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CAPÍTULO 1. (PARTE 3)

Y en ese momento, escuché un fragmento de aquella canción que hizo que mis cejas se alzaran hacia arriba por no poder creer que de inmediato, comenzara a creer en aquello y que eso me lo haya generado dicha canción. El ritmo era tan atrayente que me hacía querer correr a los brazos de él, pero iba a ser demasiado imprudente. Mantuve la calma pero el ritmo de la canción no ayudaba para nada. Y como si fuera una especie de baile o juego entretenido, él vuelve con un vaso de vidrio bien sujetado entre sus dedos. Bebió un sorbo de la bebida mientras se iba acercando a mí. Sus ojos azules penetraron mi alma y ya me era difícil quitarla para mirar a otro lado.

Amelia y Loui se hicieron los que no entendían que pasaba algo entre él y yo, así que decidieron dejarme a solas. El resto se los demás, estaban ocupados ahora bebiendo y hablando al ritmo de la música. Era un buen momento como para que me acercara a aquel ser humano que era de una altura mucho mayor que la mía.

No soy un enano, pero él era más alto que yo y eso se notaba de lejos. Apenas se recostó de la pared, dirigió su vista hacia la mía por tercera o cuarta vez en lo que quedaba de la noche y su respiración se veía a través del vaso del cual seguía bebiendo. Tragué saliva porque no sabía qué decir o qué hacer. Sólo podía mirarlo.

¿No se sentiría incómodo si lo llego a mirar demasiado? Ya se estaba dando cuenta pero, no estaba seguro si de esto se trataría de una especie de manía que él probablemente detectara que yo tenía contra él.

—¿Por qué me miras tanto? —me preguntó de repente, sacándome de mis más profundos pensamientos.

—Ah… pensaba que… —al dirigir la mirada veo sus ojos y ya sentía como me atravesaban profundamente en mi cuerpo.

—¿Tienes algo que decir o sólo vas a quedarte ahí parado o espero a que termines de hablar? —podía notar que las pupilas de sus ojos se habían dilatado casi al máximo.

—Ah… —me ponía nervioso el simple hecho de que no supiera que palabras usar o emplear. —oye… ¿qué haces? —deslizó su mano hasta mi hombro y lo acarició suavemente.

—Estás demasiado tenso. —siento como rozaba su aliento suavemente con mi rostro y provocó algo que no supe identificar. —¿Necesitas beber algo o…? —me extiende su vaso. —Bueno, puedo darte un poco de lo que estoy bebiendo si quieres. —sonrió.

—No… —al sostener el vaso, puedo oler la bebida y sentía un fuerte impulso por alejarla de mí, pero como no podía comportarme como una persona grosera. —Voy a estar bien, —tragué saliva y lo miré de nuevo, está vez tenía que hacer algo y rápido. —en serio, no te preocupes… —le devuelvo el vaso.

—Pero tu cara dice lo contrario. —sonrió de nuevo. —¿Por qué no mejor nos vamos de aquí y me lo cuentas? —deslizó su mano que estaba vacía y la colocó sobre la mía.

Y como si fuera cosa de un mero parpadeo, me agarró firmemente la mano y comienza a jalar de ella con suavidad. Donde procedió a jalar de ella otra vez. Y de nuevo, la jaló y consiguió convencerme para que nos moviéramos del lugar de donde estábamos. Francamente estábamos aparentando de que nada pasaba a nuestro alrededor. Pero estaba completamente consciente de que estábamos llegando a algo que todavía no podía describir a detalle.

De un momento a otro, decidí dejar que él me llevara a un lugar del departamento que, por alguna extraña pero peculiar razón; parecía que él conocía bien a pesar de que la mitad del departamento estaba a oscuras y la otra mitad estaba iluminado por las luces y los colores vibrantes fueron los que más ayudaron al ambiente a que tuvieras deseos de entrar en uno nuevo.

Él y yo entramos al baño que estaba dentro de la habitación para huéspedes y allí nos quedamos. Supongo que por el deseo de querer estar a solas con alguien quién compartía quizás una posible atracción hacia ti y en el momento, una fuerte necesidad de querer salir del baño me lo decía gracias a mis alarmas mentales. Se encendían y podía escuchar como gritaban en eco: «¡Sal de ahí, sal de ahí ahora mismo!» Una y otra vez hasta que finalmente, decidí desistir a la idea y comencé a moverme entre el pequeño espacio del baño y él no dejaba de mirarme.

Moviéndome rápido para no causar una incomodidad que, solo yo podía percibir, pero él no percibía lo mismo que yo. Nada, ni una pizca de incomodidad podía percibir en él.

Solo veo como puso el vaso en la repisa del baño y se acercó a mí, agarrando y tocándome los hombros con una suavidad tal que parecía que fuera a querer decirme algo. Finalmente y como si pudiera leer sus pensamientos con solo mirar sus gestos; me tomé el atrevimiento de cortar la poca distancia de nuestros rostros y darle un beso en sus labios.

Corto.

Suave.

Lento.

Pero sobre todo, muy sutil.

A pesar de que estaba consciente de que estaba besándolo, sólo podía entender tres cosas:

Él estaba bebiendo, y tal vez ya estaba muy probablemente empezando a caer bajo los efectos del alcohol.

Si esto pasaba a mayores, me iría a meter en uno de los problemas más grandes de todos, eso sin mencionar de que Loui se iba a dar cuenta del desastre que estaría por ocurrir en estas cuatro paredes.

Y si Loui llegaba a enterarse, yo iba a estar más que muerto…

Definitivamente no lo pensé mucho hasta separarme de los labios de él y es cuando veo que esbozó una torcida sonrisa y acerca su mano hasta mi mentón, comienza a acariciarlo con una tal suavidad que sin saberlo ya parecía estar cayendo bajo sus naturales encantos.

—Gregory… —dijo por fin después de mirarme directamente sin parpadear, sus profundos ojos azules todavía seguían penetrando hasta lo más profundo de mi alma.

—An… An… A… Andrew… —le respondí casi que en un torpe y forzado tartamudeo.

Sus dedos todavía acariciaban mi mentón pero estaba por llegar a algo más. Pero me detuvo el deseo de querer besarlo de nuevo, y como si esto fuera posible de que los pensamientos o gestos pudieran hablar sin necesidad de expresarlo mediante la voz, Andrew me tomó de la barbilla con una ligera firmeza e imitó lo que había hecho hacía unos minutos.

Besándome con suavidad y sin querer llegar a usar sus labios con el impoluto atrevimiento de querer hacerme algo más allá de dar un simple beso.

Lo último que recuerdo tras esto, es que estaba con la cabeza puesta sobre el pecho de una persona, ¡y ya con eso podía saber con claridad de quién se trataba! ¡Dios, Loui va a matarme! ¡Loui va a matarme y a hacerme añicos! Vamos Gregory, levántate y ayuda a Andrew. Eso es, eso es.

Me levanté del pecho de Andrew y miré su rostro, estaba plácidamente dormido. ¿Cómo podía dormir estando tan cómodo en el suelo? No podía creerlo. Era inaudito, y hasta increíble, espero que no despierte con resaca y sienta que su cabeza le de vueltas por eso.

—Andrew…. —me puse suavemente encima de él y acarició su rostro. —¿Andrew? —seguí tocando su rostro con la yema de mi pulgar. —Dios… —suspiré y me acerqué a su rostro para comprobar si estaba bien o si seguía dormido.

—Shhh… —escuché como hacía aquel sonido con sus dientes. —Déjame dormir un poco más… —eso fue lo que pude oír provenir de sus labios.

Estaba consternado, por un momento pensaba que ya estaba muerto pero respiraba lentamente. Como si literalmente estuviera durmiendo. Claro que no sabía de su estado hasta que me di cuenta de que no había bebido demasiado alcohol. Era un poco extraño. No esperaba para nada que esto ocurriera. Pero decidí dejar de ser un cobarde y tenerle miedo al hecho de querer intentar levantar del piso del baño a un adormilado Andrew. No sé si lo conseguí en el primer intento.

De alguna forma me sirvió jalar sus brazos y llevarlo hasta la cama. Su cuerpo colaboró con la parte más pesada, así que pude levantarlo y ayudarlo a que se pusiera cómodo en aquella cama por donde por fin pude conseguir hacer que estuviera cómodo y acostarlo. Y como pude, me fui de la habitación y cerré la puerta para que el ruido de las canciones que todavía se oían de fondo, no perturbaran su sueño. Y es ahí, donde decido moverme deprisa para actuar como si nada hubiera pasado.

Pero justo cuando ya estaba por dar los primeros pasos hacia la sala de estar, Amelia me tomó por sorpresa. Acariciando mi hombro, y si, eso sí que me asustó.

—¿En dónde te habías metido? —fue lo primero que se dignó a preguntar.

—Ah… sobre eso… —dirigí la mirada hacia ella y la miré con un poco de vergüenza.

—¿Y a dónde fue el guapetón con el que estabas hablando hace rato? —articuló otra pregunta, impidiéndome explicar lo ocurrido.

—¿Me podrías dejar explicarlo? —ella asintió rápidamente. —Bueno… está en éste cuarto. —señalé la puerta. —Y por nada en el mundo y que jamás se te ocurra, debes abrirla y decirle a Loui que él está ahí. —suspiré terminando de explicar lo ocurrido.

—Si se entera de que está ahí durmiendo, creo que te vas a meter en problemas. —decía ella con un tono bastante serio.

—Le voy a decir yo, tú no vayas a abrir la boca ni a decir nada de lo que dije. —me dispuse a buscar con la ayuda de Amelia a Loui.

¿En dónde se pudo haber metido alguien cómo él? Sólo había una razón por la cual no soportaba las fiestas, y ésta específicamente era la que más me preocupaba. No estaban armando un escándalo ni mucho menos un espectáculo, estaban tranquilos y bebiendo más de la cuenta. Está claro que yo solo terminaría limpiando este desastre para cuando llegase a amanecer. Vi a Loui y me quedé impactado con lo que estaba haciendo, estaba besándose con dos chicos y parecía que lo disfrutaba mucho.

Podía deducir de que estaba bajo un estado de ebriedad. y otra canción comenzó a sonar, haciéndome entrar en estados extraños que no sabía describir.

Rage…

Love…

Lust…

Fire…

—Mierda… —caí de rodillas al ritmo de la canción y Amelia me ayudó a levantarme. —Estoy bien. —dije sintiéndome algo extraño y un poco mareado.

—Mejor ve y descansa, Greg, yo hablaré con Loui en lo que… se desocupe. —dijo después de mirar lo que estaba haciendo y me llevó hasta la habitación donde había dejado a Andrew descansar.

Sólo algo más allá de todo lo normal me podía pasar. Y era compartir mi primer día de vacaciones con Andrew y en una cama espaciosa donde lo más seguro, es que no llegue a pasar más cosas inusuales o raras en lo que quedaba de la noche.

Lo que más me impactaba de todo esto es que a pesar de que todavía el cielo seguía oscuro, podía sentir como mi cabeza daba vueltas. Estaba cansado pero no estaba ebrio, estaba consciente de cada cosa que decía y veía. Pero dormir con Andrew, fue lo que más me impactó, sin duda alguna lo iba a disfrutar mucho hasta el día siguiente.

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