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Capitulo 4. Ella se marcho

—No te preocupes.

—¿Seguro que no tendrás problemas con nadie por estar aquí en mi oficina? —Fiorella termina el chocolate, levanta la mirada para ver aquel castaño.

—Muchas gracias por el chocolate.

El corazón de Aurelio dio un vuelco al verla así toda vulnerable y tan necesitada, que los fuertes latidos de su órgano más importante retumbaba su pecho.

—¿Cuántos meses tienes? —Fiorella acaricia su vientre con amor y eso lo nota Aurelio.

—Cuatro meses.

El CEO mira su vientre con cariño, era muy hermoso verla a ella acariciar su barriga sabiendo que llevaba dentro a un pedacito de persona que crecía poco a poco. La verdad es que se sentía muy conmovido por Fiorella.

—Debes de estar muy ansiosa por su llegada.

—Lo estoy… —pero también muy asustada pensó, no sabía cómo le iba a hacer para mantener a ese bebé.

—¿Y su padre? ¿Está feliz?

Fiorella entre cierra un poco los ojos al escuchar aquella pregunta, no deseaba recordar al padre de su bebé, era en lo que menos deseaba pensar.

Pero justo en ese momento fue salvada por la interrupción de un joven moreno con anteojos, en cuanto él la ve a ella y luego al castaño ante ella, el chico palidece.

—Disculpe la interrupción señor Ferretti.

—¿Qué es lo que pasa?

—La reunión ya está pautada para dentro de un minutos —se le había olvidado por completo aquella junta.

—Voy en un minuto.

El chico abandona la oficina, Fiorella lo ve y luego mira al castaño delante de ella.

—Debo ir, prometo regresar en una hora —dice tomando otro saco del mismo color que el anterior, pero este estaba seco —. Volveré pronto, de acuerdo. ¡No te vayas!

Fiorella asiente y lo ve alejarse así como si nada, y ella se preguntó si de verdad pretendía dejar a una extraña en su oficina por una hora completa.

Y así fue, él se marchó dejándola sola en esa oficina… Fiorella se pone en pie mirando detenidamente aquel lugar, y se cuestiona, ¿qué clase de compañía era esa? Observa todo, pero sin tocar nada.

La joven se detiene frente al escritorio de aquel hombre notando la parte trasera de un marco, asumiendo que era una fotografía… muerde levemente sus labios y llena de curiosidad toma el cuadro, al darle vuelta y mirar el retrato palidece.

Fiorella ensancha la mirada al mirar la enorme sonrisa de felicidad de aquel hombre que acababa de conocer y luego estaba una mujer a su lado. Era una chica muy hermosa, a ambos se les notaba bastante felices.

Se abrazaban con mucho cariño, y en sus ojos se reflejaba mucha felicidad.

La castaña desliza sus dedos por el cristal de aquella fotografía y traga saliva, ahora comprendía porque todos la miraron extrañados, incluyendo al moreno que entro en esa oficina. Al ver su vientre era posible que todos pensaran que ese tal Aurelio tenía una amante embarazada cuando era un hombre casado.

—Por todos los cielos, ¿Qué es lo que estoy haciendo aquí? —dice dejando el retrato sobre el escritorio.

Se da la vuelta sintiendo que los latidos de su corazón eran fieros, busca con la mirada su abrigo y camina hacia él determinada a irse. Luego de ponérselo suspira y piensa que debe volver sobre sus pasos siendo objeto de la mirada de todos.

Cierra los ojos tomando el pomo de la puerta, no tenia de otra, no podía quedarse en la oficina de un hombre casado. Todos iban a pensar que su bebé era de ese hombre, ella niega y sale de la oficina.

Para su suerte la secretaria no estaba afuera y eso le dio la ventaja para escabullirse sin tener que dar explicaciones.

[…]

Aurelio escucha la reunión, pero realmente no estaba prestando la más mínima atención a lo que decían. En su mente únicamente rondaba aquella chica que se encontraba en su oficina esperándolo.

Era increíble que estuviera embarazada, ¿Cómo es que no lo había notado? Bueno, a juzgar por esa ropa que llevaba puesta le hubiera sido imposible darse cuenta. El CEO se reclina en su sillón pensando en ella y en ese vientre abultado.

Amusga un poco la mirada al darse cuenta de que no se le salía de la cabeza, y el saber que esperaba un bebé lo inquietaba. Pero, ¿Por qué? En esos momentos solo quería que aquella junta terminara para ir a verla y conversar un poco más con ella.

—Buenas tardes, lamento mucho llegar tarde —pero aquella voz lo saco de su estupefacción, Aurelio endereza su cuerpo y levanta la mirada para ver a Mattias sentarse en la mesa—. Mi secretaria me informo tarde esta junta.

El hombre añade mirando exclusivamente a Aurelio a modo de reto, y aquello cabreaba al CEO puesto que sabía que Mattias era un dolor de cabeza, no era como tratar con su padre.

—Continúen… —demanda Aurelio tomando unos documentos de la mesa.

En lo que la reunión termina, el CEO se da cuenta de que se llevó más tiempo de lo prometido a Fiorella y se impaciento puesto que ella estaba sola en su oficina. Mientras despedía a sus invitados rogaba porque todos salieran rápido.

—Buena junta, Aurelio.

—Mattias, si vas a tomar en serio el porcentaje de tu padre será mejor que tengas interés en llegar a tiempo a cada reunión que se realice.

—Por tu tono de voz noto que estas muy ansioso porque te venda ese porcentaje.

—No te lo voy a negar.

—Puedo vendérselo a cualquiera que también esté interesado.

Aquella amenaza sí que lo cabreo, Mattias no tomaba en serio el trabajo y por esa razón que cuando supo que tomaría las riendas de los negocios de su padre no le agrado. Siempre creyó que tomaría parte él mismo de ese porcentaje, pero ese rubio era muy astuto.

Cuando fundo su compañía, se vio obligado tener socios minoritarios. Poco a poco fue comprando los porcentajes de cada uno y tan solo con dos socios se había quedado, pero ninguno de los dos quería vender y hasta el sol de hoy seguía manteniendo socios.

Sin embargo, estaba por obtener el porcentaje de uno de ellos después de tantas conversaciones y una ostentosa oferta, pero con Mattias sabía que eso le iba a costar mucho más.

—Deseas que la empresa sea solo tuya, pero créeme, no tengo muchas ganas de que sea así.

—Esta compañía es mía, Mattias. Tu miserable porcentaje no afectara en nada mis ganancias. No creas que somos iguales.

Aquella respuesta borro la sonrisa de Mattias, su fortuna y poder no se comparaba en nada con la de Aurelio. Él era el empresario más adinerado de la ciudad, y un porcentaje como el suyo no lo iba a fastidiar.

El rubio lo ve darse la vuelta para salir de la sala de juntas con un poco de apuro, sin embargo Mattias se quedó allí pensando qué demonios inventar para hacer crecer su participación en esa empresa.

[…]

Aurelio se encamino hasta su oficina apresuradamente, su secretaria no estaba en su puesto de trabajo, pero ignoro ese hecho. Al ingresar en su despacho se detiene abruptamente al mirar que estaba completamente solo.

—¿Fiorella? —la llama, más no obtiene respuesta.

El castaño camino hasta el baño y le dio unos toques a la puerta, pero nadie respondió. Algo preocupado, se atreve a abrir la puerta, era posible que ella se hubiera desmayado o algo y termina por entrar, pero aquel espacio también estaba desolado.

Frunce el ceño y vuelve hacia la puerta para ver a su secretaria llegar.

—¿Dónde está la joven que estaba en mi oficina? —su asistente parpadea varias veces.

—No lo sé señor, yo no la he visto salir.

Aurelio se queda pasmado por sus palabras, se pregunta ¿Dónde estaba? Regresa al interior de su oficina para tomar su teléfono.

—Habla Aurelio, pregúntele al portero si la joven castaña que entro conmigo se ha ido.

—Un momento, señor Ferretti —espera mientras que se inquieta —. Si, nos informó que se ha marchado.

No se lo podía creer, ¿porque se había ido? ¿Sería por la larga espera? Se pregunta mentalmente al mismo tiempo que baja la mirada para ver la fotografía sobre su escritorio. Frunce el ceño y cuelga el teléfono para tomar el retrato luego.

¡No estaba en el mismo lugar de siempre!

El castaño levanta la mirada para ver la salida seriamente.

[…]

Agotada, Fiorella regresa a su casa sintiendo que todo su cuerpo estaba helado. La joven abre la puerta e ingresa en el apartamento y de manera inmediata su hermana la recibe con expresión poco agradable.

—¿Has encontrado trabajo?

—No —la joven se cruza de brazos.

—¿Y qué esperas, Fiorella?

—Nadie quiere contratarme por estar embarazada.

—Ese no es mi problema, nadie de mando de idiota a acostarte con alguien y que te dejara tirada con todo y niño.

—Laura, ¿Por qué eres tan cruel conmigo?

Fiorella enfrenta a su hermana, era momento de que le dijera porque era tan frívola tanto con ella como lo era con su madre.

—Estoy embarazada, soy tu hermana, y este bebé que llevo dentro de mi es tu sobrino. ¿Porque te portas de esta manera con nosotros?

—¿Crees que me importa que estés embarazada? ¡Eres una idiota por dejarte embarazar! La más estúpida del mundo —sonríe con burla —. ¿Quién demonios no se cuida en estos tiempos? Ahora entiendo porque no habías parado de llorar desde que mamá murió, claro, si llevabas a un mocoso en tu vientre —la castaña niega.

Fiorella sentía que las palabras de su hermana la estaban destruyendo por dentro, eran muy fuerte para como ella se sentía en esos momentos.

—Yo tuve que sacrificarme mucho cuando mamá estuvo enferma, ¿crees que voy hacer lo mismo contigo? ¿Pretendes que te mantenga a ti y a ese mocoso? —señala su vientre manteniendo una mirada de odio.

—No hables de esa manera sobre mi hijo, él no tiene la culpa de nada —Fiorella empezó a llorar sin poder evitarlo.

—Claro, él no tiene la culpa de la estúpida madre que tiene. Que le abrió las piernas al primero que se lo propuso.

—¡Era mi novio!

—Sí, puedo notar que era tu novio Fiorella. ¿Dime donde está ahora? —hace una expresión abierta con las manos —. ¿Dónde está? ¿Por qué no se ocupa de ti y de ese niño que llevas?

La joven no para de soltar lágrimas ante el reclamo de su hermana, y aunque le doliera que se lo dijera en ese tono, Laura tenía razón. Fiorella baja la mirada para ver su pequeño bulto que termina por tocar.

El padre de su hijo la abandono al siguiente día después de que ambos tuvieron relaciones sexuales. Fue allí cuando supo que solo la estuvo enamorando para acostarse con ella, y entendió que solo fue utilizada y no se dio cuenta de ello.

Ni siquiera pudo encontrarlo para confesarle que la había embarazado, aunque sabía que contárselo no iba a cambiar absolutamente nada. Era probable que le pidiera que no lo tuviera y ella no estaba dispuesta a eso.

—¡Ni siquiera sabes donde esta! Eres tan tonta que ese sujeto te utilizo, te embarazo y te abandono como a una idiota —Laura niega —. Es increíble que tu grado de estupidez sea grande, Fiorella.

—Es suficiente Laura…—le dice pasando a un costado de ella.

—No, no es suficiente —la sujeta del brazo haciéndola girar bruscamente —. No hemos terminado —la señala con el dedo —. ¿Crees que puedes quedarte aquí tranquilamente para tener a ese mocoso?, ¿crees que no sé lo que pretendes?

—¿De qué hablas? —Fiorella niega mientras escucha a su hermana.

Ella ve como su hermana se cruza de brazos al mismo tiempo que la observa como si la odiase, y no entendía porque ese desprecio tan grande el de Laura.

—Quieres que yo mantenga a ese mocoso que esperas y eso no pasara Fiorella, o buscas un trabajo con el que puedas sustentarte, o te marchas de aquí o lo regalas cuando nazca.

Aquellas palabras fueron fulminantes para Fiorella, posa una mano sobre su vientre a modo de protección y recapitula cada palabra dicha por su propia hermana.

—Tú no estás hablando en serio.

—Muy en serio, si no puedes mantenerte a ti, mucho menos podrás costear los gastos de ese niño. Debiste interrumpir ese embarazo cuando supiste que lo esperabas, te lo dije, y te lo vuelvo a repetir traerlo al mundo es un gran error.

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