Capítulo 404
Reflexionó un instante y dejó la cuchara en el plato.

—Amy, por favor, ten la cena lista. Voy a intentar hablar otra vez con él, aunque no prometo nada.

—¡Por supuesto que funcionará! —La mirada de Amy se iluminó—. Estoy segura de que el señor está esperando que lo convenzas.

Tras dar el último sorbo de sopa, Luciana subió las escaleras. Al igual que antes, llamó a la puerta.

—¡Lárgate! —gritó una voz masculina desde dentro, aún más alterada que antes.

Ella vaciló unos segundos, pero decidió entrar. Lo primero que vio la dejó impactada: el estudio estaba hecho un desastre, como si hubiera pasado un huracán. Vaya escena, pensó con el corazón acelerado.

En un rincón del sofá estaba Alejandro, sosteniendo un cigarrillo sin encender entre los dedos de la mano izquierda y un encendedor en la derecha, abriendo y cerrando la tapa como si dudara dar la primera calada. Luciana recordó que él nunca fumaba delante de ella, sobre todo por su embarazo. Esa consideración hizo que el enojo que sentía
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