32.

— No — dijo el Alfa con firmeza, y todos en el salón se estremecieron — . Es demasiado peligroso.

Cuando un Alfa asumía el cargo, algo cambiaba dentro de ellos. Era algo que no habíamos sabido explicar, que las antiguas generaciones de lobos, más creyentes en la diosa luna, asumían como un don. Ese poder les daba voz de autoridad. Cuando un Alfa asumía el cargo, se hacía más fuerte; cada cosa que decía era aceptada rotundamente, su voz de mando se hacía innegablemente poderosa. Tal vez era algo interno, o tal vez el poder de la diosa luna influía. De todas formas, cuando un Alfa daba su veredicto con certeza, no había quien dijera lo contrario.

Y en ese momento, pude ver cómo la voz de mando de Bastian acalló cualquier posible queja o reclamo. Pero yo no era un lobo. No sentía los instintos corriendo por mis venas. Así que la voz de mando del Alfa no producía en mí nada.

Entonces fui yo la que levanté el pecho y negué con la cabeza.

— Me imagino que han intentado interrogarlos de mu
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP