CAPÍTULO 3.

—Tal vez estoy exagerando, ¿sabes? —escuché cómo rápidamente la voz de Loui se trababa con cada palabra que salía por su boca.

—Trata de calmarte y tomarlo con calma. —Amelia estaba a nuestro lado, apoyándonos en un momento cuanto menos, delicado.

—Dios… —se llevó la mano a la frente y me miró por un momento. —Es que, imagínate que le ocurra algo así… —cubrió su boca con su otra mano.

El contexto de la situación era simplemente vergonzoso, Loui no podía lidiar con la situación de que aceptar su homosexualidad haya sido un duro golpe que él mismo tuvo que darse solo. Al haberlo aceptado, de alguna manera, sufrió bastantes burlas y abucheos que, de cierta forma, comenzaron a hacer sentir mal a Loui después de que reconociera aquello. No obstante, me costaba creer que mucho antes de conocerme; le haya ocurrido semejante atrocidad.

El simple hecho de ser una víctima de burlas y abucheos solo porque estás reconociendo tu orientación sexual, debe de ser una completa m****a. Ya que te insultan o pisotean sin ninguna razón, o sin motivos aparentes o claros. Loui estaba desconsolado para ese entonces. No tenía a alguien quién lo ayudara y yo me convertí en su primer amigo. Hasta que Amelia vino también y se nos unió. Y ahora éramos muy unidos, aunque ella fuera un poco más apegada que yo, protegía a Loui como si fuera su hermano pequeño. Y yo, sólo me quedaba ahí junto a Loui cuando éste más me necesitaba.

En mi caso, yo también estaba lidiando con el mismo tema de aceptar que al conocer a  Andrew tendría la oportunidad bien asegurada de que me iría muy bien y no tendría problema alguno en hablarle. Pero sí habían varios problemas con los cuales, todavía no había superado ni enfrentado. En primer lugar, mi ansiedad y yo éramos enemigos. Mi ansiedad era la causante de muchos de mis problemas para socializar y tuve la “suerte” de que, en el día de la fiesta no hiciera o dijera nada imprudente o vergonzoso por el hecho de que al ver tantas personas, me daba un elevado nivel de ansiedad, definitivamente no podía ocultarla, muchísima ansiedad en mi cuerpo hacía que me produjeran ganas de encerrarme en el baño y no salir de allí hasta sentirme mejor.

—¿Estás bien? —Loui se sentó en el borde de mi cama y acarició mi frente que estaba algo sudorosa.

—Ah… —parpadeé rápidamente y lo observó con mejor claridad. —Si, estoy bien. —toscamente me intenté poner de pie y me quedé mirándolo después de limpiar el sudor de mi frente.

—Estás sudando, ¿estás seguro de que te sientes bien? —me volvió a preguntar ya que notaba que estaba un poco nervioso. —Si necesitas ir al baño a tomar una ducha, ya sabes que puedes hacerlo. —dijo intentando tranquilizarme y yo asentí, con una pequeña sonrisa.

Sin decir nada, asentí de nuevo y fui al baño. Me desvestí, quedando completamente desnudo y me fui a bañar. Al sentir el agua fría de la regadera tocar mi cabello, me dejé llevar por aquello. Solo era un cosquilleo por el simple hecho de que el agua resbalaba con suavidad por toda mi piel, y eso me gustaba mucho.

La satisfacción que sentía en ese momento, fue la mejor de todas.

En ese momento, levanté mi cabeza y miré la pared del baño. Por más tonto e irónico puede llegar a ser, me puse a acariciarla. Imaginando con eso que le estaba tocando la espalda a Andrew, aunque para ser sincero, solo podía sentir como si él estuviera detrás de mí y algo más desease hacerme.

Estaba un poco dudoso de si Andrew realmente tenía sentimientos hacia mí. Puesto a que, sólo nos dimos el “primer beso” cuando él estaba medio borracho y dormido y yo consciente de que estaba besando a alguien en ese estado. Aunque no fue un beso apasionado, claro que no.

¡Suficiente! ¡Me voy a salir de aquí!

Cerré el grifo que estaba a mi derecha después de haberme bañado y busco la toalla para secar todo mi cuerpo.

—¡Oye, Gregory! —Loui salió corriendo hacia donde me encontraba y se cubrió los ojos para no verme con la toalla puesta alrededor de mi cintura.

—¿Qué ocurre? —cuestioné mientras estaba dándole la espalda y buscaba una ropa cómoda para ponérmela.

—Le pregunté a tu príncipe si le gustaría asistir a una pequeña reunión que estoy pensando en hacer… quizá para esta noche, ¿te animas? —podía notar que hacía una pequeña celebración con el movimiento de sus pasos.

—¿Y desde cuándo y por qué ahora le llamas así? —me sorprendió tanto su comentario cuando mencionó aquello y volteé a verlo.

—¿Crees que porqué tiene una pinta de príncipe sacado de un cuento de fantasía no parece ser cierto? —él se acercó hacia mí y sonrió. —Además… veo que te gusta, así que tienes muchas cosas a tu favor. —aquello me sorprendió de nuevo, y sobre todo viniendo de las palabras de Loui.

—¿De verdad crees que voy a tener la oportunidad de tener a alguien así como Andrew? —me ruboricé un poco por esto y simplemente no dije nada después de eso.

Sólo esperaba a que Loui negara de manera inmediata con la cabeza y dijera que estoy loco por pensar en aquello. Simplemente recibí un suave golpe en mi espalda y miré confundido a Loui por lo que acababa de hacer. No esperaba más de él, solo me daba la impresión de que tendría que esperar sí o sí a ver qué sería aquello que tramaría hasta que se hiciera de noche.

Mientras esperaba a que la noche llegará, yo me disponía a mantener mi mente ocupada en las sopas de letras. Tenía una revista que no había usado en algunos días y quería ponerme a ejercitar mi mente con algo así, y funcionó.

Escuchaba el sonido de una melodía relajante que me hacía sentir bastante tranquilo y eso, digamos que me servía de mucho para mantener mi mente enfocada y conseguir todas las palabras que deseaba. Al parecer, no estaba tan concentrado en lo que pasaba a mí alrededor, puesto a que empezaba a recibir mensaje tras mensaje en mi teléfono y no me daba cuenta de esto. Pero aún así, logré e intenté distraerme lo suficiente y es ahí cuando observé que me habían llegado algunos mensajes de texto proviniendo del número telefónico de Andrew. Aquello sin duda, me pareció demasiado curioso.

10 Mensajes sin leer de: Andrew.

Hey, pasaba por aquí para saludar.

Enviado a las 11:00 a.m.

¿Estarás ocupado el día de hoy? Tengo pensado invitarte a un lugar súper bonito del que me hablaron.

Enviado a las 11:12 a.m.

No estoy muy seguro de si se le llamaría como la típica cita que tienes con alguien o si sólo se trataría de una simple salida entre amigos.

Enviado a las 11:15 a.m.

Si no quieres ir, podemos esperar a que llegue la noche y planificar algo, ¿qué opinas? ¿También te gustaría?

Enviado a las 11:30 a.m.

Creo que estás muy ocupado, ¿cierto?

Enviado a las 11:40 a.m.

Supongo que eso es un sí.

Enviado a las 11:50 a.m.

Bueno, esperaré a que te desocupes. No sé exactamente cuándo o a qué hora sería, pero supongo que… tendré que esperar un poco.

Enviado a las 11:55 a.m.

¿Gregory? ¿Está todo bien? ¿Estás bien? Si, me estoy empezando a preocupar.

Enviado a las 11:57 a.m.

A la noche, todo se había vuelto como siempre. Cuando Loui organizaba sus fiestas, le añadía siempre algo típico, y eso era la comida. Obviamente que nadie se iba a negar a lo que él preparaba y sobre todo, a lo que Amelia compraba. Era una fiesta como cualquier otra, donde la celebración y los que habían asistido ya decían que era lo mejor del mundo. Amelia estaba disfrutando de otra fiesta, y como se notaba que lo disfrutaba al máximo.

En ese momento en el que yo me había tomado el atrevimiento de vestirme de la forma más “acorde” a la fiesta, observaba que Andrew estaba conversando con algunas chicas que se le habían acercado. No podía escuchar su conversación porque el ritmo de la canción estaba muy alto. Lo único que podía leer era el lenguaje corporal, y Andrew estaba tranquilo, mostrando una aparente tranquilidad que nunca había notado en él. Y cómo no iba a ser algo distintivo y clásico, tenía un vaso de vidrio entre sus manos y éste estaba lleno hasta la mitad con una de esas botellas de alcohol que nunca supe identificar.

Y de la cual, tampoco tenía interés en probar. Si les soy sincero.

En ese momento, las chicas lo invitaban a salir a bailar al centro de la sala de estar, pero parecía que esto a él le disgustaba. Sólo se negó de forma cortés pero sobre todo de forma amable y sin querer ser tachado como un aguafiestas. Ellas lo entendieron y se disculparon para luego alejarse de él.

De ahí, me encargué de que ahora centrará su atención en mí.

—¿Andrew? —él levantó su mirada después de beber un sorbo de su bebida.

—Gregory. —mencionó mi nombre después de relamerse los labios con la lengua y sonrió. —¿Estás bien? —su mano la posó sobre mi hombro y aquello provocó un escalofrío que, él claramente, pudo detectar.

—Si, como nunca antes. —dije intentando mostrar una amable y gentil sonrisa. —¿Y tú cómo te sientes? —le seguí la corriente.

—A veces siento que es difícil expresarlo con simples palabras. —su mano pasó de estar en mi hombro a estar en mi barbilla. —¿Me entiendes, verdad? —yo asentí de forma rápida.

—S… si… si… —tragué saliva y él rápidamente reaccionó ante mi nerviosismo y quitó su mano lentamente.

El resto de la conversación, de cierta forma, terminó de una manera inesperada. Pero cuando iba a ir a tomar agua para hidratar un poco mi garganta, ya que me sentía como si mis cuerdas vocales no podían dar más. Andrew me acompaña y me ofrece su ayuda. A la cual no negué, sino que acepté con todo gusto.

Su amabilidad no dejaba de parecerme lo más lindo del mundo. He intentado no aparentar estar nervioso y ser un completo torpe cuando lo tenía a él tan cerca de mí, ver esos ojos tan serios y fríos, sobre mis grandes y expresivos ojos ya me hacía querer, literalmente, no querer que fuera tan expresivo en un momento así.

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