—Supongo que eso te distraía de pensar en tus abuelos —suelto y llevo la mirada al frente, los millones de foquitos de la ciudad alumbran como si fueran estrellas.
—No, sólo quería que volviéramos a ser amigos como antes —dice y noto que está confesando algo muy íntimo—. Cuando teníamos tres años eras mi única amiga, siempre estábamos juntos, quería que fuera así.
—¿Puedes recordar tus tres años? —indago con asombro.
—Sí, lo recuerdo. Mi primer recuerdo es de estar contigo en la cama, tenías un chupo en tu boca y olías a talco de bebé.
Vuelvo a observarlo, estoy asombrada, ¿de verdad recuerda eso?
—Mi mamá dice que ese recuerdo es de la hacienda de tus padres, estábamos acostados en la misma cuna, pasamos todo diciembre juntos —sigue relatando&m
Alessandro se abalanza sobre mí y me empieza a besar con intensidad, haciendo que deje de respirar. Su lengua se sumerge en mi boca y me hace sentir todo tipo de cosas.Dios mío, cuánto había esperado este momento.Cuando el beso se acaba, empiezo a respirar con rapidez y sé que todo mi rostro está más rojo que nunca.—Puedes tener todos los hijos que quieras, yo me encargaré de dártelos —me susurra al oído y comienza a besarme el cuello—. Pero cásate conmigo.Oh no, esto se está saliendo de control…—Es-espera… —musito.La boca se me hace agua y… algo en mi entrepierna me está gritando que acepte sus condiciones.—Pen, cásate conmigo —susurra y acaricia mis mejillas con sus enormes manos, paseando un dedo pulgar por mis labios.Pero yo estoy entrenada para saber pensar
En la universidad tuve mi único novio de verdad: Emiliano. Emiliano era el típico chico guapo, de piel bronceada, cabello ondulado, alto y acuerpado; que era fiestero; de esos que le encantan las motos y llevaba una chaqueta de cuero y botines, aunque estuviéramos a treinta y cinco grados de temperatura. Por lo cual a veces olía a pescado y lo camuflaba con perfume. Le gustaba parecer misterioso con las chicas. Bebía como albañil. Era rebelde sin causa con sus padres millonarios y tenía enemigos imaginarios.Era un desastre en la carrera que estudiaba. Pero era guapo y eso era a lo que un montón de chicas nos encantaba.Lo conocí en segundo semestre. Recuerdo que ese año hacía una ola de calor terrible y justo ese día que Emiliano cruzó la puerta del auditorio, yo llevaba una camisa corta de flores azules y unos baqueros, con el cabello recogido porque no soportaba el calor. Seg&
Lo triste no fue que mi primer novio de verdad me lastimara por completo, sino fue que mi relación con Alessandro se destruyó. Estábamos entrando a la etapa más madura de nuestras vidas, pudimos haber creado una linda amistad, pero yo me encargué de que eso no sucediera.Y era cuando más necesitaba de un buen amigo. Necesitaba que volviera a rescatarme del precipicio.Con los años noté que no me soportaba y supuse que se había hartado de todo el daño que le había hecho. Ni siquiera me invitó a su fiesta de graduación. Y después se fue a vivir una temporada en Escocia e Inglaterra, ayudando a su padre con la compañía mientras estudiaba una maestría.Por eso se me hace tan extraño que estemos ahora los dos en este balcón, besándonos tan apasionadamente. Y estoy subida sobre él, tengo el mando de la situación, mov
Después me hace colocar encima de él y logro seguir con el mismo ritmo que llevábamos anteriormente. Sus manos no dejan de acariciarme, sus ojos siguen observándome con fascinación.Me quito el brasier y sus manos atrapan mi busto en su totalidad. Después los besa apasionadamente, haciéndome jadear y temblar de pacer.Jamás imaginé que al estar íntimamente con Alessandro podría conectar instantáneamente con él. Siento… que no es simplemente sexo.No, definitivamente no lo es. Minutos atrás me confesó que me quería y yo también lo hice. ¿Esto será lo que llaman hacer el amor?Pero él no me ama… ¿o sí? Una cosa es querer y otra diferente es amar…Me da una bofetada y me hace salir de mis pensamientos. Me obliga a mirarlo.—Quédate conmigo —ordena.<
Trago saliva.—Pen, Pen, Pen… —suelta con decepción y después le da una calada a su cigarro—. Alessandro te mueve un poco la cola y allá vas, abriéndole las piernas. —Inclina un poco su cabeza a su derecha—. ¿Acaso eres una masoquista? ¿Se te olvida la gran humillación que te hizo en tu propia fiesta?—Es que… —Trato de decir.Mariana entra en la casa y yo la sigo con miedo. Cuando cierro la puerta, ella voltea a verme.—¿Qué es lo que te pasa, Penélope?Alzo mis hombros y mi respiración se agita.—Por favor, ¿cómo se te ocurre acostarte con el peor prospecto que puedes tener? —sigue diciendo—. ¿Se te olvida todo lo que te ha hecho? Te humilló y nuestro padre tuvo que abogar para que él no impidiera que tu propia empresa entrara en la quiebra. ¿Q
Alessandro entreabre sus labios y sus mejillas y nariz están rojas.—¿De verdad vas a hablar con mi padre? —inquiere.Su pregunta golpea duramente mi pecho. Mi hermana tiene razón, él sólo está desesperado por no perder su fortuna y yo soy la primera idiota que encontró para librarse de su problema.—Sí —respondo y pongo el auto en marcha—. A fin de cuentas, soy la favorita de tu padre.Él se descoloca un poco y se ve algo enojado, pues detesta la idea de que su padre me prefiera por encima de él.El resto del camino nos distancia un incómodo silencio que los dos por orgullo decidimos no romper. Y cuando me estaciono afuera de la empresa de Alessandro, sólo abro la boca para decirle:—Consigue un nuevo chofer o aprende a manejar, no puedo seguir siendo tu sirvienta.Alessandro vuelve a entreabrir la boca y se ruboriz
Penélope es la piedra en mi zapato. Todo es un desastre cuando estoy cerca de ella.A veces tengo pesadillas donde la encuentro muerta en la tina, con el frasco de pastillas tirado en el piso, siendo arrastrado por el agua que salta de la tina. Y por más que intento hacer que despierte, ella ya no está, su rostro es tan pálido y frío que congela mis manos.Penélope es indescifrable. Siempre me mira a través de una ventana, pero nunca baja para hablar conmigo. Hay una gran distancia invisible entre los dos. A veces siento que puedo tenerla, pero se escurre entre mis manos y vuelve a dejarme solo.Y cuando intento acercarme a ella, todo termina convirtiéndose en desastre.De niño ella me odiaba. Yo la perseguía a todas partes, pero siempre estaba con su hermana mayor y amigas cercanas jugando y me ignoraba, si insistía, me gritaba. En la escuela no era diferente, se sentaba en los primeros puestos y siempre alzaba la mano cuando el profesor hacía una pregunta.Le gustaba lucir impecable
—No, fue un accidente —mentí mientras la observaba.Penélope comenzó a llorar y justo en ese instante Mariana entró al salón, se alarmó y preguntó qué sucedía. Ninguno de los dos fue capaz de confesar que nos habíamos peleado.Fue incómodo volver juntos a casa esa tarde y mucho más tener que vernos el resto del día, además de tener que sentarnos juntos en la misma mesa.Descubrí que a Penélope le gustaba mantener una imagen pulcra de ella, de ser la hija perfecta, que es buena y amable con todos. Empecé a generar fastidio y no veía la hora de que se acabara el año para no verla todos los días.Pero ese mismo año, para diciembre, pasamos las vacaciones en la hacienda de su familia y justo un día antes hicimos una fogata y sus hermanos nos animaron a besarnos. Fue mi primer beso.Todo el rencor que podía tener hacia ella se desvaneció cuando toqué sus labios.Pensé en ella a diario después de aquella noche. Penélope era mi mundo entero. No dejaba de ver en sus redes sociales sus fotos y