Algunas lágrimas se deslizan por la mejilla de Fiorella al ver como su madre está siendo sepultada. La joven siente un profundo dolor en su alma que le es imposible de explicar, no esperaba que su mamá se fuera tan pronto de ese mundo.
La joven gimotea cuando algunas amistades depositan una rosa sobre su lecho de muerte, y seguido de eso palmean su hombro para darle sus condolencias. Fiorella solo consigue asentir, pero sin apartar la vista de la tumba de su madre.
Limpia sus lágrimas al mismo tiempo que traga saliva, trataba de contener el llano, pero le resultaba imposible. La castaña levanta la mirada y ve a su hermana a su lado, Laura no derramaba ni una sola lágrima, es que no expresaba ningún tipo de conmoción por la pérdida de su madre.
La castaña mayor levanta la mirada para verla de soslayo y frunce el ceño. Ambas se miran fijamente y es como si fuesen un par de desconocidas.
—¿Qué te pasa?
—Tú… ¿no te duele la muerte de mamá?
—¿Qué clase de pregunta estúpida es esa?
—No te he visto llorar desde que supimos que mamá estaba enferma, y ahora que se ha ido, parece como si no te importara.
Laura mira a su hermana fijamente, luego la tumba de su madre, y vuelve a mirar a su hermana.
—Solo nos trajo problemas y deudas, ¿sabes todo lo que debemos ahora? —Fiorella se asombra por su respuesta, ensancha la mirada y siente mucho más dolor que antes.
—Laura, ¿Qué cómo puedes hablar de esa manera? Es nuestra madre la que se ha ido.
—Ya no somos unas niñas Fiorella, ambas podemos mantenernos por si solas. No dependemos de nadie, y será mejor que vayas buscándote un empleo, porque todas esas deudas que mamá nos dejó no se van a pagar solas.
Su hermana pasa a un lado de ella dejándola completamente asombrada, la joven regresa la vista hacia donde estaba su madre y siente que no puede más. Vuelve a tragar saliva al mirar todas aquellas flores sobre su tumba y derrama más lagrimas que antes.
—Mamá perdónala, ella… creo que es su manera de pasar su dolor.
Fiorella muerde sus labios al mismo tiempo que limpia sus lágrimas, mira de soslayo viendo a su hermana alejarse con el resto de las personas que no les importaba nada. Ella se quedó un poco más con su madre, sin embargo sabe que pronto debe irse.
Se agacha para dejar una rosa para su madre y sonríe un poco, guardaba la esperanza de que todo saliera bien. Pronto encontraría un empleo y ayudaría a Laura a pagar las cuentas pendientes. Aunque todo parecía difícil, siempre había un camino bueno el cual elegir.
Pero sin su madre a su lado el dolor en su pecho era fuerte, la verdad es que se encontraba muy triste y no dejaba de sentirse desolada por su perdida.
[…]
El sol era clemente esa tarde, Aurelio Ferretti se encontraba de pie al lado de la familia de unos los socios de su compañía. El CEO mira a la esposa del difunto quien lloraba sin consuelo, sus hijos estaban a su lado, pero no parecía ser suficiente para ella.
El castaño regresa la vista a la tumba donde se encontraba su socio, era increíble que un día estas en este mundo, y al otro ya no estas. Aurelio permanecía en silencio mientras que el padre declaraba unas palabras de condolencias para la familia y amigos.
Junta sus manos al mismo tiempo que levanta la mirada, los rayos del sol golpeaba su rostro directamente, por suerte las gafas protegían sus ojos. Sin embargo, a pesar de estar medio ciego, el CEO puede ver a alguien más a lo lejos.
Era una joven arrodillada delante de una tumba, Aurelio frunce el ceño al ver que ella lloraba sola en aquel lugar y en ese instante sintió una profunda pena por esa desconocida. Mantiene la vista hacia ella observando como deja una rosa sobre el sepulcro.
La ve secarse las lágrimas y luego ponerse en pie, el castaño mira hacia todos lados buscando ver si alguien la estaba esperando, pero estaba completamente sola en aquella tumba. La sigue con la mirada y percibe como le cuesta alejarse de aquel lugar.
Aurelio pestañea varias veces entre tanto no le quita la vista a la joven, ella sigue el camino a la salida del cementerio mientras que él no deja de verla.
—¡Señor Ferretti! ¡Señor Ferretti! —la voz de su mano derecha lo saca de su estupefacción, el castaño reacciona y mira por encima de su hombro al chico a su lado —. Ha terminado, debo recordarle que tiene una junta en una hora.
—Si —responde fríamente, luego levanta la vista y de la nada aquella castaña se le perdió de vista.
La busca por todos lados con la mirada, pero no la encuentra. Vuelve a fruncir el ceño y hasta hace amago de dar algunos pasos para ver si la alcanzaba en la salida, pero de la nada la esposa de su socio se aproxima a él.
—Gracias por venir señor Ferretti, sé que tiene muchas ocupaciones —dice la mujer lamentándose, su cara estaba toda enrojecida.
—Lamento mucho su perdida, sinceramente lo siento.
—Gracias, mi hijo se quedara a cargo de los pendientes de mi esposo.
A Aurelio no le agradaba mucho aquella idea, pero su socio había autorizado para que su hijo mayor se hiciera cargo de su parte de la sociedad, aunque fue muy minoritaria, era molesto tener que verla la cara a Mattias.
No era precisamente de su agrado. No obstante, ahora era su nuevo socio.
—No se preocupe por eso ahora, debe ir a casa y descansar un poco.
—Gracias señor Ferretti.
La mujer siguió con una de sus hijas y a lo lejos vio a Mattias, sin embargo no deseaba hablar con él en esos momentos. Aurelio gira su cuerpo para encaminarse hacia la tumba donde estaba aquella joven hace unos minutos.
Al llegar a la misma, nota que la tierra estaba removida, lo que indicaba que el sepulcro era reciente. El CEO mete las manos en sus bolsillos y ve la poca cantidad de flores que dejaron. No tenía lapida como el resto de las tumbas y eso le extraño.
Frunce la mirada y vuelve a mirar hacia todos lados, pero esa chica no estaba por ningún lado. Suspira y se pregunta porque demonios se sentía de esa manera.
—¿Contemplando tumbas ajenas? —la voz irritante de Mattias lo puso de mal humor—. Que yo sepa, la de mi padre esta allá atrás.
—Mattias, no debo recordarte con quien estás hablando —dice seriamente mientras sigue viendo aquella tumba.
—Debe de ser de alguien de muy bajos recursos, no tiene lapida. La mayoría que no las tiene es porque no tienen dinero. No deberían de aceptar a personas así en este cementerio.
—Deberías de tener más respeto por los muertos Mattias, tu padre está muerto —Aurelio lo mira de soslayo.
—Mi padre no supo cuidar de su salud, por eso ha muerto.
Su comentario fue bastante cruel, por esa razón Mattias nunca fue de su agrado era una persona arrogante que carecía de todo tipo de sentimientos. Y ese gilipollas ahora era su socio.
—Sera mejor que manejes mejor tu manera para referirte a las personas, si vas a ser mi socio compórtate como tal. En mi empresa no pretendo tolerar idioteces.
El rubio mira a Aurelio de manera retadora, sin embargo no puede decir absolutamente nada ya que su participación en su compañía es mínima. Él era el dueño de prácticamente todo, por ende era como estar hablando con su jefe.
—No debes decirme cómo comportarme.
—Entonces no me hagas perder la paciencia.
Aurelio vuelve la vista hacia la tumba, la mira unos minutos más y luego se da la vuelta para dirigirse a la salida.
Entre tanto va caminando su mano derecha lo sigue en silencio.
—Quiero que mandes hacer una lápida para esa tumba, que sea bonita, averigua el nombre de la persona fallecida y que tallen el nombre. Y cuando todo esté listo, que le pongan un enorme ramo de rosas.
—Por supuesto señor Ferretti.
El CEO sigue de largo hacia su coche entre tanto su mano derecha se dirige hacia las oficinas… no sabía porque lo hacía, pero algo en el fondo de su ser le decía que lo hiciera. Antes de subirse al coche mira hacia todos lados buscándola, pero no la encuentra.
Baja la mirada desistiendo de no dar con ella y sube al coche para ponerlo en marcha.
Justamente Fiorella sale de la oficina del cementerio justo cuando alguien vestido con un traje ingresa, pero ella no le presta tanta atención. La joven camina hacia la salida mirando la calle, varios coches se marchan y ella no ve por ningún lado a su hermana.
Suelta el aliento y emprende el camino a casa. Su hermana la había dejado tirada, ni siquiera la pudo esperar… pero debía pasar por la oficina preguntando por el servicio de lapidas, pero era tan costosas que le sería imposible costear una.
Su madre no tendría una lápida bonita como las de otras tumbas y eso le daba mucho dolor. Intenta no llorar y continúa el camino a casa…
[…]
En cuanto Fiorella cierra la puerta del apartamento, su hermana sale del cuarto vistiendo ropa muy llamativa, ella la mira y se asombra por verla vestida de esa manera.
—Laura, ¿Qué haces? ¿Por qué vistes de esa manera?
—Voy a salir, no puedo llevar el negro toda la vida —Fiorella mira su vestido negro y luego a su hermana.
—Mamá murió, ten un poco más de respeto por ella.
—Fiorella, ocúpate de tus asuntos, sal a buscar trabajo que los gastos mensuales y las deudas no se pagan solas.
—Eso no tiene nada que ver con lo que estamos hablando.
—Mira, ya estoy mayorcita para que controles todo lo que hago, es mi vida y hago y pienso lo que quiero.
La castaña ve a su hermana maquillarse como si asistiera a una fiesta, era evidente que no le dolía la muerte de su madre.
—¿No te duele la muerte de nuestra madre? —Laura voltea los ojos y gira el cuerpo para verla con expresión de fastidio.
—Si me importa, pero la vida sigue.
—No me lo parece.
—No me interesa lo que pienses, Fiorella —regresa a verse en el espejo para pintar sus labios—. Debo vender el coche de mamá, pagara una parte del sepulcro. No alcanzara para pagar la lápida, así que tendrá que quedarse como esta. No puedo hacer otra cosa.
—Laura, no puedes vender el coche.
La castaña vuelve a molestarse.
—Tengo un empleo en el gano una miseria y tú no tienes trabajo, mamá ya está muerta no hay excusa para que no trabajes. No tienes que ocuparte de nadie, así que venderé el coche pagare deudas y tu buscaras un trabajo para que puedas costear los gastos de la casa.
Fiorella asiente, su hermana tenía razón en eso. Ella dejo de trabajar para poder cuidar a su madre en casa entre tanto Laura era quien trabajaba. Mantenían el coche para poder llevar a su madre de emergencia a cualquier parte.
Pero ahora que no estaba era un gasto innecesario.
—¿Para dónde vas?
—No te importa.
Ella y su hermana no se la llevaban nada bien, Laura era una mujer muy mezquina.
—Como quieras…—ella va a la cocina para comer algo, en todo el día no lo había hecho y estaba hambrienta.
Saca algo del frigorífico y al oler aquel aroma siente que su estómago se revuelve llevándola a vomitar sobre el lavado de la cocina.
—Por dios Fiorella, que asco, limpias todo eso. Y no te vayas a enfermar, no quiero tener que estar cuidando de ti. Mañana comienzo a trabajar de nuevo y no puedo estar pendiente de nadie más.
La joven guarda sus cosas en el bolso.
—Si pierdo mi trabajo estaré frita.
—Solo es porque no he comido.
—Entonces come algo… y no me esperes que no soy una niña para que lo hagas.
Laura camina hasta la salida y con la misma cierra la puerta, Fiorella se queda sola en casa viendo su vida era bastante miserable. Cuando su madre vivía no se sentía tan sola, pero ahora que no estaba era otra historia.
Mira con lamento y a la vez felicidad la tumba de su madre, Fiorella sonríe un poco al ver aquella hermosa lapida que hicieron para su mamá, sin embargo nunca supo quién lo había hecho. Cuando pregunto en la oficina nadie le dio razón alguna, y pensó que tendría que pagar algo, pero resulta que todo estaba cancelado. Frunce el ceño al recordar cuando unos días después de su entierro fue a visitar a su madre encontrándose con la sorpresa de que tenía una lápida muy hermosa y un enorme ramo de rosas rojas. Era extraño, pero nadie apareció para decir nada el día de su funeral y de la nada alguien hizo algo por su madre. Hasta donde sabia, no supo que su madre tuviera algún amigo. Su padre había fallecido cuando ella era muy pequeña por ende no lo recordaba. Fiorella suspira al mismo tiempo que una brisa fría golpea su rostro, ajusta un poco la chaqueta que lleva puesta para luego inclinarse para dejar unas flores a su madre. —Te extraño mucho, mamá… Desde que murió Laura no se tomaba
Aurelio mira fijamente por el gran ventanal de su oficina viendo como la gente transita por la calle, esa tarde llovía un poco y las gotas de agua humedecían el cristal. El CEO suspira puesto que esa mañana se sentía un poco extraño. No dejaba de pensar en esa chica del cementerio y eso no era común en él. Frota el puente de su nariz con un poco de impaciencia, luego vuelve la vista al cristal y desde lo alto logra ver a una persona que llama su atención. El castaño se pone en pie rápidamente para mirar atreves del cristal, ese abrigo morado le parecía bastante familiar. —No puede ser, debe ser una coincidencia. Muchas pueden usar un abrigo de ese modelo. Fija sus ojos bien en esa persona, aquella joven había entrado en la cafetería que quedaba frente a su edificio. Y se estaba demorando mucho en salir, eso lo hizo fruncir la mirada y pensar unos segundos. Decidió no pensar más y salir de su oficina a toda prisa, se encontraba en un cuarto piso, la vista no podía estar fallándole.
—No te preocupes. —¿Seguro que no tendrás problemas con nadie por estar aquí en mi oficina? —Fiorella termina el chocolate, levanta la mirada para ver aquel castaño. —Muchas gracias por el chocolate. El corazón de Aurelio dio un vuelco al verla así toda vulnerable y tan necesitada, que los fuertes latidos de su órgano más importante retumbaba su pecho. —¿Cuántos meses tienes? —Fiorella acaricia su vientre con amor y eso lo nota Aurelio. —Cuatro meses. El CEO mira su vientre con cariño, era muy hermoso verla a ella acariciar su barriga sabiendo que llevaba dentro a un pedacito de persona que crecía poco a poco. La verdad es que se sentía muy conmovido por Fiorella. —Debes de estar muy ansiosa por su llegada. —Lo estoy… —pero también muy asustada pensó, no sabía cómo le iba a hacer para mantener a ese bebé. —¿Y su padre? ¿Está feliz? Fiorella entre cierra un poco los ojos al escuchar aquella pregunta, no deseaba recordar al padre de su bebé, era en lo que menos deseaba pensar.
Laura mira el vientre de su hermana y siente mucho odio en su interior, con todas las necesidades que tenían y Fiorella había decidido tener a ese mocoso para agraviar más su situación. —No te basta con todas las deudas que nuestra madre nos dejó, para que vengas a ponerte a tener un bebé que evidentemente no puedes mantener. —Laura, estas siendo muy cruel conmigo. ¿Porque eres así? ¿Qué te he hecho? —le dice entre lágrimas. —Darme problemas, siempre me has estado dando problemas y ya no pretendo continuar resolviéndolos. Ya estas grande, así que o regalas a ese niño al nacer o te largas de aquí Fiorella. —También es mi casa, Laura—añade limpiando sus mejillas —. No puedes echarme de esta manera y menos esperando un bebé. La castaña mayor se le queda mirando a su hermana fijamente, no estaba dispuesta a seguir soportando a Fiorella con su estúpido embarazo. Y menos pretendía ayudarla cuando ese mocoso llegara al mundo. —No me interesa que seas dueña, yo no pretendo ayudarte con e
El CEO mira fijamente a Fiorella, ella ni siquiera lo miraba. —Fiorella, yo no te estoy ayudando por lo que estás pensando —ella frunce un poco el ceño —. No estoy aquí porque quiera hacerme con tu bebé, la verdad es que no entiendo porque dices una cosa tan descabellada como esa; y otra cosa, ¿de dónde sacas que tengo esposa? —Fiorella ensancha la mirada y decide mirarlo al fin. Ella percibe que Aurelio había ingresado por completo en la habitación y no dejaba de mirarla. —Pero… —Yo no estoy casado. —Escucha—el CEO levanta ambas manos en gesto de paz —. Esta tarde necesitas descansar y estar tranquila por el bien de tu bebé, por esa razón no hay problema con que te quedes en esta clínica y seas atendida adecuadamente. Solo quiero que sepas que no estoy aquí con malas intenciones. —No entiendo porque está haciendo esto, es que ni siquiera me conoce como para prestar este tipo de ayuda a una desconocida embarazada. Siempre hay algo que l
Mattias le sonríe a la secretaria de Aurelio justo cuando se detiene ante ella para que anunciará su llegada, Aurelio lo había mandado a llamar y él ya se imagina las razones. —Señor Ferretti, el señor Mattias ha llegado —la secretaria lo anuncia. —Hazlo pasar. En cuestión de nada Mattias ya estaba en su oficina mostrando una sonrisa impertinente. —¿A que debo tu llamada? —He oído que quieres comprar la parte de mi otro socio. —Estas muy bien informado. —Es mi compañía, lo sé todo Mattias. —Digamos que si estoy interesado en comprar, la verdad es que no me interesa vender mi parte así como mi padre lo llego a pensar en algún momento. Aurelio se cruza de brazos ante su respuesta. —¿Cuánto quieres por ceder tu porcentaje? ¡Lo pagaré! —Mattias sonríe al mismo tiempo que niega. —No venderé, Aurelio —ambos se miran fijamente. —Te daré un tiempo para pensarlo, cuando lo hayas pensado bien búscame. La arrogancia y confianza de Aurelio cabreaba a Mattias. Él sabía que ese sujeto t
Fiorella camina hasta la sala observando que Aurelio no estaba por ningún lado, echa un vistazo en la cocina y es cuando repara en una bolsa marrón y al lado de esta yacía una nota. Ella se acerca al mesón para tomar la nota, era de Aurelio.“Lamento haberte dejado sola en casa, pero de verdad tuve que ir a la oficina. No te preocupes, regresare cuanto antes. Descansa y come un poco”—Pero que pasa con este hombre, ¿tiene por costumbre dejar sola a las personas extrañas?Frunce el ceño al mirar la bolsa, la curiosidad la lleva a abrirla y fue entonces que el aroma de la misma revuelve su estómago que la empuja a correr de vuelta al baño.[…]Firma con un poco de prisa los documentos que su secretaria dejo sobre su escritorio para poder regresar a casa, aunque sospechaba que Fiorella no se iría, pero con ella nunca se sabía. Aurelio no quería arriesgare a que se le perdiera una vez más esa mujer.Culmina por firmar los papeles, deja todo en orden para ponerse en pie, pero justo en ese
El resplandor del sol se filtra por la ventana y aquellos reflejos fulminaron el rostro de Fiorella logrando que girara su cuerpo hacia el otro lado. Sin embargo la castaña ya se encontraba despierta desde hace mucho tiempo.No dejaba de pensar en lo que debía hacer para sobrevivir con su bebé. Ahora no contaba con un techo donde refugiarse, y aunque buscase de nuevo a su hermana estaba segura de que Laura la volvería a rechazarAbraza la almohada como intentando aferrarse a ella, se sentía muy preocupada por la situación en la que estaba pasando. Sin hogar, sin trabajo, sin dinero y con un bebé en camino no la tenía nada fácil.Mira la salida de la habitación con estremecimiento en su interior, sabía que luego que saliera de esa recámara ya no habría vuelta atrás. Cierra los ojos y respira profundamente hasta que consigue ánimos para levantarse de la cama.Antes de encaminarse al cuarto del baño, Fiorella escucha que Aurelio toca la puerta lo que la lleva a sobresaltarse. Pone una ma