Aparqué en la entrada de la casa, me miré en el retrovisor y sonreí. Nerea me había vuelto mierda la cara. Me bajé del coche y caminé a casa con una ligera sonrisa en los labios. ¿Desde cuándo era un jodido masoquista? Seguí caminando hacia la puerta de casa y de la nada Vlad apareció.Vladislav caminó hacia mí y me miró la cara.—No voy a preguntar quién fue, porque esa respuesta es más que obvia, pero sí me encantaría saber el por qué —me preguntó.Yo respiré profundo e intenté irme, pero Vladislav me detuvo.—Cuando conociste a Muriel, me asusté. Pensé que ella iba a sacar lo peor de ti, pero a medida que pasaron los días y los meses, ella hizo lo impensable. Pudo cambiarte para bien. Pero con Nerea pasa completamente lo contrario. Ella es igual o peor que tú. Y si siguen así, van a terminar matándose. ¿Eso es lo que quieres? —me preguntó furioso.Miré a Vladislav y le sonreí un poco, porque él tenía completamente la razón. Nerea no me veía como un asesino peligroso, ella me veía c
Grité de frustración. ¡Odiaba a Mikhail! Pero no podía sacármelo de la cabeza. El bastardo está bajo mi piel y, aunque lo odie, no puedo dejar de pensar en él y en todo lo que hicimos ayer. Amaba su polla y la forma en que sabía usarla, pero lo odiaba a él.El seguro de la puerta sonó y entonces ésta se abrió. Mikhail entró con un par de hombres. Lo fulminé con la mirada. Ambos tipos se acercaron a mí; uno de ellos me sacó de la cama con agresividad. Yo lo empujé lejos. El otro me agarró del brazo y yo le di un puñetazo. El tipo me devolvió el golpe y me tiró a la cama.—Dejen de jugar y llévenla al coche —ordenó.Me levanté de la cama y caminé hacia la puerta. Miré a Mikhail y le sonreí.—No era necesario traer a dos hombres más. Contigo era más que suficiente. ¿O es que me tienes miedo? Eres tan patético —le dije.Él levantó la mano para darme un golpe. Yo levanté la barbilla y le sonreí. Este tipo estaba muy equivocado si creía que yo le iba a temer.—Tú estás jugando con fuego, Ne
Cuando saliera de este lugar, preferiblemente con mis extremidades completas, iría a un psiquiatra. No era normal que me calentara tanto cabrear a este hombre. Los dedos de Mikhail subían y bajaban por mi columna. Yo me removí un poco y él se detuvo.— Eres demasiado tóxico, deberías cambiar — le dije, y levanté la cabeza para verlo. Él me miraba con el ceño fruncido.— ¿Y qué se supone que tengo que cambiar? — me preguntó, mientras hacía círculos en mi hombro.— Todo, eres peor que Chernobyl — le dije. Aparté su mano y me senté en la cama. Mikhail se veía terrible con las marcas en su rostro. Yo levanté mi mano y me acaricié la mía. La sentía caliente y me dolía un poco. Él me miró, levantó su mano y empezó a acariciar mi pecho.— Deja de manosearme — le dije, apartando su mano de mi pecho y mirándolo mal.— Ambos somos tóxicos, no me tires el agua sucia solo a mí — me dijo.Yo puse los ojos en blanco. Ruso estúpido.— Solo dime lo que sabes de Belov y te dejaré ir, tienes mi palabra
Me tapé con la sábana y sonreí al recordar la cara de Mikhail. Si seguía así, en cualquier momento iba a terminar muerto. Pero se lo merecía, él solo se había buscado todo eso, por imbécil. Respiré profundamente y volví a sonreír.La puerta se abrió y entró el hermano de Vlad. Él me miró y puso mala cara de inmediato.—Toma, creo que la necesitas —me dijo.Yo tomé la ropa y la puse en la cama. Él no se fue, solo se quedó mirándome. Después se acercó a mí y tomó mi rostro entre sus manos. Esto estaba mal. Él intentó acercar más su rostro al mío, yo lo empujé y le di un puñetazo.—Aléjate —le dije.Él me quedó mirando con la boca ligeramente abierta.—Eres peor que Mikhail. Yo solo quería ver la gravedad del golpe, y ahora terminé yo golpeado —se quejó mientras acariciaba el lugar donde le había golpeado.—Lo siento, pero es que vienes e invades mi espacio personal, ¿qué querías que pensara? —le pregunté.Él negó con la cabeza. Después empezó a mirarme al rostro otra vez.—Traeré algo p
Me desnude apenas entre a mi habitación; quería un buen baño; me sentía todo pegajoso. La sangre de ese hijo de puta estaba por todo mi rostro y ropa, la cual tendrá que desechar. Si mi madre se daba cuenta, me iba a colgar de las pelotas.Escuché la puerta abrirse y me di la vuelta. Pia estaba al pie de la puerta; yo me tapé la polla con las manos y la miré.—¿Qué haces aquí?— Le pregunté, ella desvío la mirada.—Quería saber cómo estaba —me contestó.Yo agarré una almohada y me tapé con ella. ¿Acaso ella no podía esperar para preguntar eso? Pia seguía allí mirándome, y la realidad es que se sentía muy incomodo.—Estoy bien, ¿podrías salir de la habitación? Quiero darme un baño —le pedí.Ella me dio una ligera sonrisa y caminó a mí.—Solo está preocupada; lo vi entrar con manchas de sangre y no lo pensé mucho, por eso estoy aquí —me dijo.Yo no sabía qué contestar a eso. Ella ahora no me parecía tan confiable como antes. Ahora tenía dudas sobre todo lo que me había dicho.—Sal de mi
Pía siguió acercándose a mí, yo retrocedí un poco. Ella estaba loca, y yo ya estaba perdiendo la paciencia.— Puedo ser igual de desvergonzada que ella, ¿eso es lo que te gusta? —me preguntó acercándose más.— Vete de mi habitación —le dije.Ella empezó a llorar más fuerte. Yo puse los ojos en blanco. ¿Cómo carajo me había aguantado a esta mujer por tanto tiempo?— Ella no te conviene. Hasta tu mamá lo dice: ella no es adecuada para ti, yo sí lo soy. Puedo cambiarte como lo hizo Muriel —me dijo.Me acerqué a ella, la agarré del brazo y la saqué de mi cuarto. Ella siguió llorando. Esta mujer estaba loca.— Déjame mostrarte que puedo ser buena —me suplicó.Pía empezó a quitarse la ropa, yo la detuve de inmediato.— Casi mato a Nerea por tu culpa, ¿no te importa eso? Estás demente —le dije.Ella abrió los ojos de par en par.— ¿Y no está muerta? Tú dijiste que la habías matado. Por eso actúas así conmigo, ella es la culpable —me dijo.Mi mandíbula terminó en el piso. Me acerqué a ella ot
Mire al techo y suspiré; estaba tan aburrida, quería salir, hablar con alguien, necesitaba tener interacción con otras personas. Hablar solo con Mikhail me estaba drenando por completo.La puerta se abrió y entró él, con la mirada gacha; yo me senté en la cama y lo quedé mirando. Aquí había algo raro, y yo averiguaría qué.—¿Qué pasó?—Le pregunté; él negó con la cabeza. Este creía que yo era tonta, se notaba a leguas que algo había pasado.—Mikhail, yo tengo un hijo de ocho años; esa mirada que tienes es la misma que me pone Denis cuando hizo algo, ¿Qué carajos pasó?— le pregunté.Mikhail se sentó en la cama, se acercó a mí y me dio un beso. Yo lo empujé lejos de mí.—No ha pasado nada, ¿y por qué siempre eres tan agresiva? Solo quiero ser cariñoso contigo —me dijo con una leve sonrisa.—No me enojare, ahora dime qué pasó —le pregunté lo más calmada que no.Él sonrió un poco. Me atrajo a su pecho y me abrazó, típico comportamiento de niño al que le han descubierto su travesura. —Mikh
Me tiré sobre su cuerpo de manera pesada y lo miré a los ojos, esos ojos que muy en el fondo me encantaban, pero que jamás admitiría. Decirle sería como… Dios, ni sé qué pasaría si le digo que me gustan sus ojos.—Apuesto a que estás pensando en miles de formas de asesinarme mientras duermo —me dijo él.Yo me bajé de su cuerpo y me senté en la cama, después lo empujé con el pie.—Bájate y vete, no quiero verte en lo que resta del día —le dije de mal humor.Él me quedó mirando y se sentó también.—Tenemos que empezar a tener buena comunicación, no podemos llevarnos como perros y gatos todo el tiempo —me dijo.Yo abrí ligeramente la boca y después empecé a reír. ¿Quién era este tipo y qué había hecho con Mikhail?—Eres desesperante, Nerea —me acusó.Me acerqué a él y enredé mis brazos en su cuello.—Solo te estoy molestando —le dije.Él sonrió de lado y volvió a lanzarme al colchón.—Quiero más —me dijo mientras me penetraba lentamente.Sí. Yo definitivamente podría acostumbrarme a esto