Capítulo 5

Creo que Dios se a apiadado de mi y de este loco corazón, mi pecho retumba ante los latidos de este mismo, no puedo estar más feliz y asombrada, tengo frente a mi a Alexander, esta vez vestido en un traje y corbata azul, camisa blanca y zapatos negros, todo le queda perfectamente, se ve elegante, atractivo y varonil. Mi garganta se a secado, su cabello está un poco despeinado a propósito dándole un toque relajado, pero por la forma en que esos ojos negros miran, da a entender que esta todo menos relajado.

—¿Qué .. que haces aquí?—, inquiero y el sonríe, me derrito ante esa sonrisa tan sexy que tiene.

¡Cielos!

—Creo que debería de preguntártelo yo ¿no crees?—, mete las manos a su bolsillo y relame sus labios.

Respiro profundo antes de responderle, no puedo negar que tengo los nervios al mil, me están sudando los pies . ¡ Que asco!

—¿Porqué?

—Porque yo he venido varias veces a esta empresa y jamás te he visto, ayer te conocí y hoy estas aquí ¿ no era mejor que me llamaras?

No pude evitar reír , negué con la cabeza por lo que estaba insinuando.

—Me perece que te estas confundiendo, no vine detrás de ti ni mucho menos, vengo por otros asuntos y da la casualidad de que nos hemos encontrado, coincidencia o no, no es nada de lo que te imaginas—, trato de sonar lo más calmada posible pues respirar me cuesta y es por su culpa y lo que causa en mi.

—Y si no es así ¿a que haz venido?

—Por trabajo —,respondo firme, él me observa serio, sin parpadear, buscando algún indicio de mentira en mis ojos, pues los suyos no han dejado de mirarme en ningún momento.

—Mientes —,afirma —. Una mujer como tu, con porte, elegancia —, se acerca lo suficiente que las puntas de sus zapatos tocan los míos—, con ropa de marca, con tu manera de hablar y andar no puede estar buscando trabajo ¿secretaria? ¿Asistente personal? ¿De limpieza? —,deja de mirarme a los ojos y baja la mirada a mi cuello —, y menos alguien que lleva en su cuello un costoso collar.

Llevo la mano a mi collar y acaricio con mis dedos el corazón, me alejo de él. Me entra una satisfacción saber que me a detallado en todo.

—Tienes razón, me descubriste, si te andaba buscando, aunque tenía tu número de teléfono preferí mejor preguntar a cada persona en la calle por ti hasta que vine a dar aquí en este lugar—, chasqueo los dedos—, no mejor aún pague un investigador privado y me dio esta dirección, no me vayas a culpar quedé flechada por ti, tanto que la tarjeta con tu número de teléfono lo coloque en un nicho cerca de mi cama.

Entrecerró los ojos ante mi respuesta sarcástica, me pareció ver una pequeña sonrisa pero fue fugaz.

—Que graciosa, no quedó nada de la mujer que ayer temblaba en mis brazos y que apenas y podía responder.

—Ayer no me encontraba bien.

—Por lo que veo hoy estas mucho mejor—, me mira de pies a cabeza.

—Así es … ahora si me disculpas tengo que irme —,paso a su lado y mentalmente me reprendo por lo que dije , “si no quiero irme.”

—¿Tanto para nada?

Me detengo y lo veo.

—No entiendo

—Preguntaste a media ciudad por mi y no te bastó eso, si no que pagaste a un investigador privado para dar conmigo ¿y ahora te vas? —Habla con tanta seriedad que no se si creyó lo que le dije o esta siguiéndome el juego, me quedaré con la segunda opción.

—Todo depende de ti y si valoraras todo lo que he hecho solo por verte de nuevo.

—Esta bien, te tendré consideración ¿Qué propones?

“Que me beses hasta que mis labios duelan y queden rojos por tus besos, qué con esas grandes manos recorras mi cuerpo sin compasión y te fundas dentro de mi, hasta que me hagas gritar de placer, que dejes marcas en mi piel para que cada vez que me mire al espejo sepa que fuiste tu quien me las hizo y que fuiste tu quien profanó mi cuerpo por primera vez”

Tomo una vez más aire y desvío la mirada, mis pensamientos me están traicionado y temo ser descubierta.

Veo una cafetera que esta cerca pegada a la pared, es para los empleados que quieran una buena taza de café para terminar de despertar o bien para cuando tengan antojo, recuerdo su propuesta de ayer, así que camino hacia ella, tomo dos tazas limpias y sirvo la primera luego la segunda, puedo ver un ligero temblor en mis manos, muerdo mi mejilla interior para controlarme.

—¿Con azúcar?—, pregunto y miro en su rostro desconcierto.

—Sin azúcar —, responde en voz baja, tratando de entender mi comportamiento.

Respiro una vez más antes de tomar la taza con mis dos manos para evitar que el temblor me haga derramar café, camino hacia él y se la doy.

A la mía le pongo un poco de azúcar y listo.

—El café que quedó pendiente —, le digo sonriendo pero el solo me mira serio, mientras lo lleva a su boca. Tomamos el café en silencio, sin decir ninguna palabra, solo siento su mirada sobre mi todo el tiempo.

Mi celular comienza a timbrar lo busco en mi bolsa y veo que es Marlene, papá ya debió de haber salido de su junta, no respondo pero es momento de marcharme, aunque no quiera.

—Debo irme.

—¿Volverás?

—Lo mas seguro es que no.

—Como se que no tienes pensado llamarme aunque tengas mi tarjeta aun lado de tu cama ¿puedes darme mi número si gustas?

¡SIIII! ¡SIIII!

—¿Tienes donde anotar?

Saca una pluma del bolsillo interior de su saco y me la da, la pluma es de oro y trae su nombre grabado en ella.

—Anótalo aquí —, dice señalando su mano.

—Se borrará—, aseguro.

—No, lo registraré en mi teléfono antes de que pase.

Trago saliva y me acerco a él, su fragancia me recibe y envuelve, provocando que mis bellos se ericen, con una mano sujeto el dorso de su mano para tener firmeza a la hora de escribir los números, mis manos se ven tan pequeñas ante las suyas, no lo miro a los ojos no puedo y aunque quiero se que no lo resistiré, su cercanía es demasiada para mi , abrumadora, asfixiante, pero a la vez placentera.

—¡Listo! —. Exclamo cuando termino, doy unos pasos hacia atrás y le entrego su pluma, el duda unos segundos en tomarla.

—Nos vemos pronto Xiomara

—Eso espero Alexander.

Salgo del ascensor con una sonrisa en los labios, una que siento que me llega de oreja a oreja, mi padre está con mi nana y Marlene cuando me ve sonríe.

—Mi vida ¿Dónde estabas?—, me besa ambas mejillas.

—Quise dar una vuelta por la empresa ¿nos vamos?

—Claro que si, andando bellas damas…

—Bien, tu corazón se escucha diferente—, exclama la doctora

—¿A qué se refiere doctora? —, pregunta mi papá asustado.

—Su frecuencia cardiaca, esta entre 100 y 110, comparados a las otras veces esta mucho mejor, ¿cuando fue la última vez que te sentiste marea, aturdida y con falta de aliento?

—Ayer

—¿Ayer? ¿Y porque no me dijiste nada Amy Xiomara?—. Mi papá se ha molestado, pues me lanza una mirada asesina, le aterra pensar en que pueda pasarme algo malo.

—No te dije porque no le vi caso, me pasó rápido, tu mismo viste que ayer me sentía muy bien fui de compras, comimos juntos en fin estuve con mucho ánimo.

—Necesito que le haga mas estudios doctora, radiografías, electrocardiograma, lo que sea …

—¡Papá!—.Intento calmarlo

—Quiero que descarte la posibilidad de algún infarto por favor.

—No es para tanto papá — . Me mira molesto y se que es más su preocupación que enojo, lo último que quería era preocuparlo, se ha puesto peor y temo que pase hoy, hoy que me siento tan bien y no quiero que me prohíba salir más ahora que Alexander tiene mi número de teléfono .

—¿Cómo puedes decir que no es para tanto? Ayer te sentiste mal y ni siquiera me dijiste, o le hubieras a dicho a Amparo—. Lleva su mirada hacia Marlene y la mira severo—. Tu sabías —. Le dice y la pobre de Marlene asustada lo niega —. ¿Por qué no lo dijiste? Estas con ella todo el tiempo por lo mismo, para que estés pendiente de su salud.

—Ya papá, ni ella se enteró, porque como te dije no fue para tanto, me siento bien, me siento muy bien doctora y no estoy mintiendo, debió ser los cinco chocolates que me comí en la mañana.

—Quedamos que nada de azúcar y que debes mantener una dieta balanceada, tu alimentación influye mucho en la salud de tu corazón —, expresa la doctora revisando todo mi historial.

—¿De donde sacaste los chocolates?— , mi nana Amparo pregunta.

—Mi papá me los regaló —, lo acuso y nada en el mundo me había causado tanta gracia que le rostro de mi papá cuando mi nana lo mira con furia. Pero aguanto lo más que puedo para no reírme, la que le vale un pepino es a Marlene que comienza reírse .

—Estás regañando a mi niña por algo que tu ocasionaste, sabes bien que ella no puede comer azúcar y vas y le regalas chocolates

—Pero no creí que se los comería casi todos.

—Bien ,no pasa nada si de vez en cuando comes algún postre con azúcar o ciertas cosas que las contengan , lo que no esta bien es de que abuses. Sigue con los medicamentos, era una chica joven y fuerte, tu corazón está resistiendo, temíamos a que no soportara mucho y mírate llevas en la lucha diez años.

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