Alicia dejó los cubiertos y me miró sorprendida.—Sí, estaban a punto de firmar el contrato.Era el contrato que encontré en el cuaderno de mi padre.—¿No se firmó por el accidente? —pregunté temblorosa.Alicia lo confirmó.Sentí en ese instante que me faltaba el aire y una ola de emociones me invadió. Entonces Alicia suspiró.—Ese contrato era el primer acuerdo de negocios entre tu padre y Gabriel.¿Qué?¿Gabriel siempre fue parte del contrato? ¿No era en realidad como yo pensaba?—Tu padre y Gabriel hicieron de todo para conseguir la colaboración de Leonardo de KRONOS. Lo acompañaban a pescar, a carreras de autos, incluso ese loco los hizo saltar en paracaídas —Alicia negaba mientras con tristeza hablaba.—Leonardo venía del mundo de la calle, le gustaba jugar con la gente. Pero tu padre y Gabriel sabían que necesitaban conseguir su apoyo, así que arriesgaron todo...—Una vez Leonardo los llevó a pescar al mar y los sorprendió un tifón. Solo había dos chalecos salvavidas, y tanto tu
—Un jefe tan cercano no parece mi jefe, más bien parece un amigo —sonreí mientras miraba a Dylan y le pregunté con dulzura a Sergio—: Parece que se llevaron muy bien. Es la primera vez que veo a alguien almorzando con el jefe después de una entrevista.Lo dije porque Miguel había investigado que el apellido del socio de Dylan era Araya.Mis sospechas volvían.—Dylan me invitó a almorzar para conocerme mejor, después de todo... —Sergio hizo una ligera pausa— trescientos mil dólares anuales no es poco dinero.Me quedé atónita. ¿Tanto salario?No imaginaba que Sergio en realidad valiera tanto.—¿Qué? ¿Crees que no lo valgo? —preguntó directamente.Sonreí avergonzada.—No es eso.Y añadí:—¿Cuánto ganabas en tu empresa anterior?—Tres mil al mes —la respuesta de Sergio me hizo hacer una ligera mueca. Dylan le estaba ofreciendo diez veces más.—Dylan tiene... agallas —fue lo único que pude decir ante la mirada de Sergio que parecía decir "no crees que lo valgo".—Yo propuse el salario. No e
¡Caray! Se me había olvidado por completo ese incidente.No tenía nada que ocultar, así que lo negué directamente:—No hubo ningún acoso, fue una calumnia.—¿Mmm…? —Sergio me miró fijamente, su mirada exigiendo más detalles.Le conté sobre el incidente cuando de manera accidental tropecé con Alberto y cómo él me acusó falsamente. Añadí:—Ese tonto mocoso era puro narcisismo, ni siquiera me fijaría en alguien así.—¿Y qué tipo de hombre te gusta entonces? ¿Maduros? ¿Serios y estables? —preguntó Sergio directamente, pareciendo saber bastante del tema.Viendo su expresión seria, me dieron ganas en ese instante de bromear. Me acerqué un poco:—Me gustan como tú... rudos y firmes.Vi cómo su nuez de Adán se movió.Lo había provocado otra vez.Me aparté a propósito, pero Sergio preguntó en voz baja:—¿Y cómo sabes que soy firme?Segundos después, mi cara se puso roja como un tomate.Había pensado que Sergio era más inocente, pero ese comentario reveló al instante su lado más... masculino.—¿
Me reí al ver su cara sonrojada y las gotas de sudor en la punta de su nariz.Sergio giró de repente la cara y yo dejé de provocarlo, conduciendo obedientemente.Un simple comentario sobre "fuerza" nos había dejado en completo silencio por varios minutos.Recordando que mencionó pasar tiempo juntos, rompí el silencio:—¿A dónde quieres ir?—¿Tienes tiempo libre esta tarde? —preguntó Sergio.—¡Sí! —respondí tan rápido que sonó como si estuviera demasiado ansiosa.La cara tensa de Sergio mostró al instante una traviesa sonrisa.—Quiero llevarte a un lugar.Esta vez me contuve y no respondí.—Activaré el GPS, tú solo sigue las indicaciones —asumió que estaba de acuerdo.Siguiendo sus instrucciones, llegamos a una zona suburbana bastante alejada y desolada, llena solo de maleza. Lo único que me llamó la atención fue un hermoso río.Era muy cristalino y brillaba con los reflejos del sol.—¿Qué hacemos aquí, Sergio? ¿Piensas que nos dediquemos a la agricultura? —bromeé por un momento.Sergio
Nunca supe que podía reír como una niña, que a mis veintitantos años podría experimentar la innegable sensación infantil de que me levantaran y me hicieran girar.Aunque después de los giros alegres, me mareé tanto que no podía mantenerme en pie y tuve que quedarme por un instante quieta en los brazos de Sergio.En ese momento, me di cuenta de que tal vez era otra de sus estrategias.—De pequeña te encantaba que te hiciera girar así —susurró con delicadeza en mi oído.Yo conocí a Sergio cuando era muy pequeña, tanto que no recuerdo nada.Así que aproveché ese momento para preguntar:—¿Qué más me gustaba de pequeña?—Te gustaba que te levantara alto, y que te llevara sobre mis hombros jugando al caballito —sus palabras me hicieron sonrojar un poco.Fingí no creerle:—No me acuerdo de nada, así que puedes decir lo que quieras.Sergio no se molestó y continuó narrando:—También te encantaba jugar en el agua, saltar y salpicar, acababas empapada.—¿Qué más? —su relato había despertado mi c
Me dejó moverle la cara mientras continuaba:—¿Sabes qué dijiste entonces?—No, seguro que te lo estás inventando todo esto —me negué a admitir que hubiera hecho tantas cosas vergonzosas.—Dijiste que era como poner un sello. Que me habías besado en ese momento para marcarme, que era tuyo, y que cuando crecieras te casarías conmigo. Que no podía casarme con nadie más —Sergio bajó la cabeza de repente.—Sasa, obedecí tu orden. He vivido hasta los treinta y tantos sin salir con nadie, sin que me gustara ninguna otra chica, ni siquiera he tomado la mano de otra mujer. Te esperé pacientemente, así que debes hacerte responsable de todo esto —Sergio hablaba con un tono lastimero, como si decirle que no fuera a ser la peor injusticia del mundo.Siempre pensé que Carlos era mi amor de infancia, pero ahora me daba cuenta de mi gran error.Sergio y yo éramos los verdaderos amigos de infancia, de esos que, aunque el tiempo juntos fue breve, marcan toda definitivamente una vida.Pero yo era demasi
Me quedé petrificada. Nunca imaginé que en serio Sergio fuese tan directo. Y una vez más comprobé que además de determinado, era brutalmente honesto.Mi corazón se aceleró y, antes de que pudiera procesar lo que pasaba, mi boca se adelantó a hablar:—¿Por qué no te marchas ya mejor?Vi cómo trago saliva.—Es porque no quiero alejarme de ti.Su respuesta era comprensible.Así somos los enamorados, pegajosos hasta rayar en lo ridículo, queriendo estar juntos todo el día.—En realidad temo que te estas equivocando y no soy lo que piensas, no soy alguien que se va con cualquiera —las palabras salieron solas de mi boca.Sergio se tensó y se le noto inquieto al instante. Era curioso cómo ese rasgo tímido suyo contrastaba con su forma directa de hablar.Pero así era él.—Tampoco me refería a eso —explicó Sergio—. Solo quiero... quiero quedarme a acompañarte.Me mordí los labios y al verlo así me dieron ganas de provocarlo:—¿Entonces tu idea es quedarte solo para acompañarme, dormir juntos,
Su mirada era tan intensa que me hacía sentir febril. Recordé nuestra última provocación mientras lo observaba, pero de un momento a otro las palabras de Paula resonaron en mi mente.—Sergio, ¿has estado con otras mujeres? —aunque ya me había dicho que nunca había tenido novia, necesitaba oírlo otra vez.—Ya te he dicho que no —su respuesta vino acompañada de una mirada penetrante.Esas simples letras estremecieron todo mi ser.—¿Te gustaría acaso?Vi cómo tensaba su mandíbula y, de repente, todo se oscureció cuando sus labios encontraron los míos. Su respiración entrecortada me dio la respuesta más clara que cualquier palabra.Sin embargo, se detuvo y apoyó su frente contra la mía:—¿Cuánto más vas a ponerme a prueba? ¿O es que disfrutas acaso torturándome?Al ver cómo se contenía, deseoso, pero resistiéndose, acaricié su cara:—¿Es en serio que me deseas tanto? ¿Es deseo genuino por mí?Al hacer estas preguntas, me di cuenta nuevamente cuánto me había herido aquel comentario casual d