo especial de mi primera vez, porque al menos estaba segura de que ningún miembro de la mafia querría a una mujer que había sido de otros, al menos no para conformar una familia de honor, pero ahora estoy aquí en manos del Capo de capos.
Eres lo más hermoso que mis ojos han visto, ahora me perteneces, soy tu maldito dueño y no existe nada en este mundo que no haga por ti, mi regina.MatteoEl sabor de mi sangre en mi boca es un preámbulo de que lo que será mi vida al lado de ella. Pero también me demuestra que no me equivoqué al ir en contra de la voluntad de mi padre. Es absurdo intentar comprender como uno de los hombres más poderosos de Italia tenga que apegarse a reglas y costumbres que nada tienen que ver con el verdadero poder.—Regresa a tu habitación y prepárate para viajar —ordeno con voz calmada—, y no te atrevas a desafiarme, mi paciencia tiene un límite y no vas a querer conocerlo. —Salgo del despacho y me reúno con Lorenzo que me espera afuera.—Tu regina es de armas tomar —comenta al ver la sangre, lo miro fulminándolo con los ojos y su sonrisa burlona desaparece—, todo está listo para que partamos en dos horas, ordené que todas las suites del The Langham Chicago fuesen reservadas para nuestros hombres y
Sangre y poder, la una no puede existir sin la otra. Toma mi sangre de todos modos, tuyo es el poder y no existe nada que yo pueda hacer para cambiarlo.LionettaEstoy a quince mil pies de altura, en un jet privado rodeada de matones peligrosos, sin ninguna posibilidad de escapar, a menos que consiga como lanzarme sin paracaídas desde esta altura y sobrevivir a la caída. No soporto la idea de que quieran controlar mi vida y eso es precisamente lo que él quiere hacer, no vale la pena que le haga la vida imposible, ya me aseguró que ni así me dejara ir.Mis opciones disminuyen.Cierro los ojos y apoyo la cabeza al respaldo del asiento, necesito ser paciente, estar alerta y esperar el momento adecuado. Respiro y las imágenes de lo que sucedió antes de subir al avión regresan a mi cabeza, la sangre, los tiros, la mirada de Matteo, la frialdad en su rostro, su pasibilidad.Me estremezco involuntariamente.Perdí el conocimiento, al ver el demonio reflejado en la oscuridad de sus orbes.—¿Ne
No te puedo amar en la oscuridad, tampoco en la luz, no creo que algo tan puro como el amor realmente exista, porque las almas, sin importar de qué lado estén, son almas perdidas y sin salvación. No, no te puedo amar en la oscuridad, pero soy incapaz de alejarme de estas tinieblas en las que me prometes que gobernaré tu mundo.LionettaMi aliento se mezcla con el suyo, provocando que un extraño deseo surja entre los dos. Los latidos de mi corazón son incontenibles, puedo escucharlo retumbar con fuerza en mis oídos. Cierro los ojos cuando suelta mi cuello para acariciar mis labios con su pulgar, lo mete en dentro de mi boca, mi lengua acaricia la punta.—Solo dos cosas te exijo —pronuncia—, lealtad y respeto. —Saca el dedo de mi boca—. Y tendrás toda mi confianza. —Se separa de mí dejando una sensación de vacío.Los pulmones me duelen, el escozor en mi piel, en mi intimidad, en mi mente. ¡Maldición, quiero que me coja sin descanso, que me folle hasta que el coño me duela de tanto reci
Mis manos manchadas de sangre han jurado protegerte. Mi piel cubierta de cicatrices resiste por ti. La oscuridad se aparta temerosa de tu luz y yo me doblego: cruel y frío a tus pies.MatteoMe aparto sin despegar los ojos de él, se gira bruscamente por lo que aprovecho y de una patada le tiro el cuchillo de la mano, lo que lo obliga a enfrentarme puño a puño. Me mira y sonríe entendiendo mi plan.El ruido, los gritos, los silencios contenidos. Puedo percibir todo al mismo tiempo, pese a que mi atención está centrada en un solo punto.—¿Crees que no puedo vencerte sin ese cuchillo? —Entrelaza los dedos de ambas manos y se los suena, para luego hacer lo mismo con su cuello—. Voy a apretar tan fuerte tu cuello que vas a escuchar cómo se te quiebran los huesos mientras te estrangulo —afirma.—Hablas demasiado. —Nos lanzamos de nuevo al combate, me lanza una serie de golpes con los que no consigue causarme daño, veo su cara de sorpresa y me aprovecho de ello para pasar mi brazo alrededor
Verte entregada, sumergida en mi infierno… eres el ángel que abrió sus alas para liberarme, pero en el proceso te convertiste en el demonio que dicta mi castigo.MatteoMe pierdo en su sabor mientras ella se entrega a las sensaciones que le produzco. Tira la cabeza hacia atrás y deja salir un fuerte gemido desde lo profundo de su pecho, sus manos se cierran en puño sobre las sabanas de la cama, al tiempo que sus caderas cobran vida y se mueven de arriba a baja con suavidad.—Eres un maldito enfermo —musita con los dientes apretados—, pero no te detengas, no ahora —añade.Sonrío dentro de su encharcado coño. Su declaración audaz provoca que me duela la polla y que el deseo de follarla sin contemplaciones se intensifique. Subo las manos hasta encontrarme con sus senos, los tomo y amaso con fuerza, tiro de los pezones y los hago rodar entre mis dedos hasta dejarlos tan duros como una piedra.Siento sus dedos enredarse en mi pelo para luego aprisionarme con fuerza contra su coño al tiempo
Tu destino, tu vida y tu muerte me pertenecen. Desde que tu cuerpo también fue mío, lo único que te queda es suplicar que te tome una y otra vez.Y yo tendré piedad de ti, mi ángel oscuro.MatteoCon Lorenzo realizo una visita de cortesía para atender un supuesto ajuste en las ganancias de los miembros. Es claro que soy un criminal, pero no por eso soy injusto con quienes trabajan para mí.Delante de mí tengo al jefe de los Rizzuto, una familia que se inicia en este mundo y por lo que me han informado ha dado grandes avances, me observa con arrogancia demostrando que aprendió bien de su mentor, sin embargo, nadie está exento del poder que ejerzo ni del miedo que infundo.—Entonces, según tu creencia, quienes hacen el trabajo sucio mientras tú te quedas aquí, en la comodidad de tu casa, merecen ganar un porcentaje menor al que ya recibían. —Le hago una seña con la mano para indicarle que no abra la boca—. Bien, anoche, los cinco jefes de las familias con mayor poder se fueron de vacaci
Tu cabeza frente al cañón que mi mano sostiene es la prueba de que tu alma es solo mía y tu sangre fría o caliente solo bañara mi piel cuando la muerte te alcance luego de haberme quitado del camino.LionettaMaldición, maldición, maldición.No sé qué es lo que demonios estoy pensando, se supone que desprecio a este imbécil con todas mis fuerzas. No sé por qué no puedo controlar este deseo que despierta, no es diferente a otros hombres y aun así consigue hacer que mi mente quede en blanco cuando está delante de mí.El aroma a peligro, a muerte que desprende es un elixir que me seduce, he rechazado a tantos y los he mandado al demonio una y otra vez, sin embargo, Matteo Messina me demuestra que no soy yo la que decide en este caso, pero me resisto a aceptar que esa sea mi realidad.—No sé qué maldición me echaste encima, no sé cómo hiciste para embrujarme. —Se acerca y me abraza con uno de sus brazos y con su mano libre acaricia mi mejilla. ¿De verdad un hombre con tanta sangre encima
Danzo en la oscuridad, me baño con su sangre, me regocijo en las tinieblas y me apodero de su alma oscura, me convierto en la reina de este infierno en el que solo la muerte puede ponerle fin a lo que nos une.26 de febreroLionettaDe nuevo en Sicilia. Hace cinco días que conocí al demonio y hace un día que tomé la decisión de ser su compañera. No me ofrece nada que no me pueda dar, entre los dos no habrá un amor romántico como ese con el que sueñan todas las mujeres.Yo nunca he soñado con un amor así.Sin embargo, lo que me ofrece y me da es mucho más valioso y con eso es más que suficiente para entender que encontré mi lugar en el mundo, aunque me sigo sintiendo confundida, las palabras que Matteo dice, su modo de actuar.Dice que no me ama, que no puede albergar ese tipo de sentimientos en su corazón porque no lo tiene y aun así es capaz de confesar que el mundo es insignificante a mi lado, fue capaz de jurar que destruiría todo con tal de protegerme y estoy segura de que no mien