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Verte entregada, sumergida en mi infierno… eres el ángel que abrió sus alas para liberarme, pero en el proceso te convertiste en el demonio que dicta mi castigo.

Matteo

Me pierdo en su sabor mientras ella se entrega a las sensaciones que le produzco. Tira la cabeza hacia atrás y deja salir un fuerte gemido desde lo profundo de su pecho, sus manos se cierran en puño sobre las sabanas de la cama, al tiempo que sus caderas cobran vida y se mueven de arriba a baja con suavidad.

—Eres un maldito enfermo —musita con los dientes apretados—, pero no te detengas, no ahora —añade.

Sonrío dentro de su encharcado coño. Su declaración audaz provoca que me duela la polla y que el deseo de follarla sin contemplaciones se intensifique. Subo las manos hasta encontrarme con sus senos, los tomo y amaso con fuerza, tiro de los pezones y los hago rodar entre mis dedos hasta dejarlos tan duros como una piedra.

Siento sus dedos enredarse en mi pelo para luego aprisionarme con fuerza contra su coño al tiempo
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