—Aurelio, ¿crees que esto sea muy necesario? —Por supuesto que lo es, es la única manera de que podamos llevar el control de todo —ella observa a su esposo atentamente. —¿Poniéndole un rastreador a Bella? —pegunta con tono sarcástico. —Tiene 18 años, ¿Qué esperas que haga? —No deberíamos abrumarla tanto, ya tiene mucho con entrar en la universidad. —A eso es a lo que le temo. La castaña observa como su esposo hace un artilugio espectacular para colocar un rastreador que Fabián consiguió para Bella. —Aureliano asistirá a la misma universidad, él puede cuidarla, es su hermano. —Pero con esto, sabremos si ella se escapa con sus amigas sabrá dios a donde —la castaña pone los ojos en blanco. —Eres muy protector. —¡Es mi hija! ¿Quién más lo va a hacer?, bueno ya está listo… —deja su bolso donde estaba—. Dudo mucho que se dé cuenta de esto. Su esposa lo duda ya que Bella era una chica bastante astuta… ya tenía 18 años al igual que su hermano Aureliano, ambos habían comenzado la uni
Algunas lágrimas se deslizan por la mejilla de Fiorella al ver como su madre está siendo sepultada. La joven siente un profundo dolor en su alma que le es imposible de explicar, no esperaba que su mamá se fuera tan pronto de ese mundo. La joven gimotea cuando algunas amistades depositan una rosa sobre su lecho de muerte, y seguido de eso palmean su hombro para darle sus condolencias. Fiorella solo consigue asentir, pero sin apartar la vista de la tumba de su madre. Limpia sus lágrimas al mismo tiempo que traga saliva, trataba de contener el llano, pero le resultaba imposible. La castaña levanta la mirada y ve a su hermana a su lado, Laura no derramaba ni una sola lágrima, es que no expresaba ningún tipo de conmoción por la pérdida de su madre. La castaña mayor levanta la mirada para verla de soslayo y frunce el ceño. Ambas se miran fijamente y es como si fuesen un par de desconocidas. —¿Qué te pasa? —Tú… ¿no te duele la muerte de mamá? —¿Qué clase de pregunta estúpida es esa? —N
Mira con lamento y a la vez felicidad la tumba de su madre, Fiorella sonríe un poco al ver aquella hermosa lapida que hicieron para su mamá, sin embargo nunca supo quién lo había hecho. Cuando pregunto en la oficina nadie le dio razón alguna, y pensó que tendría que pagar algo, pero resulta que todo estaba cancelado. Frunce el ceño al recordar cuando unos días después de su entierro fue a visitar a su madre encontrándose con la sorpresa de que tenía una lápida muy hermosa y un enorme ramo de rosas rojas. Era extraño, pero nadie apareció para decir nada el día de su funeral y de la nada alguien hizo algo por su madre. Hasta donde sabia, no supo que su madre tuviera algún amigo. Su padre había fallecido cuando ella era muy pequeña por ende no lo recordaba. Fiorella suspira al mismo tiempo que una brisa fría golpea su rostro, ajusta un poco la chaqueta que lleva puesta para luego inclinarse para dejar unas flores a su madre. —Te extraño mucho, mamá… Desde que murió Laura no se tomaba
Aurelio mira fijamente por el gran ventanal de su oficina viendo como la gente transita por la calle, esa tarde llovía un poco y las gotas de agua humedecían el cristal. El CEO suspira puesto que esa mañana se sentía un poco extraño. No dejaba de pensar en esa chica del cementerio y eso no era común en él. Frota el puente de su nariz con un poco de impaciencia, luego vuelve la vista al cristal y desde lo alto logra ver a una persona que llama su atención. El castaño se pone en pie rápidamente para mirar atreves del cristal, ese abrigo morado le parecía bastante familiar. —No puede ser, debe ser una coincidencia. Muchas pueden usar un abrigo de ese modelo. Fija sus ojos bien en esa persona, aquella joven había entrado en la cafetería que quedaba frente a su edificio. Y se estaba demorando mucho en salir, eso lo hizo fruncir la mirada y pensar unos segundos. Decidió no pensar más y salir de su oficina a toda prisa, se encontraba en un cuarto piso, la vista no podía estar fallándole.
—No te preocupes. —¿Seguro que no tendrás problemas con nadie por estar aquí en mi oficina? —Fiorella termina el chocolate, levanta la mirada para ver aquel castaño. —Muchas gracias por el chocolate. El corazón de Aurelio dio un vuelco al verla así toda vulnerable y tan necesitada, que los fuertes latidos de su órgano más importante retumbaba su pecho. —¿Cuántos meses tienes? —Fiorella acaricia su vientre con amor y eso lo nota Aurelio. —Cuatro meses. El CEO mira su vientre con cariño, era muy hermoso verla a ella acariciar su barriga sabiendo que llevaba dentro a un pedacito de persona que crecía poco a poco. La verdad es que se sentía muy conmovido por Fiorella. —Debes de estar muy ansiosa por su llegada. —Lo estoy… —pero también muy asustada pensó, no sabía cómo le iba a hacer para mantener a ese bebé. —¿Y su padre? ¿Está feliz? Fiorella entre cierra un poco los ojos al escuchar aquella pregunta, no deseaba recordar al padre de su bebé, era en lo que menos deseaba pensar.
Laura mira el vientre de su hermana y siente mucho odio en su interior, con todas las necesidades que tenían y Fiorella había decidido tener a ese mocoso para agraviar más su situación. —No te basta con todas las deudas que nuestra madre nos dejó, para que vengas a ponerte a tener un bebé que evidentemente no puedes mantener. —Laura, estas siendo muy cruel conmigo. ¿Porque eres así? ¿Qué te he hecho? —le dice entre lágrimas. —Darme problemas, siempre me has estado dando problemas y ya no pretendo continuar resolviéndolos. Ya estas grande, así que o regalas a ese niño al nacer o te largas de aquí Fiorella. —También es mi casa, Laura—añade limpiando sus mejillas —. No puedes echarme de esta manera y menos esperando un bebé. La castaña mayor se le queda mirando a su hermana fijamente, no estaba dispuesta a seguir soportando a Fiorella con su estúpido embarazo. Y menos pretendía ayudarla cuando ese mocoso llegara al mundo. —No me interesa que seas dueña, yo no pretendo ayudarte con e
El CEO mira fijamente a Fiorella, ella ni siquiera lo miraba. —Fiorella, yo no te estoy ayudando por lo que estás pensando —ella frunce un poco el ceño —. No estoy aquí porque quiera hacerme con tu bebé, la verdad es que no entiendo porque dices una cosa tan descabellada como esa; y otra cosa, ¿de dónde sacas que tengo esposa? —Fiorella ensancha la mirada y decide mirarlo al fin. Ella percibe que Aurelio había ingresado por completo en la habitación y no dejaba de mirarla. —Pero… —Yo no estoy casado. —Escucha—el CEO levanta ambas manos en gesto de paz —. Esta tarde necesitas descansar y estar tranquila por el bien de tu bebé, por esa razón no hay problema con que te quedes en esta clínica y seas atendida adecuadamente. Solo quiero que sepas que no estoy aquí con malas intenciones. —No entiendo porque está haciendo esto, es que ni siquiera me conoce como para prestar este tipo de ayuda a una desconocida embarazada. Siempre hay algo que l
Mattias le sonríe a la secretaria de Aurelio justo cuando se detiene ante ella para que anunciará su llegada, Aurelio lo había mandado a llamar y él ya se imagina las razones. —Señor Ferretti, el señor Mattias ha llegado —la secretaria lo anuncia. —Hazlo pasar. En cuestión de nada Mattias ya estaba en su oficina mostrando una sonrisa impertinente. —¿A que debo tu llamada? —He oído que quieres comprar la parte de mi otro socio. —Estas muy bien informado. —Es mi compañía, lo sé todo Mattias. —Digamos que si estoy interesado en comprar, la verdad es que no me interesa vender mi parte así como mi padre lo llego a pensar en algún momento. Aurelio se cruza de brazos ante su respuesta. —¿Cuánto quieres por ceder tu porcentaje? ¡Lo pagaré! —Mattias sonríe al mismo tiempo que niega. —No venderé, Aurelio —ambos se miran fijamente. —Te daré un tiempo para pensarlo, cuando lo hayas pensado bien búscame. La arrogancia y confianza de Aurelio cabreaba a Mattias. Él sabía que ese sujeto t