Creo que Dios se a apiadado de mi y de este loco corazón, mi pecho retumba ante los latidos de este mismo, no puedo estar más feliz y asombrada, tengo frente a mi a Alexander, esta vez vestido en un traje y corbata azul, camisa blanca y zapatos negros, todo le queda perfectamente, se ve elegante, atractivo y varonil. Mi garganta se a secado, su cabello está un poco despeinado a propósito dándole un toque relajado, pero por la forma en que esos ojos negros miran, da a entender que esta todo menos relajado.
—¿Qué .. que haces aquí?—, inquiero y el sonríe, me derrito ante esa sonrisa tan sexy que tiene. ¡Cielos! —Creo que debería de preguntártelo yo ¿no crees?—, mete las manos a su bolsillo y relame sus labios. Respiro profundo antes de responderle, no puedo negar que tengo los nervios al mil, me están sudando los pies . ¡ Que asco! —¿Porqué? —Porque yo he venido varias veces a esta empresa y jamás te he visto, ayer te conocí y hoy estas aquí ¿ no era mejor que me llamaras? No pude evitar reír , negué con la cabeza por lo que estaba insinuando. —Me perece que te estas confundiendo, no vine detrás de ti ni mucho menos, vengo por otros asuntos y da la casualidad de que nos hemos encontrado, coincidencia o no, no es nada de lo que te imaginas—, trato de sonar lo más calmada posible pues respirar me cuesta y es por su culpa y lo que causa en mi. —Y si no es así ¿a que haz venido? —Por trabajo —,respondo firme, él me observa serio, sin parpadear, buscando algún indicio de mentira en mis ojos, pues los suyos no han dejado de mirarme en ningún momento. —Mientes —,afirma —. Una mujer como tu, con porte, elegancia —, se acerca lo suficiente que las puntas de sus zapatos tocan los míos—, con ropa de marca, con tu manera de hablar y andar no puede estar buscando trabajo ¿secretaria? ¿Asistente personal? ¿De limpieza? —,deja de mirarme a los ojos y baja la mirada a mi cuello —, y menos alguien que lleva en su cuello un costoso collar. Llevo la mano a mi collar y acaricio con mis dedos el corazón, me alejo de él. Me entra una satisfacción saber que me a detallado en todo. —Tienes razón, me descubriste, si te andaba buscando, aunque tenía tu número de teléfono preferí mejor preguntar a cada persona en la calle por ti hasta que vine a dar aquí en este lugar—, chasqueo los dedos—, no mejor aún pague un investigador privado y me dio esta dirección, no me vayas a culpar quedé flechada por ti, tanto que la tarjeta con tu número de teléfono lo coloque en un nicho cerca de mi cama. Entrecerró los ojos ante mi respuesta sarcástica, me pareció ver una pequeña sonrisa pero fue fugaz. —Que graciosa, no quedó nada de la mujer que ayer temblaba en mis brazos y que apenas y podía responder. —Ayer no me encontraba bien. —Por lo que veo hoy estas mucho mejor—, me mira de pies a cabeza. —Así es … ahora si me disculpas tengo que irme —,paso a su lado y mentalmente me reprendo por lo que dije , “si no quiero irme.” —¿Tanto para nada? Me detengo y lo veo. —No entiendo —Preguntaste a media ciudad por mi y no te bastó eso, si no que pagaste a un investigador privado para dar conmigo ¿y ahora te vas? —Habla con tanta seriedad que no se si creyó lo que le dije o esta siguiéndome el juego, me quedaré con la segunda opción. —Todo depende de ti y si valoraras todo lo que he hecho solo por verte de nuevo. —Esta bien, te tendré consideración ¿Qué propones? “Que me beses hasta que mis labios duelan y queden rojos por tus besos, qué con esas grandes manos recorras mi cuerpo sin compasión y te fundas dentro de mi, hasta que me hagas gritar de placer, que dejes marcas en mi piel para que cada vez que me mire al espejo sepa que fuiste tu quien me las hizo y que fuiste tu quien profanó mi cuerpo por primera vez” Tomo una vez más aire y desvío la mirada, mis pensamientos me están traicionado y temo ser descubierta. Veo una cafetera que esta cerca pegada a la pared, es para los empleados que quieran una buena taza de café para terminar de despertar o bien para cuando tengan antojo, recuerdo su propuesta de ayer, así que camino hacia ella, tomo dos tazas limpias y sirvo la primera luego la segunda, puedo ver un ligero temblor en mis manos, muerdo mi mejilla interior para controlarme. —¿Con azúcar?—, pregunto y miro en su rostro desconcierto. —Sin azúcar —, responde en voz baja, tratando de entender mi comportamiento. Respiro una vez más antes de tomar la taza con mis dos manos para evitar que el temblor me haga derramar café, camino hacia él y se la doy. A la mía le pongo un poco de azúcar y listo. —El café que quedó pendiente —, le digo sonriendo pero el solo me mira serio, mientras lo lleva a su boca. Tomamos el café en silencio, sin decir ninguna palabra, solo siento su mirada sobre mi todo el tiempo. Mi celular comienza a timbrar lo busco en mi bolsa y veo que es Marlene, papá ya debió de haber salido de su junta, no respondo pero es momento de marcharme, aunque no quiera. —Debo irme. —¿Volverás? —Lo mas seguro es que no. —Como se que no tienes pensado llamarme aunque tengas mi tarjeta aun lado de tu cama ¿puedes darme mi número si gustas? ¡SIIII! ¡SIIII! —¿Tienes donde anotar? Saca una pluma del bolsillo interior de su saco y me la da, la pluma es de oro y trae su nombre grabado en ella. —Anótalo aquí —, dice señalando su mano. —Se borrará—, aseguro. —No, lo registraré en mi teléfono antes de que pase. Trago saliva y me acerco a él, su fragancia me recibe y envuelve, provocando que mis bellos se ericen, con una mano sujeto el dorso de su mano para tener firmeza a la hora de escribir los números, mis manos se ven tan pequeñas ante las suyas, no lo miro a los ojos no puedo y aunque quiero se que no lo resistiré, su cercanía es demasiada para mi , abrumadora, asfixiante, pero a la vez placentera. —¡Listo! —. Exclamo cuando termino, doy unos pasos hacia atrás y le entrego su pluma, el duda unos segundos en tomarla. —Nos vemos pronto Xiomara —Eso espero Alexander. Salgo del ascensor con una sonrisa en los labios, una que siento que me llega de oreja a oreja, mi padre está con mi nana y Marlene cuando me ve sonríe. —Mi vida ¿Dónde estabas?—, me besa ambas mejillas. —Quise dar una vuelta por la empresa ¿nos vamos? —Claro que si, andando bellas damas… —Bien, tu corazón se escucha diferente—, exclama la doctora —¿A qué se refiere doctora? —, pregunta mi papá asustado. —Su frecuencia cardiaca, esta entre 100 y 110, comparados a las otras veces esta mucho mejor, ¿cuando fue la última vez que te sentiste marea, aturdida y con falta de aliento? —Ayer —¿Ayer? ¿Y porque no me dijiste nada Amy Xiomara?—. Mi papá se ha molestado, pues me lanza una mirada asesina, le aterra pensar en que pueda pasarme algo malo. —No te dije porque no le vi caso, me pasó rápido, tu mismo viste que ayer me sentía muy bien fui de compras, comimos juntos en fin estuve con mucho ánimo. —Necesito que le haga mas estudios doctora, radiografías, electrocardiograma, lo que sea … —¡Papá!—.Intento calmarlo —Quiero que descarte la posibilidad de algún infarto por favor. —No es para tanto papá — . Me mira molesto y se que es más su preocupación que enojo, lo último que quería era preocuparlo, se ha puesto peor y temo que pase hoy, hoy que me siento tan bien y no quiero que me prohíba salir más ahora que Alexander tiene mi número de teléfono . —¿Cómo puedes decir que no es para tanto? Ayer te sentiste mal y ni siquiera me dijiste, o le hubieras a dicho a Amparo—. Lleva su mirada hacia Marlene y la mira severo—. Tu sabías —. Le dice y la pobre de Marlene asustada lo niega —. ¿Por qué no lo dijiste? Estas con ella todo el tiempo por lo mismo, para que estés pendiente de su salud. —Ya papá, ni ella se enteró, porque como te dije no fue para tanto, me siento bien, me siento muy bien doctora y no estoy mintiendo, debió ser los cinco chocolates que me comí en la mañana. —Quedamos que nada de azúcar y que debes mantener una dieta balanceada, tu alimentación influye mucho en la salud de tu corazón —, expresa la doctora revisando todo mi historial. —¿De donde sacaste los chocolates?— , mi nana Amparo pregunta. —Mi papá me los regaló —, lo acuso y nada en el mundo me había causado tanta gracia que le rostro de mi papá cuando mi nana lo mira con furia. Pero aguanto lo más que puedo para no reírme, la que le vale un pepino es a Marlene que comienza reírse . —Estás regañando a mi niña por algo que tu ocasionaste, sabes bien que ella no puede comer azúcar y vas y le regalas chocolates —Pero no creí que se los comería casi todos. —Bien ,no pasa nada si de vez en cuando comes algún postre con azúcar o ciertas cosas que las contengan , lo que no esta bien es de que abuses. Sigue con los medicamentos, era una chica joven y fuerte, tu corazón está resistiendo, temíamos a que no soportara mucho y mírate llevas en la lucha diez años.Muchas gracias doctora, no se preocupe me cuidaré lo mejor posible.Salimos de la clínica y mi papá no dice nada, llegamos a un restaurante comemos muy rico y nos disponemos de regreso a casa, mi papá canceló todo en su empresa para pasar en resto de la tarde conmigo.—Hija sabes que tu eres lo más valiosa que tengo en la vida, cuando tu madre nos dejó para convertirse en un hermoso ángel, sentí que el mundo a mis pies se abría y me tragaba para soltarme en un inmenso abismo. Los primeros días me sentía muerto en vida, dolía, dolía demasiado y aun duele, porque me hace mucha falta—. Un par de lágrimas resbalaron por sus mejillas y yo no dude en limpiarlas—. Pensar en que también te puedo perder me llena de angustia, de miedo, si pudiera darte mi corazón no lo dudaría, pero ya esta viejo y cansado, solo quiero que vivas, que vivas mucho y disfrutes al máximo en este vasto mundo, que te cases y que me des nietos tantos como quieras. Pero vivo temeroso qué mis deseos no se hagan reali
POVAlexander La mañana fresca me recibe como todos los días, apago la alarma que no deja de sonar desde hace diez minutos, solo dormí un par de horas, conciliar el sueño se me hizo imposible. Toda la culpa la tiene esa mujer que conocí hace días, se ha metido en mis pensamientos y no quiere abandonarlos. Un hombre exitoso y millonario como yo, esta rodeado de todo tipo de personas, unas buenas otras malas, unas sinceras otras falsas , que decir de las mujeres , se ofrecen como mujeres de lupanar, sin importar perder su dignidad y el respeto, solo por obtener una buena posición o atrapar a el mejor postor. Por un tiempo me perdí entre sus placeres no lo voy a negar, pero con el tiempo y con todo lo que he vivido puedo decir que hoy a mis treinta y dos años estoy cansado de eso y de no encontrar alguien que se muestre tal cual, que no aparente algo que está muy lejos de ser. Que ame, que ame intensamente como yo deseo hacerlo.Ahora estoy en un dilema, esos ojos azules maldita
Capítulo 1 POV Amy Xiomara El delicioso sabor del chocolate llega a mi paladar y me hace soltar un placentero gemido, hoy amaneció en mi mesa de noche aun lado de mi cama una hermosa caja de chocolates, mis favoritos, sonreí porque se quien entró a mi habitación aprovechando que estaba dormida y los dejó, sabía perfectamente que con ese regalo mi enojo quedaría en el olvido y como no hacerlo si el chocolate es lo que más me gusta en este mundo, bueno, la segunda cosa que más me gusta ya que el primer lugar lo ocupa él, ese hombre que me roba suspiros con solo mirarlo en la televisión, ese que provoca que mi frágil corazón se acelere con tan solo escuchar su voz y que hace que el aire me falte en los pulmones, Alexander Santana Toto un magnate hombre de negocios dueño de la compañía de teléfonos móviles más importantes, Air Voice ; un hombre tan hermoso y sexy que roba suspiros a toda mujer que se cruce en su camino, estoy más que segura de eso; alto, piel blanca, ojos negros int
Marlene comienza a reír y me lanza una almohada, yo imito su acción.—Que sucia eres, solo esperas un par de provocaciones mías y te vas como hilo de media ante tus pensamientos lascivos—, entrecierra los ojos y hace una mueca de indignación fingida—, no puedo con tanta falta de pudor.—No me culpes, pero créeme que si lo tuviera enfrente y me pidiera acostarme con él yo no declinaría su oferta, por el contrario me entregaría completamente a él sin reservas, ese hombre me gusta me gusta mucho y no me quiero ni imaginar lo que es sentirse entre sus brazos porque es muy temprano para autocomplacerme, además quisiera sentir dedos varoniles dándome placer y ya no los míos —, con Marlene puedo expresarme sin problema alguno , a ella le cuento todo lo que siento y lo que me pasa ,además que en ciertas ocasiones ella sin vergüenza me platica sus encuentros ,por que sí, a pesar de estar con sobrepeso tiene más actividad sexual que yo, lo mío es solo acariciar mi sexo y listo, no más y es que
—Oye ¿te encuentras bien? ¿Vienes con alguien?—. Hace preguntas buscando mi rostro, pues es muy alto para mi, preguntas que no puedo responder, no en este momento y solo me aferro con fuerza a su saco y mantengo mi mirada en su pecho. ¡Mi respiración esta descontrolada! Debo controlarme, debo hacerlo, la impresión es demasiada, justo hoy, en este lugar, en este momento y en estas circunstancias. ¿Por qué? Me debo de ver fatal, pude haber escogido alguna otra ropa que me favoreciera, debí arreglarme más, maquillarme, hacerme algún peinado, no recuerdo haberme cepillado mis dientes. Una avalancha de pensamientos llegan a mi mente, se supone que deben ser para calmarme pero hacen todo lo contrario. Siento que voy a desmayarme y no quiero que pase no frente a él no con él, me repito que soy fuerte y que tengo que aprovechar este momento, me digo que el destino no se equivoca y por algo hoy era el día indicado para conocerlo. ¿Por qué soy tan débil? Me reprocho. Siento una calidez
Llegamos a la casa y el chófer que ahora se que anda de amores con Marlene nos ayuda a llevar las bolsas, los dos suben para dejar todo a mi habitación mientras yo me entretengo en la cocina. —Hola a todas—, saludo, esta Tita la cocinera con sus dos hijas Fátima y Gregoria, son chicas de aproximadamente unos 15 años, sorprendidas me saludan. —Buenos días señorita ¿necesita algo? —¿No fueron a la escuela? —No, hoy no tuvimos clases —, responde Fátima con una sonrisa en los labios. —Bien, me podrías servir un poco de helado de chocolate por favor. —Claro que si enseguida. Mientras Fátima me sirve el helado, me siento a una lado de la barra, observo como en silencio trabajan, Gregoria pica un poco de jitomate y Tita hace una bolas de carne para después ponerlas en un bol, ambas se miran de reojo, las veo tensas y se que es por mi presencia y es que no están acostumbradas a tenerme en la cocina. —¿Y mi nana?—,pregunto cuando Fátima me coloca el pequeño tazón de helado fren