30.

Entendía que era algo grave. Claro que sí. Los vampiros y los lobos eran como los perros y los gatos: teníamos una enemistad natural. O bueno, al menos tenían los que eran lobos.

Pero, aunque era una noticia importante, me pareció que la actitud de todos los presentes fue un poco sobreactuada. Muchos habían palidecido cuando los lobos que estaban en la panadería informaron a los demás del comunicado que había pasado de mente a mente, hasta que toda la ciudad, en un par de segundos, supo la noticia.

Sus rostros también parecían...

Miré alrededor, y entonces le pregunté a Sirius, arrugando la nariz:

— ¿No lo comprendes, verdad?

Yo negué.

— Claro que no.

— No lo comprendes porque no has vivido aquí, no te han contado las historias. Los vampiros son nuestros enemigos.

— Eso lo sé. Pero... cuando un vampiro se cruzaba en Luna Azul, ¿no lo asesinaban de inmediato? Si es tan grave, ¿por qué?

— Sí, por el aquelarre. Y el aquelarre está cerca. Su ciudad también está bajo la tormenta ete
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