Samir presumía de ser un vampiro inteligente. Yo podía verlo en sus ojos, en su arrogante sonrisa cuando me miró a través de la celda. Pero, ¿en serio era inteligente? ¿O aquello no era más que su teatro manipulador? Había conocido mucha gente como él a lo largo de mi vida. Los vampiros tal vez pudieran ser una de las especies más fuertes del mundo, pero su arrogancia estaba al mismo nivel que su fortaleza. Ahora que tenía la oportunidad de al fin hablar con un vampiro, me daba cuenta de que probablemente cada especie de este mundo era así: todos se creían el centro del universo.Parecía que la información que tenía el vampiro lo hacía creerse absolutamente indispensable para nosotros. — La verdad lo dudo — le dije, acercándome a la celda y mirándolo entrecerrando los ojos — . Dudo que yo misma sea la que venga a abrir estos barrotes para que me des la información que tienes guardada. Si tú lo sabes, alguien más también lo sabrá. Alguien me lo va a contar todo, créeme. — ¿Quién? —
Preparar la salida fue más complicado de lo que imaginé. El Alfa Bastian estaba completamente inseguro. — En realidad, no debíamos hacer eso. Hay una guerra en puerta — nos dijo — . No deberían salir de la ciudad, y menos con tan poca protección. Entiendo que los envío con Ariadna para que traten de averiguar más al respecto, pero no sé si esta sea la solución. Se sentó en el trono con pesadez mientras se despeinaba el blanco cabello. — Mi Alfa — dijo Valentín, dando un paso al frente — , creo que es una buena apuesta. Si algo llega a pasar con la manada de Luna Azul, su hija estará a salvo. Nunca se enterarán que viajamos a la aldea de la gente del bosque. Probablemente Luna Azul ni siquiera sepa dónde están. Es el único lugar en el que ella pueda estar escondida y a salvo. Yo intervine, no quería que pensaran que era una débil: — No hago esto por esconderme. Lo hago porque necesito saberlo. Porque ahora, cada vez que me veo en el espejo, veo que hay más y más cabello blanco
No sabía ciertamente de qué podíamos hablar. Yo ya lo había dejado muy claro: no iba a casarme con Valentín simplemente por designio de quien fuese que lo hubiera designado. Así que me quedé ahí pensándolo por un minuto hasta que al final accedí. Sea lo que sea que quisiera decirme, tenía la oportunidad de hacerlo. Merecía expresar lo que sentía y lo que quería de mí, así como yo también lo hice. Se colocó dentro de la pequeña tienda. El hombre era tan grande y tan ancho que, cuando se sentó en el suelo, la coronilla de su cabeza rozaba el techo de la tienda. Me sentía extrañamente pequeña a su lado, pero un poco tranquila. A pesar de todo, el hombre no despertaba en mí ningún tipo de necesidad. Sabía que no me haría daño. Pero hasta el momento, inevitablemente, ahí nos quedamos en silencio un largo minuto. — He peleado con otros lobos, he cazado, he matado, Alicia. Y aunque me siento avergonzado por eso, también he de confesarte que nunca había estado tan nervioso como cuando lleg
No sé cuánto tiempo me quedé ahí observando la luna a través de la ventana. La luna... Ella tenía que ver con El Poder del Hielo. No era así. Eso era lo que nos habían contado. Y si yo era hijo del Antiguo Portador del Hielo, entonces tenía que ver algo mi linaje con la luna. Apreté con fuerza los puños. Me sentía perdido, más perdido que nunca. Pero mi maestro llegó y, con su tranquilo y característico tono amable, apoyó su mano en mi hombro. — Ay, mi muchacho — me dijo — , nunca había contado esto porque El Alfa me lo había prohibido. Pero ahora tú eres nuestra Alfa, eres nuestro líder. Es tu decisión. — No puedo ir — le dije — . En este momento estamos atravesando una guerra con los del Hielo. No podemos simplemente abandonar Luna Azul para iniciar una expedición... — ¿Solamente porque quieres saber de dónde vienes? — No es solo por saber de dónde vienes — me dijo el hombre, siempre con su tono tan sabio — . Es para saber a dónde vas y qué es lo que harás. No me malinterpr
Cuando llegué al palacio esa noche, el rumor se había esparcido como pólvora caliente. Era la gran desventaja de la telepatía de los lobos: los rumores se expandían en solo un segundo. A veces se necesitaba solo un corto minuto para que toda la manada supiera que algo estaba pasando. Y aunque era una excelente ventaja para cualquier otra cosa, tal como seres vivos y conscientes, el chisme siempre lo superaba todo. Al abrir las puertas del palacio, lo primero que me encontré fue con la cara enojada de Lilith, que me apuntó con el dedo. — ¿Qué diablos es lo que vas a hacer? — le preguntó con rabia. — Sinceramente, estoy harto de pelear. Ya lo sabes: guiaré una pequeña expedición a la aldea de la Gente del Bosque. Necesito información. — ¿Qué clase de información? — Ya lo sabes. Hay algo que no cuadra en todo esto. — ¿Odias a tu hermana? Pero no puede ser tan ingenua y tapar el sol con un dedo. Los lobos que tenemos abajo encerrados no trabajan con la manada de hielo ni con El
La aldea de la Gente del Bosque estaba más lejos de lo que habíamos imaginado. Corrimos toda la noche y toda la mañana, y entrando el atardecer del segundo día de viaje, tuvimos que detenernos a descansar. Ángel y yo éramos más rápidos y más fuertes, pero el resto de nuestros acompañantes estaban quedándose rezagados. — Ya habíamos decidido que eran tres días de viaje — dijo Ángel mientras se acurrucaba entre la nieve y metía la punta de la nariz entre su estómago — . El viento que venía desde la tormenta eterna sacudía su pelaje oscuro. Yo me senté entre el hielo para descansar un rato. Levanté el hocico y olfateé el aire, pero no había ningún aroma conocido: un ciervo en las inmediaciones, la sangre de un conejo que era devorado por un lobo cerca de la orilla del río. — Creo que podemos descansar — le dije a los demás — . Nos hemos esforzado mucho. Los lobos cesaron, se dejaron caer en la nieve y se acurrucaron. Tal vez era un lugar un poco expuesto. Pensé que debimos habernos
La fuerte sensación me embargó: oscura y fría, como estar sumergida en el agua. Como si mi cuerpo estuviese en una tienda con un líquido espeso. Miré hacia arriba: el cielo se hacía blanco, el suelo era blanco. La niebla alrededor era como si flotara en una blancura eterna. La criatura que me llevaba por el aire era fuerte. Sus alas oscuras contrastaban con el ambiente perfectamente blanquecino, y yo intenté moverme, pero no pude hacerlo. Como si de verdad algo me tuviera completamente aprisionada. Incluso intenté gritar, pero algo me lo impedía: una sensación agobiante, algo que habían cernido sobre mí como una capa a mi espalda. Entonces lo sentí venir. Sentí que llegaba, y esta vez no tuve miedo de dejarlo fluir. El poder del hielo se abalanzó en mi pecho como una flecha atravesándolo. Había llegado en el momento en el que más lo necesitaba, y me sentí un poco aliviada por eso. Pero no podía perder el conocimiento, no en ese momento. Tenía que ser fuerte y aprender a controlarlo.
Yo me quedé ahí de pie, sin saber qué hacer o qué decir. Estaba confundida, sin energía, como si algo me hubiese de arenado toda la fuerza. — Ven aquí — dijo él, extendiendo su brazo hacia mí. Yo tuve el impulso de levantar mi mano y tomarla. ¿Aún podía confiar en él? ¿Lo podía confiar en el hombre que amaba? No estaba segura. — ¡Ya déjala en paz, Cristo! — alguien frente a nosotros. Cuando yo volteé a mirar, me topé con los clarísimos ojos de Valentín. Estaba en una celda frente a nosotros con otros dos hombres que yo no conocía. Valentín corría hasta los barrotes y estiré la mano para intentar alcanzarlo. Él hizo lo mismo, pero estábamos demasiado separados por un largo pasillo. — ¿Qué pasó? — pregunté. Él se encogió de hombros. — Nos atacado la gente del Bosque. Ahora somos prisioneros. — ¿A todos? ¿Dónde está Sirius? — pregunté. — Aquí estoy. Entonces, cuando volteé a mirar hacia donde estaba mi amigo, fui consciente del espacio que nos rodeaba: era un grupo de cel