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Aparqué en la entrada de la casa, me miré en el retrovisor y sonreí. Nerea me había vuelto mierda la cara. Me bajé del coche y caminé a casa con una ligera sonrisa en los labios. ¿Desde cuándo era un jodido masoquista? Seguí caminando hacia la puerta de casa y de la nada Vlad apareció.

Vladislav caminó hacia mí y me miró la cara.

—No voy a preguntar quién fue, porque esa respuesta es más que obvia, pero sí me encantaría saber el por qué —me preguntó.

Yo respiré profundo e intenté irme, pero Vladislav me detuvo.

—Cuando conociste a Muriel, me asusté. Pensé que ella iba a sacar lo peor de ti, pero a medida que pasaron los días y los meses, ella hizo lo impensable. Pudo cambiarte para bien. Pero con Nerea pasa completamente lo contrario. Ella es igual o peor que tú. Y si siguen así, van a terminar matándose. ¿Eso es lo que quieres? —me preguntó furioso.

Miré a Vladislav y le sonreí un poco, porque él tenía completamente la razón. Nerea no me veía como un asesino peligroso, ella me veía c
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