8

 No te puedo amar en la oscuridad, tampoco en la luz, no creo que algo tan puro como el amor realmente exista, porque las almas, sin importar de qué lado estén, son almas perdidas y sin salvación. No, no te puedo amar en la oscuridad, pero soy incapaz de alejarme de estas tinieblas en las que me prometes que gobernaré tu mundo.

Lionetta

Mi aliento se mezcla con el suyo, provocando que un extraño deseo surja entre los dos. Los latidos de mi corazón son incontenibles, puedo escucharlo retumbar con fuerza en mis oídos. Cierro los ojos cuando suelta mi cuello para acariciar mis labios con su pulgar, lo mete en dentro de mi boca, mi lengua acaricia la punta.

—Solo dos cosas te exijo —pronuncia—, lealtad y respeto. —Saca el dedo de mi boca—. Y tendrás toda mi confianza. —Se separa de mí dejando una sensación de vacío.

Los pulmones me duelen, el escozor en mi piel, en mi intimidad, en mi mente. ¡Maldición, quiero que me coja sin descanso, que me folle hasta que el coño me duela de tanto recibirlo!

—Eres un asesino —musito intentando recuperar la cordura—, no se le puede ser leal a alguien como tú, ni mucho menos respetar lo que haces. —Mis palabras no tiene sentido, pero no sé qué más decir.

Mi cabeza es un completo desastre.

Sonríe como si mis palabras fuesen un halago para él. Me toma de la mano y me arrastra fuera del ascensor hasta la puerta de la suite, antes de entrar veo a cuatro hombres, dos toman lugar a cada lado del ascensor y se ocultan gracias al ángulo decorativo que lo rodea, los otros dos están delante de la puerta a la que nos dirigimos y se apartan de ella para que Matteo y yo entremos.

Observo mejor, y me doy cuenta de que estamos en el último piso y ese elevador es la única entrada y salida.

—Todo el piso es mío —dice al entrar. Me suelta—, puedes hacer lo que quieras siempre que no sea escapar, mis hombres no lo van a permitir. Te aconsejo descansar. —Se da la vuelta para volver a salir.

—¿Vas a dejarme encerrada? —pregunto.

—No cerraré con llave, sin embargo —Gira y camina de nuevo hacia mí—, el ascensor necesita un código que se obtiene con lealtad. —Sonríe—. Y yo soy un asesino. —Respiro con fuerza y desisto de responder, cualquier cosa que diga él lo utilizará en mi contra.

De nuevo gira y camina hacia la puerta. Su porte arrogante deja entrever el alcance de su poder, aunque no hace falta apreciar la seguridad con la que se desenvuelve para estar seguro de que tiene todo un ejército a sus pies. No existe una sola persona en toda Sicilia que no sepa de su existencia, aunque a decir verdad, nadie conoce su rostro.

En la internet no hay fotos suyas ni de ningún miembro de importancia; policía, el FBI, el FICCO, ninguna de esas instituciones conoce su rostro, nadie lo ha visto en realidad, aunque imagino que sospechan de muchas personas. ¿Quién se imaginaría que un hombre tan atractivo tuviera el alma tan podrida?

Sacudo la cabeza para espantar los pensamientos, sigo parada en el mismo sitio en el que me dejó: sola y con ganas de una cogida. Definitivamente, estoy perdiendo la cabeza, es imposible que yo esté pensando en tener sexo con él o que tan solo me haya cuestionado en mi deseo de escapar. Quizás mis opciones son escasas y prácticamente inexistentes, pero no por eso debo dejar de intentarlo.

Voy a la habitación y me quito la ropa, me quedo completamente desnuda antes de tirarme a la cama, flexiono mis rodillas a la vez que con mis manos masajeo mis senos y acaricio mi piel. Cierro los ojos e intento recordar las sensaciones que me produjo hace un instante en el elevador, la adrenalina que sentí cuando sostuve el arma sobre su frente.

Una de mis manos desciende lentamente hasta que llega a mi encharcado coño, meto dos de mis dedos en mi interior y simulo una penetración constante y rítmica que lentamente me ayuda a elevarme. Con mi otra mano me pellizco los pezones y tiro de ellos causándome un dolor placentero que me nubla la razón.

Saco mis dedos y me los llevo a la boca para sorber con ímpetu el sabor de mi excitación, para luego devolver mi mano hacia mi coño, pero esta vez sitúo los dedos sobre el clítoris; froto con furia y vigor formando círculos que me trastornan. Tiro la cabeza hacia atrás y dejo salir los jadeos que se forman en mi pecho, me sacudo involuntariamente cuando finalmente alcanzo el orgasmo.

Sus ojos negros me miran, su voz acaricia mi oído, el calor de su cuerpo me arropa y prolonga el clímax de mi aventura. Su nombre se forma en mis labios, sellando mi destino a su lado.

Matteo

—Sus cabezas serán las primeras que cortaré si sucede algo que no me guste —advierto sin detener mis pasos.

Tomo el ascensor y marco el código para llegar hasta la recepción donde me espera Lorenzo. No quiero dejar a Lionetta sola, pero no puedo detener mis asuntos por ella, me gustaría saber qué es lo que está tramando para intentar escapar de mí.

—Matteo, los jefes esperan en el club —informa al verme.

—¿Aseguraste el hotel?

—Coloqué hombres en cada entrada y salida. —Me hace un recuento de las medidas de seguridad que ha tomado para asegurar que la vida de mi esposa no corra riesgo, incluyendo un par de hombres dentro del ascensor privado.

—De acuerdo, vayamos con esos hijos de perra, no les hagamos esperar. —Nos subimos en uno de los autos y partimos hacia el hoyo, uno de los tantos clubes nocturnos que poseemos.

La organización no solo se enfoca en la extorsión o en el tráfico de drogas y armas para subsistir, para que todo funcione correctamente es necesario que manejemos una serie de negocios que nos ayude a lavar el dinero que obtenemos y que además nos haga parecer personas respetables ante la sociedad.

Por ejemplo, en los clubes y discotecas, al ser negocios que ofrecen un servicio no contabilizable, podemos lavar la mayor cantidad de dinero posible, en cambio, en hoteles como el que acabamos de dejar, el lavado es menor, pero nos sirve para demostrar que no nos movemos por detrás de la ley, sin embargo, la mayoría de estos negocios están a nombre de un testaferro que sirve para encubrir mi identidad.

—Hemos llegado. —Salgo de mis pensamientos y me concentro en el aquí y en el ahora—. ¿Estás seguro de que quieres hacer esto? Podemos matarlos y ya, sin necesidad de que te ensucies con esta porquería —cuestiona Lorenzo.

—Lo tomaré como una práctica, hace tiempo que no lanzo algunos golpes y creo que me empiezo a oxidar —respondo con una sonrisa danzando en mis labios—, ¿los demás saben lo que deben hacer?

—¿Tengo cara de ser un inútil? —inquiere y me hace una seña para que entremos.

Vamos directo a los baños en donde Lorenzo me entrega un bolso de gimnasio, saco una capa con capucha en tela de satén de color negro con el borde en dorado, en el centro el título: El semental de Sicilia, destaca en letras plateadas.

Me quito la parte superior de la ropa y me coloco la capa, me ajusto la capucha, antes de salir también me quito el collar de mi madre y se lo entrego a Lorenzo.

—Ya avisé que estás aquí, puedes pasar al rin —Asiento y me encaminó con él detrás de mí hacia la jaula de pelea.

Los gritos cesan al verme aparecer en el pasillo. Camino con la misma seguridad con la que tomo cualquier decisión importante: firme y certera. Hasta donde sé, me voy a enfrentar a un tipo que se ha mantenido invicto hasta el momento, la verdad es que el dinero es un elemento importante a la hora de pelear en este rin.

Subo y enseguida las rejas metálicas empiezan a bajar formando la jaula de la muerte. Solo existe un modo de salir de aquí, asesinando a tu oponente. El rubio delante de mi saca un cuchillo de carnicero y lo blande, me quito la capa y la lanzo a un costado para que caiga fuera.

Le muestro mis manos vacías al corpulento hombre a la vez que le sonrío cínico.

—¿Qué esperas? ¿Una invitación? —incito.

—Jamás creí que tendría el honor de pelear con el Capo, pero será un placer y un orgullo quedarme con su vida —bufa.

Se lanza contra mí con el cuchillo en alto lanzando su primer ataque, me muevo rápido hacia la derecha y lo esquivo y sin perder tiempo aprovecho su falta de protección para asestar uno de mis puños en sus costillas. No lo derribo, solo hago que se tambalee un poco, pero eso no me preocupa, me gusta divertirme antes de terminar con el juego.

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