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Capitulo 5. La encontró de nuevo

Laura mira el vientre de su hermana y siente mucho odio en su interior, con todas las necesidades que tenían y Fiorella había decidido tener a ese mocoso para agraviar más su situación.

—No te basta con todas las deudas que nuestra madre nos dejó, para que vengas a ponerte a tener un bebé que evidentemente no puedes mantener.

—Laura, estas siendo muy cruel conmigo. ¿Porque eres así? ¿Qué te he hecho? —le dice entre lágrimas.

—Darme problemas, siempre me has estado dando problemas y ya no pretendo continuar resolviéndolos. Ya estas grande, así que o regalas a ese niño al nacer o te largas de aquí Fiorella.

—También es mi casa, Laura—añade limpiando sus mejillas —. No puedes echarme de esta manera y menos esperando un bebé.

La castaña mayor se le queda mirando a su hermana fijamente, no estaba dispuesta a seguir soportando a Fiorella con su estúpido embarazo. Y menos pretendía ayudarla cuando ese mocoso llegara al mundo.

—No me interesa que seas dueña, yo no pretendo ayudarte con ese niño. Ya perdí mucho tiempo con la enfermedad de mi mamá.

—Somos una familia, no puedes hablar así. Estas siendo una mala persona, soy tu hermana no una desconocida.

—Regala al mocoso o te vas, tú decide.

—No pienso regalar a mi bebé, eso nunca sucederá Laura.

—Muy bien, Fiorella.

La castaña se marcha yendo directo a su cuarto, dejando a Fiorella en el corredor con el corazón en la mano y los sentimientos a flor de piel. Suaviza su vientre con amor y sonríe entre lágrimas.

—No pienso regalarte a nadie, tu eres mi bebé y de nadie más.

Luego mira de soslayo la puerta del cuarto de su hermana, Fiorella quiso pensar que su hermana estaba muy sentida por la muerte de su madre. Quizás todos los problemas de las deudas la tenían así de mal humor.

No creía posible que ella pensara de esa manera con respecto a su bebé, era su sobrino y ella su hermana. No los podía echar a la calle como si no fuesen familia, luego piensa en sus palabras.

“No podrás mantener a ese niño”

Fiorella piensa en esa posibilidad, pero recuerda que así como su madre salió adelante con dos hijas ella podía hacerlo con su bebé aunque no tuviera el apoyo de su hermana. Solo necesitaba pensar bien las cosas y tratar de encontrar un empleo hasta que le fuese permitido trabajar.

Pero sabía que aquello era una posibilidad muy baja…

Se da la vuelta para ver la cocina y en ese momento recuerda a aquel hombre que le tendió la mano bajo la tormenta… recuerda esa mirada y luego b**e esos pensamientos de su cabeza.

Frota su rostro para encaminarse hasta su cuarto.

[…]

Aurelio mira fijamente la pantalla de su ordenador concentrado en el documento que lee cuando escucha que alguien irrumpe en su oficina, el CEO levanta únicamente la mirada para ver a su mano derecha entrar.

—Señor Ferretti.

—¿Has averiguado lo que te pedí?

—Sí señor, pero los registros del cementerio son confidenciales. No me dieron tanta información sobre esa familia —el castaño frunce el ceño.

—¿Qué quieres decir con eso?

—No me han dado la dirección de la casa de la señora que han sepultado. Según ellos son políticas.

Aurelio resopla mientras se inclina hacia atrás, como era posible que le costara tanto dar con Fiorella. No sabía porque, pero se sentía muy preocupado por esa mujer, en eso el CEO mira la fotografía en su escritorio y amusga un poco los ojos.

—Necesito que la encuentres, es importante que des con esa dirección.

—Sí, señor.

Su mano derecha se marchó entre tanto Aurelio gira la silla para ver hacia la calle, en toda la noche no había logrado dormir pensando en Fiorella y su bebé. Quizás había perdido la razón, pero su preocupación por ellos dos le preocupaba más.

Era una extraña y no lograba sacársela de la cabeza y más cuando se enteró de que esperaba un bebé.

—Por dios Aurelio, ¿Qué demonios estás haciendo?

[…]

Esa mañana Fiorella salió de casa temprano, aunque se sentía muy mal para hacerlo. No obstante, pensó en su hijo y decidió salir a buscar trabajo. A pesar de tener solo 4 meses ya le estaba costando caminar como lo hacía antes.

Ahora se cansaba muy rápido y más cuando no se estaba alimentando, únicamente llevaba en el estómago lo que había comido ayer en aquella oficina. Era una locura, estaba embarazada y su hermana le negaba que probara de sus alimentos.

Antes de empezar a caminar por la ciudad, la joven fue esa mañana a visitar a su madre y conversar un poco con ella… aunque no la podía ver, esperaba que la oyera y la ayudara a entender a Laura.

Cuando la castaña llega a la tumba de ella nota que hay otro enorme ramo de rosas rosadas sobre su tumba. Inmediatamente a Fiorella se le nublo la mirada, ella no tenía para comprarle flores, pero alguien si le dejaba.

Busca con la mirada a alguna persona y no ve a nadie en aquel lugar, luego ve el lugar donde su madre reposa y nota que era la lápida más hermosa y la única que tenía unas flores tan estrambóticas.

Fiorella se sienta en la grama divisando que estaba muy limpia y la lápida pulida, la joven sonríe a la vez que llora.

—No sé quién hace esto mamá… pero me alegra de que tengas cosas lindas.

En ese instante se derrumba a llorar como una niña, estaba cansada de tanto y no tenía el apoyo de nadie. Embarazada de un hombre que la uso, y odiada por su propia hermana.

[…]

La mano derecha de Aurelio esperaba en la oficina del cementerio para hablar con el gerente, puesto que la secretaria se rehusaba a darle más información acerca de la fallecida…

Entre tanto esperar, el moreno mira a través del cristal hacia lo ancho del terreno de grama y a lo lejos nota a una mujer sentada justo donde él había dejado las rosas que su jefe le mando a comprar.

Frunce el ceño y decide salir de la oficina para poder ver mejor a aquella joven, en ese instante se da cuenta de que era la misma chica que estaba en la oficina de su jefe. Todo nervioso y apresurado saca su móvil y marca el número de Aurelio.

—Dime…—responde Aurelio del otro lado de la línea.

—Señor —el joven relame sus labios —. La joven, la joven que busca está aquí en el cementerio.

Aquellas palabras hicieron que Aurelio se pusiera en pie rápidamente.

—¿Estás seguro?

—Completamente seguro, señor.

—No dejes que se vaya, salgo para allá.

Cuelga la llamada y sale corriendo de su oficina con el corazón latiendo a toda prisa.

[…]

Luego de un largo rato de charla con su madre, Fiorella se pone en pie. Limpia sus lágrimas con el dorso de la mano y mira un momento más el nombre de su mamá grabado en la lápida. Al darse la vuelta ella da un respingo de asombro.

—¡Qué difícil es dar contigo! —Fiorella no daba crédito a lo que sus ojos estaban viendo, ¿Cómo era posible? —. ¿Cómo estas, Fiorella?

La castaña parpadea varias veces al mirar a aquel castaño del café parado delante de ella.

—¿Qué está haciendo aquí?

—¿Por qué te has ido ayer? Cuando regrese a la oficina ya no estabas.

—Debí irme —su fría respuesta lo impaciento.

—Fiorella…

—¿Qué es lo que quiere?

Aurelio noto un poco de recelo en ella, era evidente que no le agradaba su presencia y aquella teoría le hizo sentirse del asco.

—Lo siento, no he querido asustarte.

—Ya lo ha hecho, ¿Cómo me encontró?

—Hace unos meses estuve en este cementerio, y te he visto justo aquí parada —mira la tumba, notando aquel ramo de rosas que el mismo mando a comprar.

La joven mira la lápida con amor.

—¿Y que con eso?

—¿Es tu madre?

—Si.

—Lo siento mucho.

—Gracias —ella aplana los labios al mismo tiempo que baja la mirada.

No le resultaba incomodo que él estuviera allí, pero si sospechoso, ¿Qué buscaba de ella? estaba embarazada, una aventura era imposible de creer.

—Yo debo irme.

—¿Puedo llevarte?, he venido en mi coche —ella lo mira fijamente notando ese lunar en su rostro y aquella mirada iluminada y no supo porque, pero le pareció un hombre muy atractivo.

—¿Por qué? No me conoce, soy una extraña para usted.

—Me llamo Aurelio, puedes decirme así.

Fiorella traga saliva en seco, no sabía que esperar de ese hombre y tampoco la razón por la cual la había buscado. Era casado, ¿Qué quería de ella? y en ese momento pensó en algo que le puso los vellos de punta.

Toca su vientre y piensa en algo realmente descabellado, ¿acaso quería a su bebé? Rememora las horribles palabras de Laura y luego ve a Aurelio, ¿él y su esposa estarían buscando a un  bebé para adoptar?

Su corazón se le iba a salir del pecho, si eso era así no podía estar cerca de ese hombre. Pero al dar un paso hacia atrás, Fiorella comenzó a ver borroso, y poco a poco su vista se fue oscureciendo.

Cuando de pronto ya no supo nada más…

Aurelio al ver que Fiorella lo miraba de una manera sospechosa da un paso hacia ella, pero al notar que ella palidece y que de un momento a otro se derrumba corre a su rescate sujetándola por la cintura.

—¡¿Fiorella?!

Se había desmayado y su rostro estaba muy pálido. Aurelio la carga en sus brazos y camina con pasos fuertes hacia su coche, su mano derecha al ver que lleva a la chica en sus brazos se alarma.

—Señor…

—La llevaré a la clínica, sígueme.

El CEO conduce lo más rápido y prudente que puede a la clínica más cercana, Fiorella aun no había despertado y eso lo estaba angustiando… saca a la chica del coche en cuanto detiene el coche llevándola al interior de la clínica donde fue atendida de inmediato.

—Señor Ferretti…

—Ve a llenar los datos y paga todo lo que necesiten hacerle a ella.

—Si.

Aurelio se quedó en la sala de espera a por noticias de Fiorella, la verdad es que estaba muy pálida. El CEO rasca su nuca al sentirse culpable de ese desmayo.

Luego de una hora, al fin Aurelio tiene respuesta sobre Fiorella. Cuando ve salir a un doctor se pone en pie.

—La paciente que está embarazada, ha dicho que se llama Fiorella.

—Yo la he traído, doctor.

—Ha dicho que no tiene familiares esperándola.

—Yo la traje, quiero saber cómo está su salud y la del bebé.

—Criticas, ambos están pasando por un mal momento. La paciente necesita alimentarse mejor, por ella y por la salud del bebé.

Aquella noticia le cayó como un balde de agua fría a Aurelio.

—¿Qué quiere decir? —Aurelio frunce el ceño.

—Ella no está comiendo adecuadamente.

—¿Cuántos meses tiene?

—Cuatro meses.

—¿La dejara internada?

—Por un día, ella ha pedido que no, pero no le voy a dar de alta hasta esperar como pasa la noche. Le pondremos suero y otras vitaminas para que recupere un poco las fuerzas, pero eso no será suficiente, la joven necesita tomar sus vitaminas y alimentarse.

Aurelio asiente. Eso estaba bien.

—¿Yo puedo entrar a verla?

—No quiere ver a nadie.

—Por favor, solo quiero despedirme de ella.

El doctor cierra la carpeta mientras observa a Aurelio.

—Tan solo 10 minutos le daré…

Al final Aurelio fue conducido al cuarto que le fue asignado a Fiorella. En cuanto el CEO abre la puerta la ve acostada en la cama mirando hacia la ventana, él hace lo mismo notando que empezaba a llover.

—Llueve de nuevo —Fiorella gira el rostro para verlo a él y de inmediato palidece —. Tranquila —levanta ambas manos quedándose justo bajo el marco de la puerta —. Fiorella, yo no quiero hacerte daño.

Ella lo mira con recelo, después de pensar aquellas cosas ante de desmayarse ahora le daba miedo la presencia de ese hombre.

—No debió traerme a este lugar, es muy costoso y yo no tengo como pagarlo.

—No debes preocuparte por eso.

—No quiero deberle nada.

—No te cobrare Fiorella.

Ella traga saliva y esas benditas ganas de llorar están a flor de piel.

—Estás enferma, tú y tu bebé. Supongo que el doctor ya te lo ha dicho —ella mira hacia la ventana para ver la lluvia deslizarse por el cristal de la ventana.

—¿Qué es lo que quiere? Si está buscando que le dé a mi bebé a su esposa y usted está equivocado, puedo tener necesidades, pero no pienso regalar a mi hijo.

Aquellas palabras petrificaron al Aurelio.

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