28.

La única persona en mi vida que me había besado era Ismael. A veces se colaba en mi habitación por la ventana. Siempre había sido un hombre muy ágil, incluso en su forma humana, más fuerte que los demás. Por eso había sido elegido para ser el próximo Alfa. Su poder físico era arrollador, al igual que su poder mental. Él, su amigo Ángel y otro más que abandonó la manada habían sido entrenados por uno de los ancianos del Consejo porque había visto en sus mentes la capacidad para desarrollar una habilidad inigualable, como ningún lobo podría entender completamente.

Y a pesar de eso, a pesar de ser tan popular en la manada, a pesar de que nuestro compromiso era obligatorio por decisión del Alfa, él elegía venir todas las noches hacia mi casa y trepar por el árbol, entrando por la ventana. El árbol verdoso de hojas anchas y frutas dulces que crecía junto a mi ventana. Ahí había sido mi primer beso. Había sentido aún el sabor dulce de la fruta en la saliva de Ismael, había sentido su calor
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