Entendía que era algo grave. Claro que sí. Los vampiros y los lobos eran como los perros y los gatos: teníamos una enemistad natural. O bueno, al menos tenían los que eran lobos. Pero, aunque era una noticia importante, me pareció que la actitud de todos los presentes fue un poco sobreactuada. Muchos habían palidecido cuando los lobos que estaban en la panadería informaron a los demás del comunicado que había pasado de mente a mente, hasta que toda la ciudad, en un par de segundos, supo la noticia.Sus rostros también parecían... Miré alrededor, y entonces le pregunté a Sirius, arrugando la nariz: — ¿No lo comprendes, verdad?Yo negué. — Claro que no. — No lo comprendes porque no has vivido aquí, no te han contado las historias. Los vampiros son nuestros enemigos. — Eso lo sé. Pero... cuando un vampiro se cruzaba en Luna Azul, ¿no lo asesinaban de inmediato? Si es tan grave, ¿por qué? — Sí, por el aquelarre. Y el aquelarre está cerca. Su ciudad también está bajo la tormenta ete
El lobo de Sirius era relativamente más pequeño que los demás. Los lobos, al igual que sus portadores, seguían creciendo. Cuando un niño hacía su primer cambio a los ocho o diez años, su lobo era pequeño, y ambos crecían juntos hasta llegar a la adultez. Y aunque Sirius era un joven que estaba más del lado adulto que del lado adolescente, solo debía crecer un poco más. De todas formas, era suficientemente fuerte y rápido para llevarme al palacio principal de la ciudad en una carrera de unos 40 minutos.Cuando lo hicimos, había un grupo de hombres afuera que me tomaron de los brazos y prácticamente me arrastraron dentro del hogar. No entendía lo que pasaba. — Mi nuevo esquema de seguridad — habían dicho — , habían relegado a Sirius, pero bien apartado, unos metros más allá. Mientras me llevaban por los pasillos, pregunté: — ¿Qué es lo que está pasando? Pero ninguno contestó. Me llevaron hacia el salón principal. Cuando entré, el consejo de ancianos estaba reunido ahí. Bastian tamb
— No — dijo el Alfa con firmeza, y todos en el salón se estremecieron — . Es demasiado peligroso.Cuando un Alfa asumía el cargo, algo cambiaba dentro de ellos. Era algo que no habíamos sabido explicar, que las antiguas generaciones de lobos, más creyentes en la diosa luna, asumían como un don. Ese poder les daba voz de autoridad. Cuando un Alfa asumía el cargo, se hacía más fuerte; cada cosa que decía era aceptada rotundamente, su voz de mando se hacía innegablemente poderosa. Tal vez era algo interno, o tal vez el poder de la diosa luna influía. De todas formas, cuando un Alfa daba su veredicto con certeza, no había quien dijera lo contrario.Y en ese momento, pude ver cómo la voz de mando de Bastian acalló cualquier posible queja o reclamo. Pero yo no era un lobo. No sentía los instintos corriendo por mis venas. Así que la voz de mando del Alfa no producía en mí nada.Entonces fui yo la que levanté el pecho y negué con la cabeza. — Me imagino que han intentado interrogarlos de mu
Nunca había visto un vampiro. Ni siquiera había podido leer mucho sobre ellos, prácticamente nada. Lo único que sabía era lo que Sirius me había contado en la cafetería esa mañana. No sabía cómo lucirían, no sabía cómo hablaban, si siseaban como una serpiente... Y todo aquello me llenó el cuerpo de ansiedad. Ahora, tal vez, pensaba que Valentín tenía razón. ¿Qué podría yo decirles a ellos? ¿Cómo podría sacarles información? No tenía idea. Ni siquiera había hablado con un vampiro en mi vida, y ahora pretendía ser capaz de sacar la información.Pero lo cierto era que, si había alguna persona que podía hacerlo, era yo. Si ellos me querían a mí, tal vez podría encontrar esa razón. Si era lo suficientemente astuta. Pero ¿sería lo suficientemente astuta? Probablemente no. No era muy buena socialmente. La mayor parte de mi vida la había pasado encerrada en la biblioteca o en mi habitación, leyendo los pocos libros que mi padre me permitía leer. Y ahora estaba ahí, a punto de hablar con un gr
— Vampiros... — murmuré mientras metía la punta metalizada de la pluma en la vela. — ¿Estás seguro de eso? — le pregunté a mi amigo.Ángel asintió mientras me arrebataba la pluma de la mano para que no la arruinara con el fuego. Se llenó los dedos de saliva y cuando presionó en la punta, se escuchó el sonido irritante de líquido al ser evaporado. — Claro que sí. Tú nunca fuiste muy bueno con la telepatía. — — Sigo siendo mejor que el 99% de los lobos de esta manada. — — Sí, pero yo soy ese otro uno por ciento. Las mentes de los demás son muy fáciles. Un humano que nunca tiene control sobre su poder mental se lee como un libro abierto. Pero para los lobos que están más... desde pequeño nos han entrenado precisamente para eso, para evitar este tipo de ataques. Y de no ser por nuestro maestro, ninguno hubiera logrado hacer nada. Pero pude verlo en sus recuerdos: vi a un hombre de ojos rojos. Fue un pestañeo fugaz, pero lo vi. Y la única criatura que conocemos de ojos rojos es un
— Lilith, por favor — , le dije. Ya no quería pelear. Estaba cansado de eso. — Debo hacer algo importante esta noche. Iré a ver a mi maestro, así que por favor no me molestes. — Cuando traté de cruzar por su lado, aferró con fuerza su mano en mi muñeca. Intenté escapar, pero ella era muy fuerte. A pesar de que yo era el Alfa y de que era uno de los lobos más fuertes de la manada — sino el más fuerte — , Lilith me superaba. Era una loba de raza superior. Incluso en su forma humana podría igualar mi fuerza, pero ambos transformados me ganaría. Por suerte o por desgracia, prefería pasar la mayor parte de su tiempo como humana. Odiaba rasgar sus vestidos y decía que sentía pulgas cuando su lobo aparecía. Me parecía extraño cómo una persona con los genes de cántropos pensaría de esa forma. La mayoría deseaba pasar tanto tiempo transformados como fuese posible. De hecho, había una razón biológica que nos lo impedía: una energía que se iba concentrando en nuestro estómago hasta que explota
Yo abrí la boca para decir algo, pero sinceramente no encontré las palabras que pudieran expresar lo que sentía en ese momento. — ¿De qué hablas? — le pregunté.El hombre lanzó un gran suspiro mientras miraba el cielo a través de la ventana de cristal. — Bebe — me dijo — . El té va a calmarte. — Yo estoy calmado — dije, tal vez levantando un poco el tono de voz. Pero entonces bebí del té. Estaba caliente, raspando mi garganta, tal vez porque tomé un trago más grande de lo debido, y tuve que toser un par de veces. — Así como lo oyes. Tú llegaste a Luna Azul de una forma inesperada. Tú estabas destinado desde el principio a ser el Alfa de aquí, a que yo te enseñara lo que sabes. Ángel... pues simplemente fue una coincidencia hermosa del destino que también tuviera ese talento. Espectacular, de hecho. Su talento es mejor que el mío. — Por eso venía a verte. Porque logró ver en la mente de los lobos que mataron a nuestro Alfa algo, y quería preguntarte al respecto. Pero ahora ya no s
Samir presumía de ser un vampiro inteligente. Yo podía verlo en sus ojos, en su arrogante sonrisa cuando me miró a través de la celda. Pero, ¿en serio era inteligente? ¿O aquello no era más que su teatro manipulador? Había conocido mucha gente como él a lo largo de mi vida. Los vampiros tal vez pudieran ser una de las especies más fuertes del mundo, pero su arrogancia estaba al mismo nivel que su fortaleza. Ahora que tenía la oportunidad de al fin hablar con un vampiro, me daba cuenta de que probablemente cada especie de este mundo era así: todos se creían el centro del universo.Parecía que la información que tenía el vampiro lo hacía creerse absolutamente indispensable para nosotros. — La verdad lo dudo — le dije, acercándome a la celda y mirándolo entrecerrando los ojos — . Dudo que yo misma sea la que venga a abrir estos barrotes para que me des la información que tienes guardada. Si tú lo sabes, alguien más también lo sabrá. Alguien me lo va a contar todo, créeme. — ¿Quién? —