CAPÍTULO 5.

—¿Qué fue lo que hiciste? —escuché a Amelia hacerme dicha interrogante la cual no sabía ni cómo responder.

—Oye, no le hables así, —dijo Loui saliendo del baño y dándole un leve empujón. —él todavía está en estado de shock y parece que todavía no ha procesado lo que le pasó. —sentí lentamente como su mano iba a mi cabeza y era acariciada por él.

Cuando todo ya estaba en una situación bastante intensa, traté de descansar y recostar mi cabeza contra la pared. Necesitaba la presencia de Andrew para hablarle, y si era necesario, pedirle ayuda.

El camino iba a ser largo. Pero iba a aguantar un poco más cada día sobre aquello que me estaba aquejando o molestando.

En esa noche en particular, estaba asomando mi cabeza por la ventana como si fuera una especie de niño curioso que no podía evitar dejar de mirar el cielo estrellado. Y en eso, escuché a Loui hablar por teléfono. Por su tono de voz, noté que en aquella llamada telefónica se escuchaba y veía más o menos que era una situación muy intensa.

—¿Estás bien? —Loui se acercó a mí y apoyó su mano sobre mi hombro, acariciándolo con suavidad. —Te noto algo apagado. —me miró con una notable preocupación.

No le respondí y simplemente meneaba la cabeza, dando a entender un claro ejemplo de que no me sentía bien. Loui conocía mis silencios y él ya sabía que me pasaba algo, pero no podía insistir en saber qué era aquello que tenía. Tal vez eran más que cuestionables mis interrogantes que me hacían en mi cabeza sobre Andrew.

A veces era imposible que mi mente no reprodujera una pregunta tras otra, era difícil. Pero creo que no es imposible.

Cerré los ojos y puse mi mano sobre la pierna de Loui, dando a entender de qué quería descansar un poco y solo eso. Descansar mi mente y apagar las palabras que no dejaban de repetirse de forma molesta en mi cabeza.

—Oye… —escuché y sentí que me acariciaban la frente y todavía estaba profundamente dormido. —Oye… —esa voz continuó hablándome y comenzaba a acariciar ahora otra parte de mi rostro podía creer.

No me quería despertar, quería seguir durmiendo. Pero esa voz no dejaba de hablarme y sus caricias eran cada vez más relajantes. En ese momento, decidí abrir uno de los ojos y observé que era Andrew. ¡¿Qué diablos?! Casi me daba un susto, y su mano estaba en mi… rostro. ¡¿Por qué está en mi habitación?! ¡¿Cómo entró sin hacer ni el más mínimo ruido?! ¡¿Dónde estaban Loui y Amelia?! ¡Dios mío, estoy definitivamente impactado! Y casi se me sale el corazón por la boca.

—¡¿Qué estás haciendo aquí?! —Andrew posó su mano hacia mis labios y dejó su pulgar sobre mi labio superior.

—Tu amigo Loui me pidió que viniera a ver cómo te encontrabas, me contó que estabas en un estado deplorable de shock. —explicó de forma tranquila. —¿Estás mejor? —quitó lentamente su pulgar de mi labio y se acercó para besar mi frente.

—Eh… —sentí sus tibios labios besar mi frente y luego veo como se alejó. —pero, pero… —me puso su dedo índice en el medio de mis labios y observé detenidamente cómo sonreía.

—No digas nada, no es necesario que siga explicándole el porqué sigo aquí. —se inclina y deja caer suavemente su peso en el otro costado de la cama. —A veces es necesario que una mariposa cierre sus alas y duerma un poco. —comentó mientras miraba el techo.

Al sentir el peso de Andrew en el costado de la cama, y al escuchar su voz, comenzaba a sentirme extraño. La cosa estaba tornándose un poco fuera de lugar, pero me gustaba mucho que él estuviera cerca de mí. Aunque fue por un momento breve, ya que después de eso, Andrew se levanta de la cama y acaricia mi cabello.

Y en ese preciso y quizás, grandioso momento, él iba a hablarme pero parecía que no. No tenía ni las palabras adecuadas para decirlas. Por lo que, en ese momento tan inoportuno, no dije nada y él se terminó yendo despidiéndose de mí con un pequeño y un corto abrazo.

Fue la única ocasión en que Andrew había tomado la iniciativa de abrazarme y hasta de tocarme sin tener problemas conmigo en ese instante. Luego de aquello, me volví a quedar en la cama, esperando a que Loui regresara. Pero descubriría que él estaría hablando con otros de nuestros compañeros de clases. Y si, conociéndolo bien, ya sabía que se demoraría demasiado. Y por si fuera poco, si estaba acompañado con la presencia de Amelia, más aún.

A Andrew ya se le notaba que tenía que irse, por lo que, no le insistí para que se quedará conmigo.

—Tu amigo Loui volverá en un rato, —dijo mientras asomaba la cabeza por el pasillo que comunicaba mi habitación con el resto del inmueble. —creo que se demorará mucho, ¿no te molestaría quedarte aquí? —me miró con un gesto neutral, como si no hubiera ocurrido nada.

—No, descuida… —dije levantándome de la cama y fui a asomarme por la ventana para recibir un poco del aire fresco de afuera. —estaré bien. —suspiré.

Andrew asintió y me miró por última vez después de dejar una suave caricia sobre mi hombro e irse dejando la puerta de mi habitación abierta y cerrando la del departamento. Mientras que yo me ocupaba de ver la hora en mi teléfono y notaba como ya se estaba haciendo de noche, lo que significaba que… podría acostarme temprano una vez más.

En vista de que era lo que más necesitaba hacer, y afortunadamente logré conciliar el sueño, quedándome profundamente dormido en cuestión de minutos.

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