CAPÍTULO 29.

Estaba concentrado en aquel examen de álgebra, intentando recordar cada fórmula que había estudiado la noche previa cuando Andrew se ofreció a ayudarme con aquellas fórmulas que no lograba entender. Pero así como quería concentrarme, obtener un diez por mi calificación y merecido esfuerzo; un recuerdo estilo sueño lúcido me hizo distraerme por un par de minutos.

Y fue precisamente aquel recuerdo de Andrew tocándome los hombros como si de un masaje se tratase.

—¡Rayos! —fue lo que le decía cuando sentí su mano tocar mi hombro izquierdo y apretarlo con cierta ligereza.

—¿Te duele mucho el hombro? —él acercó su otra mano y comenzó a acariciar suavemente el área de donde provenía el dolor y comenzó a darle golpecitos suaves hasta que sentía que me estaba aliviando de alguna forma.

 

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