Aurelio mira fijamente por el gran ventanal de su oficina viendo como la gente transita por la calle, esa tarde llovía un poco y las gotas de agua humedecían el cristal. El CEO suspira puesto que esa mañana se sentía un poco extraño.
No dejaba de pensar en esa chica del cementerio y eso no era común en él. Frota el puente de su nariz con un poco de impaciencia, luego vuelve la vista al cristal y desde lo alto logra ver a una persona que llama su atención.
El castaño se pone en pie rápidamente para mirar atreves del cristal, ese abrigo morado le parecía bastante familiar.
—No puede ser, debe ser una coincidencia. Muchas pueden usar un abrigo de ese modelo.
Fija sus ojos bien en esa persona, aquella joven había entrado en la cafetería que quedaba frente a su edificio. Y se estaba demorando mucho en salir, eso lo hizo fruncir la mirada y pensar unos segundos.
Decidió no pensar más y salir de su oficina a toda prisa, se encontraba en un cuarto piso, la vista no podía estar fallándole. Tenía que ser la misma chica… al salir a la recepción, su secretaria se pone en pie rápidamente.
—¡Señor Ferretti!
—Saldré, regreso en un momento.
—Pero esta… —la mujer no logra terminar la frase puesto que él ya se había marchado.
Aurelio baja en el ascensor creyendo que se demoraba demasiado para descender. Cuando ve el último piso se desespera, entre tanto las puertas se abren y termina saliendo a medio abrir.
Las personas que esperaban por el elevador se asombran al ver salir al CEO a toda prisa. Pero Aurelio no le prestó atención a nadie y continúa avanzando al exterior del edificio. Abrió la puerta y de inmediato la brisa húmeda y fría lo golpea, frunce un poco el ceño al mirar exactamente la cafetería del frente.
Ajusta un poco su traje y empieza a dar algunos pasos hacia ese lugar.
—Señor Ferretti, ¿desea un paraguas? —le dice el joven portero.
—No, estoy bien…—responde mirando la puerta de la cafetería.
Atreves del cristal no logra ver nada, la lluvia amainaba solo un poco, sin embargo seguía molestado la visibilidad… el castaño empieza a bajar las escaleras y se detiene justo cuando ve salir de la cafetería a esa chica.
¡Era ella!, la joven del cementerio.
El corazón de Aurelio se acelera un poco y no entiende porque, pestañea puesto que las gotas de la lluvia lo obligaban a cerrar los ojos. Esa chica se quedó en la entrada de la cafetería esperando que la lluvia se detuviese.
Sin embargo, él estaba mojándose como un tonto mientras que la miraba.
Pero ella miraba hacia todos lados, menos hacia donde estaba él.
Fiorella moría del frío, a pesar de estar usando un abrigo muy grueso no la protegía del inclemente clima. La joven se queda parada en la entrada de la cafetería esperando que la lluvia cesara, no era bueno que se mojara.
Mira de reojo la cafetería soltando un suspiro cortó, no había conseguido nada esa mañana y parte de la tarde, le iba a ser imposible hacerlo estaba segura de eso. Aplana los labios al recordar las crueles palabras de su hermana.
La castaña baja la mirada para mirar sus zapatos, el agua los salpicaba, hasta sentía las medias húmedas. Niega sintiendo esas jodidas ganas de llorar, estaba un poco irritada por sentirse de esa manera todo el tiempo.
De pronto frunce el ceño al mirar cerca de sus zapatillas un par de zapatos de vestir negros muy lustrados, pero salpicados con agua. Fiorella entre abre los labios y poco a poco va subiendo la mirada para ir dándose cuenta de que alguien estaba parado ante ella.
Cuando sus ojos fijan un par de ojos marrones claros se paraliza. Fiorella ve la cara mojada de aquel hombre y la forma en la que la miraba que se inquietó, luego detalla aquel único lunar en su rostro bastante diminuto, se hallaba un poco más debajo de su ojo que llamaba muchísimo la atención.
Definitivamente si era la chica del cementerio, no tenía dudas sobre eso. ¡Era ella!, al mirar la expresión de esa joven, Aurelio se agito. Sus ojos eran muy oscuros y llevaba el cabello corto, pero sujeto con una coleta.
—Hola—se atreve a saludarla aun cuando ella puede salir corriendo—. No creo que la lluvia amaine, de hecho está empezando a llover un poco más fuerte —dice sin apartar la vista de ella.
Fiorella no estaba segura de que estuviera pasando aquella situación, ¿Qué hacia ese hombre hablándole? No lo conocía de nada, y encima… ella lo mira disimuladamente notando que vestía con ropa muy elegante.
Regresa la vista a su rostro aun sin creer que estuviera hablándole.
—Me llamo Aurelio Ferretti —el CEO le tiende la mano, Fiorella sabía que era de mala educación dejar una mano tendida. Su madre siempre se lo dijo, no obstante aquel hombre era un extraño.
Aurelio espera a por ella y se pone nervioso porque sospecha que se extralimito… pero entonces, ella levanta la mano y se la acepta.
—Soy Fiorella.
—Un gusto en conocerte —ambos se quedan mirando un momento —. Estás empapada Fiorella —la mención de su nombre de pila la aturdió —. Mi edificio esta allá atrás, si quieres… bueno podemos subir a mi oficina y te puedo ofrecer café, así entras en calor.
Aurelio mete las manos en sus bolsillos sintiendo la tela de su pantalón mojado. Entre tanto mira a Fiorella ante él y aún sigue sin creer que al fin puede hablar con ella. Luego visualiza sus atuendos, aquel abrigo era enorme para ella.
No obstante parecía que estaba muerta del frio, sus labios estaban un poco morados.
—¡Pero no me conoce! —responde tan dulcemente, que el corazón del CEO se descongelo.
—Eso no importa, he visto que estas mojándote y muerta del frío, por favor, acéptame una taza con café y un poco de calor de mi oficina.
Fiorella mira el edificio por encima del hombro de aquel hombre y siente un poco de nervios. Luego vuelve la vista hacia él observando en su mirada algo diferente que la hacía sentirse segura.
Pero era un completo extraño para ella.
—No pasa nada, solo debemos cruzar la calle y vamos a por un café —Fiorella muerde sus labios y termina por asentir con un poco de miedo —. Entonces, vamos…
Aurelio le hace un gesto al portero de la puerta para que trajera el paraguas, el chico corre hacia ellos con la sombrilla abierta, de inmediato el CEO se la pide para ofrecérsela a Fiorella. Ella la toma y avanza hacia el edificio con el paraguas.
En cuanto ambos entraron en el edificio Fiorella sintió un ataque de pánico, y el frío del interior no ayudaba mucho a que se tranquilizara.
—Subamos, en esta planta hace mucho frío.
Aurelio le mostró el camino que debía tomar así que ella avanzo manteniendo la cabeza baja, sentía las miradas de todos y eso no le gustaba mucho. Fiorella ingresó en un ascensor acompañada por aquel castaño, lo mira de soslayo notando que su ropa estaba húmeda.
—¡Esta mojado también!
—Sí, me he mojado.
Ella no entiende porque ese hombre estaba haciendo eso por ella, no la conocía de nada, hasta se mojó la ropa por ella. Aplana los labios justo cuando la puerta de metal se abre, y es cuando ella fija sus ojos en una pelirroja detrás de un enorme escritorio.
—Se…—se había puesto en pie, pero sus palabras se vieron interrumpidas por algo.
El castaño le impide a su secretaria hablar, y sigue con Fiorella a su oficina. Pero antes de entrar le pide a su asistente un taza de chocolate caliente y algunos bocadillos.
—Puedes sentarte en el sofá si quieres, en esta oficina entraras en calor rápido —ella ve a aquel hombre de pie a su lado y luego toda aquella enorme oficina que siente que se iba a desmayar —. Quítate ese abrigo, traeré una toalla para ti.
Fiorella asiente y empieza a soltar los botones del mismo mientras mira todo a su alrededor. Aquella oficina era muy hermosa y espaciosa, realmente era bonita. Luego mira a aquel castaño, notando que se despoja de su saco, era un hombre muy alto y fornido.
Aurelio se quita el saco para colgarlo, al darse la vuelta ve a Fiorella desprenderse de su abrigo y su mirada rápidamente descendió hasta su vientre. El CEO no lo podía creer, parpadea varias veces mirando fijamente ese pequeño bulto que ella tenía en su cuerpo.
No era posible, Fiorella estaba embarazada.
Traga saliva al percatarse de lo que estaba haciendo, luego levanta la vista para verla a ella. Miraba todo con mucha curiosidad y muy asombrada, era como si nunca hubiera estado en un lugar como ese. El castaño enfoca su mano dándose cuenta de que no existía anillo en su dedo.
Luego vuelve a mirar su vientre, su barriga estaba muy abultada.
—¿Dónde puedo dejar esto? —ella le pregunta sacándolo de su estupefacción.
—Dámelo —responde rápido.
Él lo cuelga justo cuando su secretaria entra con lo que él ordeno, y esta al mirar a Fiorella se paraliza por su vientre abultado.
—Déjalo en la mesa y retirarte, muchas gracias —Fiorella ve a la pelirroja con un poco de vergüenza —. Pedí chocolate caliente, espero que te guste.
En ese instante Fiorella mira la mesa viendo aquel humeante chocolate y aquellos bocadillos, no había comido nada en toda la mañana. Sin embargo le apenaba mucho demostrar que estaba hambrienta.
—Sí, claro, me gusta.
—¡Ah!, perfecto…
Aurelio le sirvió una taza con chocolate y algunos bocadillos en un plato, entre tanto ella esperaba de pie al lado del sofá. El CEO estaba un poco nervioso por el estado de esa castaña, no esperaba que estuviera embarazada.
—Siéntate Fiorella, debes estar agotada.
—Muchas gracias —le dice al recibir el plato.
El CEO se queda sentado en el borde de su escritorio sin saber qué hacer, tenía una mujer embarazada en su oficina, una por la que estuvo pensando por mucho tiempo. ¿Y ahora? La verdad es que tenía muchas preguntas en su cabeza.
Como por ejemplo; si estaba casada, porque le acepto la invitación a un extraño, ¡era posible que no estuviera casada!… pero, ¿y el bebé? Tenía que existir un padre. Mira su vientre disimuladamente.
< Joder, ¿Por qué me parece tan hermosa con ese embarazo?>
En eso Aurelio se da cuenta de que ella lo estaba mirando fijamente y se irgue un poco.
—Lo siento mucho —Fiorella se sentía un poco nerviosa, aquel hombre la miraba mucho y eso la inquietaba.
—¿Por qué me invito aquí?
—Vi que necesitabas ayuda.
Su respuesta la perturbo por completo, tanto que tuvo que hacer un esfuerzo sobre humano para no irse en llanto. Fiorella baja la mirada para ver su vientre, no era justo que su bebé pasara todas esas calamidades, sentía que no estaba siendo buena madre.
—Siento mucho si te he incomodado, espero que esto no te cause problemas con tu esposo. Solo quise ayudarte, hace mucho frío afuera —las palabras de aquel sujeto parecía tan sincera.
Pero ya había oído mucho de palabras sinceras, la verdad es que a esas alturas le costaba mucho creer en las palabras de alguien. Si su hermana la trataba como lo hacía, porque no un extraño como él.
—Creo que debo irme —la respuesta de Fiorella hizo que Aurelio se pusiera en pie y mirase por la ventana.
—Comenzó a llover mucho más fuerte, por favor, espera que baje la tormenta.
Fiorella apenas y había probado el chocolate, la verdad es que estaba hambrienta y no estaba segura de cuando volvería a probar algo de comida. Debía quedarse, al menos por el bienestar de su bebé.
—¡No estoy casada! —responde mientras le da un sorbo al chocolate sintiendo que su bebé se lo agradece profundamente.
—Lo siento, no quise ser entrometido.
Aurelio nota como ella come y bebe chocolate con ganas, en ese instante se preguntó si ella se había alimentado correctamente ese día. Aquel pensamiento estrujo su corazón, ¿ella y el bebé no estaban bien?
De pronto se vio preocupado por una mujer que no conocía, y un bebé que no tenía padre.
—No te preocupes. —¿Seguro que no tendrás problemas con nadie por estar aquí en mi oficina? —Fiorella termina el chocolate, levanta la mirada para ver aquel castaño. —Muchas gracias por el chocolate. El corazón de Aurelio dio un vuelco al verla así toda vulnerable y tan necesitada, que los fuertes latidos de su órgano más importante retumbaba su pecho. —¿Cuántos meses tienes? —Fiorella acaricia su vientre con amor y eso lo nota Aurelio. —Cuatro meses. El CEO mira su vientre con cariño, era muy hermoso verla a ella acariciar su barriga sabiendo que llevaba dentro a un pedacito de persona que crecía poco a poco. La verdad es que se sentía muy conmovido por Fiorella. —Debes de estar muy ansiosa por su llegada. —Lo estoy… —pero también muy asustada pensó, no sabía cómo le iba a hacer para mantener a ese bebé. —¿Y su padre? ¿Está feliz? Fiorella entre cierra un poco los ojos al escuchar aquella pregunta, no deseaba recordar al padre de su bebé, era en lo que menos deseaba pensar.
Laura mira el vientre de su hermana y siente mucho odio en su interior, con todas las necesidades que tenían y Fiorella había decidido tener a ese mocoso para agraviar más su situación. —No te basta con todas las deudas que nuestra madre nos dejó, para que vengas a ponerte a tener un bebé que evidentemente no puedes mantener. —Laura, estas siendo muy cruel conmigo. ¿Porque eres así? ¿Qué te he hecho? —le dice entre lágrimas. —Darme problemas, siempre me has estado dando problemas y ya no pretendo continuar resolviéndolos. Ya estas grande, así que o regalas a ese niño al nacer o te largas de aquí Fiorella. —También es mi casa, Laura—añade limpiando sus mejillas —. No puedes echarme de esta manera y menos esperando un bebé. La castaña mayor se le queda mirando a su hermana fijamente, no estaba dispuesta a seguir soportando a Fiorella con su estúpido embarazo. Y menos pretendía ayudarla cuando ese mocoso llegara al mundo. —No me interesa que seas dueña, yo no pretendo ayudarte con e
El CEO mira fijamente a Fiorella, ella ni siquiera lo miraba. —Fiorella, yo no te estoy ayudando por lo que estás pensando —ella frunce un poco el ceño —. No estoy aquí porque quiera hacerme con tu bebé, la verdad es que no entiendo porque dices una cosa tan descabellada como esa; y otra cosa, ¿de dónde sacas que tengo esposa? —Fiorella ensancha la mirada y decide mirarlo al fin. Ella percibe que Aurelio había ingresado por completo en la habitación y no dejaba de mirarla. —Pero… —Yo no estoy casado. —Escucha—el CEO levanta ambas manos en gesto de paz —. Esta tarde necesitas descansar y estar tranquila por el bien de tu bebé, por esa razón no hay problema con que te quedes en esta clínica y seas atendida adecuadamente. Solo quiero que sepas que no estoy aquí con malas intenciones. —No entiendo porque está haciendo esto, es que ni siquiera me conoce como para prestar este tipo de ayuda a una desconocida embarazada. Siempre hay algo que l
Mattias le sonríe a la secretaria de Aurelio justo cuando se detiene ante ella para que anunciará su llegada, Aurelio lo había mandado a llamar y él ya se imagina las razones. —Señor Ferretti, el señor Mattias ha llegado —la secretaria lo anuncia. —Hazlo pasar. En cuestión de nada Mattias ya estaba en su oficina mostrando una sonrisa impertinente. —¿A que debo tu llamada? —He oído que quieres comprar la parte de mi otro socio. —Estas muy bien informado. —Es mi compañía, lo sé todo Mattias. —Digamos que si estoy interesado en comprar, la verdad es que no me interesa vender mi parte así como mi padre lo llego a pensar en algún momento. Aurelio se cruza de brazos ante su respuesta. —¿Cuánto quieres por ceder tu porcentaje? ¡Lo pagaré! —Mattias sonríe al mismo tiempo que niega. —No venderé, Aurelio —ambos se miran fijamente. —Te daré un tiempo para pensarlo, cuando lo hayas pensado bien búscame. La arrogancia y confianza de Aurelio cabreaba a Mattias. Él sabía que ese sujeto t
Fiorella camina hasta la sala observando que Aurelio no estaba por ningún lado, echa un vistazo en la cocina y es cuando repara en una bolsa marrón y al lado de esta yacía una nota. Ella se acerca al mesón para tomar la nota, era de Aurelio.“Lamento haberte dejado sola en casa, pero de verdad tuve que ir a la oficina. No te preocupes, regresare cuanto antes. Descansa y come un poco”—Pero que pasa con este hombre, ¿tiene por costumbre dejar sola a las personas extrañas?Frunce el ceño al mirar la bolsa, la curiosidad la lleva a abrirla y fue entonces que el aroma de la misma revuelve su estómago que la empuja a correr de vuelta al baño.[…]Firma con un poco de prisa los documentos que su secretaria dejo sobre su escritorio para poder regresar a casa, aunque sospechaba que Fiorella no se iría, pero con ella nunca se sabía. Aurelio no quería arriesgare a que se le perdiera una vez más esa mujer.Culmina por firmar los papeles, deja todo en orden para ponerse en pie, pero justo en ese
El resplandor del sol se filtra por la ventana y aquellos reflejos fulminaron el rostro de Fiorella logrando que girara su cuerpo hacia el otro lado. Sin embargo la castaña ya se encontraba despierta desde hace mucho tiempo.No dejaba de pensar en lo que debía hacer para sobrevivir con su bebé. Ahora no contaba con un techo donde refugiarse, y aunque buscase de nuevo a su hermana estaba segura de que Laura la volvería a rechazarAbraza la almohada como intentando aferrarse a ella, se sentía muy preocupada por la situación en la que estaba pasando. Sin hogar, sin trabajo, sin dinero y con un bebé en camino no la tenía nada fácil.Mira la salida de la habitación con estremecimiento en su interior, sabía que luego que saliera de esa recámara ya no habría vuelta atrás. Cierra los ojos y respira profundamente hasta que consigue ánimos para levantarse de la cama.Antes de encaminarse al cuarto del baño, Fiorella escucha que Aurelio toca la puerta lo que la lleva a sobresaltarse. Pone una ma
En cuanto acostó a Fiorella en la cama noto su extrema palidez, toca su frente sintiendo que estaba a temperatura normal, pero justo en ese momento la joven castaña comienza a despertar percibiendo que él la estaba tocando.Inmediatamente aleja la mano de su frente para quedársele mirando.—¿Te sientes mal? ¿Quieres que te traiga un poco de agua?—Sí creo que me siento bien —dice sentándose en la cama, Aurelio hace lo propio y ambos se quedan en silencio.—Me has asustado —decide decir algo, pero sin mirarla.—No puedo ser tu esposa, Aurelio—en ese instante él voltea para verla —. No me puedo casar con alguien que no conozco y tú tampoco puedes someterte a esto.Aurelio resopla, escarba en su cerebro buscando una manera de convencerla de que lo mejor para su bebé y para ella era que lo hicieran. A menos que…—Hagamos algo, sé que no tienes a donde ir y tampoco tienes como defenderte, tu estado de embarazo va corriendo y pronto no podrás encontrar un empleo en el que puedas estar de ma
Antes de poder cerrar la puerta percibe la presencia de Fiorella, justamente salía del corredor con expresión de dormilona, sus cabellos alborotados y los ojos semi abiertos. Aurelio la inspecciona de abajo hacia arriba enterneciéndose por completo por ella.Verla con esa cara de dormida fue encantador, realmente esa mujer era adorable.Fiorella frota sus ojos, había tenido una larga siesta y ahora en esos momentos su estómago rugía. La joven al levantar la mirada percibe que Aurelio estaba de pie en la entrada llevándola a detenerse.—Hola —lo saluda con sorpresa.En ese instante Aurelio repara en la manera que Fiorella se encontraba vestida esa noche, la verdad es que sus atuendos lo hicieron tragar saliva en seco. A pesar de estar embarazada, esa mujer era preciosa.—He salido un poco antes de la oficina—fija sus ojos en los de ella, trataba de olvidar que ella usaba unos chores muy cortos y una blusa ajustada.—Yo… bueno, me he quedado dormida.El CEO cierra la puerta sintiendo al