CAPÍTULO 2.

—Menuda locura hiciste con él, —replicó Loui después de dejar su teléfono sobre la mesa. —por el simple hecho de mirarlo y no decir nada, ya haces que piense muchas cosas sobre ti. —dijo de forma sincera.

No había hecho nada de lo que Loui dijo hacia Andrew. Estábamos profundamente dormidos y era poco probable que hiciera algo malintencionado contra mí. Pero Loui seguía desconfiado, porque no le creyó a Amelia cuando ésta le estaba explicando lo sucedido. Andrew ya estaba intentando despertar de su profundo sueño y me miró extrañado. Como si no supiera o entendiera lo que había pasado hace un par de horas. Y yo, estaba más nervioso que antes. Loui miraba la situación con un ceño ligeramente fruncido y al entender de que no tenía las manos ni la mitad del cuerpo cerca, ni siquiera lo estaba tocando, de Andrew, ya por lo menos sabía que se había tranquilizado.

Al menos, así ocurrió por un rato. Porque él todavía no me creía cuando le explicaba, mediante mis gestos, lo que estaba ocurriendo realmente.

Andrew trataba de sonar convincente cuando había explicado lo que realmente pasó y lo contó todo con lujo de detalle, aunque se acordó de que no debía decir lo que pasó entre nosotros en el baño. Por una razón que todavía no llegaba a entender, decidió no decir nada de eso. O tal vez, había sido porque no recordaba aquello. Confiaba en que no intentaba en lo más mínimo de recordarlo, y es que, según lo que él me comentó cuando estaba ahora consciente y sonaba más coherente que antes, decía que podía recordarlo todo. Pero por buenos motivos propiamente suyos, decidió no contar lo ocurrido entre él y yo. Así que decidí entenderlo y respetar  lo que había dicho.

Pero iba a ser un grave error el simple hecho de querer abrir la boca y decir lo que pasó. Aunque no dijo nada, se quedó por ese día en el departamento que compartía con Loui pero ni dijo nada. Se mantuvo callado y comió un poco de la comida que le ofrecí. Tan precisa fue su memoria que recordaba que estábamos haciendo algunos actos que a más de uno lo podrían a temblar de los nervios. Pero al final, las cosas fueron escalando a algo más profundo. No podía saber si Andrew estaba coqueteando conmigo o apenas estaba descubriendo el tipo de persona que era yo.

Se podría dar el gusto de conocerme, de hablarme bonito o dirigirse a mi con un encanto natural que a seguro que me pondría de rodillas sin decir más palabras que terminarían frustrando mis intentos por no mirarlo fijamente.

—¿Te divertiste mucho? —Loui le preguntó directamente a Andrew.

—Demasiado. —respondió sonriendo sin mostrar los dientes, mientras levantaba su rostro y penetraba mi mirada con sus profundos ojos.

—Me alegra mucho, esperaba a que bailaras más pero ya te estabas cansando, ¿no? —Andrew asintió y continuó comiendo.

La mirada de Andrew provocó que yo desviara por un momento la mía. Culpable me sentía porque no quería que Loui pensara de mí una idea errónea de que estaba pasando por una pequeña tensión donde quería y deseaba que Andrew no me mirase con tanta intensidad. Pero esos ojos, ¿qué más podrían transmitir? Era una química, una poderosa e incomparable química que jamás había sentido en mi vida.

Un beso de esos, con un suave y poderoso olor a alcohol y sentía esa humedad quemar mis labios. Como una droga que se metía en mi boca y provocaba un incendio difícil de apagar. La boca de Andrew apagó rápidamente mi incendio y me tranquilizó tras ese beso con esencia dulce.

A veces podía sentir eso, pero tal vez Andrew no sentiría lo mismo. Por lo cual, yo simplemente decidí no apresurar las cosas tras ese primer beso que nos dimos y dejar que esa tal “química” hiciera su poderosa magia.

Y ahí lo sentí, era como una punzada que me golpeó en el pecho. Loui no detectó nada pero si notaba que algo me pasaba y no sabía para nada el cómo expresarlo y ayudarme. Pero finalmente, decidió darme una suave palmada en el pecho y luego en la espalda. Me ayudó a relajar mi “repentino malestar” y dejamos que todo fluyera. La química todavía se sentía, y agradecía en silencio de que no fuera notable. Andrew disimulaba con una pequeña sonrisa formada por sus labios y continuó comiendo mientras continuaba escuchando las torpes pero amables palabras de Loui. ¿Iba a detenerlo para que dejase de hablar? Para nada, estaba sirviendo de ayuda para que los silencios incómodos no nos molestasen a ninguno de los tres en lo más mínimo.

───────⊰· 🦋 ·⊱───────

Disfrutaba de estar en la soledad absoluta en mi habitación cuando descubro algo que me dejó más que con las cejas levantadas y los ojos abiertos de par en par, me sorprendió el simple hecho de que Andrew no sólo era el más popular de la clase, sino que por su porte, él no era un chico común. O bueno, no era de esta ciudad.

¿Debería alarmarme e ir a contárselo a Loui? Para nada, no sonaría bonito ni mucho menos apropiado que él lo sepa. En eso, mientras terminaba de leer lo que decían sobre él, ya que parecía una especie de biografía o Wikipedia que cualquiera podría modificar y poner muchísimas cosas tanto falsas como reales, un mensaje de texto me llegó y por fin supe que se trataba de Andrew. Reconociendo sus interesantes frases, las cuales ya comenzaba a tenerles un aprecio, porque sonaban muy bien. Como para ponerlas en una insignia emblemática para que todos pudieran ver el tipo de esfuerzo que hiciste y por qué te condecoran por ello.

Mensaje de Andrew D'arcy.

Hola, pequeño Zadkiel. ¿Me recuerdas?

Enviado a las 12:10 p.m.

Al inicio pensaba que era una especie de broma por el tipo de mensaje que escribió. ¿Cómo va a preguntarme eso? Si él fue el que se bebió casi tres, cuatro o hasta cinco vasos de un alcohol que yo ni bebo y terminó completamente ebrio pero que aún conservaba un poco de sentido común.

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